viernes, 2 de septiembre de 2022

SANTIAGO ESPEL: Poesía

 

Santiago Espel


















La campana de Gauss

Tras un efímero brillo, el país ha vuelto 
a hundirse en sus hábitos malsanos.
Los achaques del cuerpo se multiplican.
El precio de la remolacha se fue a las nubes.
Los servicios meteorológicos no saben
qué hacer con el dislate climático.
Las viudas ya no son mayoría absoluta.
El poema sigue huérfano de inspiración.

Y como si esto fuera poco, nosotros
los de entonces, no damos pie con bola.

Apostemos a que las estimaciones
científicas pongan cierto orden
en este circo de malentendidos recurrentes.


Réquiem para un símbolo de nobleza

Vamos a darle descanso
finalmente a la abeja
que transitó ya tantos poemas
buenos y malos
éditos e inéditos

con su vestido de bourbon
su escafandra de verano
su danza circular 
                  de pequeño cóndor.

Descanso perentorio a la abeja

por la espiga de filo fatal
por el zumbido ritual de torero
y por su honorable labranza de polen.

Seamos justos con la abeja
que supo darle al poema
su muerte última 
y su resurrección primera.


En un abrir y cerrar de ojos
Lo prenatal
el primer vagido
el último suspiro.

Y en el medio
el sufrimiento
y también el amor.


Cena

Una copa de bohemia
en sus relieves de cristal.
A través del vino dorado
pasa una cinta de luz.

Como animales 
asustadizos y frágiles
las manos se acercan
y arrugan el mantel de lino.

Se dicen poco:
Lo necesario para el olvido.
Lo indispensable para el reencuentro.


Bosón de Higgs

O (h) la partícula de Dios
capaz de destruir el universo:

descalabro de la materia
y arreo en la gramática del tiempo.

O (h) el impulso arrepentido
luego de siete fatigosos días.


El acorde místico de Scriabin

La vibración rebota en los gruesos 
paños de la sala: aros perforando
las paredes de agua del sonido.

Es la meditación del instante 
hecha coágulo en la eternidad.

A miles de kilómetros de distancia
entre serpientes y carnavalitos
canta el arroyo y rezonga el carancho.


La semilla negra

Esa pequeña gloria que sucede
en los latidos de la tierra
y empuja en su tallo
la certidumbre del nuevo día
o el molino asmático de la noche.

El agua hace nudos
en los filamentos del riego.
La araña teje rizomas de discordia.


La logia de los venenos

Como extensión de las parcelas
diseñadas por el Dante,
en un desvío impreciso del camino
la recámara bulle y regurgita 
placentas y ancianos insomnes.

De esa feria de obscenidades
reguladas por el asombro y los temblores,
nacen los unos y se calcinan los otros.

Si hubiera un Dios, su alegato 
bastaría para agotar nuestro pavor
bastaría para apagar el coro infame de risas.

Pero no hay tregua ni razón que alcance.
No hay redención exenta de plazos ni precio.


Busco trabajo en el faro más solitario del mundo

Si saben de algo
por favor comunicarse 
urgentemente con la mensajería.

Sobrada experiencia en soledades
y adaptación plena a los climas más cruentos.

Disponibilidad horaria ilimitada.
Necesidades higiénicas esporádicas.
Dos idiomas y excelencia en el silencio.

Avistaje y clasificación de utopías.
Rescate de náufragos y soñadores compulsivos.

Se ruega confidencialidad absoluta.


