viernes, 2 de octubre de 2020

Miguel Pérez: LA CALLE ESA. ESA CALLE DE LONDRES (Sueño en la arteria del azar en el paseo 2018)

 








 

 




                       “(…) ¡Pero el reloj no habrá llegado a tocar sólo la hora de puro dolor! ¿Voy a ser alzado                            como un niño, para jugar al paraíso en olvido de toda desgracia? (…)”

                            Rimbaud (1886).


                                              Escribo en South Molton Street lo que veo y oigo en las regiones de la                                                      Humanidad, en las calles de Londres que se revelan.

                                              Blake ([1804-1820] 2014).



yo caminaba la calle esa de Londres

pero de este lado de la pared

yo caminaba sobre el arco de tus ojos

yo caminaba por la orilla del asombro

y tenía miedo de encontrar la otra pared del sueño

yo entré a The Savoy como quien ya estuvo antes

y caminaba la calle esa... Esa calle de Londres

bajaba de tus ojos a las puntas de tus senos

con mucho temor de hacerte daño

contemplaba en las areolas un despliegue de alquimia

y mucho más pequeño como en el desborde del vacío

me sentí

en el mármol de tu pecho reconozco los senos del sueño

colgando en ritmo y rima de los blancos de las gaviotas

la música que rodea los dones y el silencio del mar

la hora más triste de los ríos

es la hora más triste de los bares

y ya en confianza tú y yo en la oscuridad

ascendía por esa calle abierta y espléndida

toda blanca, bordes de todos los blancos

pero a la vuelta de la mañana o de la noche

yo caminaba la calle de un poema de Blake

y ayudé a los niños encarbonados

las chimeneas es una cola de humo

a escapar de la policía y canté a una mujer

solitaria que esperaba por unos chelines

por ese rato de la noche más oscura

en que la tierra penetra la sombra y son uno

la canción más antigua de los tulipanes

en la esquina más triste del Soho

en la esquina más bonita del Soho

y ella sonrió como sonríe la virgen 

cuando el niño Miguel daba de comer a las turcas

y apareció la ansiedad lo insondable el abismo

las sábanas blancas la indescifrable soledad

las sábanas que no protegen del frío a la soledad

y detrás de la catedral de San Pablo 

caminaba la Abadía de Westminster

y Louise me miraba y yo la miraba

Los jardines tus ojos tu vestido tu reloj

tu perfume tu pintura tu brasier preferido

los restos de unas gotas de lluvia sobre las manzanas

el café, las manzanas y el periódico

y unas manos temblorosas frente a unos labios temblorosos

el resplandor el sol los cisnes el gavilán parado sobre las estelas del vuelo

el vuelo es una rama de las alturas

el salto de una a la otra pared del relámpago

la danza de un edificio que no cae el diálogo de la luz y el vacío

el travesaño del temblor los pasadizos del abismo

tembló el gavilán y temblaron las alturas

los senderos del aire, vuelo y gavilán, esta calle

el jardín de la tempestad un olvido del río

girasoles y lenguaje del valle de Lambeth 

y los caballos frente a  the Savoy

pacientes, inmóviles, posan

para la supervisión de un dios

reunión de coches y cocheros

y era the Savoy el que en realidad estaba estacionado

atracado sobre los cascos de los caballos

y pasó una carreta llena de girasoles y trigo

y otra cargada de telas multicolores

y el coche bastante elegante de una duquesa

desheredada por amor al frente de una compañía de circo

procedente de Cardiff con destino a Edimburgo

seguida de veinte caballos tendidos

Pocas veces la mirada azul de unos ojos 

encontraron acomodo en la magnificencia de los narcisos 

bares de puertas abiertas al río y desembarco directo al Támesis

Inglaterra compraba a Rusia granos y maderas

aquella era una calle de Londres ¿cómo se llama esta calle?

