jueves, 1 de julio de 2010

Luis Benítez: Partes Mínimas 1,2, dos movimientos de la poética de Esteban Moore










Partes Mínimas, 102 pgs., Alción Editora,
Córdoba 2006.











“No hay Dios / ni hijo de Dios/ sin desarrollo”
César Vallejo

En el panorama poético argentino actual, algunas obras de la generación del 80 han decantado y ya exhiben un sello que les es propio, reconocible. Se trata de una madurez necesaria, tanto para los autores que han llegado a ella como para el mismo corpus de la producción local. Entre ellas, se destacan los alcances de la obra poética de Esteban Moore, algunos de cuyos detalles intentamos reseñar aquí, a partir de la reciente publicación en Argentina de su poemario Partes Mínimas 1,2.

En la obra de un poeta es dable observar el germinar de sus núcleos de sentido, generalmente apenas esbozados en sus primeras publicaciones y los tropiezos y aciertos que arrostra al intentar dar cuenta de ellos posteriormente, al tiempo que afianza sus destrezas en el manejo de los recursos lingüísticos que lo llevarán al logro o el fracaso en la complicada tarea de obtener para sí una voz propia, distinguible del conjunto. Una voz que se va a destacar no sólo por la originalidad de esos núcleos de sentido o por la singularidad de su tratamiento, sino también –y no es esto lo menos importante- por su grado de aporte a la tradición poética. Significativamente, este aporte se caracteriza por la ganancia, para el género, de nuevos territorios. Podemos afirmar que un poeta es tal, ampliando lo antedicho, por su capacidad capital de integrar a los dominios de la poesía porciones virtualizadas de la realidad, no como representación, sino como traducción a los códigos poéticos de la representación imposible de esas porciones de lo real, inalcanzables en sí mismas, pero apropiables si el poeta alcanza a cambiar su naturaleza y, despojándolas de su condición, logra transformarlas en secciones del cuerpo mismo de su poética. Esto se entiende mejor si pensamos en los alcances del aporte, por ejemplo, de Cesare Pavese, quien se apropia de los elementos reales de la Italia norteña, aun campesina a mediados del siglo pasado, y transforma las relaciones conflictivas entre sus tipos humanos, la simbología del paisaje, el agón del que participan los habitantes rurales enfrentados a la industrialización creciente (lo ancestral versus el futuro insoslayable) y vuelve a todo ese conjunto de significados parte de su misma poética, despojándolo claramente de su naturaleza anterior.
Es un trabajo arduo, sin duda, que nos recuerda la célebre declaración de Thomas S. Eliot: “No hay facilidades en el verso libre para el muchacho trabajador”.
Examinar, siguiera sucintamente, cómo procede un poeta para concretar este señalado trabajo, es en mi opinión no sólo apasionante, sino además absolutamente necesario.
Puntualmente, lo que veremos aquí es cómo arriba a este logro uno de los poetas más originales que han dado las últimas décadas en Argentina, autor del poemario Partes Mínimas 1,2, publicado hace unos pocos meses en este país.
Se trata de Esteban Moore, nacido en Lobos, Provincia de Buenos Aires, en 1952. Aunque todavía es relativamente joven, su obra acusa una madurez lingüística y conceptual que lo destaca en el conjunto de los autores emergentes de la generación de 1980, numerosa e innovadora, caracterizada por la variedad de tópicas abordadas y por la variedad de discursos empleados para dar cuenta del fenómeno poético. En este conjunto, la obra mooreana cubre un espectro amplio que inclusive atraviesa algunos de los territorios abordados por varios de los colegas generacionales de su autor y aporta un cuerpo textual nítido y sólido, fácilmente reconocible en el conjunto. Una obra que, como ya apuntara el notable poeta argentino Joaquín Osvaldo Giannuzzi en la contratapa del volumen “Poemas 1982-1987” de Moore, editado en 1988 y que compila sus tres primeros poemarios, “nos permite obtener una visión a la vez ordenada y global de una obra poética de particular e intensa significación en el actual panorama lírico argentino”.
Desde luego, como señala el acápite de César Vallejo que encabeza este artículo, este proceso se produce necesariamente en sucesivas etapas, las que podemos examinar ahora con la necesaria objetividad que nos proporciona la distancia temporal trazada desde su formalización impresa.

