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jueves, 30 de octubre de 2014
sábado, 25 de octubre de 2014
viernes, 17 de octubre de 2014
Presentación: Poesía de América Latina para el Mundo
INVITACIÓN A LA PRESENTACIÓN DE LA MUESTRA POÉTICA (CASTELLANO-INGLÉS)
"POESÍA DE AMÉRICA LATINA PARA EL MUNDO".
LUNES
10 DE NOVIEMBRE, 19 HS., EN EL CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACIÓN - SALA
JACOBO LAKS, 3ER. PISO - AV. CORRIENTES 1543, CABA.
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Roberto Arizmendi
jueves, 16 de octubre de 2014
Fredy Yezzed: EL DIARIO INÉDITO DEL FILÓSOFO VIENÉS LUDWIG WITTGENSTEIN
1
1. La realidad está limitada por la
totalidad de la poesía. La poesía no tiene límites.
1.1 La poesía es un jardín: un jardín que
habla de otros jardines.
1.11 Poesía, en una palabra, señor
entrevistador, es requiem.
1.12 Pero la mejor definición de poesía es la
siguiente proposición: Poesía no es ni lo uno ni lo otro; quizá tampoco lo
tercero.
1.13 El lenguaje es la flor, dijo Mallarmé. Si
esto es así, entonces, la poesía es la floración: encantamiento de la flor.
1.2 Under the Winter: quizá su
madriguera más cálida, más productiva.
1.21 El único enemigo de la poesía es el poeta:
allí, es él contra él mismo.
1.22 & ese silencio… ( ) Es el lenguaje que
reclama su propia poesía.
1.4 Lo meta-poético son las arañas que se
comen a su madre.
2
2. (Siempre me alegro de poder
comenzar una nueva página).
2.01 Todos llevamos una manzana podrida en la
carne. Eso comprueba que todos tenemos una poética negra. Una forma oscura
que se oculta detrás del día.
2.011 Por consiguiente, todo el mundo tiene una
poética: la amante tiene la poética de excitar mejor al infiel; el infiel tiene
la poética de ser más hombre en la intimidad con la amante & de no hablar
de la esposa; & la esposa tiene la poética de ser la misma esposa… todos
los días.
2.0123 Cuando un hombre se dirige a sus aguas finales,
no muere su poética. Sus hijos heredan su forma de caminar, sus dientes caídos,
una voz ronca, su nombre. Otro, su esposa & su cama. En las cosas se queda
su mirada para el estudio de la psicología.
2.0124 Las cosas por sí solas descubren al hombre. La
cuchilla de afeitar oxidada, el aire quieto pudriéndose en su fruta, el poema
lamido mil veces, la pintura que se cae del techo.
2.013 La
cosa en sí misma habla íntimamente de su sexo sin forma. El hombre en sí mismo
se pellizca la carne & sólo habla del dolor que causa una mañana oscura, un
lenguaje gris.
2.0131 No te esforcéis, poeta, en la posibilidad de
entretejer & transformar las palabras en poesía; ellas son, en sí mismas,
vocal x vocal: poesía.
2.014 Nadie, por experto que sea en la semiótica,
podrá hablar de la humedad que causa a nuestra alma la palabra agua.
2.0141 Dar
a cada emoción una personalidad, a cada estado del alma, un alma.
3
3 Si existes, Dios, es porque te
nombro. Si existes, amor, es porque te callo.
3.001 En mi gramática de la existencia: soy, no por
el hecho de estar, sino porque ella es, aunque no esté.
3.01 Todo lo que amamos, si no se puede decir,
se habrá perdido para siempre.
3.02 Mi último pensamiento, allá, lejos, acostado
(obscenamente) junto a Marguerite.
3.022 Para M. es poco el idioma alemán; desea
conocer cómo se mueve la lengua en todas las lenguas.
3.023 ¡Ah, cómo gusta de mi carne mi Ternera! Me
avergüenza ese pensamiento vulgar; pero más me avergüenza que no sea cierto.
3.024 Detrás de “M” hay sólo una presencia con los
brazos abiertos, un ángel con las alas ensangrentadas: algo que no existe &
rehúso a soltar de la mano.
3.025 Me voy para Cambridge…, pero te quedas con mi
tarde en tu sostén.