El largo día del poncho de hilo amarillo

Eso que algunos poetas llaman jornada y otros día,
no es más que una débil tregua o cese imaginario
del fuego en la batalla, la pausa descarada de la vigilia.
Abrirá la puerta de la casa, traspasará el límite oscuro
como quien sale del sofoco del agua o del lejano
e inenarrable útero, y dejará inerte sobre la silla el saco
gastado por el rayo del sol o por la caricia de la lluvia.
Se dirá que los aspectos frívolos de su vida han alcanzado
ya un punto intolerable, un punto sin retorno, y cerrará 
y abrirá instintivamente la mano como un corazón abierto
y anhelante de sacarse un peso de encima.
En el patio cuadrado y de reflejos presentirá el perfume
dulzón y esperanzado de los brotes nuevos, y cuando
el pájaro cante en la antena, como es costumbre,
el perro del vecino ladrará su encierro de todo el día.
Pensará en el paso del tiempo, y lo verá en los lunares
de los brazos, y en la humedad que sube decidida 
por la pared del sur, la más angosta del patio cerrado.
Se sentará finalmente a la mesa y dejará caer unos pocos
y balbuceantes versos que reprobará con una mueca.
En ese momento, como un gesto indeclinable 
del destino, sonará el timbre: una, dos y tres veces.
Abrirá y verá que está empezando a llover, y que la gente
corre a sus casas con las últimas y perentorias compras,
como quien busca refugio y sosiego, después de un
largo y tedioso día, apenas antes de la indolencia fatal 
y socarrona del próximo, disciplinado, e inminente minuto.




 Santiago Espel, nació en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina, en 1960. Publicó en poesía rapé, 1988 (Faja de Honor de la S.A.D.E); Pavesas & Muelles, 1990; Misas en Harlem, 1993 (1er Premio de Poesía Nacional Ramón Plaza); Cantos Bizarros, 1998; La clari¬dad meridiana, 2001; La víspera sí, 2002; Isoca, 2004; Vulgata, 2006; 100 haikus, 2008, Cuaderno acústico, 2010; La penitencia, 2012; Notas sobre poesía, 2013 (Ensayo); Mesa de entradas, 2015; Breviario exótico de accidentes poéticos, 2016, Photo Carné 2018, y El Pan de la rabia & El Vals, 2019, Su señoría, 2020, y Nuevas notas sobre poesía, 2021.En 1995 publicó la novela La Santa Mugre o El País de Cucaña, en Grupo Editor Latinoamericano.

Su poesía fue traducida al inglés, alemán y portugués. Tradujo a Philip Larkin, Paul Blackburn, Kenneth Patchen, Patrick Kavanagh, Alice Oswald, Robert Graves, John Ashbery, Patti Smith, Don Parterson, Peter Hammill, Gary Snyder, Mario Quintana, Wilson Bueno y Mario de Sà Carneiro, entre otros. 

Coordina talleres de escritura en Vicente López, lugar donde reside.
Su poesía fue musicalizada, documentalizada, y puesta en escena teatral y artística en más de una ocasión.

Egresado de la Escuela de Periodistas del Círculo de la Prensa.
Es editor del sello de poesía, narrativa y ensayo, La Carta de Oliver, desde 1990, en el que lleva editados de manera independiente alrededor de 100 títulos.




 















ELISA MOLINA: POESÍA

 

Elisa Molina




















MIRÁ


“Mirá” -me dijiste en el sueño-
y por supuesto no recuerdo
qué apuntabas en el paisaje.

Firme aún el lazo entre aquí
y allá, te agradecí despertando:
“Siempre atento conmigo, muerto.

No sé bien quién sos ni por qué, 
como abeja desorientada,
zumbás en este encierro mío.

¿Será -ahora que lo pienso 
y la mañana es una ola
mansa de luz que se aproxima-

que quisiera dejarte ir:
vos a libar tus raras flores
y yo las mías de este mundo?”

 
CÓMO SE FORMAN LAS TORMENTAS

La trama de los buenos argumentos
--cómo se va inflamando el horizonte;
cómo de norte a sur una delgada
hebra de patos lo cruza y se pierde
y la tensa expectativa del día—
te convence, por más que hayas pasado
tanto tiempo de tu vida creyendo
que la tormenta estalla de repente.

No. Es que estos y otros tantos golpes
de efecto te pasmaron, y además
en eso consiste tu humanidad,
en recortar, parcelar, definir
realidad para poder vivir: este
maravilloso aroma anuncia lluvia
a raudales; este otro, más acre,
la creciente, fragor entre las piedras.

Pero nada advertías en la nube
derivando rumbo al sur ni en los gallos
que cantan a deshoras ni en el raro
color de la madrugada. Ahora
en tu pequeño Larousse aparece
que escándalo del agua se origina en
hiato en el aire, cuarzo que se raja
y mudanzas apenas susurrantes.