1er. movimiento: El juego del adentro y el afuera
En los primeros poemarios de Esteban Moore, La Noche en Llamas (1982), Providencia terrenal (1983) y Con Bogey en Casablanca (1987), advertimos un desarrollo paulatino de aquellos elementos que conducen al poeta a establecer un puente entre su interioridad y el entorno virtualizado por su expresión poética. Este desarrollo alcanza su manifestación plena –dentro de la primera etapa de la producción de Moore- en Con Bogey en Casablanca, donde el autor avanza en el empleo de elementos propios de la lengua coloquial urbana. La ciudad es, en efecto, la escenografía directa donde Moore maneja el juego de claroscuros que se activan en el libro de referencia. La ciudad se construye en esta etapa de la obra mooreana como un ámbito bifronte, pues resulta tanto refugio para las criaturas que la habitan como área de conflictos múltiples. Estos conflictos, tienen, a su vez, otro desdoblamiento, ya que se establecen tanto entre los habitantes en interrelación mutua como en el choque de cada singularidad y el ámbito ciudadano. Otro elemento característico de la etapa abordada a través de Con Bogey en Casablanca es el de la interrelación entre el devenir colectivo y el de las individualidades notorias, tales como los iconos culturales pregnantes Carlos Gardel, Domingo Faustino Sarmiento, Jorge Luis Borges y José Hernández, lo que consolida la relación de la obra con la corriente literaria argentina que intenta incorporar aspectos de la historia local a la poesía. Sin embargo, lejos está Esteban Moore de caer en el defecto formal y también conceptual de establecer la presencia de esos iconos como si su sola mención bastara para edificar el puente historia/poética, en cuyo caso –no por notorio menos reiterado- el personaje nombrado y fuertemente pregnante en su contexto primario, permanece ajeno a los juegos propios de la poética, como elemento sin digerir, como espécimen de otro orden, es decir, no involucrado por la virtualización que establece el discurso poético. En Moore, a partir precisamente de Con Bogey en Casablanca, surge el efectivo apropiamiento de los iconos culturales pregnantes a través de un mecanismo que posibilita al autor sumir al icono en su poética y apropiarse de sus cualidades, necesarias para el juego entre los contextos que desea y efectivamente logra establecer. El resultado, por demás interesante, es que el lector puede asistir a un doble juego de espejos, donde el icono cultural pregnante se refleja en la poética mooreana desde su ubicación primaria, fuera de esa poética –y permanece allí, visible para el lector- mientras que “le presta su discurso” a esa poética, o mejor dicho, contribuye a la ilusión bien lograda por el autor de que el icono se expresa desde ella siendo una parte de ésta.
En esta etapa existe otro elemento muy interesante que se agrega a lo ya reseñado, y es la apropiación –desarrollada con la misma intensidad que en los casos de Sarmiento, Hernández, Gardel o Borges- que realiza Moore de los iconos culturales pregnantes propios de otros contextos, como lo son Humphrey Bogart o el poeta lakista William Wordsworth. El siguiente paso, durante la escritura de Con Bogey en Casablanca, era inevitable y Moore lo da, a sabiendas: conectar a través de su discurso poético ambos órdenes icónicos, que conviven en la escenografía virtual de una ciudad donde el tango y el hot jazz cruzan y entrecruzan sus compases. Una poética que no intertextualiza definitivamente, sino que se apropia de los iconos culturales pregnantes, los virtualiza y habla a través de ellos.