3.026 Si no sé qué es el amor, No te amo,
Marguerite, No te amo.
4
4 Señor, si existes, sálvame. & si
no existes, invéntate; & vuélveme a inventar.
4.001 Solo un fruto puesto sobre una mesa de
madera. Es la única nota de color en esta alcoba altamente vacía, donde Dios
duda, desde la ventana, si entrar o no.
4.002 Como un ciego que busca a Dios entre las
sombras, creo ver un día luminoso, la luz en la piel de una manzana, mi rostro
en una pared blanca.
4.003 Camino en dirección contraria a la del otoño
& le doy la cara a cada doloroso rayo del verano; de esa forma, con el
rostro herido, es más fácil enfrentar a Dios.
4.0031 Un
W. adentro & otro W. afuera. Uno que pronuncia la palabra campo &
otro que aspira la palabra abismo. Uno que siente la ternura de un niño
& otro que piensa en las flaquezas de una mujer sola.
Como la flor que resiste el peso del cielo, uno & otro
arquean sus tallos… para no dejar caer a Dios.
4.01 Un W. busca con afán la salida de la casa
mientras otro W., con parsimonia, busca la dirección de la misma casa. Cuando,
por fin, los dos W. se encuentran en el jardín, en la estación del tren o
haciendo fila en un banco, indescriptiblemente han de hallar a un tercer W. que
camina hermosamente hacia el interior de los dos.
4.011 El alma es carne, porque también se puede
pudrir.
4.012 El alma, como el cuerpo, debería tener una
cisterna: para halar la cuerda cuando algo nos aflija.
5
5.2 A un poco de alcohol & abismo huele
esta época.
5.21 La tragedia de nuestras equivocaciones
tiene que ver con el hueso del verbo amar (& su mala conjugación).
5.211 Lo diré. No me avergüenza. La primera vez que
escribí un poema fue para odiar a mis compatriotas. Lo escribí después de ver
un muerto sobre una calle de mi hermoso país.
5.22 Solo el que ha estado en la guerra lo ha
intuido: el que mata a un hombre atenta contra el lenguaje. Borra del
mapa a alguien que dijo antes de partir a la misma guerra: “Mi Sol, espérame
para la próxima cosecha”.
5.232 ¿Dónde, en qué lejanas calles en ruinas de
Salzburgo, en qué abandonados patíbulos de Auschwitz, en qué pestilentes
orinales de Viena: la ecuación perfecta para tumbar estos muros de Sal, esta
Sal de los ojos?
6
6 ¿Acaso existe un animal más fiel que
la vejez?
6.001 Es mejor la joroba en la espalda, pegada a la
carne, que la joroba del alma, pegada a Dios.
6.002 Acumulo mi soledad en ese Hijo de carne que
no se baja de mi espalda.
6.01 Como un suministro de agua negra, me
acompaña esta joroba de Londres a Berlín, de la cama a la sala del baño, del
dolor del cuerpo a la agonía del alma.
6.02 Creo recordarlo: después de la guerra, a
mis veinticuatro años, llevé mi joroba negra que la miseria me cosió con miedo…
Iba a casa… a mostrársela a Mining, la más querida de mis hermanas.
6.021 La joroba solo aterroriza cuando uno se mira
al espejo & no ve por allí ningún rostro conocido.
6.022 La joroba de las ancianas es todo ese amor no
dicho de los 15 a
los 18 años.
6.03 A veces deseo la joroba en la lengua, para
que se canse & deje de decir tantas cosas que la gente nunca llegará a
comprender. Que tal vez nunca quiera entender.
7
7
De lo que no se puede hablar,
hay que callar la boca.
Fredy Yezzed. (Bogotá, Colombia, 1979). Poeta e investigador
literario. Preparó el estudio Párrafos de
aire: Primera antología del poema en prosa colombiano que publicó la Editorial de la Universidad de
Antioquia (Medellín, 2010). Tiene publicado los libros de poesía: La sal de la locura, (Premio Nacional de
Poesía Macedonio Fernández, Buenos
Aires, 2010) y El diario inédito del
filósofo vienés Ludwig Wittgenstein (Ediciones Del Dock, Buenos Aires,
2012). Actualmente está radicado en Buenos Aires, donde estudia el género del poema en prosa argentino.
