La escritura de la dorada eternidad está compuesta por sesenta y seis poemas breves en prosa, cuyo hilo conductor
es la determinación del autor de expresar en términos espirituales, ‘beatíficamente’,
su búsqueda de paz y felicidad en
armonía con el universo.
Es una larga
meditación que contiene paradojas y contradicciones,
entre las cuales hallaremos algunas que
pueden ser consideradas acertijos a la manera del koan zen, cuyo propósito
es tensionar la mente: “Sueños rugientes ocurren en la
mente que está en perfecto silencio.” (28) “El
universo es ampliamente conocido pues es ignorado.” (48)
¿Qué significa que esos árboles y montañas pertenezcan /a la magia y a lo no real? —Significa que esos árboles y montañas /
pertenecen a la magia y a lo no real ¿Qué /significa que esos árboles y
montañas no pertenezcan a la/magia sino que sean reales? —significa que esos
árboles y/ montañas no pertenecen a la magia sino que son reales.” (49)
Kerouac la escribió a instancias de Gary Snyder,
quien en 1956 le dijo que ya era tiempo de que escribiera un sutra a la manera de
los discursos budistas. Lo hizo velozmente
y luego la revisó, expresando que en este caso en particular, al
tratarse de una ‘escritura religiosa,’ él no tenía el derecho a la espontaneidad que
caracteriza su obra.
La escritura
de la dorada eternidad no debería
ser interpretada como el deseo del autor de constituirse en uno de los discípulos
del Buda Gotama, o de sentar doctrina, enseñanzas, o preceptos de índole religiosa.
El suyo
fue un proceso introspectivo, una indagación existencial en un escenario social
que él consideraba hostil; quizás también
la búsqueda de sosiego y
serenidad para su alma atormentada, pues, entre otras cosas, el repetido y constante
recuerdo de la muerte de su hermano mayor
lo persiguió durante toda su
vida. Su madre una ferviente católica, con la que convivió gran parte de su
vida, nunca dejó de expresarle que habría
preferido que hubiera muerto él en lugar del dulce Gerard.
La
relación de Kerouac con la literatura budista fue profunda y anterior a su
encuentro con Gary Snyder. En una carta a Allen Ginsberg, quien estaba en ese
momento en California, enviada desde Nueva York en los primeros días de mayo de
1954[1],
transcribe una amplia bibliografía sobre
el tema, indicándole que los títulos consignados le serían de gran utilidad
para iniciarse en el estudio del pensamiento
budista, lo cual fue luego corroborado por el autor de Aullido.
En
octubre de 1955, Gary Snyder y Jack Kerouac, quienes se conocieron en la ciudad
de San Francisco, se dirigieron al
Parque Nacional Yosemite, en la Sierra Nevada de California, con el plan de escalar
distintas montañas, entre ellas, el Monte Matterhorn, cuyo pico alcanza los 3.700 metros de altura. Allí acamparon durante varios días, que
dedicaron también a ejercitarse físicamente, meditar, beber y discutir distintos aspectos del budismo.
Esta experiencia, Kerouac la registrará en su novela Los vagabundos del Dharma (The Dharma Bums, 1958), dedicada al poeta
chino Han Shan. En ella Jack
Kerouac y Gary Snyder, personificados en
la ficción como Ray Smith y Japhy Ryder, revivirán las largas conversaciones
sostenidas alrededor de la fogata en su campamento en la montaña, en las que se
manifestarán sus diferencias respecto de su entendimiento de la tradición
budista.
Gary
Snyder, respetuoso de la rígida
disciplina instituida por el budismo zen
en el Japón, todas las mañanas enrollaba
su bolsa de dormir y se sentaba sobre ella
a meditar durante una hora; el resto de su vida practicará el zazen
diariamente, y, a diferencia de Kerouac, tenía ciertos
conocimientos del japonés y del chino que había estudiado en el departamento de
Lenguas Orientales de la Universidad de
California en Berkeley. Poco tiempo después de su estadía en las montañas
partió al Japón, donde residiría durante aproximadamente una década estudiando las
fuentes del budismo, aprendiendo japonés
y chino, traduciendo a poetas clásicos en ambas lenguas y asistiendo al monasterio Daitoku- ji en
Kyoto, donde se convertiría en un
budista devoto.
