Exposición de Lucía Moore
Hacia adentro
Dónde: Centro Cultural Recoleta. Junín 1930.
Cuándo: 8 de Septiembre a las 19.
Hacia adentro
“Se pinta para ser libre” decía el genial Marcel Duchamp para diferenciarse de los artistas que siguen las tendencias de moda. Y a pesar de la incomprensión de su época, terminó siendo el artista más radical del arte contemporáneo actual. No quiero decir que la obra de Lucía Moore se parezca a los readymades del padre del arte conceptual, pero sí creo que se acerca a su actitud y al concepto de que detrás de cada pintura hay una idea que funciona como un gatillo disparador, siguiendo un poco eso de que “la pintura es cosa mental” que escribía en el siglo XV Leonardo da Vinci.
Me gusta el mundo de Moore porque es personal y único. Se puede reconocer a una persona detrás de sus cuadros y eso hoy, en la aldea mediática del mundo globalizado, es una virtud. Tal vez porque Moore en la intimidad de su taller sepa que como los pintores simbolistas declaraban, “ se puede viajar sin salir de tu casa” cuando la fantasía y la percepción alerta están conectadas de manera profunda con todo lo demás. Porque Moore no está pendiente de las ferias, la bienalización del arte, y libros como “Art Now”, fuente de inspiración de algunos artistas que piensan que afuera es mejor que pintar desde acá. Moore trabaja en la soledad de su taller desde adentro de su propia imaginación y sus intereses auténticos. Y esa honestidad se siente, se percibe en la carga de sentido que tienen las obras que nacen de una necesidad interna de pintar como un medio de comprender el mundo, de relacionarse y de insertarse en él. La diversidad es su estilo, porque cada tema requiere una técnica diferente de acuerdo a su estado emocional.
.Pintar para no olvidar, para reconstruir momentos que trasciendan el tiempo a través de la imagen. En otras obras reflexiona sobre los mandatos sociales, como en los matrimonios musulmanes obligados, es el caso de la videoinstalación “Prisión” Cuando Moore sale de su mundo, siempre desde su propia subjetividad, denuncia el abuso infantil en Casa de munecas y “La niña perdida”. Este es el mundo de Lucía Moore, un viaje interior hacia su universo de la Patria Arte. Silencioso y pausado como un mantra. Sin estridencias. Con la intensidad abismal del que construye un territorio personal, donde pintar es diseñar su manera de estar en el mundo.
Laura Batkis
Curadora
“Se pinta para ser libre” decía el genial Marcel Duchamp para diferenciarse de los artistas que siguen las tendencias de moda. Y a pesar de la incomprensión de su época, terminó siendo el artista más radical del arte contemporáneo actual. No quiero decir que la obra de Lucía Moore se parezca a los readymades del padre del arte conceptual, pero sí creo que se acerca a su actitud y al concepto de que detrás de cada pintura hay una idea que funciona como un gatillo disparador, siguiendo un poco eso de que “la pintura es cosa mental” que escribía en el siglo XV Leonardo da Vinci.
Me gusta el mundo de Moore porque es personal y único. Se puede reconocer a una persona detrás de sus cuadros y eso hoy, en la aldea mediática del mundo globalizado, es una virtud. Tal vez porque Moore en la intimidad de su taller sepa que como los pintores simbolistas declaraban, “ se puede viajar sin salir de tu casa” cuando la fantasía y la percepción alerta están conectadas de manera profunda con todo lo demás. Porque Moore no está pendiente de las ferias, la bienalización del arte, y libros como “Art Now”, fuente de inspiración de algunos artistas que piensan que afuera es mejor que pintar desde acá. Moore trabaja en la soledad de su taller desde adentro de su propia imaginación y sus intereses auténticos. Y esa honestidad se siente, se percibe en la carga de sentido que tienen las obras que nacen de una necesidad interna de pintar como un medio de comprender el mundo, de relacionarse y de insertarse en él. La diversidad es su estilo, porque cada tema requiere una técnica diferente de acuerdo a su estado emocional.
.Pintar para no olvidar, para reconstruir momentos que trasciendan el tiempo a través de la imagen. En otras obras reflexiona sobre los mandatos sociales, como en los matrimonios musulmanes obligados, es el caso de la videoinstalación “Prisión” Cuando Moore sale de su mundo, siempre desde su propia subjetividad, denuncia el abuso infantil en Casa de munecas y “La niña perdida”. Este es el mundo de Lucía Moore, un viaje interior hacia su universo de la Patria Arte. Silencioso y pausado como un mantra. Sin estridencias. Con la intensidad abismal del que construye un territorio personal, donde pintar es diseñar su manera de estar en el mundo.
Laura Batkis
Curadora