“(…) ¡Pero el reloj no habrá llegado a tocar sólo la hora de puro dolor! ¿Voy a ser alzado como un niño, para jugar al paraíso en olvido de toda desgracia? (…)”
Rimbaud (1886).
Escribo en South Molton Street lo que veo y oigo en las regiones de la Humanidad, en las calles de Londres que se revelan.
Blake ([1804-1820] 2014).
yo caminaba la calle esa de Londres
pero de este lado de la pared
yo caminaba sobre el arco de tus ojos
yo caminaba por la orilla del asombro
y tenía miedo de encontrar la otra pared del sueño
yo entré a The Savoy como quien ya estuvo antes
y caminaba la calle esa... Esa calle de Londres
bajaba de tus ojos a las puntas de tus senos
con mucho temor de hacerte daño
contemplaba en las areolas un despliegue de alquimia
y mucho más pequeño como en el desborde del vacío
me sentí
en el mármol de tu pecho reconozco los senos del sueño
colgando en ritmo y rima de los blancos de las gaviotas
la música que rodea los dones y el silencio del mar
la hora más triste de los ríos
es la hora más triste de los bares
y ya en confianza tú y yo en la oscuridad
ascendía por esa calle abierta y espléndida
toda blanca, bordes de todos los blancos
pero a la vuelta de la mañana o de la noche
yo caminaba la calle de un poema de Blake
y ayudé a los niños encarbonados
las chimeneas es una cola de humo
a escapar de la policía y canté a una mujer
solitaria que esperaba por unos chelines
por ese rato de la noche más oscura
en que la tierra penetra la sombra y son uno
la canción más antigua de los tulipanes
en la esquina más triste del Soho
en la esquina más bonita del Soho
y ella sonrió como sonríe la virgen
cuando el niño Miguel daba de comer a las turcas
y apareció la ansiedad lo insondable el abismo
las sábanas blancas la indescifrable soledad
las sábanas que no protegen del frío a la soledad
y detrás de la catedral de San Pablo
caminaba la Abadía de Westminster
y Louise me miraba y yo la miraba
Los jardines tus ojos tu vestido tu reloj
tu perfume tu pintura tu brasier preferido
los restos de unas gotas de lluvia sobre las manzanas
el café, las manzanas y el periódico
y unas manos temblorosas frente a unos labios temblorosos
el resplandor el sol los cisnes el gavilán parado sobre las estelas del vuelo
el vuelo es una rama de las alturas
el salto de una a la otra pared del relámpago
la danza de un edificio que no cae el diálogo de la luz y el vacío
el travesaño del temblor los pasadizos del abismo
tembló el gavilán y temblaron las alturas
los senderos del aire, vuelo y gavilán, esta calle
el jardín de la tempestad un olvido del río
girasoles y lenguaje del valle de Lambeth
y los caballos frente a the Savoy
pacientes, inmóviles, posan
para la supervisión de un dios
reunión de coches y cocheros
y era the Savoy el que en realidad estaba estacionado
atracado sobre los cascos de los caballos
y pasó una carreta llena de girasoles y trigo
y otra cargada de telas multicolores
y el coche bastante elegante de una duquesa
desheredada por amor al frente de una compañía de circo
procedente de Cardiff con destino a Edimburgo
seguida de veinte caballos tendidos
Pocas veces la mirada azul de unos ojos
encontraron acomodo en la magnificencia de los narcisos
bares de puertas abiertas al río y desembarco directo al Támesis
Inglaterra compraba a Rusia granos y maderas
aquella era una calle de Londres ¿cómo se llama esta calle?
como eran las calles de Londres a la luz de los faroles
y el río allí cabeceando la orilla
de tú a tú con la calle
y allí un parque y una iglesia allí con la lengua afuera
yo caminaba la calle esa de Londres
más bien leía un poema, yo que sé
Un poema la hoja del árbol prohibido
el jarrón gótico que la noche escondió en tu oreja
el palacio y las ovejas y los peces
y se esperaba la llegada de las cabras en manadas
las ovejas, el palacio y los peces
las cabras dispersadas camino a Belén
y los bosques vecinos alzados
ardiendo en el oro de sol sobre la inmensa terraza de la tarde
los peces, las ovejas y el palacio
los peces sobre las hierbas fuera del agua
las hierbas y las ovejas al ras del agua
yo estaba allí en esa calle de Londres
en esa esquina de las siete flores
y de los siete jardines y de las siete mujeres
y de las siete esquinas del mundo
allí donde al profeta Ezequiel y Blake se les vio conversar
allí frente a Isaías el infinito no hacía sino temblar
y Blake era capaz de esconderlo en la mano
en el césped de la terraza de Lambeth
y el Sr. y la Sra. Blake: —¡Adelante! ¡Somos Adán y Eva, usted sabe!