Los
estudios que realiza Kerouac de las
distintas manifestaciones del budismo obedecen a fines literarios, lo que él
denominó el encuentro de las culturas del Este y el Oeste. En una carta a
Snyder[2]
deja establecido que “no quiere tener nada que ver con el zen oficial
y sus monasterios”, y agrega “si llegara
a viajar al Lejano Oriente sólo me gustaría conocer a viejos pensadores, poetas
que escriben utilizando las formas tradicionales, y beber sake”. En la
entrevista que le realiza Ted Berrigan, acompañado por Aram Saroyan y Duncan
McNaughton, él les dice refiriéndose al budismo que “Lo que realmente ha influenciado mi trabajo es el budismo Mahayana, el original de Gotama Sakyamuni, el budismo de
la India antigua […] la parte del zen que me influenció está
contenida en el haiku.”[3]
Su inclinación hacia el pensamiento budista es compartida con su formación cristiana. En un artículo[4] destaca que en
el Sutra Surangama el Buda Gotama
dice: “Si estás deseoso de de entender
con mayor perfección la Iluminación Suprema, deberás aprender a contestar las
preguntas espontáneamente, sin recurrir al pensamiento discriminativo.” Y
agrega: “Podrás hallar la misma idea en
San Marcos 13.11: ‘Y no se preocupen ustedes por lo que hayan de decir cuando
los entreguen a las autoridades. En esos momentos digan lo que Dios les dé a
decir, porque no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu Santo’.”
Allen Ginsberg ha señalado que Kerouac tenía un único y exclusivo interés: la
escritura, el desarrollo de su propia voz. En una declaración admitirá ser el
seguidor de dos tradiciones espirituales,[5]
la del satori y la de la epifanía. De ellas tomará, en un claro ejercicio de
interpretación y apropiación, aquello que considera le será funcional al desarrollo de una poética personal, cuya escritura él definirá como: ‘una meditación
silenciosa’.
En La
escritura de la dorada eternidad, si bien se advierte una mayor presencia
de referencias pertenecientes al canon
budista, puesto que los textos fueron concebidos en la práctica del sutra
budista, hallaremos también alusiones a las Sagradas Escrituras, en particular aquellas vinculadas con los catálogos de la
virtud, incluidos en el Nuevo Testamento: Gálatas 5.22-23; Efesios 4. 2-3; Colonenses 3.12 y Timoteo 6.11. Asimismo,
no se puede dejar de destacar en este proceso sincrético la mención de Coyote,
animal que es el protagonista central de
varias leyendas en la mitología de los
indígenas del Oeste norteamericano.
En lo que concierne a los géneros, él no se entretenía en hacer diferencias entre
novela y poesía, prosa y verso. Por el
contrario, sostenía que sus ideas se aplicaban tanto a uno como otro género, la
‘espontaneidad’ como método traspasa los límites que imponen las formas. Decía que cuando estaba
trabajando en una novela concebía cada párrafo como un poema dentro de un
extendido texto que flotaba en el mar de la lengua inglesa. Esta definición que
escapa a las convenciones fue rechazada por
la crítica y la academia, que lo consideró fundamentalmente un narrador, hecho que durante
décadas produjo un efecto negativo: sus
poemas no fueron incluidos en las antologías.
En
1992, Allen Ginsberg[6] recuerda que en los 60’s, la antología Nueva poesía norteamericana, 1945-1960
de Donald Allen[7]
“… introdujo la poesía de Jack Kerouac al mundo de la Antologías
(también la mía, la de O’Hara, Ashbery, Corso, Koch, Olson, Creeley, Lamantia,
Wieners, Snyder, Levertov, et.al.). A partir de entonces —amnesia total.
