|
Lucio Madariaga |
el
manto
el peor sonido del mundo
bombazos de tierra
negra húmeda muerta
golpean madera y tierra bronce
contra esa omnipotencia
la última imagen
no puede la imagen del mundo
genealogía
de la mar
una pelota blanca tejía enlace de aire y
arena
verano de 1999 en la Costa Azul oriental
entre el hotel abandonado y el canal que
venía del clú
era la primera vez que jugaba al fútbol con
mi padre
hombre de aguas dulces nadador de mar con
técnica de horizonte
ducho con el pie en el estribo nulo en la
pelota
esa mañana de playa vacía él invitó jugar a
pasarla
y me puse en plan de técnico y de bromista
se la tiraba fuerte y de cuando en cuando
caía
sobre su pelo gris ondulado una lluvia de
arena fina
de reflejos todavía andaba bien nunca lo
dejé ciego
parecía no darse cuenta de la intención
el pequeño picado poco a poco se diluía
hasta que
cansado del gaste mi padre retó a cruzar la
ruta
se venía el desafío al billar disciplina en
la que había sido mi maestro
en ese mismo lugar de paredes empachadas de
adornos marítimos
donde parroquianos y peones de la estancia
del fondo tomaban caña
el pulpero era un flaco bigotudo oriundo de
Minas
ambos en cuero pedí una coca él
extrañamente una cerveza
comenzó lo imborrable
anotábamos las carambolas en un tablero de
fichitas circulares de madera
hasta que terminábamos las líneas y como en
una máquina de escribir
las volvíamos al inicio
los parroquianos gritaban al son del
espectáculo genealógico
Brujita Blanca rondaba el paño
felicidad para siempre
dos en juego, una sensación
baraiba es mi celo
veo al jacarandá en medio de
la plaza raleada
por moscas hambrientas
en la arena las ratas festejan ausencia
y la estatua está presa
extraña meadas colores letras
pasó una chica envuelta en voces
huelen voces penetran
ahora no hay nadie
sólo la
vergüenza
me siento atado a este banco de la plaza
frescura es el viento en su cauce fantasmal
el viento pediatra del río
la expresión es un chamán degenerado
jugar no es parte del problema
baraiba
después
tierra
en tu cara el aire puso la sangre
del aguará guazú
viste natural la muerte
de la cacería
y te fuiste a jugar
poco te importó la sangre
una mirada estratégica
YAGUARETÉ
si no he logrado el tiempo justo
qué voy a hacer
para conocer al yaguareté
qué será de lo que venga por verse
si no pudimos
si no verán mi infancia
los que vengan
a ver qué
digamos
a ver
otra cosa
sé
pasto
mojado
quién interpreta los músculos
cuál de esos engendros mueve los hilos
preguntabas mientras tus manos se
enroscaban
como si esperaras el tren
quise verte a través de la tela
no parecías de este barrio
había algo demasiado brillante
el algodón olía a quema
se dilataban mis pupilas
qué esa intensidad qué
es viento fuerte que gana un rincón
dame la mano te dije vamos al borde
detrás un hueco
adelante un abismo
los pies raspaban la tierra
era de mañana en Baraiba
jugamos a vaciar el tanque australiano
nos suspendimos en el pasto mojado
cerramos los ojos
una gota
cuidate talento de tanto ingenio
de todas las cosas graciosas
en el límite de lo ínfimo
le dijo dios a san pedro
a punto estaba de explotar
el sol
estalla la patria comprendida
san pedro el coimero vaga desierto
intenta encontrar un consumidor
entre las partículas suspendidas
en el vacío
desespera porque no hay fila
¿vacío?
para saciar su impunidad
la sed ahora se aloja en los ositos de agua
sin agua
irrompibles no tienen fe en el lenguaje
los días continuarán sin conceptos
¿los días?
dios ha muerto
el cosmos metió la cola
EL
HORIZONTE ES FICCIÓN
en la meseta donde se acurrucan
los meridianos 74 y 25
hay un oso polar que me espera
en la cueva de hielo negro
no lo conozco no sé por qué llama
es intenso el goce su soledad
residente en la tierra lejana
atrapa especies con los ojos
quiero creer en el gesto suave
la sabiduría de frío y ausencia
qué es la desconfianza
sino el temor a ejercitar la trama
eso que intenta frenar el alud
no se pueden borrar las huellas
algo se congela en el rastro
es diáfano el dispositivo
cuando resbala la ficción
el oso es una bestia
que araña las llamas y juega
con el fuego entre las uñas
espiral
f.
