lunes, 3 de enero de 2011

Tatiana Oroño: Poemas.

Tatiana oroño
















***

No conozco el calado.
Ábrese el laberinto silba la entrada. Es aire hambriento.
Tú tienes tus extremos que se nombran “las manos”, “las pupilas”, por ejemplo,
pero asimismo tienes
una ciudad de calles góticas voraces como gárgolas


que te ahuecan los centros
del peñasco
que habitas
y no tocas.
No adivinas.


Y eso es la mujer. Lo que no. La ciudad de cornisas y canales
donde la noche cae como cae la tormenta y derrota
costillares de barcas y de remos y parte

astilla
la piedra sostenida el mentón de las calles que te horadaron túneles
en el zigurat fósil
de las células vivas.



Nada comprenderé.
Nunca seré ladera cima ni pie del monolito el bloque.
Tanto arrimar de todo. Tanta industria y tesón. Tanto apisonar suelo y
pendientes
siempre.

 Y todo para
esto.
Una noche de amor
te arroja a las arterias
desiertas
de la ciudad que pulsa y que tirita
como venecia hundida
con los ojos vendados.


Son vagidos
famélicos
los que arrojan papeles y residuos
a las calles
vacías
largamente empedradas
por sangre adoquinada
a pico
y  cadena perpetua permutada
por
la pena de dar
la forma de ladrillos
al deseo de que todo cantara como acequias o arroyos
en escondidas napas.


****

Piedra de la tarea. Liquidada
la cosa. Arrojada la flecha.
La cosa hecha.
                       
                        El ojo / parpadeo de la vida
encandilado.
Loco.

Los círculos concéntricos. Anillando. Embocando
en el orden: propagación de ondas. Intocable
invisible sorda orquesta de círculos
me abraza.
                        La musiquilla. El ritmo. Esferándome.
Redondeando
la masa
de algo que estaba por hacer. Y ya está hecho.
Rodeándome
adivino, pobrecitas, sus notas.


***

Tomé el último puesto. Quedate, ha dicho
la voz de la experiencia
u otra. Atrás
niños de niebla, a mis espaldas, ciegos    

mortíferos
ángeles. Las cosas

huelen mal.  Lo inerte huele.

Es rincón, percha, entrepaño, tenue película
de cadáveres
bajo el cajón movido. El intersticio el pliegue. Mi casa
de fantasmas, cubilete
que hago sonar. Sonaja. Último puesto. Cada uno

dejó atrás
cosas
que el desuso
violó. Que mancilló el resguardo, el celo de añorarlos.

Es brumoso dictamen. Custodiar despoblados distritos de familia
no es salvación. Es puesto
de frontera. Es tarea compulsiva, tara de poca monta
aliñar los confines
de su bóveda.

Al sonar de la hora
trocarán
en despojos las reliquias. En roedores
los caballos piafantes
sudorosos. Los cuadernos de escuela
en letra cenagosa.




Tatiana Oroño (San José, Uruguay, 1947). Poeta, ensayista, docente.  Obra poética publicada: El alfabeto verde, 1979; Poemas, 1982; Tajos, 1990; Bajamar, 1996; Tout fut ce qui ne fut pas, Ed. bilingüe, 2004 y La piedra nada sabe, Montevideo, 2008. Premio Bartolomé Hidalgo 2009)
Tatiana Oroño , sostiene Luis Bravo: “es una voz referencial en la poesía uruguaya actual. De contención formal, de sensitividad precisa y de intimidad pensante se nutre el cuerpo de su escritura.”



Juan Diego Velásquez: Poemas.


 
Juan Diego Velásquez


 

 

 

 

 

 



1

 El doctor Marx
después de regresar de la biblioteca
con numerosa hojas de anotaciones
saboreó un pedazo de pan con queso
y sé dispuso a la luz de una vela
a redactar la correspondencia al Licenciado Engels:

“Las ideas que se apoderan de nuestra
inteligencia, de nuestra alma, de nuestra
conciencia, son cadenas de las que no es
posible desprenderse sin desgarrarse el
corazón, demonios que sólo pueden vencerse
sometiéndose a ellos.”

Tales palabras han sido tema de polémicas
y algunos llegaron a hacer de ellas
una piedra que quiebra los cristales.
Tan sólo Jenny comprendía y su pezón
recordaba los leves mordiscos que Karl
le brindaba en aquellos momentos cuando los
 sentidos adquirían el valor de sus Teorías.


2.

Se podría decir que el Licenciado Friedrich Engels
era extraño en sus estilos literarios.
En uno de sus escritos abordó la poesía
en tono profético:

               “Un moreno muchachote de Tréveris,
                 un auténtico monstruo, avanza
                 lleno de ira, como si quisiera
                 asir la vasta Luz del cielo
                 y a puño traerla a Tierra. “

Sin embargo los ensayos condensan las fronteras de sus
pupilas:
“Los tejedores que trabajan en sus casas están doblados
 desde la mañana hasta muy tarde la noche, en tanto que
 el calor de la caldera les seca la médula.”