EL ASCENSO DE ATÓN

Desenterraron collares y un pez
fosilizado en un bloque de piedra
negra, basalto de más de tres mil
años. El alma del pez no está allí.
Transmigra seca también a través
de las fotogalerías de los diarios
del mundo, una semana o dos.
Después, no se sabe. Se olvidará.

La ciudad está en el desierto. Vemos,
al fondo, el Nilo. Atrás, palmeras
al viento y en primer plano al arqueólogo
español. Todo es internacional
y dura menos de cuatro minutos.
Luego nos hundimos hacia lo hondo
y oscuro del sueño, donde a lo lejos
reverberan ¿las escamas de un pez?

La vida que está en otro lado en mi
paisaje interno – juncos amarillos
entre las piedras de las Altas Cumbres,
hay viento y a la vez silencio; frío
y, en el agua, peces que son grises
sombras sin miedo – la vida o ese
rincón que ahora mismo es sin mí, 
sabe que la muerte está en otro lado.


RESUELLO CORTO

Tiene el resuello corto y de a poco
quiere aumentar la resistencia. Pero
el músculo de la impaciencia se hace
fuerte, domina y para el limitado
nadador hay un consejo difícil:
dejar entrar el mundo, flotar boca
arriba, desasido como hoja
o reflejo de nubes en el agua.


CONSEJOS
        A Elvira

De seda, solo queda el papel del cigarrillo.
De todo lo que pienso mientras voy por el día
haciendo cosas, una maraña que no sirve.
De lo que a veces brilla por su ausencia, el aura
de una voz que suena igual que el agua y agradezco.
Mientras fumo y bebo el vino tinto de la noche
la escucho: amando se aprende a saltar en arco
como un pez. Amando se debe volver al sueño.


NADADOR

Puse una vela en el fanal la última
noche del año: un mínimo faro.
Los que mueren en hospitales, solos,
¿cómo se orientan? ¿O es que solo mueren?
No sé. O sí, pero lo mismo dejo
esta lucecita que parpadea
para el arco preciso de tus brazos,
¿en qué aguas, desnudo nadador?


Elisa Molina (Córdoba, 1961) ha publicado los libros de poesía Escrito en el Agua (Editorial del Copista, Córdoba, 2003), En la lengua de tu padre (Editorial del Copista, Córdoba, 2012), Por más que en la noche la luna (Ed. Nueva Alción, Córdoba, 2016), Cormorán (Ed. Nueva Alción, Córdoba 2018) Una línea simple (Ed. Nueva Alción, Córdoba, 2020) y Cómo se forman las tormentas (Ed. Buena Vista, Córdoba 2022) Integra las antologías Señales de la nueva poesía argentina (Llibros del Pexe, Gijón, 2004), Órbita, veintiuna poetas cordobesas (Postales Japonesas, Córdoba, 2017) y Nosotras (Nueva Alción, 2020). Autora de estudios críticos, prólogos y reseñas sobre la obra poetas argentinos contemporáneos (Rodolfo Godino, Ricardo Molinari, César Cantoni, Eduardo D´Ànna, Juan Carlos Moisés, Diego Muzzio, Jorge Luis Borges, Alejandra Pizarnik, Alberto Girri, Alejandro Nicotra, Circe Maia, Roberto Malatesta, Pablo Seguí, Daniel Vera, Inés Araoz, María Teresa Andruetto, Laura García del Castaño, Leticia Ressia etc.), que han aparecido en diversas revistas del país y del extranjero, entre ellas: Revista Fénix - poesía y crítica, Hablar de Poesía, Palabras de poetas, Variaciones Borges, Analecta Literaria, Revista Ardea, Op. cit., La guacha. Poemas y algunos trabajos críticos pueden encontrarse en el blog personal: https://segunda-voz.blogspot.com 


TIBISAY VARGAS ROJAS: Poemas

 

TIBISAY VARGAS ROJAS


















                                          A Fabiola

No quiero llorar más
sobre esta manzana
desteñida de gusto
en destierro
toda fruta es tasada
huérfana de paraíso
deambulo desnuda
por calles angostas de afecto
mi oído de lengua trabada
no comprenderá el lenguaje
de algún dios que me requiera
no temeré castigo
harta de abrojos
si me encuentra
ya que polvo soy
sin regreso.