2do. movimiento: las geografías parlantes

En esas obras iniciales y luego también en “Tiempos que van”, de 1994, “Instantáneas de fin de siglo” y “Partes mínimas y otros poemas”, ambas entregas estas, publicadas en 1999, demostraba Moore que era capaz de abarcar la herencia poética europea y apropiarse de los elementos necesarios para enriquecer su decir, no limitándose a aquellas construcciones provenientes de nuestra propia lengua, sino también pudiendo establecer un nexo de intercambio con las poéticas escritas en otros idiomas que el español. Es preciso para ello, como todos sabemos, ser capaz de penetrar en los códigos referenciales y las médulas de significado de culturas que se diferencian, por esos mismos elementos, de la nuestra, y una vez más, lograr conectarse con las correspondencias entre culturas. Esto es, comprender qué contienen las corrientes culturales y diferenciar qué le corresponde a la poesía y qué no, luego elegir de entre lo que le corresponde a la poesía aquellas porciones que le corresponden a nuestra propia poética o le pudieran corresponder, cuál es el ensamble perfecto del elemento nuevo con los que ya tenemos en nuestro haber.
En este sentido, Esteban Moore es dentro de la generación poética de 1980 el gran ordenador, el poeta que muestra las correspondencias de sentido entre nuestro trabajo con el género y lo que hacen en otras latitudes.
Del mismo modo, se maneja con extrema habilidad con aquellos aportes poéticos que vienen del tratamiento que se le da al género en Estados Unidos y en el resto de Latinoamérica, no sólo porque ha viajado para conocer de primera mano lo que rezan las referencias, las antologías y las traducciones, ni tampoco porque él mismo sea uno de los mejores traductores que tenemos. El mérito, en esta referencia que hago, no tiene que ver sólo con una notoria destreza técnica que le reconocemos plenamente. El mérito tiene que ver con el talento para no sumirse y sumir a su obra en lo que contempla, sino para extraer de lo contemplado aquello que amplía la dimensión de la obra del sujeto que contempla.
Asimismo, no tiene menor relevancia, sino la misma envergadura, otra característica muy señalable de la obra mooreana. Esta es su capacidad para abarcar la historia y aun la geografía de nuestro país, no dejándolas como elementos exteriores, meramente referenciales de su poética, sino convirtiéndolas acertadamente en elementos propios de ella. En Partes Mínimas 1,2 se percibe la decantación de este proceso y, además, cómo el procedimiento empleado con los iconos culturales pregnantes señalado en la primera etapa de su obra es rediseñado para ser aplicado a la paisajística.
Como bien apunta el poeta Jorge Andrés Paita en una nota referida a la edición de Partes Mínimas de 1999 (Diario La Capital, Mar del Plata, Pcia. de Buenos Aires, domingo 18 de julio de 2000):
“Y algo intranquilizador resulta, para qué ocultarlo, que el conjunto de estos poemas –suerte de fuga consistente en variaciones del único tema, o suerte de Aleph que lo visualiza en imágenes impresionistas o expresionistas—no destaque al mundo humano contrapuesto (o por lo menos especialmente integrado) a la naturaleza, como instintivamente reclaman nuestros ya inveterados hábitos mentales; aparece, cuando aparece, más bien sumido en ella y en postura a menudo marginal. Así las grandes ruedas de un tractor detenido entre la maleza removida por la vasta oleada de la brisa; las lámparas eléctricas que convocan nubes de insectos en la selva nocturna; la combustión de un motor y el ritmo de la sierra mecánica, en medio de un sugerido bosque, presentados como, en otro fragmento, es presentado un halcón que planea midiendo la distancia entre la presa elegida y sus garras.
La frecuente combinación de magnitudes máximas y mínimas hace intensas las imágenes; las graciosas codornices, vívidamente captadas por el ojo poético de Moore, nada saben del fragor del lejano deshielo, pero de algún modo lo leen en el brillo de las gotas; la mano que sopesa un canto rodado palpa también un inmemorial trajín de aguas y de edades; otra piedra tocada, al despertar en la mente la palabra “meteoro”, desencadena una instantánea percepción de espacios siderales. Cuadros misteriosos, cuya atmósfera se enrarece aún más cuando, en algún pasaje, la marginalidad de lo humano se margina hasta desvanecerse, dejando ante el lector un mundo entrevisto un instante antes o un instante después de la presencia del hombre en la tierra, un mundo de puras presencias elementales o puras ondas de energía en caprichoso entretejido. La imaginería, de impresionista y expresionista, pasa entonces a ser abstracta; la mirada del cosmólogo se ha combinado con la de un físico atómico algo fantaseador y travieso.”