como eran las calles de Londres a la luz de los faroles

y el río allí cabeceando la orilla

de tú a tú con la calle

y allí un parque y una iglesia allí con la lengua afuera

yo caminaba la calle esa de Londres

más bien leía un poema, yo que sé

Un poema la hoja del árbol prohibido

el jarrón gótico que la noche escondió en tu oreja

el palacio y las ovejas y los peces

y se esperaba la llegada de las cabras en manadas

las ovejas, el palacio y los peces

las cabras dispersadas camino a Belén

y los bosques vecinos alzados

ardiendo en el oro de sol sobre la inmensa terraza de la tarde

los peces, las ovejas y el palacio

los peces sobre las hierbas fuera del agua

las hierbas y las ovejas al ras del agua

yo estaba allí en esa calle de Londres

en esa esquina de las siete flores

y de los siete jardines y de las siete mujeres

y de las siete esquinas del mundo

allí donde al profeta Ezequiel y Blake se les vio conversar

allí frente a Isaías el infinito no hacía sino temblar

y Blake era capaz de esconderlo en la mano

en el césped de la terraza de Lambeth

y el Sr. y la Sra. Blake: —¡Adelante! ¡Somos Adán y Eva, usted sabe!

y el escándalo paralizaba a los vecinos 

un hilito de té evaporándose

o una ramita de humo de tabaco importada de Barinas

busca las alturas como una garza

a la orilla de un peral vigorosamente verde

a modo de límites del camino que se devuelve 

del misterio y es tan misterioso como un castillo

de las mil y una noche o un cuento de Chaucer

yo caminaba con cuidado tenía sueño

siempre tengo sueño tus ojos me vigilaban ¿sabes?

esa calle de Londres pero yo hablo del río

de la acuarela de Blake a la que el río 

pretende parecerse con el paso de los años

hablo del río más elegante de Londres

yo hablo de tu pelo de tus ojos de Londres y el río

esa calle de Londres que son todos los amores

tu brasier el toque final que dispone el espejo

el perfume y la silueta de tu perfil en el tocador

pero en la esquina debajo de un paragua

Charles Dickens saca del bolsillo unas monedas

y le pide a la joven que regrese a casa

y ve la otra de la otra esquina y hace lo mismo

y había ganas de llover en la ausencia

y la mirada de Londres son estos ojos

los amigos mi padre y los amigos de mi madre

dios el diablo el cielo el infierno el bien y el mal

el perro un gatito debajo del piano

un perro y un gato, la luna y la estrella

¡Alto! Mis carencias desbordan

y tienen derecho a decir algo

a cruzar el poema. ¡Alto!  Marco territorio, pues ¡ALTO!

Despierto el abismo se multiplica en mí.

Me llena de pavor

Dormido lo cruzo. No temo.

Hablo de un sueño 

de mi novia la finlandesa acostada en la bañera 

de la escalera de Jacob

por la que bajé de tus ojos a tu pecho

y vi tus senos como dos colinas brotando del agua 

flotando entre las espumas de agua y jabón

hablo de mi amor

Mi amor vive sobre el río a orillas de la luna

mi amor vive en la ciudad de la angustia

hablo del río, la luna y la orilla

hablo del río que la luna alumbra y desaparece

del río que nunca quiere despertarse

pero que sólo puedo encontrar en la calle esa de Londres

Esa calle de Londres... la calle esa...