Observen, en los 90’s Norton, Macmillan, Harvard, Oxford, Heath, etc., etc.,
infinidad de libros de textos alineados uno tras otro en los estantes de las bibliotecas
universitarias, libros que llegan a las casillas de correo de los departamentos
de literatura, pesados tomos preparados por Profesores […] en ellos hallamos un poeta tras otro
influenciado conscientemente por Kerouac, o barridos inconscientemente por la corriente cultural iniciada por Kerouac, la
que les permitió ejercer control sobre
sus propias vidas […] poetas
académicos de verso flojo, poetas de todos los colores pertenecientes a las
minorías, en deuda con la ruptura bárdica producida por Kerouac. ¿Pero dónde
hay textos de Kerouac? No los hallarás en ningún sitio, los que sin duda
causarían el asombro y el deleite de los estudiantes. En estas antologías, poetas mediocres se mezclan con grandes
nombres contemporáneos, poetas experimentales se mezclan con nuevos formalistas,
versificadores ordinarios de primer orden se mezclan con multiculturalistas grandes
proclamadores de la identidad. Sin
embargo, Kerouac el autor que catalizó esta revolución literaria, no está
incluido en las antologías del establishment.”
Esta
actitud comenzó a cambiar lentamente, en parte debido a la mediación de
Ginsberg quien nunca negó las influencias de Kerouac. No obstante, la academia,
los departamentos de literatura de las universidades y los medios culturales
asociados con estas instituciones continúan controlando la publicación y
difusión de poesía en Estados Unidos; colonizando a sus pares en otras
latitudes.
T. S. Eliot, en la introducción
a una antología poética de Rudyard Kipling[8] escribe:
“Cuando un hombre es conocido
principalmente como un escritor de ficción en prosa nos inclinamos —usualmente,
pienso, justamente— a considerar sus
versos como un subproducto. Yo, confieso, abrigo siempre dudas respecto de si cualquier hombre puede
dividirse a sí mismo para lograr la plenitud creativa en dos géneros de expresión tan diferentes
como lo son la poesía y la prosa imaginativa. Si hago una excepción en el caso de Kipling
[…] es porque su prosa y su poesía son
inseparables que debemos juzgarlo, no separadamente como un poeta y un escritor
de ficción en prosa, pero como el creador de formas mixtas. El conocimiento de
su prosa es esencial para la comprensión de su poesía, y el conocimiento de su
poesía es esencial para la comprensión de su prosa.” Esta opinión del autor
de La tierra baldía en lo que atañe a
un narrador y poeta como Kipling, es
aplicable a Jack Kerouac.
Para comprender cabalmente el alcance de sus propósitos
en cuanto a la prosa, transformar la oración convencional de la lengua inglesa,
que él consideraba atrapada en inútiles y férreas normas, debemos recurrir a su
extensa e intensa obra poética que
incluye además de Blues de Ciudad de
México y La escritura de la dorada
eternidad aquellos
títulos que fueron publicados póstumamente: Libro
de los Blues, Poemas de todo tamaño,
Viejo Ángel Medianoche, Pops de la Desolación,[9]
Libro del Haiku y una cantidad
importante de poemas no publicados anteriormente
en libro, recogidos ahora en su Poesía
Reunida.[10]
En 1944 en una entrada a su
diario[11]
señala: “Desde 1939, cuando empecé a
escribir, he escrito cerca de medio millón de palabras. Poemas, cuentos,
ensayos, aforismos, diarios y nueve novelas sin terminar.” En esta década
comienza a intensificar su
experimentación en el campo poético. Escribe algunos poemas en colaboración con
Allen Ginsberg y Neal Cassady en los que ensayan juegos lingüísticos de doble sentido y comienza a definir su
concepto de la espontaneidad en el acto de escribir.