“la dominación de las mujeres no ha sido,
ni es solamente producto de la subordinación a los hombres colonizadores, sino
también a los hombres colonizados”
Claudia Korol
un soplo es una vertiente abierta al mundo
una bailarina decapitada
que exhala con la fuerza de las venas
mientras
construye escenas
para el gozo del morbo
la cabeza seca con los pelos sedosos
rebota contra las vías abandonadas
y conjura fantasmas
que beben al vuelo
hazañas de la desgracia
la fiesta sigue y la gente escupe sangre,
sin ojos sin carajo,
nadie persigue, los muertos bailan
y la noche se persigna
ante la realidad de la danza
k397
¿en qué pensás cuando te desordenás por
dentro?,
preguntó por WhatsApp después de un te
quiero
tuve que salir al balcón para ensayar la
respuesta
respirar, regar los jazmines, oler las
flores y la tierra húmeda,
sentir la vibración de los colectivos en la
baranda. Era como
un subwoofer disonante, no lograba
amalgamarse
con la Fantasía para piano K397 de Mozart
que huía
desde el interior del departamento
caminar en círculos, observar, carpir la
tierra
de tres macetones fue el siguiente paso:
una siembra se acercaba en la primavera
precoz
buscaba las palabras
ella es sinuosa y transparente
nunca habíamos experimentado una primavera
juntos
en los años que llevábamos de conocernos
siempre algo se rompía
cuando todo comenzaba a ser más exuberante
a nuestro alrededor
nos nublábamos, dos fuerzas internas
desparejas
que no podían encontrarse
hasta ese momento, una y otra vez, la
estación de las flores nos conducía
en una procesión hacia un choque calmo,
desequilibrante
y el silencio
esta vez algo pulsaba diferente
se sentía un despliegue
un encuentro
una tentativa de romper la repetición
jugué un rato con mi gata, nos corrimos
como solemos hacer
y me sentí preparado para responder:
en mí cuando estoy en paz en un lugar
hermoso, eso me calma, escribí
al fin de cuentas es todo lo que había
sucedido desde que lanzó la pregunta
pero en esta primavera yo no estaba
desordenado,
pensaba en abrazarla
y viajar
fuera
de empatía
voy a cruzar el puente apenas zurcido
hay una bandera a cuadros a la espera
de alguienes con sed
dudo de la aventura
en la meta reparten botellas vacías
y bajo del puente
el barro es una fiesta de gusanos
son carnadas a salvo que comparten abandono
buscaban esa paz
esa húmeda comodidad
cuando saltaron clavado perfecto
e hicieron suyas las palabras
más
repetidas
antes de cruzar el puente hay un bosque dunícula
allí un pájaro de sal me dijo:
la huella de arena es una trampa del tiempo
ahora que estoy llegando a las botellas
recuerdo pájaro
elijo volver a conquistarme en las dunas
entre espinas
y los bichos más despiadados
de mi corazón
aguja
sobre el pajar
somos especie del tiempo
una migración
de futuro
Lucio
Madariaga. Nació en la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires el 15 de agosto de 1985. Estudió la carrera de Sociología en la Universidad de Buenos
Aires, que dejó inconclusa. Recibido de la carrera de Periodismo General en TEA
(Taller Escuela Agencia). Trabaja en el Fondo Nacional de las Artes. Escribe
colaboraciones para publicaciones nacionales y del exterior, y ha trabajado en
radio y televisión. En 2014 fue uno de los ganadores del Concurso Binacional
ArBol (Argentina-Bolivia) organizado por el Ministerio de Cultura de la Nación
de Argentina y por el Gobierno Autónomo Municipal de Cochabamba del Estado
Plurinacional de Bolivia. En el mismo año seleccionó y prologó el libro “El
hueco de un relámpago” de la poeta Élida Manselli, editado por El Suri
Porfiado. En 2015 compiló y prologó el libro de ensayos, crónicas periodísticas
y ponencias “No soy ni la sombra de un crítico” del poeta Francisco Madariaga,
que pubicará Ediciones Espacio Hudson. En 2015 publicará su primer libro de
poemas titulado “Materia Oscura” en la editorial La Pulga Renga de Rosario. Se
encuentra trabajando en “BARAIBA”, su segundo libros de poemas.