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jueves, 9 de octubre de 2014
Elvio Romero: Una hora de recogimiento
Elvio Romero |
Una
hora de recogimiento
por
los caídos aquí, los olvidados;
no
la fanfarria inútil, los caballos ruidosos
del
desfile, el oropel vacío y los salones alucinados
de
una fiesta, no; no las palabras vanas
del
discurso vacío en una plaza; no, ni siquiera
la
ceremonia oscura de las catedrales.
¡Una
hora de recogimiento
por
estos pobres, por Dios!
por
su luto y su manto desdichado,
por
su comunión con el hambre, contando su rosario
de
amargas inclemencias, arrodillados ante su memoria,
conformados
con su vasija rota, con su pozo sin aguas,
solos
ante su tos y ante su muerte.
Una
hora de recogimiento
por
esta tierra, mi amor,
atravesada
por los padecimientos,
por
la desgracia de su invencible orgullo,
por
esta tierra cansada de recibir el odio
como
un golpe en el pecho, como un puño en la cara,
marcada
por el hierro como los animales.
Una
hora sola de recogimiento…
Elvio Romero (Yegros, Paraguay, 1926-Buenos Aires, Argentina, 2004) Poeta y periodista. Vivió gran parte de su vida exilado en Buenos Aires. Entre otros títulos publicó: Resoles áridos (1950); Despierten las fogatas (1953); Destierro y atardecer (1975); De cara al sol (1961); Un relámpago herido (1967) y El viejo Fuego (1977).
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Fernando Denis: La estética de DANIEL BORDA
Daniel Borda |
La
pintura es temperamento, visión, atmósfera, es carácter: los secretos de la
imagen y sus movimientos, la lucidez del trazo, los fantasmas de las sombras,
los equilibrios del tono y de la luz buscando darle una condición a la belleza, ese delicado esplendor que eterniza los
instantes y los convierte en mito. La
pintura levita, irradia, sus metáforas son formas y tiempos que caminan hacia
el inconsciente para embellecer sus salones, sus recámaras. Sus elementos como
los del lenguaje escrito son metáforas visuales, son imagen en movimiento, una
sucesión poética de tiempo y espacio y
de climas que permanecen en
nosotros, que confluyen en escalofriante
armonía. Las formas conviven como criaturas de un bosque, se reúnen y dan
claridad. En la pintura hay una música
que llena nuestros oídos internos, colma nuestras carencias con sus timbres,
modulaciones y redobles, colma de armonías nuestro silencio, lo transforma. La
pintura es una sucesiva aparición, un emblemático quehacer que se recoge en la
pupila, es la sustancia sin límite que promete su fracción de infinito a la
mirada y la recrea, le entrega su paraíso perdido.
La pintura de Daniel Borda es un juego ambicioso con la naturaleza y
su magia, una búsqueda permanente de la
fantasía de los objetos, una realidad estética que permite dar protagonismo a
los detalles, a las minucias, y así crear desequilibrio, desconcierto, ironías,
ya que irrumpe con un marcado acento inspirado en temas clásicos, en tonos que
dramatizan los colores, que al mismo los
seda, los tranquiza, y del mismo modo sus trazos hacen lectura de un
surrealismo anacrónico y muy sugestivo. Las frutas que Daniel Borda
arranca a los bodegones de su
inconsciente para ponerlos en sus paisajes, o para recrear escenas atípicas en
lugares atípicos, dan muestra de su incansable sentido del humor, de una
lucidez desbordante y poco frecuente en la pintura colombiana, y más allá de
los múltiples significados, sus trabajos tienen que ver con su forma de asumir
el mundo y su propio lenguaje, la
exacerbada soledad, sus fantasmas, los muchos misterios de su infancia y esa
forma particular de tensar su asombro. Sus trabajos están muy cargados de
atmósferas que simplifican sus estados de ánimo, son las subyacentes y ejemplares cadencias de un hombre arraigado
en su talento tratando de conjugar los atributos de la imagen, de seducir cada
momento de la naturaleza que lo habita, intenta
acallar su grito. Daniel Borda
desde su torre de marfil, desde su taller, intenta darles una respuesta a esos
interrogantes que algunas veces carecen de sentido pero que lo arrastran a
buscar su esencia, su verdadero plan infinito.