TIRADA

No hace falta barajar
ajustar la forma correcta
para distribuir
las cartas ya están abiertas
sobre la mesa de este no país
salvados los escollos
del arrepentimiento
la lectura cifró a los descartados
uno a uno aparecieron
colmados de los atributos
de sus miserias
no hay salida
posibilidad de escape
para todos estos arcanos
mayores en el abismo
de la resignación.


LAMENTO DE SIBILA ENTRE CALIMA

                                           Ciego de las sombras terrestres
                                           morirás con los ojos abiertos.
                                                                                  Paul Eluard

Me han sido esquivas las nubes
el vuelo de los pájaros
la hoja desprendida que parte en dos
el verde y el ahora
de cenizo y triste desvarío
mi voz se colma de lastimaduras
mi lengua cede al lamento
queda confusa ante el sol de cielo trasmutado
en oro falso, irrespirables vahos
no me sirven tampoco los oídos
caracolas vaciadas de mar esquivo
¿qué he de hacer, Señor
con estos días
de cuenta larga que suma sobre resta
qué he de hacer con tanto
de tan poco?


LABERINTO DE FAUNOS

Agarra la tiza
traza todas las puertas
que te quepan
en el modo de abrirlas
está la clave
para salir del laberinto
no hacen falta llaves
siempre fue asunto de vuelos
termina el sueño
porque el monstruo despierta
y cerrar tras de ti
no te libra.


*

Voy a ritmo de cincel
trozo a trozo
emerge un brazo
y asirme es el primer desacierto
tras la mano
empeñosa herramienta
del destino
sabe contar los días
pide
niega
empuña
y tiembla
si deshoja margaritas
nada más frágil
cuando el último pétalo
no me quiere.


*

Oh Señor, que pase
este cáliz
que me escuece las horas
lo poco de día festivo
que a bien tenga
y me deja el pecho y la garganta
llenos de viejas
amarillentas estampillas
sin sello, sin viaje
sin poderlas pegar
siquiera a sobres
de buenas nuevas
porque me la paso arrodillada
en este jardín sin olivos
temerosa de judas, soldados
y juicios
que terminan en pena de muerte
para niños
que se juegan el todo en las calles
por su derecho
a sentarse una vez más a la mesa
y a dormir
como Tú mandas.


*

                                                Que mañana habrá guerra, ¿es cierto,
                                                y ya nunca jamás seré grande?
                                                                                        Robert Rozhdéstvenski

Mira bien el cielo
mira bien la tierra
toca la hoja
deja a la hormiga
recorrer tu brazo
el que lanza la pelota
y empuña victorioso las canicas
muerde la galleta, ensalívala
que su dulce corazón invada tu boca
por todos los besos nunca dados
cuenta los creyones
sácales punta
dibuja la casa árbol sol
y nube como siempre
la haces tuya y nadie
podrá discutirte su color
es tu amparo
tu castillo
pequeño rey de naipes
allí renaces
como un dios.


Tibisay Vargas Rojas. Escritora venezolana (Caracas, 1961). Licenciada en Educación, Mención Lengua y Literatura, por la Universidad de Carabobo. Especialista en Docencia Universitaria. Facilitadora de Talleres Literarios: CONAC, CENAMEC, Casa Nacional de Las Letras “Andrés Bello”, entre otros. Sus publicaciones han aparecido en periódicos y revistas nacionales e internacionales. Ha publicado los poemarios Llana palabra (1993), Pasollano (1993), De humo y sal (1998), Tachaduras (2000), Tema de miseria (2002-2019), Poemas Patacaliente, selección de poemas (2003), De un patio a otro (2005), Tercera Persona (2008) y Poemas (2009). Premios nacionales en poesía: Ipasme (1992); “Rafael Rivero Oramas”, (1997); Tercer lugar del I Concurso Nacional Interuniversitario de Poesía (1998); I Premio del Concurso Interuniversitario de Poesía Cuam (2001) y calificación en el IX Concurso Nacional de Literatura Infantil “Miguel Vicente Patacaliente” de la Fundación Cultural Barinas (2003).