y el escándalo paralizaba a los vecinos
un hilito de té evaporándose
o una ramita de humo de tabaco importada de Barinas
busca las alturas como una garza
a la orilla de un peral vigorosamente verde
a modo de límites del camino que se devuelve
del misterio y es tan misterioso como un castillo
de las mil y una noche o un cuento de Chaucer
yo caminaba con cuidado tenía sueño
siempre tengo sueño tus ojos me vigilaban ¿sabes?
esa calle de Londres pero yo hablo del río
de la acuarela de Blake a la que el río
pretende parecerse con el paso de los años
hablo del río más elegante de Londres
yo hablo de tu pelo de tus ojos de Londres y el río
esa calle de Londres que son todos los amores
tu brasier el toque final que dispone el espejo
el perfume y la silueta de tu perfil en el tocador
pero en la esquina debajo de un paragua
Charles Dickens saca del bolsillo unas monedas
y le pide a la joven que regrese a casa
y ve la otra de la otra esquina y hace lo mismo
y había ganas de llover en la ausencia
y la mirada de Londres son estos ojos
los amigos mi padre y los amigos de mi madre
dios el diablo el cielo el infierno el bien y el mal
el perro un gatito debajo del piano
un perro y un gato, la luna y la estrella
¡Alto! Mis carencias desbordan
y tienen derecho a decir algo
a cruzar el poema. ¡Alto! Marco territorio, pues ¡ALTO!
Despierto el abismo se multiplica en mí.
Me llena de pavor
Dormido lo cruzo. No temo.
Hablo de un sueño
de mi novia la finlandesa acostada en la bañera
de la escalera de Jacob
por la que bajé de tus ojos a tu pecho
y vi tus senos como dos colinas brotando del agua
flotando entre las espumas de agua y jabón
hablo de mi amor
Mi amor vive sobre el río a orillas de la luna
mi amor vive en la ciudad de la angustia
hablo del río, la luna y la orilla
hablo del río que la luna alumbra y desaparece
del río que nunca quiere despertarse
pero que sólo puedo encontrar en la calle esa de Londres
Esa calle de Londres... la calle esa...
que huye de la que es y es otra y es la misma
la eterna y la perecedera, la clásica,
la calle que al voltear se esconde en la bruma
y es un misterio junto al rio
y hacia atrás tal vez desde un balcón
en la esquina más bonita de Soho
un poco más abajo de la leona de la izquierda
el gris del Támesis es el mismo del cielo
y una misma bruma apagada cielo y río
o el río baja del cielo o el cielo sube del río
en los hombros de una resolana incapaz
de alegrar la bruma y a uno le parece
que la ciudad está trasnochada
y a uno lo persigue una mañanita nublada, muy fría,
y son estos los ojos de Londres
Esta calle que son todos los libros y todos los poetas
un piano y las rameras caídas del cielo
y el teatro y el vino y las maravillas descubiertas
Y los inventos que están por venir
y a la vuelta del día de este otro lado de la noche
tus senos echados como un par de leonas
sobre tu pecho de mármol blanco encargado a Italia
senos sin desperdicios al descubierto
a los que concurren todos los blancos
blanco mármol de carrara, blanco de nieve
blanco de nube, blanco de luna llena
blanco de noche blanca y río cubierto de nieve
blanco del río Moscú congelado
Río Moscova, río de Irlanda
piedra de agua navidad blanca
pájaro blanco que durmió la nieve entre sus brazos
lluvia y nieve pájaro y nieve
blancas nubes recogidas en los tobillos de los nogales
o tiras de algodón cubriendo la calle
enredadas entre los árboles o estacionadas sobre el suelo
de las que manzanos nogales y caobas
apenas logran conservar pocas partes limpias
abrigo la certeza que eran las nubes
las que allí estaban recogidas
el coche completamente cubierto de nieve
—En mis ojos nieva, pero me doy cuenta
que estuviste miedo de emigrar...
ven conmigo a mi corazón puerta adentro
aquí no morirás de frío. Prefirió el vuelo
del otro lado de la pared del sueño
cuando apoyé mi cabeza en tu pecho
lo vi bajar y subir por la escalera de la nieve
Oí la lluvia en mis ojos
oí y soñé de nuevo:
—Está cayendo una nevada muy bonita
seca y nítida, como un grabado de Dickens.
Todo está oscuro de blanco
blanco de los polos larga noche largo día de los blancos
¡No! Blanco de los templos griegos
y yo pendiente que descendieras del taxi
que te escaparas del cuadro, del sueño
que descendieras del bus de dos pisos
que abandonaras el trineo tirado por perros
—se están deslizando en trineo por Primrose Hill…
dice la radio Ha comenzado la fiesta del invierno
y yo allí en esa estación de la noche
esperando que vinieras a mi encuentro
yo había sospechado algo
del otro lado de la pared de la oficina
pero jamás lo que ahora palpo
sobre las líneas y el color de tu desnudo
pero la calle y lo que rodeaba la calle, si
y esa otra pared la del sueño que no era una pared
una integración de espacios diversos
la calle bajaba y subía de tu cuerpo
escapaba de ella y escapaba de tu cuerpo
esta calle que descubro en tus labios y devora el día
¡Cierto! NADA ESPERO DEL DÍA. El día es descanso y horror
la noche es trabajo desde el comienzo del sueño
y ¡toda mujer es la ciudad que habita!
