Manuel Fernández |
Los cantos iluminados de Breña
Sólo
así hemos conseguido olvidarnos de las noticias.
Sólo
así hemos conseguido que el pescado no se encoja y que la gallina ponga azarosa
los huevos más calientes de esta temporada.
Luego
hemos hablado
/ cantado
sentados
bajo el cielo más abierto de la mañana
cosas
que no nos han enseñado pero que igual hemos aprendido
/ sentido
y
entonces nos decimos entre risas:
córrete
un poco y deja que el sol entre por la ventana
y proyecte /
LA ILUMINACIÓN DE LOS PARQUES
LA ILUMINACIÓN DE LOS PATIOS
imágenes
del calor intensificando el hartazgo
viajando
de los sentidos al cerebro por nervios de minúsculos cilindros
haciendo
del crecimiento de las manzanas ramales enteros de información precisa
/ detallada
de
cómo se encuentra el clima el ánimo esta mañana
llevando
a cabo un censo de las demás / de toda la semana
y
reflejando el tedio como una realidad mensurable
palpable
audible
oxidando
LA OSATURA DEL METAL
reflejada en el borde de nuestras camas
a
diestra y siniestra
o en todas partes
con
la violencia del deseo que llega y te patea fuerte en las costillas
última
imagen del discernimiento abriéndose entre nosotros
floreciendo
/
deshojándonos en silencio
para
no salir corriendo
para
no salir gritando
desde
el corredor hasta el patio
sino todo lo contrario
PERMANECIENDO
TENDIDOS
tranquilos
y
decir esta tarde a solas
cosas
de las que no arrepentirse
hoy
he sentido la llegada de marzo en la mañana encogido en el calor de la mañana
hoy
he sentido los rayos del sol como orines en la cara
y esa tibieza
me llama y es mi hermana
o
construye una imagen más sincera
/ como
un
cuadro de ti mismo
ILUMINADO
bajo
el calor intenso de los cielos abiertos en los patios del verano
¿un
cuadro de ti mismo iluminado bajo el calor intenso de los cielos abiertos en
los patios
del
verano?
o eso eras
o
parecías
ILUMINADO
Y TAN CERCANO
la
información viajando de la raíz al cerebro
produciendo
conexiones efímeras
mutando
iluminadas bajo el cuerpo calloso de nuestras propias palabras
suavemente
acariciadas por la brisa del invierno que ya se siente o se deja sentir
imprecisa...
y salir corriendo
como
alma que lleva el diablo y que se desvía gritando por los corredores de la
locura
para
caer en el pasto
COMO
ESA IMAGEN DEL ÁRBOL ATACADO POR LOS PÁJAROS
o
como la última imagen del discernimiento abriéndose entre nosotros
Y
FLORECIENDO INCENDIADA
apedreada
desde los balcones de la ira
y
salir corriendo
porque
nunca quisimos vernos
como
se ve el cordero en la mesa del sacrificio
más gordo y más hermoso
alimentado
al calor de la semilla
cebado
en la desesperación de los días que se suceden
en
la gracia íntima del MONDONGO Y LA
AZUCENA
y la intensidad de los patios
las
noticias que van llegando
palpando
cómo todo se va sucediendo en ritmos que no comprendemos
o
no alcanzamos
pero
igual nos esforzamos sin resultados
llegando
a certezas que no hubiéramos deseado
¿cómo
otros deciden lo que nosotros no sabemos o no podemos o ya perdimos?
/
pero salir gritando
CON
LA FUERZA DE
LOS TALONES que se anidan a las puertas
con
la fuerza de las manos que se anudan a las rejas
y nos
abren con sonrisas
y
nos cierran entre risas
cuando
nos vamos
y ya es de NOCHE.