que huye de la que es y es otra y es la misma

la eterna y la perecedera, la clásica,

la calle que al voltear se esconde en la bruma

y es un misterio junto al rio

y hacia atrás tal vez desde un balcón

en la esquina más bonita de Soho

un poco más abajo de la leona de la izquierda

el gris del Támesis es el mismo del cielo

y una misma bruma apagada cielo y río

o el río baja del cielo o el cielo sube del río

en los hombros de una resolana incapaz

de alegrar la bruma y a uno le parece

que la ciudad está trasnochada

y a uno lo persigue una mañanita nublada, muy fría, 

y son estos los ojos de Londres

Esta calle que son todos los libros y todos los poetas

un piano y las rameras caídas del cielo

y el teatro y el vino y las maravillas descubiertas

Y los inventos que están por venir

y a la vuelta del día de este otro lado de la noche

tus senos echados como un par de leonas

sobre tu pecho de mármol blanco encargado a Italia

senos sin desperdicios al descubierto

a los que concurren todos los blancos

blanco mármol de carrara, blanco de nieve

blanco de nube, blanco de luna llena

blanco de noche blanca y río cubierto de nieve

blanco del río Moscú congelado

Río Moscova, río de Irlanda

piedra de agua navidad blanca

pájaro blanco que durmió la nieve entre sus brazos

lluvia y nieve pájaro y nieve

blancas nubes recogidas en los tobillos de los nogales

o tiras de algodón cubriendo la calle

enredadas entre los árboles o estacionadas sobre el suelo 

de las que manzanos nogales y caobas

apenas logran conservar pocas partes limpias

abrigo la certeza que eran las nubes 

las que allí estaban recogidas

el coche completamente cubierto de nieve

—En mis ojos nieva, pero me doy cuenta

que estuviste miedo de emigrar... 

ven conmigo a mi corazón puerta adentro

aquí no morirás de frío. Prefirió el vuelo

del otro lado de la pared del sueño

cuando apoyé mi cabeza en tu pecho

lo vi bajar y subir por la escalera de la nieve

Oí la lluvia en mis ojos

 oí y soñé de nuevo:

—Está cayendo una nevada muy bonita

seca y nítida, como un grabado de Dickens.

Todo está oscuro de blanco

blanco de los polos larga noche largo día de los blancos

¡No! Blanco de los templos griegos

y yo pendiente que descendieras del taxi

que te escaparas del cuadro, del sueño

que descendieras del bus de dos pisos

que abandonaras el trineo tirado por perros

—se están deslizando en trineo por Primrose Hill…

dice la radio Ha comenzado la fiesta del invierno

y yo allí en esa estación de la noche

esperando que vinieras a mi encuentro

yo había sospechado algo

del otro lado de la pared de la oficina

pero jamás lo que ahora palpo

sobre las líneas y el color de tu desnudo

pero la calle y lo que rodeaba la calle, si

y esa otra pared la del sueño que no era una pared

una integración de espacios diversos

la calle bajaba y subía de tu cuerpo

escapaba de ella y escapaba de tu cuerpo

esta calle que descubro en tus labios y devora el día

¡Cierto! NADA ESPERO DEL DÍA. El día es descanso y horror

la noche es trabajo desde el comienzo del sueño

y ¡toda mujer es la ciudad que habita!

Carga una ciudad sobre sus hombros 

la ciudad para la que se pinta y camina

una sola cadera mujer y ciudad

la ciudad camina como la mujer más fiel a la ciudad

—es increíble el vaivén de caderas desplazándose 

entre la Oxford Street  y la otra calle que no sé su nombre y no es real

la ciudad la pierde o salva. Es gracia. Horror locura y recompensa

siempre un movimiento siempre en construcción 

tú la cargas entre tus senos  y también muy adentro

la consientes o proteges como cuidas tus partes íntimas

Ahora veo la entrada de un litoral blanco. 

Me lleva a la terraza de tu pecho

Pero que unas palomas interrumpieran su viaje

y comieran en mi mano a los pies de la columna de Nelson

el museo es entonces la habitación bendecida por el cielo

el probable regreso a Atenas o tal vez a Ítaca

esa calle de Londres esa esquina de la vuelta del rio

esa calle del poema de Blake

el reloj el vestido los libros los amigos

La espuma y la bañera justificadas en tu desnudez

la espuma y el río cuando duermo y escribo

y confundo día y noche y me desilusiono

y vuelvo a empezar y te vuelvo a decir

que eres lo único bonito que tengo

esa calle del poema de Blake

y así

la corriente del Río de Albión, asoma,

el puente que se echa a un lado cuando asoma un barco

asoma la otra tentación de los jardines de Cromwell

asoma la celebración de la ciudad

¡atroz prodigio Humano de Dios!

la construyó Los

fuera de las puertas del Corazón Humano

en medio de las rocas de los Altares de Albión, 

pero las interrupciones cuentan, 

la promesa de ir a Irlanda por un túnel secreto

la frontera con Escocia y la música clásica en la radio

en la esquina más bonita del Soho

en el centro de tus dos senos

en la esquina de la ciudad que te cobija

la nota de piano agota el asombro

la ópera y farol de la lluvia en otoño, regresa

todos los misterios los animales que anuncian la tristeza

y la noche empeñada de acentuar el invierno

el té el periódico la biblioteca todo Shakespeare

y Milton y las fuentes y los pájaros

el teatro el cine y los museos

y la familia de mi padre reunida

por el festejo del regreso de mi padre

y los pasos de mi padre sobre el humo de la aviación nazi

¡padre! del intento de Napoleón de colarse de incógnito

en los barcos de la bruma y tomar la ciudad

y después el adiós y el abrazo como si fuera el último

del ejército inglés del primer cataclismo bélico

y después los vuelos rasantes de la aviación nazi ¡padre!