Octavio Paz, considerado el mexicano del siglo xx, en su poema Objetos
y apariciones, dedicado a Joseph Cornell, escribe:
“Hexaedros de
madera y de vidrio
apenas más
grandes que una caja de zapatos.
En ellos caben la
noche y sus lámparas.”
Esa poética del
arte conceptual sirve para ver hasta donde el sueño alcanza su mayor grado de
ironía, también su mordaz sentido de la estética, logramos percibir cómo la
búsqueda interior de los objetos embellece los sentidos y le da fortaleza, los anima. Y luego, en el mismo texto cita a Edgar Degas: “Hay
que hacer un cuadro como se comete un crimen”.
Es desaforado, pero al mismo tiempo es individualmente una retórica que
sobrevive más allá de la idea. Por eso los cuadros y dibujos de Daniel Borda
sobreviven al caos que los germinan, a
esa plástica intención de abolir la realidad. Tal vez de corregirla. O quizá
más bien de entronizar la realidad en un concepto menos característico a través de otro
lenguaje. Sus impulsos pictóricos son palabras con forma y color y hablan de
otras dimensiones, sus personajes piensan y actúan en una ficción surreal, ensimismada.
La conquista |
Amanece en el
taller. Los colores tienen un alma nueva. Gravitan los tarros llenos de
lápices, llenos de óleos, llenos de silencios irracionales; gravitan la
trementina, los caballetes, las telas, los pinceles que también son escobas
para barrer en otra dimensión. La palabras que no están, podrían llegar en
cualquier momento. Aquí empieza el tiempo, aquí empieza el camino hacia los
misterios de la belleza, aquí se fabrica el asombro. La historia del arte está
hecha de espejismo, de alucinaciones que comienzan en un taller. Daniel Borda
llega de la noche, de sus oscuras geometrías, para reconocerse de nuevo en los
elementos, para iluminarse, su mente blanca bordea los abismos del color, sus
mágicas tempestades, y desde muy temprano hace de la luz un manifiesto
personal, conjura sus significados y este es su primer viaje. Tal rito se
manifiesta antes de que ocurra su obra. Yo percibo el movimiento anónimo de su
invisible tablero de ajedrez, marca la
pauta de una disciplina que lo ha ayudado a despojarse de sí mismo y de sus
duendes nocturnos, ya que en las muchas geografías interiores, en esos
territorios que habrán de ser los territorios de la mirada, el pintor siempre
sigue las huellas de un ser hilarante, misterioso, algunas veces terrible. Por
eso los dibujos, los grabados y esas
telas albergan un ojo intenso, una lente
que viaja con su lámpara por los bosques de su recalcitrante inteligencia, por
sus hondos follajes y va colmando un universo personal, una especie de
mitología privada de la imagen. Su obra es silenciosa, diáfana, es un arte
pulido con un humor delirante pero silencioso, que ha albergado un doble
carácter, porque a su vez se reconoce en los milagros de una estética personal,
pero también se juzga a través de ella y de ese mismo modo planea su romántico
exilio interior. Sin embargo, en la dialéctica del color que lo sobrevive hay
una reconocible excitación por el trabajo, una entrega, una enfermiza
inclinación a la belleza y a sus múltiples comportamientos.
Dice a sus propios fantasmas:
“Lo
maravilloso de entregar una vida a la pintura es la satisfacción de atreverse a
apostar las propias energías en una manera de vivir que a pesar de cualquier
dificultad por la que se pase en el camino, siempre se estará dispuesto a
defender la pasión y el amor que se profesan por ese oficio, donde todo vibra
con y como la luz”.
Ya que sus paisajes
están contaminados de un surrealismo visceral y esplendoroso, sus frutas
representan una metáfora del sentido común, pues bifurca la realidad, la
descompone y le hace un guiño. Hiere nuestra sensibilidad, nos interroga, quizá por la incongruencia de su
arquitectura, pero al mismo tiempo nos
reconcilia con ese otro yo que adora los sarcasmos, que boga en otra
perspectiva y baraja otros designios en pos de una búsqueda distinta, de otros
símbolos, de otra dinámica que le permita al sueño de la razón recrear sus
verdaderos espectros, explorar en la
vasta redondez de sus aguas y reflejarse.
