DE LA COMUNA DE PARÍS A
LA REBELIÓN DE KRONSTADT
Recuerden ahora que antes hubo otros;
ahora cuando las horas indeseables se levantan,
y el sol sale rojo en cuarteles desconocidos,
y las constelaciones cambian de lugar,
y el trueno sin nubes borra los surcos,
y la luz de la luna mancha y las estrellas se calientan.
Aunque el aire hiede, padres reclutados,
con la negra hinchazón de sus rostros muertos,
aunque hombres deambulan ociosos fuera de las fábricas
donde turbinas y mano están heladas;
y el aire finalmente está claro sobre las chimeneas;
aunque las ventanas están tapadas con colchones;
y cada hora oye el rugido de explosiones;
aún así uno se levantará solo diciendo:
“Yo soy uno de muchos, he oído
altas voces en el aire gritar órdenes;
he visto cuerpos de hombres convertirse en antorchas;
he visto a fauno y doncella morir en bombardeos nocturnos;
he oído contraseñas intercambiadas en callejones;
he sentido el odio acelerar la sangre y el miedo encrespar los nervios.
Conozco también la última copiosa mosca;
y el vértigo aprisionado de la impotencia.
He caminado predispuesto y reacio
en nutridas procesiones por las calles sacudidas.
¿Colgaremos de tensos cordones umbilicales
a esta placenta corrupta hasta que estemos cubiertos de moscas;
hasta que a nuestro cráneo lo partan cuervos y aguiluchos
y nuestros miembros se conviertan en asunto para hormigas,
nuestros dientes en colecta para urracas?”
Se alzarán como héroes, habrá muchos de ellos,
ninguno prevalecerá sobre ellos al final.
Cada uno dirá “Yo soy uno de muchos”;
sus manos vacías salvo por la Historia.
Mueren en los puentes, las entradas a los puentes, y los puentes levadizos.
Recuerden ahora que antes hubo otros;
los sepulcros están llenos en los vados y cabeceras de puente.
Habrá niños con flores allí,
y corderos, y leones de ojos dorados allí,
y personas recordando en el futuro.
EL PASADO
Indeciso, me detengo en un viaje improbable;
otra vez, después de tanto tiempo, la maravilla única
del alto Hudson me rodea;
camino en el jardín familiar
olvidado hace mucho tiempo. La casa nunca
se volvió a ocupar, las ventanas están rotas,
los caminos y las glorietas, ruinosos,
los canteros de flores son matorrales,
los cercos están destrozados,
el membrillo y el espino, quebrados y secos.
Uno a uno los recuerdos de veinte años
se esfuman y no queda rastro de ellos.
He estado inquieto en muchos lugares
después de vivir en paz aquí.
Los secos matorrales están llenos de silbadores
grisáceos migrantes. Desde el último otoño
han visitado Guatemala y la Península del Labrador
y ahora se dirigen nuevamente hacia el sur.
Sus ancestros remotos hacían lo mismo
cuando yo estaba aquí. Cada generación
ha parado a pasar una noche de otoño
aquí, en este lugar, cada año.
ANDRÉE REXROTH
fallecida en octubre de 1940
Las ramas moteadas de gris del castaño
estallan en estrellas esmeralda una vez más,
y los alisos arden en un humo rosado
de innumerables capullos.
Sé que la primavera otra vez es espléndida
y el canto del zorzal escondido,
dulce, y el sol vital como siempre –
Pero por estos senderos del bosque caminábamos juntos,
estos caminos, diez años juntos.
Pensábamos que los años durarían para siempre,
todos se han ido ahora, los días
que pensamos no vendrían para nosotros están aquí.
Truchas brillantes listas en la corriente –
el rastro del mapache al borde del agua –
un avetoro llamando fuerte a lo lejos –
tus cenizas esparcidas en esta montaña –
moviéndose por este arroyo hacia el mar.
QUIETOS SOBRE EL AGUA
La soledad se cierra alrededor nuestro;
mientras nos tendemos pasivos y exhaustos
la soledad nos sujeta suavemente en su mano tibia.
Una tortuga se desliza dentro del agua
con un sonido leve como una burbuja que se rompe;
No hay ningún otro sonido, solo la tenue
y trascendente conversación de las hojas del álamo
y el sicomoro cuando no hay viento, y ocasionalmente,
la única, inquisitiva voz de una rana.
Desvío mi mirada de tu rostro extasiado
y contemplo cómo la caída del sol que se aproxima
espolvorea la inmensa cumbre inmaculada
con casi imperceptibles destellos de oro.
Abrís los ojos, girás la cabeza.
Tus labios mordisquean mi hombro.
Un escalofrío lánguido recorre tu cuerpo.
De pronto reís, como una pura
flauta exultante, te parás de un salto
y te zambullís en el agua.
Un pájaro blanco sale de entre los juncos
y se aleja volando, y el bote se mece,
embriagado en las ondas
de tu regocijo desnudo.
ADONIS EN VERANO
Los comedores de loto con sus torpes manos
me persiguen en sueños tironeándome de la manga;
su risa absurda y sus ojos en blanco
se esconden al filo de la visión de la mente
en subtes polvorientos y calles llenas de gente.
Una noche de agosto, mientras dormía,
se me apareció Adonis, enloquecido y sangrando,
y me mostró, aferrado a su mano, el arado
que quebró el sueño de Perséfone.
Al otro día, observando el pasto quemado
en el parque marchito, tomé conciencia
de que debajo de mí, debajo de la gravilla
y las hormigas apresuradas, y el sustrato
y el subsuelo, estaban la corriente glaciar,
las junglas del Mioceno, los reptiles
del Jurásico, las sepias
del Devónico, los gusanos
del Cámbrico y los misterios del gneis;
sus historias plegadas, registradas
en la oscuridad; y aún más profundo,
el negro centro caliente de hierro, y una vez más,
las inescrutables rocas arcaicas,
y la larga escala geológica,
y el suelo vivo y los árboles desconocidos
y los cuerpos enredados de amantes
bajo las estrellas extrañas.
Y a mi lado,
un viejo loco tironeándome de la manga. (Versiones Patricia Ogan Rivadavia)
KENNETH REXROTH (South Bend, Indiana, 1905- Santa Bárbara, California, 1982) Poeta, traductor, ensayista y crítico autodidacta. Una de las figuras centrales del denominado Renacimiento Poético en la ciudad de San Francisco y de la poesía contemporánea de su país. Fue uno de los primeros poetas norteamericanos en interesarse por las formas poéticas japonesas. Czeslaw Milosz, a quién Rexroth tradujo al inglés, sostuvo que Rexroth era un gran poeta y uno de los más destacados traductores de la poesía china y japonesa. Asimismo leía en Francés, japonés, griego, latín y castellano. Lawrence Ferlinghetti quién grabó con él una lectura de poemas acompañados por el Cellar Jazz Quintet, sostuvo que sin dudas Kenneth Rexroth fue el maestro de todos ellos. Publicó entre ensayo, crítica y poesía alrededor de cincuenta libros. En 2003, se publicó su obra poética completa con un prólogo de Sam Hamill.