y la ciudad nerviosa el ave ante la proximidad del estallido de la bomba

que no es el estado de nervios con el que la mujer descubre el amor

hoy todo es distinto y todo es igual

una gripecita decretó el funeral de nadie

pero ya se enterraron sesenta mil ingleses

sin la despedida de los familiares

y sin el hombro de los amigos 

en secreto la fe también tiene miedo

The Economy desempolva la guerra de las naciones

—de toda Europa contra toda Francia —dijo Hugo, el grande

pero las cifras absolutas de los muertos bajo el casco de los caballos

difieren del valor relativo de los muertos en casas y hospitales, 

uno en un mundo de dos habitantes representa el 50%

uno en un mundo de siete personas es apenas el 14%

pero un solo poblador que cae, rompe los huesos

esta es la de un microorganismo contra el mundo

y llegó sin pedir permiso a las calles de Londres

y las dejó vacías sin los paseantes de los domingos

a los mares sin barcos y los cielos sin aviones 

desconsolada la BBC desconsolada, Londres

la paraliza el tráfico paralizado la duda la proximidad, el titular

que radio, tele y redes replican en cada hogar

en Madrid amontonan los cadáveres en las calles

y ya la foto es candidata a la denominación de foto del siglo

hoy la noticia es otra, la misma

la BBC replica a El País

en una ciudad italiana todos murieron

hoy la noticia de la BBC es otra

en París al Lovre lo convirtieron en un hospital

hoy The New York Time destaca en primera plana

en Nueva York el presidente de EEUU obliga

a los cadáveres seguir asistiendo a las fábricas

y como están congelados amenaza

con sacar el ejército a las calles

el presidente del Brasil sigue su ejemplo

—CNN en español añade—

amenaza y pide cárcel para gobernadores y alcaldes

convoca al pueblo a las calles y razona inteligentemente

—todos los días hay muertes y sangre en las carreteras

y no por eso cierran las fábricas de automóviles

desayuna con el más grande de los cementerios del mundo

y cena con la apuesta por el más grande de los cementerios del mundo

O Globo aplaude. Pero The Guardían ve para otra esquina

los círculos feministas, los más consecuentes laboristas

las calles de Londres, a las antiguas calles de la Edad Media

a toda Londres la recorre un fantasma

el presidente de Ecuador culpa al gobierno anterior

si le dicen que murieron 100. Él dice que murieron 10

—que todo anda muy bien

declara el secretario general de la OEA a CNN

y la presidenta usurpadora de Bolivia

denuncia que los cadáveres concentrados

frente a Palacio no la dejan ver televisión

el secretario general de la OEA

insiste que todo anda muy bien

y promete un memorial para los muertos

después de la convocatoria de un consejo de seguridad regional

después que los muertos abandonen el palacio

y la presidenta de Bolivia pueda ver televisión

—son los elegidos, los creados para destruir

es así en este tiempo san Rimbaud por aquí 

por Colombia, por Perú y por Chile

los derechos humanos son un charco de sangre

la desesperanza el desencanto o el realismo

deciden (todas a una): "Intervendré en política." 

no piensan, existen: "Me habré salvado… "

no piensan ni existen: —"¿Qué mentira debo sostener?"

tu audiencia crece La fauna es la misma

los Elegidos los Réprobos y los Redimidos

los creados para destruir son los dueños de la tierra

 el mundo es su hogar y Por viles y bajos que sean,

son llamados "los hombres honestos del mundo"

¿En qué quedamos, ciudad de Londres?

veo al mundo y aparece la sala blanca del museo Lennon

la soledad del piano animando la soledad de las calles

lo íngrimo el vacío llueve empapa

ahí viene el vacío la sala toda blanca

las calles son el otro rostro de la soledad

tan solas más solas el vacío la nada

el espectáculo del horror el vino y la muerte

el vino de la lucidez y el vino del desahogo

la ciudad tranquila la ciudad inquieta

la ciudad ave espantada por La piedra del destino

espectáculo vino y horror, espectáculo y ganancias

que si a Newton lo deleitaba ocupar la primera fila del palco

la danza terrible de los ahorcados

que Él mismo perseguía a los falsificadores de monedas

y los entregaba al verdugo

¡la Reivindicación de los derechos de la mujer, satanizada!