Moore hace que la geografía se incorpore a su poética no como escenografía, sino como recurso literario de su propia y muy personal expresión. Así, el cronotopo, en términos de Bajtín, es el suyo y no –como sucede en la obra de autores menos dotados- la paisajística donde el poeta se planta a decir su poética.
La Patagonia de la que nos habla en Partes Mínimas 1,2 (Buenos Aires, 2006) por ejemplo, no es una ilustración ni, mucho menos, un objeto referencial: es acabadamente el recurso Patagonia de su propia poética, que habla, como todas las poéticas dignas de ese nombre, exclusivamente de sí misma: es el recurso que emplea Moore para definir y corporizar una sustancia poética.
Y el recurso que emplea, como también lo hace Juan Laurentino Ortiz en su trabajo con la naturaleza paranaense, es de hacer desaparecer al narrador, al descriptor. Así consigue un doble efecto. Por una parte, que avance al primer plano el recurso Patagonia, sin que -sólo en apariencia, desde luego- se note que es el discurso poético mooreano el que está hablando, el que sigue hablando. Por otra parte, consigue ampliar ese mismo discurso con las reverberaciones que le brinda la Patagonia u otros sitios elegidos para “corporizar” ese segmento de su discurso.
Dice el poeta:

los glaciares en la lejana patagonia impulsan/ el
tamaño -de su acumulado volumen/-- recreando
bajo la magnitud de sus formas/--una música de
aguas

Y también puede utilizar, para el mismo cometido, elementos mínimos, convertirlos en significados dotados de muy mayor tamaño:

ese canto rodado -que se desplaza lento en el repetido
ciclo de las aguas / podrá exponer en la palma de una
mano / el mudo resplandor de su apariencia / -al tacto
inseguro de tus dedos –una estructura única

Y lo que instalan estos versos en el espíritu del lector es el punto de partida para una polisemia esperada. Porque cuando abrimos un libro de poemas esperamos estas capacidades, estas destrezas, pero también aguardamos a que estas habilidades técnicas nos demuestren que están supeditadas a un sentido mayor, que es el qué real al que se refiere el autor, por alusión y también por elusión.
Esperamos sentidos nuevos, renovadas perspectivas, un sentir único y personal. Esperamos también que logre alcanzar una dimensión universal, no reducida al entorno inmediato, ni temporal ni espacial. ¿Es ello muy exigente? Yo creo que no, al menos en poesía.
Como muy bien apunta Ana María Russo en su crítica del poemario de Esteban Moore Partes mínimas, publicada en Letralia, Año X, Nº 145, 17 de julio de 2006:
“El primer tramo del libro es un constante escenario natural que hace de la Patagonia un "lugar morada" en el que Moore decide sostener su voz. Poemas en prosa en los que deliberadamente incorpora lo terrestre y lo celeste como fenómeno. Mínima naturae es la propia estructura de los poemas que se suceden breves con cuidadoso tono que respeta una atmósfera por momentos irreal. En medio de la amplitud de lo desértico el poeta reflexiona haciendo una permanente metáfora metafísica, en el espacio franco, extendido hasta la exasperación el que deja al hombre fuera de su centro. Este hombre que vive el siglo XXI también fuera de su centro, en el lugar que le permiten los " no lugares " inventados para ser identificados, construidos para perderse entre la gente.
Moore va describiendo esta parte de la tierra argentina insistiendo y atestiguando que su grandeza es un dominio universal a los ojos para poder tomarla hace suyos como puntos de apoyo lo doméstico a mano: accidentes geográficos (planos, pantanos, canales, ríos, torrentes, altas cumbres, glaciares); momentos climáticos (" la onda de aire cálido ") o " el viento que sopla desde el desierto cristalino " elementos ( piedra de metal, canto rodado, guijarros, rocas, ceniza calcinada, esponja magmática). Recurre a imágenes que transmiten un efecto fortalecido en contrarios, tanto lo denso como lo etéreo, lo fluido como lo inamovible, lo alto como lo bajo, lo opaco como lo lumínico, lo ardiente como lo helado, comparten la descripción. Lo natural con lo cotidiano va narrando un lugar entre fantástico y conocido, los poemas tienen una impronta fotográfica y un estado que fluctúa entre la creación del mundo o su hecatombe última "el viento que sopla desde el desierto cristalino tan blando como un terso cielo -anunciará del universo, infinitas desconocidas geometrías / el más pequeño de los detalles / los dominios de una agregada luminosidad " o " los glaciares en la lejana patagonia impulsan / el tamaño -de su acumulado volumen / -recreando bajo la magnitud de sus formas / -una música de aguas".