Fantaseando |
Daniel Borda interioriza
cada trazo y baja lentamente por sus líneas hasta dar con ese rostro que lo
espera en el umbral. Su propio rostro cristalizado en una idea, en una
negación, en un símbolo distinto, y sus juegos con los instintos de las formas prosperan gracias
a que en su viaje hacia el color, hacia el abismo de un lienzo, siempre se deja penetrar por la inocencia de
sus mitos.
A lo hora de los
inventarios, se mira el espejo roto y
reflexiona:
“Creo que mi principal
motivación a la hora de pintar, o de llevar a cabo cualquier labor creativa,
es la evocación el poder revivirme en un marcado y profundo recuerdo de mi
infancia”.
En un esfuerzo anímico, y alejado de
las academias, Daniel Borda se ha inspirado en una obra que ha transgredido algunos valores
establecidos, sus formas e ideas iluminan un época en la que la naturaleza se
había quedado sola, en que los elementos necesitaban la magia de una mano que
los animara y esta emoción estética es lo que mueve su espíritu, los muchos
dilemas que embargan su espíritu y que lo agotan, pluraliza su conocimiento, lo exterioriza en
delicados matices y cadencias, donde la inteligencia de los objetos se convierte en luz y dramatizan ese momento
de haber sido tocados por tiempo. Daniel Borda tiene un acentuado lirismo en su
trazo y ese diálogo poético permanente en su pintura es lo que crea la educación sentimental de los colores, su
perpetuo amor por la apariencia y la fijación de los objetos y sus fantasmas,
por la presencia que lo conmueve o que perpetra su caos. La viva naturaleza de toda su obra es una
callada reflexión sobre el paisaje
perdido, es la búsqueda insaciable de una región inexplorada, busca sus mapas,
sus laberintos, sus guías, sus estaciones y sus bosques en cada
superficie.
En una de las orillas del camino hacia
la Historia del Arte, nos advierte:
“Para mí en el surrealismo está la
clave de la liberación existencial de nuestra realidad, o dicho de otra manera
el surrealismo nos permite jugar a escaparnos de los parámetros establecidos en
nuestros esquemas o límites… y en las frutas que pinto encuentro el secreto de
la auto perpetuación de la vida”.
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martes, 7 de octubre de 2014
Saint-John Perse: Crónica (fragmento)
…Alta edad, henos aquí —y nuestros
pasos
de hombre hacia la salida. Basta ya de
entrojar;
ahora es tiempo de aventar y honrar
nuestra
era.
Mañana, las grandes tempestades
merodeadoras,
y el relámpago en su oficio…
El
caduceo del cielo baja para marcar la tierra
con
su cifra. La alianza está fundada.
¡Ah!, que
una elite también se levante,
de muy grandes árboles sobre la tierra, como
tribu de grandes almas y que nos incorporen
en su consejo… Y que la severidad de la noche
descienda, con la confesión de su dulzura,
sobre los caminos de piedra ardiente
iluminados de lavanda…
Habrá
entonces un estremecimiento,
en el más alto tallo untado con ámbar, de
la más alta hoja semidesplegada sobre
su uña de marfil.
Y
nuestros actos se alejarán hacia
sus huertos resplandecientes…
Que otros
edifiquen entre los esquistos
y las lavas. Que otros levanten los mármoles
en la ciudad.
Para
nosotros ya canta la más arrogante
aventura. Carretera abierta por mano nueva,
y fuegos llevados de cima a cima…
Y no se
trata aquí de canciones de tela para
gineceo, ni de canciones de velada, de esas que
denominan canciones de Reina de Hungría,
para desgranar el maíz rojo con el filo herrumbrado
de los viejos estoques de familia.
Sino de
un canto más grave, y de otro temple,
como canto de honor y de alta edad, y canto del Amo,
solo en la noche, para abrirse su camino frente
a la chimenea
—fiereza
del alma frente al alma y fiereza
de alma creciente en la espada grande y azul—.
Y nuestros
pensamientos ya se levantan
en la noche como
los hombres de grande tienda
que antes del amanecer, marchan hacia el cielo rojo
llevando sus arreos sobre el hombro izquierdo.