Wollstonecraf, la acosadora de Fuseli, 

en cada esquina de Londres

en cada esquina de Londres

los escándalos de Byron. El barco Bolívar

la visita de Bolívar en 1810 a la biblioteca Miranda

y el peligro de lucir una rosa roja en la solapa del traje

el encierro de 27 años de Mandela

y la estatua de Mandela frente al parlamento

¡No está mal!  Y sin embargo se mueve —sí, Galileo

—¿Por qué no habría de girar?, preguntaba

bajo el tizón encendido de la Comuna de París,

 el joven poeta de las tertulias incendiarias en el Sojo

—¡El mundo anda! y Assange triste, 

descuartizado, clavado en la cruz, abandonado,

¡el escarmiento postmoderno sella la actualidad!

—pero no en una sola dirección

vestidos rotos del sueño, nada nuevo bajo del sol,

Lo que yo está probado, en su momento era sólo algo imaginado

en Londres el más inocente de sus cronistas,

hace más de 240 vueltas de la tierra alrededor del sol

 a razón de 365 días con sus noches más cortas o más largas, la vuelta

el vocero del Dios Sol, apenas autor de las Canciones de una isla en la luna,

en el Londres de la buena carne y buena cerveza, 

de los alcaldes fornidos y saludables

con medias arrolladas por encima de las rodillas,

la —¡Buena hospitalidad inglesa! ¡Ah, por entonces no escaseaba!

—sin temer de las consecuencias escribí, 

orgulloso Isaías así lo dijo en la casa de Blake 

—¿La firme creencia de que una cosa es así la hace así?

—Así lo piensan todos los poetas y, en eras de imaginación, 

la firma persuasión movía montaña.

Sylvia en la torre de Yeats en Irlanda

escuchó una voz y vio los días por venir

—Bromeando, abrí uno de sus libros de teatro delante de Susan, 

para averiguar su “mensaje”, y leí: 

“Ve a buscar vino y comida para que te dé fuerza y valor,

 y yo me encargaré de prepararte la casa”.

a su regreso a Londres Sylvia vivió en el piso de Yeats

la eterna en el dolor y el sufrimiento

igual y distinta distraída y sacudida

el funeral de Diana, la farándula, los periódicos

la ciudad triste la ciudad de los huérfanos de amor 

La piedra del destino camino a Escocia

la ciudad tatuada la ciudad amada la ciudad odiada

la amable puerto seguro de los perseguidos

la cuidad que cierra sus puertas a los perseguidos

la de los raros como los paseantes de una mañana del domingo

¡all right poet el desfile de los hombres huecos!

y las estadísticas de las que no hablan los periódicos

las estadísticas subterráneas

el burdel de la noticia los caídos anuales

 enfermedades fácilmente curables

los insomnios los drogadictos los suicidas

los muertos del trabajo y los enloquecidos por el éxito

desde que es mundo

es una mala noticia el mundo

y un deseo de partir invade

¡Londres capital del mundo!