Carga una ciudad sobre sus hombros
la ciudad para la que se pinta y camina
una sola cadera mujer y ciudad
la ciudad camina como la mujer más fiel a la ciudad
—es increíble el vaivén de caderas desplazándose
entre la Oxford Street y la otra calle que no sé su nombre y no es real
la ciudad la pierde o salva. Es gracia. Horror locura y recompensa
siempre un movimiento siempre en construcción
tú la cargas entre tus senos y también muy adentro
la consientes o proteges como cuidas tus partes íntimas
Ahora veo la entrada de un litoral blanco.
Me lleva a la terraza de tu pecho
Pero que unas palomas interrumpieran su viaje
y comieran en mi mano a los pies de la columna de Nelson
el museo es entonces la habitación bendecida por el cielo
el probable regreso a Atenas o tal vez a Ítaca
esa calle de Londres esa esquina de la vuelta del rio
esa calle del poema de Blake
el reloj el vestido los libros los amigos
La espuma y la bañera justificadas en tu desnudez
la espuma y el río cuando duermo y escribo
y confundo día y noche y me desilusiono
y vuelvo a empezar y te vuelvo a decir
que eres lo único bonito que tengo
esa calle del poema de Blake
y así
la corriente del Río de Albión, asoma,
el puente que se echa a un lado cuando asoma un barco
asoma la otra tentación de los jardines de Cromwell
asoma la celebración de la ciudad
¡atroz prodigio Humano de Dios!
la construyó Los
fuera de las puertas del Corazón Humano
en medio de las rocas de los Altares de Albión,
pero las interrupciones cuentan,
la promesa de ir a Irlanda por un túnel secreto
la frontera con Escocia y la música clásica en la radio
en la esquina más bonita del Soho
en el centro de tus dos senos
en la esquina de la ciudad que te cobija
la nota de piano agota el asombro
la ópera y farol de la lluvia en otoño, regresa
todos los misterios los animales que anuncian la tristeza
y la noche empeñada de acentuar el invierno
el té el periódico la biblioteca todo Shakespeare
y Milton y las fuentes y los pájaros
el teatro el cine y los museos
y la familia de mi padre reunida
por el festejo del regreso de mi padre
y los pasos de mi padre sobre el humo de la aviación nazi
¡padre! del intento de Napoleón de colarse de incógnito
en los barcos de la bruma y tomar la ciudad
y después el adiós y el abrazo como si fuera el último
del ejército inglés del primer cataclismo bélico
y después los vuelos rasantes de la aviación nazi ¡padre!
y la ciudad nerviosa el ave ante la proximidad del estallido de la bomba
que no es el estado de nervios con el que la mujer descubre el amor
hoy todo es distinto y todo es igual
una gripecita decretó el funeral de nadie
pero ya se enterraron sesenta mil ingleses
sin la despedida de los familiares
y sin el hombro de los amigos
en secreto la fe también tiene miedo
The Economy desempolva la guerra de las naciones
—de toda Europa contra toda Francia —dijo Hugo, el grande
pero las cifras absolutas de los muertos bajo el casco de los caballos
difieren del valor relativo de los muertos en casas y hospitales,
uno en un mundo de dos habitantes representa el 50%
uno en un mundo de siete personas es apenas el 14%
pero un solo poblador que cae, rompe los huesos
esta es la de un microorganismo contra el mundo
y llegó sin pedir permiso a las calles de Londres
y las dejó vacías sin los paseantes de los domingos
a los mares sin barcos y los cielos sin aviones
desconsolada la BBC desconsolada, Londres
la paraliza el tráfico paralizado la duda la proximidad, el titular
que radio, tele y redes replican en cada hogar
en Madrid amontonan los cadáveres en las calles
y ya la foto es candidata a la denominación de foto del siglo
hoy la noticia es otra, la misma
la BBC replica a El País
en una ciudad italiana todos murieron
hoy la noticia de la BBC es otra
en París al Lovre lo convirtieron en un hospital
hoy The New York Time destaca en primera plana
en Nueva York el presidente de EEUU obliga
a los cadáveres seguir asistiendo a las fábricas
y como están congelados amenaza
con sacar el ejército a las calles
el presidente del Brasil sigue su ejemplo
—CNN en español añade—
amenaza y pide cárcel para gobernadores y alcaldes
convoca al pueblo a las calles y razona inteligentemente
—todos los días hay muertes y sangre en las carreteras
y no por eso cierran las fábricas de automóviles
desayuna con el más grande de los cementerios del mundo
y cena con la apuesta por el más grande de los cementerios del mundo
O Globo aplaude. Pero The Guardían ve para otra esquina
los círculos feministas, los más consecuentes laboristas
las calles de Londres, a las antiguas calles de la Edad Media
a toda Londres la recorre un fantasma
el presidente de Ecuador culpa al gobierno anterior
si le dicen que murieron 100. