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sábado, 23 de octubre de 2021
Kornelijus Platelis: Milk and Tomatoes
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martes, 19 de octubre de 2021
jueves, 14 de octubre de 2021
Juan Sasturain: TINTAS CARGADAS de Horacio Spinetto
Spinetto no miente. Probablemente ensaya, prueba, intenta y tira –de apuntar y de desechar- tantas veces como sea necesario hasta que (lo que hace, lo que queda) sea cierto. Es que esos chinos traidores –el papel y la tinta, digo- no te dejan mentir. Y no hay pacto que valga con ellos: es así o no es. Te lo ponen siempre en blanco sobre negro. Que de eso se trata. Spinetto lo sabe y se la banca. Pero cabe borronear algunas salvedades.
En una secuencia de El estado de las cosas de Win Wenders -larga conversación en la barra de un bar de Lisboa- el veterano Sam Fuller, que hace de sí mismo devenido personaje, le explica a alguien que a pesar de que en el mundo real las cosas tienen colores, a la hora de hacer cine, el blanco y negro es más verdadero. La cita vale, salvo error u omisión. Y el viejo artesano salvaje lo dice en blanco y negro, claro.
Otra de película: Alberto Breccia solía contar que había aprendido el valor plástico del blanco y negro mirando cómo componía Eisenstein. No recuerdo si era Iván el Terrible o La conspiración de los boyardos, una de esas históricas. El encuadre del ejemplo era la puerta de un castillo con dos guardias armados a los lados. Una luz lateral partía la imagen en dos: sol y sombra. El soldado de guardia al sol tenía uniforme oscuro; el del lado de la sombra, blanco. Sergei lo hizo, y el Viejo lo aprendió.
En los dos casos, la negación del realismo especular y la evidencia del artificio necesario, construcción de un verosímil expresivo a través del simulacro. Cómo conseguir un efecto estético de verdad que remita / evoque / cite pero no copie el referente “real”, que funciona sólo como disparador o memoria subyacente compartida. Digo: una calle de Sitges apuntada en ojotas, Puente Alsina visto por el Flaco Morán con Pugliese, las siluetas de Bouvard & Pécuchet contadas por Flaubert.
Salvadas las salvedades, decanta lo que sabe y hace saber Spinetto: en la representación de imágenes, el uso del blanco y negro no es una limitación sino una elección u opción expresiva de pleno derecho que suele conllevar, por la economía de medios que supone, una feroz exigencia, un desafío. Una tortura china, se podría decir, calzada a veces de gloriosas Medias negras, en su caso.
Y un borrón conceptual para apuntar: cierta perspectiva equívocamente “enriquecedora” suele llevar al absurdo y a gestos de flagrante estupidez. Así, ahí está Turner -no William, el inglés que imaginaba tormentosos cielos marinos sino Ted, el impune cosmetólogo yanqui que “maquilló” el cine clásico para la pantalla chica- poniéndole color a The Big Sleep de Howard Hawks, entre muchas otras joyas del cine negro; y ahí se republica hoy el Ernie Pike de Pratt y Oesterheld coloreado por manos anónimas que Spinetto –retratista de un Pratt en modo hurón con permiso y sentido- amputaría sin vacilación con metafórico serrucho. Burradas, Sancho: no saben lo que hacen.
Para final, sólo cabe borronear otra persistente nebulosa de prejuicio a disipar: los materiales en juego –consabidos chinos traidores: la tinta y el papel- no son medios “menores” con respecto a –supongamos, seamos viejos- el óleo y la tela. Tampoco los instrumentos mediadores. Cuando la pluma o el pincel se mojan, como el dedo impregnado de sangre derramada que deja en el inicio de los tiempos con piel y uña la marca en la pared, saben que no hay vuelta atrás y caen con gesto irreversible (puro pulso y pulsión) a dejar marca imborrable en el papel fiel, ávido e ingrato ante la duda.
Escribir, firmar y dar formas en el mismo gesto –caligrafía y dibujo, escritura y representación- son avatares de un solo salto al vacío lleno de sentidos presentidos pero desconocidos todavía. Como dados, como marcas de lluvia en la tierra seca, como yemas sobre la piel que tatúan sin horadar, el pincel y la pluma de Spinetto encuentran lo que acaso no sabían que buscaban.
Ni vista previa, ni ensayo o bosquejo, ni apunte privado. Nada de eso. La tinta sobre el papel es el primer ademán irreductible, el gesto sin vuelta atrás que sólo cabe asumir como señal de entrega abierta. Sólo la marca más pura, arriesgada y poderosa. La que vale.