¡Londres capital del sueño!

pero al pero, otro pero

descubrió Thomas Moro descubrió

que la felicidad no habita en el mundo construido

reside en la aventura permanente de su posible construcción

pero la felicidad se oye cantar

en la calle esa… Esta calle de Londres

en esta ciudad en cualquier esquina

han visto a Dios en diálogo con Moisés

el de Darwin, Newton y Engels es otro deleite

otro taller, el de David Ricardo, Shakespeare y Marx 

pero de este diálogo la ciencia

contraatacó la fatalidad del Apocalipsis con el verdón del edén

un siglo antes un Ángel se le presentó a Blake

y le ordenó: Desciende a la tierra

y renueva las artes en la orilla británica

evitarás así veinte años de guerra contra Francia

Ya en la tierra en las afueras de Londres

como en el centro de Londres

muy cerca del engañoso Támesis

Blake al clausurar su primer taller de poesía

muy cerca del engañoso Támesis

frente al campo de Lambeth

de espalda al mundo de sus contemporáneos

después del cruce de opiniones y experiencias

los profetas Isaías y Ezequiel delegaron en Blake

la redacción del manifiesto, el menos de los contemporáneos

Blake asegura  que la salvación del hombre está en el arte

que el plomo de la guerra al chocar con un mirto imaginario

se vuelve nada ya que la imaginación

es el arte de contraatacar con lo desconocido

y el otro se mantiene enredado en la sorpresa de lo desconocido

un mirto de oro sin alma sombra de la vida

alegato de la imaginación tallado esculpido y pintado

a estas alturas no sé donde estoy

de este lado del sueño

converso una cerveza. Dylan está allí

y por la manera de anunciar el retorno del sol

por la manera  de soltar los labios

—Ahí viene el sol, la Abbey Road es el dios sol

(leo la pared del baño del Lazo Martí 

al más sabio de los estudiantes de bachillerato)

—Profe, Ud. sabe ayúdeme en la traducción de esta canción

un hervidero de percusión y cuerdas de metales

Londres es un sonido tan irreal como eterna y efímera

la de Eliot desaparece y refulge en el mito. ¡Mentira!

—Hay que leer a Eliot de atrás para adelante

Los, quiere decir sol, tiene la virtud del constructor

—Los está en Londres construyendo Golgonooza

pero la desnuda 

mujer me llama desde la ventana

las vocales bajan por tu pecho

en un torrente de blancos desenfrenados

y representan una estación del metro

y te dije en ese instante

la más dulce metáfora del Támesis

las orillas del Támesis te vigilan

ahí viene el Támesis

por él se va al cielo 

abandona todo sentimiento de culpa

Londres está en tu cuerpo, 

y así dimos con un poema de Shelley

que yo comenzaba y tú completabas

dame vino. Otra vez. Nuevos hallazgos.

y el amanecer llegó tumbando todo en una línea de Dylan

repítela más lento, baja hasta el fondo

Niall McDevitt señalaba hacia la acera

—Ellos caminaban por allí

Estas son las huellas de los zapatos

de la virgen loca y el esposo infernal

y las doblaba de nuevo en el viento del verano

escondiéndolas del tropel de vehículos

hasta que nos sorprendió: —"ahí murió Blake"

la calle se metió al río y cruzó hacia el misterio

Cat pronunció un rock con las caderas —la vi

Syvia Plath pasó... Llevaba algo de prisa —Hablé con ella

yo te prometí un sueño

y tú te afincaste mucho

el sueño que no deseo que termine

el sueño que cada noche vigilo

y por los que cierro los ojos con gusto

y me entrego al sueño

esa calle de Londres estacionada en el poema de Blake

la calle esa... ¡Esta calle de Londres!

la calle secreta que da al Támesis

Trafalgar square si Ud. prefiere

la que bordea al Trafalgar square

la que huye de la que es y es otra y es la misma

la eterna y la perecedera, la clásica

la calle que al voltear se esconde en la bruma

una mujer el misterio y el rio

pero un bonito petirrojo

canta en la ventana

de tu pecho hacia abajo las arenas del desierto

blancas arenas del desierto de los astros

bello cuerpo de mujer que no fe dócil ni amable

 


Miguel Pérez (Cojedes, Venezuela) Escritor y bibliófilo. Ejerció la Presidencia del Instituto de Cultura del estado Cojedes (ICEC) entre 2002-2008. Actualmente dedicado a la investigación de asuntos culturales. Colaborador de las páginas de Opinión y Dominical de "Las Noticias de Cojedes". Desempeñó la coordinación editorial de la revista "Tiriguá" y la dirección de "Quemadura". UNA VEZ FRENTE AL PASO TODAS LAS VECES HACIA EL ANOCHER (2008), es su último título publicado.