Los integrantes del denominado
Movimiento Beat reconocieron tempranamente la importancia
y los aportes de la cultura
afroamericana, esencialmente todo aquello vinculado a sus tradiciones musicales.
La intensidad expresiva del blues, el jazz y el scat, fueron elementos de los que
se sirvieron en su búsqueda de nuevas técnicas enunciativas, uno de cuyos objetivos
era rescatar la vivacidad, la espontaneidad, el vigor conversacional y los
modismos del habla coloquial.
Kerouac, que en los 40’ iba a Harlem a escuchar jazz, comprendió inmediatamente la revolución
que proponía el bop, lo entusiasmaron su fraseo rápido, su complejidad rítmica y
la pasión de los solistas en sus prolongadas
improvisaciones. Esto lo impulsó a reproducir ese estilo sobre la página, las
palabras tomarían el lugar de las notas musicales, a partir de ese momento sostendría
que la oración y el verso no pueden vivir en la prisión de los signos de puntuación, sino que las
pausas deben responder a los ritmos impuestos por la respiración.
La improvisación como método influenció a otros poetas, entre ellos
Allen Ginsberg, quien le envió una copia
de Aullido, aún inédito. Kerouac luego
de leerlo le escribió: “Tu Aullido para
Carl Solomon es muy potente, no quiero que lo niegues arbitrariamente con enmiendas secundarias […] yo quiero tu espontaneidad lingual o nada…”. Ginsberg le contesta
que en el proceso de escribir Aullido: “...fue
la primera vez que me senté e improvisé y el poema salió de acuerdo a tu método, suena
como si fueras vos, prácticamente una imitación.”[12]
La influencia de
Jack Kerouac, dirá Allen Ginsberg, “...es mundial, y no solamente espiritual, a través de la cultura
planetaria de los ‘beats’, sino a nivel poético...”. Entre otras opiniones de distintos poetas se
cuentan las de Gary Snyder: “Cuando leí
por primera vez Mexico City Blues fui sorprendido inmediatamente por su serenidad,
el modo en que el texto se traslada sin esfuerzo –aparentemente sin esfuerzo-
al mismo tiempo la constante sorpresa elevándose desde las palabras, algo estaba sucediendo siempre con
las palabras.”; Michael McClure: “Me inspiré en su musicalidad, en la belleza
simple de cómo él entiende lo divino en el mundo cotidiano...la voz más ínfima
equivale al más heroico pedazo de materia.... Existía en su poesía el
movimiento a través del espacio de una
energía, un sistema que actúa para organizar ese sistema. Sus poemas son como
un ser viviente…”; Robert Creeley: “Jack poseía un extraordinario oído, ese
impecable oído que podía escuchar formas en los sonidos y los ritmos del
lenguaje hablado. Extraordinario oído en el sentido que podía controlar una
estructura plena de vida e insistentemente natural.”; Bob Dylan: “Alguien
me dio en 1959 un ejemplar de
Blues de la Ciudad de México y me
voló la mente, esa poesía fue la primera
que me hablaba en mi propio lenguaje.”[13]
En un breve ensayo, ‘Los
orígenes de la alegría en la poesía’, Kerouac manifiesta su afinidad con los
poetas del Renacimiento Poético de San Francisco quienes “…compartían su dedicación a la espontaneidad y lo confesional, cuyas
voces representativas son Ginsberg, yo, Rexroth, Ferlinghetti, McClure, Corso
Gary Snyder, Phil Lamantia, Philip Whalen. […] Esta es la poesía de una Nueva y
Sagrada locura como aquella de los tiempos antiguos (Li Po, Han Shan, Kit
Smart, Tom O Bedlam, Blake) y que tiene la disciplina mental del haiku (Basho,
Buson) es decir la disciplina de describir las cosas directamente, con pureza,
sin abstracciones o explicaciones.”[14]
Estas influencias literarias se
amalgamarían con las provenientes de su lectura de los sutras y la de los
evangelios. Este mestizaje cultural es la materia que nutre su poética, en la que
desarrolla dos conceptos centrales a su pensamiento, el de una ‘nueva visión’ y el de una ‘nueva sensibilidad’, que considera los medios vitales para
alcanzar la creatividad, una que nos
permita soñar, desarrollarnos humanamente.