Que un paisaje encuentre su forma y expresión en el despliegue libre de una caligrafía que figura la marca de identidad, como acá sucede, es prueba –si cabe- o al menos gesto elocuente de que Spinetto es –simple y difícilmente- un artista. No miente, vuelvo a decir.
Gracias por eso.
Buenos Aires, 2021.
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miércoles, 13 de octubre de 2021
T.S. Eliot: LOS HOMBRES HUECOS (traducción Roberto Mascaró)
T.S. Eliot |
Un poema para el Viejo
I
Somos los hombres huecos
Somos los hombres disecados
Apoyándonos los unos en los otros
Cabezas rellenas de paja ¡Ay!
Nuestras voces resecas, cuando
Susurramos juntos
Calmas y sin sentido son
Cual viento en hierba seca
O patas de rata sobre vidrio roto
En nuestro seco sótano
Forma informe, sombra incolora,
Fuerza paralizada, gesto sin movimiento;
Aquellos que han cruzado
Con los ojos abiertos hasta el otro Reino de la muerte
Recuérdennos –si lo hacen- no como perdidas
Almas violentas, sino tan sólo
Como los hombres huecos
Los hombres rellenos.
II
Ojos que no me atrevo a encontrar en sueños
En el reino del sueño de la muerte
Esos no aparecen:
Allí, los ojos son
Luz solar sobre columna rota
Allí hay un árbol meciéndose
Y voces hay
En el canto del viento
Más distantes, solemnes
Que una estrella menguante.
No me dejen adentrarme
En el reino del sueño de la muerte
Déjenme además llevar
Esos disfraces deliberados
Saco de ratón, piel de cuervo, maderas cruzadas
En un campo
Comportándonos como el viento se comporta
-sin acercarse-
No ese encuentro final
En el reino del crepúsculo.
III
Esta es la tierra muerta
Esta es tierra del cactus
Aquí las imágenes de piedra
Están alzadas, aquí reciben
La súplica de la mano de un muerto
Bajo el parpadeo de una estrella menguante.
Es como esto
En el otro reino de la muerte
Caminando solo
A la hora en que estamos
Temblando de ternura
Labios que besarían
Forman plegarias a piedra rota.
IV
Los ojos no están aquí
No hay ojos aquí
En este valle de estrellas agonizantes
En este valle hueco
Esta rota mandíbula de nuestros reinos perdidos
En este último lugar de encuentro
Tanteamos juntos
Y eludimos hablar
Juntos en esta playa de río tumefacto
Sin visión, a no ser
Que los ojos reaparezcan
Como la estrella eterna
Rosa multifoliada
Del reino crepuscular de la muerte
Sólo esperanza
De hombres vacíos.
V
Aquí vamos en torno a la higuera
Higuera higuera
Aquí vamos en torno a la higuera
A las cinco de la mañana.
Entre la idea
Y la realidad
Entre el movimiento
Y el acto
Cae la sombra
Porque Tuyo es el reino
Entre la concepción
Y la creación
Entre la emoción
Y la respuesta
Cae la sombra
La vida es muy larga
Entre el deseo
Y el espasmo
Entre la potencia
Y la existencia
Entre la esencia
Y el descenso
Cae la sombra
Porque Tuyo es el reino
Porque Tuyo es
La vida es
Porque Tuyo es el
Este es el modo en que el mundo acaba
Este es el modo en que el mundo acaba
Este es el modo en que el mundo acaba
No con un estallido sino con un sollozo.
Roberto Mascaró (Peñarol, Montevideo, Uruguay, 1948). Poeta y traductor. Ha publicado: estacionario (1983); Chatarra/ Campos (1984); Asombros de la Nieve (1984); Fält (Campos) (poemas en versión sueca de Hans Bergqvist, Fripress, Estocolmo, 1986); Mar, escobas (1987), Cruz del Sur (1987); Gueto (1991); Campo Abierto-Öppet fält (1998); Campo de Fuego (2000); Montevideo cruel – tangos (2003), Un río de pájaros (Colombia, 2004); Asombros de la nieve, antología (Caracas, 2005), Viendo caer la lluvia de una ventana azul (Tegucigalpa, 2012), Nómade Apátrida (Catapulta, Bogotá, 2012). Ha publicado más de treinta volúmenes de traducciones, entre ellas obras de Tomas Tranströmer, August Strindberg, Öyvind Fahlström, Ulf Eriksson, Tomas Ekström, Jan Erik Vold, Edith Södergran, Henry Parland. Su poesía ha sido traducida al sueco.
