jueves, 29 de septiembre de 2022

Esteban Moore: Luis Pereira Severo: una lengua que nos dice

 




 


En Otros Poemas Sucios (manual de castellano estándar), Luis Pereira Severo, desde el título y el subtítulo correspondiente, nos brinda las coordenadas para ingresar en el territorio, el universo de su poética. 

La suciedad, a la que se refiere no es otra que el  efecto que le imprimen los hablantes a nuestro instrumento de comunicación: el lenguaje cotidiano. Juan de Valdéz, en su Diálogo de la lengua (ca.1535) refiere: “…he aprendido la lengua latina por arte y libros y la castellana por uso, de manera que de la latina podría dar cuenta por el arte y los libros en que aprendí, y de la castellana no, sino por el uso común de hablar…”.  

Lo “estándar”, alternativa elegida como modelo o criterio de referencia lingüística, signa de alguna manera el proceso, el desarrollo de nuestro idioma en esta zona periférica del planeta, desde aquellos días lejanos en que arribaron a América las carabelas tripuladas por españoles de toda laya y condición, comandadas por un italiano.

El Río de La Plata, la mar dulce de Solís, cuenta con dos capitales, Montevideo y Buenos Aires, cuyos puertos fueron la puerta de entrada de cientos de miles de inmigrantes de diverso origen. Extranjeros que debieron someterse a una nueva realidad y que conjuntamente con los nativos y criollos configuraron la lengua que, con las particularidades propias de ambas ciudades, sus respectivas marcas en el orillo nos define. Y, que además, comparten un género literario propio, La Gauchesca, que se origina con los Cielitos combativos y batalladores de Bartolomé Hidalgo (Montevideo, 1788, Morón, Buenos Aires, 1822). Poeta y patriota que con osadía y claridad no sólo persigue la independencia política de estas tierras, sino también la de la lengua, diferenciarse del tono asertivo que impone el imperio a las provincias desde la metrópoli. 

En su poema, “LA MARCA DEL CASTELLANO POLUÍDO” que lleva una nota al pie (ejercicio/arte poética), Pereira Severo señala acertadamente la contaminación de nuestra lengua como “la raspa de lo hablado”, lo extraño a ella que incorpora el uso popular, la mezcla que el interpreta como “mélange”; los cruces verbales: “El lenguaje de la fonda la herrería […] almacenes / despensas /el espesor de lo vulgar / tasajos”. 

Los rasgos, cualidades de su poética; desde Pabellón Patrio (2009), subtitulado en aquella ocasión “Serie de relatos íntimos”, no se relacionan meramente con una poesía ‘confesional’, ‘autoreferencial’. Todo lo contrario su propuesta apuesta a una dicción, un modo de enunciar, la inclusión del otro. El desarrollo progresivo, de un tono distintivo; la búsqueda de una voz.

Esta voz se distingue de mucha poesía contemporánea, aquella que en La poesía moderna es prosa (1978) Lawrence Ferlinghetti sostiene: “…cualquiera puede mirar hacia el pasado y maravillarse ante esta época extraña que le permitió a la poesía caminar en los ritmos de la prosa y aún denominarla poesía. La poesía moderna es prosa porque suena  tan apagada, sumisa,  como cualquier mujer  u hombre en las ciudades cuya fuerza vital está sumergida en la vida urbana.”
Otros Poemas Sucios (manual de castellano estándar)  se divide en tres partes: ‘Cuaderno viajero I’, ‘Garuada’ y ‘Cuaderno Viajero II’. 

En un poema de la primera parte, que podemos considerar un sucedáneo de aquel que él define como (ejercicio/ arte poética) escribe:

SE LE OCURRE algo muy 
gráfico
«Llueve sobre el camposanto«
¿Poesía civil como Raimondi?
Cuaderno viajero, es el nombre
de
Eso que escribe
El corte del verso determinado
por la pantalla del Nokia
finlandés
¿Se oye la lluvia desde el tercer 
piso? ¿Cómo desde Emilia 
Grassi, las barreras? ¿Pasa con
retraso el motorcar de las cinco?
Es gráfica la expresión
«llueve sobre el camposanto«
¿Un tipo de santuario la
Poética?
El corte del verso determinado
por lecturas de Levertov.
Lo que respira en la superficie
El goteo primoroso sin
apresuramiento
sobre el campo
santo

Desde el primer verso, no podemos eludir la pregunta ¿Quién es la persona del discurso? Indudablemente la tercera del singular, ya sea masculina o femenina, poco importa ante el resultado buscado: la elisión del yo. 