A mediados de la década de los 60’s ‘la nueva sensibilidad’, idealizada
por los beats a partir de los años 40, recibirá el nombre de ‘contracultura’,[15]
y ésta suscitará grandes cambios
culturales en las relaciones sociales e interpersonales. Los más jóvenes rechazarán
enfáticamente los valores y el modo de vida establecido y manifestarán su
angustia existencial a través de distintos movimientos. Nace el tiempo del hipismo,
el Flower Power, el pacifismo, la
defensa del medio ambiente, de los derechos civiles, de la libertad de
expresión y de las minorías étnicas.
Jack Kerouac murió
repentinamente en 1969. Unos días antes de su muerte escribió un artículo periodístico, ‘Después de mí, el diluvio’,[16]
en el que considera luego de evaluar la
coyuntura política y cultural, que el
proceso que se inició con él y los beats
no produjo los resultados esperados. No obstante, La
escritura de la dorada eternidad, como sus otros volúmenes de poesía
reunidos en su obra poética, así como aquellas
novelas donde desarrolla su
personal interpretación del budismo, han
contribuido a generar una nueva perspectiva de las cosas y el mundo, y la popularización hacia fines de los 60 de
las culturas asiáticas en la sociedad norteamericana, hecho que Omar Shwartz, [17] quien
define a Kerouac como un budista crítico, considera trascendental en la consolidación de una resistencia cultural popular a las prácticas racistas y corporativas en su
país a partir de ese período.
[1] Jack Kerouac, Selected Letters
1940-1956, edited by Ann Charters, Penguin, New York, 1995.
[2] Jack Kerouac, Selected
Letters 1940-1956, edited by Ann Charters, Penguin, New York, 1995.
[3] Paris Review, 1968. Reimpresa en Beat Writers at Work,
Modern Library, Rick Moody ed., New York, 1999.
[4] Jack Kerouac, The first word:
Jack Kerouac takes a fresh look at Jack, Kerouac, Escapade, N.Y., 1967.
[5] Jack Kerouac, Big Table, Nº 1,
Chicago, primavera , 1959.
[6] Allen Ginsberg, prólogo a Pomes All
Sizes, City Lights Books, San Francisco, 1992.
[7] Donald Allen, The New American
Poetry 1945-1960, Grove Press, N.Y., 1960.
[8] T.S. Eliot, prólogo, A Choice of Kipling’s Verse, recopilado en On
Poetry and Poets, Faber and Faber, Londres, 1957.
[9]
Haiku norteamericano, que no se atiene al conteo silábico original.
[10] Jack Kerouac, Collected Poems, ed.
Marilene Phipps Kettewell, The Library of America, N.Y., 2012.
[11] Jack Kerouac, Selected
Letters 1940-1956, edited by Ann Charters, Penguin, New York, 1995.
[12] Jack Kerouac, Selected
Letters 1940-1956, edited by Ann Charters, Penguin, New York, 1995.
[13]Allen Ginsberg, prólogo a Pomes All
Sizes, City Lights Books, San Francisco, 1992.
[14]
Jack Kerouac, Los orígenes de la alegría en la poesía, Chicago Review, Vol. 12,
Chicago, 1958.
[15] Daniel Bell, The Cultural
Contradictions of Capitalism, Basic Books, N.Y.,1996.
[16]
Jack Kerouac, Miami Tropic, reproducido en The Washington Post y en Los Angeles
Times, octubre, 1969.
[17] Omar Schwartz, Buddhism as Critical
Lens The AnaChonist, vol.13, EÖTVÖS LORAND University, Budapest, Hungary, 2007.