Sobre los paisajes de la locura
a Josemari Recalde
a Samantha Berger
ESTA NOCHE ESCRIBES ESTA CARTA
y
buscas desesperado entre las toallas
algo
que te repites
y
recuerdas /
esa voz era más sabia
sabía
se
domesticaba y andaba
y
escribía cosas que ya no comprendo
o
no alcanzo
[como en ese cuadro donde hay una jirafa ardiendo]
pero
antes andaba
se
levantaba en la mañana y tomaba los bussins
a
la entrada del verano
en
PLAZA BOLOGNESI / Arica / y Jorge Chávez
alineado
en fila esperando las indicaciones del policía
mas
luego diría
o
simplemente repetiría /
algunas
cosas nos miran lejanas
[pero
libremente cito]
hasta
terminar cubierto de humo
mechones
del morado hirviendo en el nacimiento del verano
…
a las puertas del verano
medulas que
han gloriosamente ardido...
o Portales de Santiago / también
[Plaza Grande de Varsovia]
con
los animales a la entrada
esperando
las indicaciones
el cambio de guardia
pero
definiendo claramente
qué es un punto de luz
una entrada
en el cono celeste
instalándose
SUAVEMENTE
en medio de Pastaza / Restauración / —y Castrovirreyna—
lugares
que en el sueño nunca hemos conocido
pero
suavemente atrapados en el sueño
recordando
lo que alguien de ti dijo al oído más tibio de tu madre
COMO DESPERTANDO UNA NOCHE EN UN CARRO
EN MEDIO DE TUS HERMANOS
sin palabras que decir ni preguntas
y
tiempo después
nuevamente
parado
en la avenida
esperando
la orden del policía
[o
más bien suavemente]
entrando en el cuadro o lo que el guardia decida
pero
definiendo...
qué
es un cuerpo recostado
/ como devorado por pájaros a la entrada del verano
intestinos
de ámbar reluciendo en la madrugada
/ y
la bóveda del cráneo llenándose de luces
pirotecnia
solitaria
esa semana
y las demás / claro
pero
teniendo bien presente
que algunas cosas nos miran
lejanas
COMO LA IMAGEN DE
LOS PÁJAROS QUE HACEN CAER EL ÁRBOL
y
tu sonrisa es la llegada del verano
tu
cuerpo saliendo de la piscina
discurriendo
gotas de agua que delicadamente salpicas en el cuerpo más claro de las bañistas
que
alegremente te miran detenidas
mientras
otros determinan
el inicio de las marchas
la
huelga de enfermeras
primera
marcha por la sindicalización de los trabajadores de Breña
o Portales de Santiago / Plaza Grande de Varsovia
animales
en fila recogiendo las noticias
y
las bañistas diseñando pancartas
escribiendo
lemas contra la solidez del mercado
las columnas del templo
mientras
tú te paseabas sin camisa
/
muy atenta
a
la anunciación de la vaca levantando el polvo de los establos
agobiada
por el calor de los patios
esperando
[con su mirada de vaca]
el
florecimiento del mondongo y la azucena
como
buscando sentido para el conjunto
perdiendo la conciencia
[¿la razón?]
frente
a la tenacidad de los bordes, Samantha /
y desprendiéndote
[¿suavemente?]
distraída
sólo un momento
del
borde de la canaleta
y
en el equilibrio supremo
la
osatura del metal
bailando
/
en
el fondo de los patios
o como la imagen misma de tu cuerpo
esa
noche
quedándose
sola.