(*) El poeta, narrador, ensayista y dramaturgo argentino Luis Benítez nació en Buenos Aires el 10 de noviembre de 1956. Es miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York, Estados Unidos, con sede en la Columbia University; de la World Poets Society (Grecia); de la International Society of Writers (Estados Unidos); del Advisory Board de World Poetry Press (India), y es Miembro Honorario de la sección argentina del IFLAC (International Forum for a Literature and a Culture of Peace). Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poétes, con sede en la Université de La Sorbonne, París, Francia. Sus 15 libros de poesía, narrativa, ensayo literario y teatro se publicaron en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, México, Uruguay y Venezuela. Su obra ha recibido numerosos reconocimientos nacionales e internacionales.

Anne Walman, poemas.








Esteban Moore, Anne Waldman (center)
Schule für Dichtung, Viena.
Versiones E.M.





Maquillaje en el espacio vacío

(fragmentos)

Estoy maquillando el espacio vacío

Todas las pátinas convergen en el espacio vacío

rubor sonrosado en el espacio vacío

Estoy maquillando el espacio vacío

pegando pestañas en el espacio vacío

pintando las cejas del espacio vacío

apilando cremas en el espacio vacío

pintando el mundo fenomenal

Estoy colgando adornos en el espacio vacío

clips de oro, peinetas de laca, horquillas plásticas en el espacio vacío

Estoy clavando horquillas metálicas en el espacio vacío

Derramando palabras en el espacio vacío, cautivo al espacio vacío

llenando, cargando, abarrotando el espacio vacío

revoleando collares alrededor del espacio vacío

Pensá en esto, imaginá esto: pintando el mundo fenomenal

pulseras en las muñecas

pendientes colgando en el espacio vacío

……………………………………………………..

Quería asustarte con la noche que me atemorizaba a mí

la noche flotante, la noche gimiente

Alguien siempre se metía en el medio para hacerte olvidar el espacio vacío

te ponés todo

te pintás las uñas

te ponés echarpes de seda

adornás constantemente el espacio vacío

Cualquiera sea tu nombre te llamo ’espacio vacío’

con tus fantasías, tus bailes, aceptalo

con tu extraña manera de cantar aceptalo

con tus sonrisas aceptalo

con tu enorme séquito y acumulación aceptalo

con tus buenos momentos aceptalo

con tu buena fortuna, con tu ociosa fortuna aceptalo

cuando más te parezcas a un pájaro, ese es el momento de aceptarlo

cuando estás haciendo trampas, aceptalo

cuando estás dentro de tu cabeza angustiada

cuando no sos sensata

cuando insistís en las alabanzas de muchas lenguas, ese es el momento de aceptarlo

Todo comienza en la raíz de la lengua

se inicia en la raíz del corazón

hay una médula espinal de viento

cantando y gimiendo en el espacio vacío


En el día de tu cumpleaños viejo Walt Whitman

Oh estratégico mapa del desastre, hambrienta América

blanco del canto, del poema que anda a los tumbos,

de toda la protesta

Una larga e imperfecta historia ensombrece tu rostro

América: dejá que el sufrimiento, la fatiga, el sexo

y las distracciones sublimes caigan en el olvido

se desvanezcan de los expedientes

Dale tu permiso a este mundo para que pueda seguir

Respirando

Es simple: una mujer abandona el lecho, se despereza

El Mundo es su espejo, la puerta hacia el dolor

(Ardua tarea matinal, whitmaniana: despertar al país a

su propio ser)


Berthe Morisot

Hacia el final de sus días ella dijo que

el anhelo de llegar a la fama después de muerta

se le antojaba una ambición desmedida.