He ahí
los lugares que abandonamos.
Los frutos del suelo están bajo nuestros muros,
las aguas del cielo en nuestras cisternas,
y las grandes muelas de pórfido descansan
sobre la arena.
La
ofrenda, ¡oh noche!, ¿a dónde llevarla?,
y la alabanza a quién fiarla?... Nosotros levantamos
en el extremo de los brazos, sobre el plato de nuestras
manos, como nidada de alas nacientes, este corazón
entenebrecido del hombre donde estuvo la avidez
y estuvo lo ardiente, y tanto amor permaneció
irrevelado…
Escucha,
¡oh noche!, en los pradecillos desiertos
y bajo los arcos solitarios, entre las ruinas santas
y eldesmigajarse de los viejos nidos del
comején,
el gran paso del
alba sin guarida,
Como en las losas de bronce donde
rodaría
una fiera.
≈
Alta edad, henos ahí. Tomad las medidas
del corazón de hombre.
(1959)
(traducción Lyzandro Z.D. Galtier, 1961)
Saint
–John Perse (Alexis Saint-Léger Léger 1887-1975). Poeta. Premio Nobel, 1960.
T.S. Eliot mostró gran interés por su
obra y tradujo al inglés su Anabase
(1924).
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Saint-John Perse
lunes, 6 de octubre de 2014
Esteban Moore (Crónica Plural)
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Lee Franz Serrano Rodríguez
Alfredo Fressia: 2 Poemas
Alfredo Fressia |
Aburrimiento
Una
vez más el día
en
este bajo mundo.
Me
aburro en el jardín,
nadé
en los cuatro ríos.
Me
limo con esmero
las
uñas de los pies.
Tengo
mala salud
y he sido mal amante.
Soy
muy mediano en versos:
nunca
entré en el Edén
(ni
en las antologías,
uruguayas
al menos).
Para
pasar el tiempo
puedo
hablar de dolencias,
mi
carné de salud
es
de los veinte años.
“Altura: uno noventa,
Peso: setenta quilos”.
La
foto en blanco y negro
es
de un muchacho díscolo.
(Siempre
me voy de tema
cuando
hablo del amor)
Los
hombres que me amaron,
con
excepción de uno,
no
tuvieron glamour
ni
dejaron recuerdos
de
mayor importancia.
Yo
mismo –digo yo-,
de
los muchos que fui
no
quedará uno solo.
(Una
vez más el día
en
este bajo mundo.
Me
aburro en el jardín,
nadé
en los cuatro ríos)
Soy
sólo pensamiento
perdido
en un jardín
que
sueña ser Edén.
Sé
que un mono me observa,
está
sobre una rama.
Es
eterno, calculo.
Y
mientras, yo me aburro.
El avaro
Atesoro
los bienes de este mundo
como
prendas del otro que me espera.
Sé
que mi dividendo es infecundo:
reboza
desamparo mi cartera.
Sudo
frío y me toman por astuto,
por
desprecio persigo la riqueza,
Palpo
en cada moneda el absoluto,
leo
en la muerte como en un poema.
Y
mido las palabras, cuento sílabas
como
centavos o como minutos.
Almaceno
los restos de la vida
(guardo
una perla en mis dedos enjutos ).
Es
avidez, es ambición, codicia.
Y
no es nada, es el miedo diminuto
de
un Dios que en mi esconde su avaricia
y
yo, inconcluso, ayuno y acumulo.
Por
su culpa y su abuso yo calculo
los
días que me faltan en la cuenta,
la
incertidumbre de metal la cubro,
y
sólo acopio huesos y promesas.
(de
Poeta en el Edén)
Alfredo Fressia
(Montevideo, 1948) Poeta. Su obra premiada y traducida a varias lenguas incluye
entre otros títulos: Un esqueleto azul y
otra agonía (1973); Clave final (1982);
Noticias extranjeras (1984); Destino: Rua Aurora (Brasil, 1986); Frontera móvil (1997); El futuro/O futuro (Portugal, 1998; Eclipse, cierta poesía, 1973-2003,
(Uruguay, 2003 y México, 2006) y Poeta en
el Edén (México 2012, Uruguay, 2012).
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