Carteles luminosos inundan Breña
SER LAS MANOS QUE SE SUELTAN DE LA CANALETA FRENTE A LA EXHUBERANCIA DE
LAS BAÑISTAS QUE NADA DE ESTO ADIVINAN / o ser la piedra en el ojo de la hija
que canta y es mi hermana o ser la pelea de las hijas que olvidan cómo sigue la
tabla y algo adivinan o ser la nieve que no se estila por Lima nunca y la
importan de donde los dientes sonríen en la avenida o ser los mimos de la madre
que ya no sujeta con las mismas fuerzas la cabeza de sus hijas o ser el padre
que analiza las pistas desde el momento en que el hijo se suicida o ser la
policía juntando presos en las avenidas o ser las manos que suavemente me
aniquilan cuando salgo de la oficina y otros aires me respiran o ser la sonrisa
de otros que en el parque me miran y fuman y caminan o ser aquello que se queda
en la boca de los que miman y que temen que el exceso de su deseo asuste a la
policía que patrulla las avenidas o ser la artista que se mira ya crecida y
tiembla cuando el viento la roza cuando cruza la avenida o ser la piedra en el
ojo de la niña que sale y camina por los panes a la esquina o ser la madre que
se acuesta entre los brazos de las hijas y que expira o ser el soplo y la
saliva cayendo desde la ventana de los patios al mediodía entre la bulla y las
risas o ser la oreja que se estira en el centro de la ira y en el centro de las
risas cuando las cosas no salen y nos vamos al regazo de la madre o de la hija
con la cara enrojecida o ser el cúmulo de grasa que se seca en las sartenes
cuando la comida ya está servida o ser el peso de los bussins que se estiran y
llegan distintos hacia el fin y la partida o ser más o menos la plata que se
estira y llega con las justas a tocar el treinta o el treinta y uno y deja
tranquilas a las vecinas o ser mejor que el pan en la fila de la eucaristía o
ser mejor la mano que nos mece en la noche o en la fila o ser disperso entre
las sábanas cuando nos llama esa vocecita o ser más bien bueno en las reuniones
de las hijas y no salir en la noche desde la casa a la oficina o ser mejor que
el cura que habla mucho y nos espía o ser como los muchachos que en el parque
fuman cosas entre risas o ser ése que es diestro con las cosas de la cocina y
de las vecinas que no se escapa que no camina o ser la madre que en la ventana
espera a que lleguen las hijas o ser el novio que sale con la vecina o ser la
hija que sale con la vecina o ser la novia que sale de noche y a escondidas y
que vuelve convencida de que algunas cosas no caminan o ser la tierra de las
macetas más pequeña pero más sencilla o ser el vidrio de las vacunas y la
extensión de los algodones que nos curan a escondidas o ser el enfermo que se
estima y que entre sueños transpira y se agita o vivir entre risas y ser de
Breña.
La
oración del fin
Algunos
días serán difíciles
paracetamol
salbutamol
o
este recorrido es cierto
y
me encuentra salido
sentado
sobre la vereda
escuchando
el inicio de los cantos
contemplando
cómo esa ventana
se
cubre de polvo
creyendo
que ya nadie nos espera
pero
deseando lo contrario
y
que al final del laberinto
una
mano nos lleve las frutas
a
las puertas del mercado
o
enjuague un poco de garúa
sobre
el borde ardido de nuestros labios.
Porque
sé que al final de la espera
no
existen muchas recompensas
y
aunque esta voz no es la mía
es
la voz de antes
que
hablaba era más sabia sabía
se
domesticaba y andaba.
Salbutamol
abre las ventanas
permite
que las cosas no se me hagan lejanas
salbutamol
bullente
ámame
esta noche sobre los paisajes de la locura
mientras
los náufragos contemplan el naufragio
y
sobre los paisajes de la locura
el
dolor es una línea de plomo
sobre
los bordes de los hombros
que se reinventa.
Abdón Sánchez, i. m.
Ya puse estos versos como ramas de olivo sobre tu tumba
Enrique Verástegui
Abdón
Sánchez ha muerto. Cuando yo era chico, él solía decirme acompáñame a comprar una dupleta o acompáñame al depósito a comprar galletas para la tienda. Yo dejaba lo que estaba haciendo y lo seguía. Caminaba en silencio,
agarrado de su mano. Por la tarde siempre tomaba café, aunque nunca le escuché
pedir uno. Mi abuela se le acercaba y le decía Sánchez,
¿no querrás un café? Entonces él, parado detrás
del mostrador, miraba hacia la calle y movía afirmativamente la cabeza. Había
sido criado a la antigua: no necesitaba pedir nada, no necesitaba decir nada.
Se
ha muerto Abdón Sánchez
para
él escribo ahora
estas
pocas líneas
para
no olvidarme de su silencio
para
no olvidarme
de
su forma de mirar las cosas.
Lima, junio de 2013.
*Selección Martín Zúñiga Chávez
Manuel Fernández
(Lima 1976) Cursó estudios de Lingüística Hispánica y
es Magister en Docencia Superior. Ha publicado Octubre (Estruendomudo 2006) y La
marcha del polen (Estruendomudo 2013). Ha participado en diversos recitales
y eventos poéticos, y algunos poemas suyos han aparecido en revistas nacionales
y del extranjero. Actualmente, se desempeña como docente universitario.