“La mía”, agrego,

“se limita al deseo de pintar

cosas, la más mínima de ellas,

algo mientras sucede.”

Un crítico escribió acerca de la muestra realizada

en el ‘salon des impressionnistes’ individualizando

a la Morisot: “son cinco o seis lunáticos,

uno de ellos, mujer.”


Vísperas de una noche de brujas

Cuando

me siento

en el ómnibus,

mi madre

su fantasma

se yerguen

en

mi

cuerpo.

Sostengo

cabeza

con

el

puño cerrado

de

esta mano

bajo el

mentón.

Resignada

observo

a través

de la ventanilla

el mundo

que

pasa.

Igual

que

ella

mi madre;

pensándolo

así,

del

mismo

modo


*

y por qué mi cerebro estuvo incubando todos esos largos años

y por qué no utilizó su genio para hacer fuego

y por qué no al arte cuya creación agitaría aún más las neuronas

y tocando la textura de la piedra, moldearía la mano en piedra

colocando marcas señales extendiéndose más allá

y por qué no / por qué

no extendió la belleza en la producción de arte

y por qué no en el sonido también, negándose a la música todos esos largos años

los sonidos imitan aquello que debe haber sido el llamado de los pájaros o del cuerpo

en interno tarareo y agitada conversación y gruñido, chiiit, wu ju wuu ju juuuuu

partes del cuerpo congregándose como un aluvión, como el sonido reunido

“aluvial” “aluvial”

en extraña armonía o incluso discordia o en la necesidad del hambriento deseo

luchando en todos los desencuentros del deseo y del sufrimiento

señala el infortunio señala el deleite señala la luna absoluta y su eclipsar

señala el infortunio señala el deleite señala la reparación mujer reparadora y luna sagrada

y llora cuando la luna desaparezca y regresa y celebra danzando

por qué mi cerebro no danzó todos esos largos años

no estaría esto en el marco de aquella incubación

su calibración hacia el género hacia el anhelo hacia otros particulares de

tamaño y contemplación y color

cuantos miles de años y en medio de todo ello y de lo que es humano miles de

posibilidades constituyéndose reconstituyéndose

miles sobre miles

y por qué mi cerebro estuvo incubando todos esos años sin utilizar su genio

para encender el fuego

grita por agua con sonidos sedientos y por qué, como podría con lenta memoria

sin conocimiento de sí mismo ahora creciente moviéndose lentamente saber de sí

por qué

este es el mundo sumergido mantén silencio dentro del prolongado, quieto silencio, luego

crece en sonido y resonancia

no hay necesidad aún para que algo crezca de mis dedos crezca de húmedo útero

pero qué crecería naturalmente del sonido y su resonancia que voluntad para luchar y

crecer

lengua para hablar y saber que el amor es correspondido

y cuando te hieren poder llorar en el pánico seguramente

y cuando estás haciendo el amor llorar seguramente también en el pánico en el placer

y llegando al nacimiento, llora

habla acerca de tu llegada al placer del nacimiento haciendo el amor y entra en pánico, llora

y hablas sobre ojos que se abrazan, un par de cabezas juntas

que no se ocluyen pero desde las sombras llegan a la luz en mutuo entendimiento

o cuando la conciencia puede mirarse a sí misma reconociendo su saber y fracturado ritmo