 El poeta se enmascara en otro, realiza una transferencia de su experiencia, de su mirada personal. Este alejamiento del yo emisor, produce en la lectura un efecto que, en tanto lectores, nos transforma en sus cómplices, produce un acercamiento con el objeto. Nos allana el camino para que internalicemos el poema con mayor intensidad; hacerlo carne propia. John Keats (carta a Benjamin Bailey, Nov. 22, 1817), reflexiona al respecto: “Si un gorrión viene a mi ventana, participo de su existencia y picoteo la grava…”

Asimismo, en este poema pone en escena, sus preocupaciones en la construcción del poema, destacando la relevancia del corte del verso. Elemento central en la poética de todo poeta contemporáneo que presta atención al habla de su comunidad, entre ellos, los Imagistas, Pound, Louis Zukofsky y William Carlos Williams y que Denise Levertov (citada en el poema) considera el instrumento esencial, fundamental, en la caja de herramientas del poeta. El que determina que un texto en prosa, verticalizado, dividido simplemente en líneas, siguiendo una elemental sucesión de orden sintáctico, práctica generalizada en la actualidad, en la mayoría de los casos no reunirá las características de un poema. Fruto, quizás de no comprender, que el ‘verso libre’, no lo es tanto (Eliot dixit) tiene sus propias leyes: la variación rítmica, la irregularidad, la extensión variable, la ruptura en el sangrado de los versos y su disposición espacial en la página. 

Pereira Severo logra como el corredor de larga distancia, picar en punta, acelerar, regular sus zancadas, afianzar su propio ritmo. Modular su voz con desenvoltura, anotar en el pentagrama notas disonantes, una musicalidad diversa, atrapante, innovadora, en el ámbito que él mismo denomina como: “el desorden del lenguaje / incierto”. Aunque debo agregar; inferir,  que no solo persigue certezas sino su contrario; quizás como nos advierte Wallace Stevens en El Ángel necesario (1951) su búsqueda se cifra en: “la poesía en sí misma, el poema desnudo, la imaginación manifestándose en su dominio de la palabra.” 

La estructura de Otros Poemas Sucios (manual de castellano estándar), se sostiene en una amplia temática; que le abre las puertas a tópicos e intereses variados y multiplicados; y los objetos  que habitan los textos (útiles de cocina, ollas sartenes, jarras, baúles, viejas indumentarias, azadas, las furgonetas del hospicio y arados, entre otros) enriquecen, le ofrecen nuevos argumentos a nuestra noción de la realidad. 

Asimismo esta temática despliega un movimiento abarcador que integra varios aspectos tanto históricos como actuales. La ironía que da cuenta de una visita al centro comercial, “todo tiene remedio en el centro comercial”; o en “Trabajo precario / Marcador de pobreza / Lo negro lo pichi […] Pobres contra pobres mi amor / Lucen satisfechos en las / selfies”; hechos que iluminan ciertas singularidades de la época, carnada y anestesia frente a lo circundante, la felicidad del instante.

 Otro de los aciertos que recorren estas páginas es la economía de recursos utilizados para brindar instantáneas del terror y la violencia. Y, que no obstante tienen un efecto potenciador en la recreación de momentos históricos; poblados de degollados y desaparecidos, como lo demuestra en EQUIDISTANCIA: “Guerra del Paraguay / Tatuceras / Leandro Gómez // Todo cabe en la pantalla / Nibia / Miguel Mato / Tassino y / Y varios más // De cuando  tocaron a / Degüello / Son las fotos.” El horror, pareciera decirnos, no necesita de detalles.

    En Otros Poemas Sucios (manual de castellano estándar) Pereira Severo reafirma su tono y voz (estilo) e hilvana con oficio una serie de poemas en los cuales la unidad es su característica principal. Cada uno de ellos, en su individualidad, constituyen las distintas partes de un todo, un único poema. Sin embargo, no hay que desconocer otras cualidades del conjunto, los poemas más personales, en primera persona, no interfieren con aquellos en los que el Yo se oculta tras bambalinas, colocando en escena otras personas del verbo. 

Finalmente, hay que destacar la operación de proporciones que realiza, inédita en estos tiempos, la simbiosis, de dos maneras de interpretar el paisaje, el tiempo, la vida. Aquellas que definen el ethos  de la urbe y el de la campaña. Dos miradas culturales que a pesar de desarrollarse en una  lengua compartida presentan diversos antagonismos, que el poeta, en un delicado, complejo zurcido de las diferencias, disolverá, exitosamente, en una visión renovada del mundo y las cosas.