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martes, 5 de octubre de 2021
Juan Arabia: Hacia Carcassonne
Juan Arabia |
Presencia
Y a esos lunáticos de la noche académica
una presencia de escarabajos
los corroe porque no han visto la tierra
ni el horizonte
les rentiers du vivant que nous sommes
y otros lunáticos rentistas
juglar, festival de mil hojas,
Columbus de la prensa que asfixia
pétalos encadenados
huertas oscuras domesticadas
descendre d’une colonisation dont il descend
del no leído en Latinoamérica
porque no desciende y desaloja,
y no leído finalmente por el ogro
y el profético destino
MA IN TERRE SELVAGGE...
Vuelto al centro de circulosos,
hijos de un rey,
poetas de la experiencia, hijos de un rey,
condenado a invernales alacranes
sueños de gringos que los defecan
y devuelven finalmente
como cuerpos arrinconados en fosas comunes
Ils sont les stricts secrétaires...
Mientras unos jóvenes vomitan en el Meuse
y otros lloran, como Arnaut Daniel, y van cantando.
Serratz e clus
Agradable y simpático resulta para Peire d'Alvernha
cantar con algunas palabras apretadas y cerradas
y de las que uno no teme avergonzarse.
Maestro de todos con tal de que aclare
un poco sus palabras
porque apenas nadie las comprende.
Voz que canta como rana en un pozo,
recibiendo así cien garrotazos
sin un amigo que no hable de su locura.
Versos inéditos contra los enflabotz
hinchados de tanto beber y comer,
en Puigverd, riendo y jugando.
Opium Carcassonne
A toda luz, como bebiendo del sol en su orilla,
déjame entrar en La Cité
trepando sobre cada uno de sus rayos
y los lejanos pasillos de la memoria.
Porque detrás quedó el camino blanco
que alguna vez aniquiló distancias,
desgastando las suelas rumbo al Cabaret Vert.
Este calor es obsceno, Carcassonne,
lo saben los gordos burgueses,
todas las rojas familias.
Saben que vengo con intenciones desconocidas.
Alguna vez solté licores extremos
en una esquina de Montpellier
desenterrando pájaros de Provenza,
arrojando las últimas manzanas
en la profunda noche del mediterráneo.
Debo recordar, sin embargo,
el espesor de tu firma
la nostalgia cautelosa
y el estéril excremento que disuelve tu mirada.
Yo trepé hacia Carcassonne
con una bondad desconocida
con un pie sobre lo eterno sostuve
todas tus virtudes
sin rozar el fondo del estanque.
Opium Carcassonne
OPIUM
Amapola Blanca, fuera del estanque.
Planh
El pálido rostro camina vencido,
éramos hombres y no sueños
los que golpeaban las cadenas del sol
y rugían como mares derribando
estaciones, vomitando las
estelas del camino desierto.
Dile adiós al Capitán, observa
el blanco mástil de su cabello
y cómo este barco anclado
se dispersa en estériles orillas.
Mira cómo envejece
la silueta de su luna.
Sólo queda recordar el verde pasto,
siempre joven, que ancló su sombra
donde alguna vez caminó descalzo
junto a los conejos, sacudiéndose en el rocío,
todos finalmente degollados,
con el corazón como si fuera uva.
(De Hacia Carcassonne, Pre-Textos, Valencia, España, 2021)
Juan Arabia Poeta, traductor y crítico literario. Nacido en Buenos Aires, Argentina, en 1983. Entre sus títulos más recientes se encuentran: Il Nemico dei Thirties (Samuele Editore, Collana Scilla, 2017), Desalojo de la naturaleza (Buenos Aires Poetry, 2018), L’Océan Avare (Al Manar, Voix Vives de Méditerranée en Méditerranée, 2018), The Bund (Buenos Aires Poetry, 2020) y Hacia Carcassonne (Pre-Textos, 2021). Titulado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, fundador y director del proyecto cultural y literario Buenos Aires Poetry, además es crítico literario en el Suplemento de Cultura del Diario Perfil y en Revista Ñ de Diario Clarín.
Tras la publicación de El enemigo de los Thirties (2015), premiado en Francia, Italia y Macedonia, participó en varios festivales de poesía en Latinoamérica, Europa y China. En el 2018 fue invitado al festival de poesía en Francia (Sète) Voix Vives en representación de Argentina, así como participó del encuentro «Poetry Comes to Museum LXI», auspiciado por el Shanghai Minsheng Art Museum, de 2019, siendo el segundo poeta latinoamericano en ser invitado. Ha traducido obras de Ezra Pound, Arthur Rimbaud, Dylan Thomas y Dan Fante, entre otros.
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