y cuando haces el amor seguramente llorar gimiente y ferozmente, llorar llorar

al llegar al nacimiento decididamente gritarás tus lágrimas, el largo llanto

de madre y en la muerte también, el discordante sollozo

en notas menores y aullantes gemidos

por qué el cerebro incubó todos esos años

por qué no utilizo su incalculable genio para hacer fuego

mi qué tamaño tú eres mi homínido y del intelecto, no esparcido

por qué te hallas en la raíz de mi palabra lanthanien para pasar inadvertido

por qué exploras la periferia del latere – para yacer oculto

dentro de un universo con una desconocida dimensión

en el que en su interior una intenta acurrucarse

qué sí y por qué

*

Habían decidido caminar hasta el barco trasbordador

el mapa de los lagos descansaba sobre la mesa

ella levantó el libro que estaba muy cerca, haciendo el mapa a un lado

y mientras lo acercaba a sus ojos y rápidamente y lo observaba detenidamente,

/ fue feliz al ver

–emocionada por el título, las fotografías del interior-

muros /la súper imposición

del rostro de una mujer lobo

era un libro escrito por un amigo

/ el nombre de un amigo se destacaba claramente en su cubierta,

/ el nombre de alguien cuyo estilo admiraba

la suya era una escritura lateral, una especie de meditación, acerca de la basura, los desperdicios y el devastador paso del tiempo que asola a muchas grandes

/ciudades

diásporas de

/ migraciones visibles e invisibles

subsecuentes incursiones

que dejan sus curiosas

/ desesperadas huellas en el rostro de las ciudades

una fotografía del amigo observa fijamente

conociéndolo ella podría decir que desafiante aunque quizás no

más segura de la credibilidad de la línea, el signo, el punto

de incisión, la furia. / él era uno dado a realizar grandes caminatas

y comentar acerca de los desbordantes estallidos humanos

de esas gentes arrastradas al torbellino de la supervivencia

de aquellos

empujando y tirando de esto...¿ como dices? ¿cuerda? una línea

de salvación

/ y de calles internas, lugares al borde de las aguas y melancólicos pactos de

/supervivencia

en los que el tallador reparte malas cartas

él había viajado por esos mundos subterráneos

infatigable

y

vivido en los intersticios

/observando esas ciudades sumergidas en la imaginación de ella

lo que él había visto

lo que él había visto sumergido en la imaginación

él había visto extrañas delineaciones del temor y agitación y estallidos

yuxtapuestos con el enloquecido deleite del martirio

y como éste estalla en todas partes

el ethos “logrado por cualquier medio necesario”

él quería decir que estaban apiñados como ratas

o como la “cabeza” circumpolar eran gentes viviendo bajo el mar

fantasmas que consisten sólo de una cabeza

fantasmas aguardando a los que fueron enterrados más allá de los campos de la muerte en

/Srebrenica

barrios más oscuros en las afueras de París donde los problemas de los que se quejan se deben

ella pensó -a los semáforos

él estaba tratando de decirle algo con sus señales

con sus códigos y banderas y donde ellos podrían medir “angustia”

podrían medir “ayúdalos ahora”

envía la señal “angustia, angustia”

eran palabras, sólo palabras ahora, aquí, el barco trasbordador muy cerca

al que se podía llegar caminando desde su refugio temporario

él pertenecía exclusivamente a la escuela de las palabras,

luego haría de las palabras películas

esas imágenes en movimiento personificando sombras

una escuela de imágenes en movimiento

y películas

únicamente películas

pues podrás reconocer en la luz, las palabras, solía decir

y él las prefería oscuras, incluso transgresoras

y qué es lo que deseas, quiero decir en que estás ‘trabajando, “¿proyectos de trabajo?”

me preguntó

“masticando lo mamífero”

fue como una alucinación

primero los objetos desparramados allí desde adonde habían venido

un libro, un mapa, ahora cuadrantes descartados,

una vez desechado el mapa, ellos probarían su suerte

sus cavernas de las ciudades el peso de ellas en él

en la mente de ella ahora

ellos se habían sentado con sus almuerzos en otro barco

Lago de Como, / privados de animalidad

apuntalamientos líticos

y la escritura de ambos te llevaban a aquellos otros lugares

olas sobre el Bósforo: Estambul

/ o Camboya

Ambos escribían como atenazados por una fiebre

- ¿alguna vez contrajiste el terrible dengue?

debido a la urgencia,

supervivencia

describir el mundo conocido en todo el alcance de tu imaginación

el relativo mundo de la muerte y el cambio

con las maquinaciones del capitalismo moliéndolo todo, extrema y misteriosa

fuerza bruta y muerte multiplicada

extirpación

¿ era el de ella un tiempo irreversible?

cuántos objetos puestos a prueba

separados

deconstrúyelos devuélveles su esencial naturaleza:

compasión!!