El Doctor Karl Marx
participaba de las opiniones de su entrañable amigo,
quien puntualmente le enviaba el correo
adjuntando una rosa fresca para su amada esposa
Jenny.

En una de las cartas del Doctor  Karl Marx
se lee la siguiente posdata:

“Mi querido Fred: He cogido tu rosa en la oscuridad
y la he esparcido por el cuerpo desnudo de Jenny;
después me he inclinado para identificar con mis labios
su piel entre los pétalos, a la espera de un cálido
gemido que aprueba mi acierto.”

3.
¿De quién heredó el maestro
Vladimir Ilich Lenin
la emoción del verso y qué lo llevó a escribir
el extenso poema,  “Desde el destierro”?

La Historia señala que muchos de sus lectores
luchaban entre la nieve por un pedazo de pan
y las tropas zaristas con sus sables manchaban
de púrpura carmín, púrpura escarlata y púrpura violeta
el blanco paisaje ruso.

De donde se deduce que cuando
Vladimir Ilich Lenin
-maestro del pueblo-
escribía:
             “La flor de la libertad quebrada y deshonrada
               ha sido pisoteada y muerta está por siempre.
                    Los oscuros se fascinan con el Mundo en Tinieblas,                   
               pero en la tierra natal el fruto de esta flor
               ya espera en el subsuelo.”

Lo hacía inspirado en sus lecturas de los grandes guías

proletarios.
Por tanto recurre a la metáfora e incita al pueblo
a tomar las armas y exterminar al Emperador con sus
verdugos.

Es de suponer además que Vladimir Ilich Lenin
líder del Movimiento Bolchevique
tenía en esos momentos poco tiempo para dedicarse
a la intimidad:
por eso su poesía encierra el testimonio
de su acción.

¿De quién heredó
Vladimir Ilich Lenin
la emoción del Verso?

Los soldados apoyados en las tesis del Camarada
Lenin
escribían desde sus trincheras:

  “Amada: La nieve se siente en los huesos, por eso me
    aferro más al fusil. Para derretir este frío y volver
    a tu vientre a recoger otro olor que no sea el de la
    pólvora.”

4.
Nadezha Krúpskaya
llevaba tres días consecutivos
bajo la mirada oficial del Camarada Lenin
Vladimir Ilich Lenin
llevaba tres días consecutivos
bajo la mirara oficial de la camarada Krúpskaya.

Los soldados del Ejército Rojo
llevaban más de tres días consecutivos
aniquilando al Ejército Blanco
bajo las órdenes del Comité Central.

Finalizada la reunión
Nadia en impecable dulzura
guiñó el ojo a Volodia.

Muchos soldados cedieron al cansancio y quedaron
para siempre soñando en futuras estatuas.

Volodia abrió con impaciencia la puerta
y Nadia preparó temblorosa la cama
los soldados Rojos hacían retroceder a los Blancos
las madres hermanas esposas los colmaron de besos
y cuando Nadia explotó en febril imploración
Volodia deseaba rescatar el aire
la ciudad toda parecía estremecer
en un coro colectivo entonando La Internacional.

(de  “En los límites del día”, inédito)




Juan Diego Velásquez (Medellín, 1958). Poeta y crítico de cine. Ha publicado sus
textos en diarios y revistas. Es el biógrafo de Julio Flórez Roa y dicta cursos y talleres
de escritura creativa en Medellín.

Carlos Spinedi: Manipulaciones y Certezas.






















Este libro es el resultado de toda una vida jugada a convertir la lectura
en naturaleza primordial del hombre. Manipulaciones y certezas está
escrito desde la literatura, la mitología, la historia, la filosofía, desde
todo conocimiento (incluso el científico) asentado en la gracia que da su
registro escrito, y luego leído, releído, juzgado, canonizado o sepultado
en los archivos polvorientos de la colosal  mnemosine, la biblioteca, la
multitud de bibliotecas que protegen el suceder interpretado de la vida.

Manipulaciones y certezas es un libro escrito para lectores obsesionados
en descubrir nuevas tramas de voluptuosidad intelectual en el enjambre
indeciso, múltiple, contradictorio y torrencial de la alta cultura de todos los
tiempos.

Su autor Carlos Spinedi, nos lo ofrece sin reverencias ni eufemismos de
soberbia conceptual, sino con el entusiasmo de quien cuenta sucesos
intensos ocurridos en cierto lugar del pasado colectivo; su pasión muchas
veces irónica, vuelve lúdica y familiar la majestad soberana de los hechos,
tan controvertida como los dispositivos teóricos que la paralizan.


Luis O. Tedesco, Buenos Aires, 2010.


Carlos Spinedi (Río Galllegos, Santa Cruz, 1928). Poeta, ensayista, traductor. Ha publicado una docena de títulos y son recordadas sus traducciones del griego y del portugués.