nombre sobreviviendo a la persona que lo lleva como con un libro

nombre identidad “persona”

¿y has oído

él preguntó

del continente de despojos –100.000 libras de petróleo plástico?

dos veces el tamaño de tu continente (él no era nacido en Estados Unidos)

agitándose, batidos en un torbellino arremolinado

y los animales de agua bajo la intensa carga del nombrar

¿de qué otro modo podríamos reconocerlos

por sus sonidos

por sus gemidos ?

luchando entre las enrolladas serpientes de plástico, heridos

llenos de cicatrices

y ella pensó

¿qué animales deben ser sacrificados a la colonización del tiempo?

¿a la colonización de ciudades?

colonización de océanos

de planetas

*

era=eltiempo=del=combustible fósil= y de las prioridades=del=precioso tiempo= dedicado= a los negocios


eso es lo que dirán sobre nosotros dentro de unos siglos era el atareado hacerlo ahora mismo

tiempo de negocios tiempo de hacerlo ya ahora mismo, nos jodieron completamente en su

codicioso el tiempo es oro tiempo de hacerlo ahora

eso es lo que dirán de nosotros: ¿en qué estaban pensando? malditos pendejos

era el divertido tiempo del cerdo tiempo en que la mercancía el producto eran las ganancias,

tiempo-tiempo de las modificaciones, seguimos adelante en el tiempo matamos el tiempo

nos jodieron en nuestro tiempo futuro seguramente estaremos más agobiados en el tiempo

eso es lo que estarán diciendo eso es lo que dirán: ellos siguieron adelante, diciendo de nosotros,

que íbamos a ninguna parte sólo barranca abajo y nosotros junto a ellos, que estaban pensando sus mentes egoístas,

nosotros, nosotros

eso es lo que dirán de nosotros dentro de unas generaciones (¿como harán para vivir entonces

sin tantas especies animales?) Ellos jodieron al mundo en su dulce avaro tiempo, eso es lo que dirán

de nosotros, esos malditos pendejos, dejaron que los animales mueran, dejaron que las plantas mueran, mataron el aire, ellos mataron el agua, se mataron unos a otros, ellos mataron el lenguaje

paleolítico monótono aburrido el tiempo de la dulce conversación, bueno eso se ha acabado ¿en que mierda ha evolucionado?

luego durante 20.000 años de preservar el tiempo preservándolo para todos y moviéndolo,

hacia adelante, y el arte, hacia adelante, la humanidad, hacia adelante , y ahora desean

matarlo realmente lo han matado

Luego bordeamos lo babilónico, lo egipcio, 5.000 años en el tiempo, cuánto progreso, matan

todo eso también, malditos pendejos

entonces aquello -pero ahora mi día solar mi mes lunar mi año solar, la velocidad que de ellos

heredé, ¿en que tiempo estamos?

y resumimos nuestra conversación –luego de estos excesivos arrebatos- discutiendo la naturaleza

de la calibración

como los tiempos diferentes nos brindan las peculiaridades y particularidades de la gente y la praxis y el lugar y los sistemas de pensamiento, y en el proceso se transforman en sus propias “zonas”

hablamos de ilustraciones y de la arquitectura de lugares espirituales, de la construcción

de mandalas con

arenas de colores y de las mujeres que danzan en el precipicio de los eclipses...

de la performance y

de los rituales bajo los arcos sostenidos por columnas, pilares que trazan el movimiento tal cual lo haría un cuerpo de baile, atrios abiertos, se están moviendo hacia el espacio del augur, el sitio del frecuente sacrificio animal...

somos mero tiempo sideral –dos acontecimientos en el egoísta tiempo del sol, me advirtió, y

eso también es relativo...

/ ambos, ambos, advirtió seguidamente, son desmedidamente relativos

(eso no explica, protesté, el modo en que brutalizamos el tiempo)

quizás quieras considerar como un año anomalístico el intervalo que se produce entre dos

pasajes consecutivos de la tierra a través del perihelio

(y este podría ser el año en que los animales cuadrúpedos se asustan y ocultan, agregué)



versiones Patricia Ogan Rivadavia - Esteban Moore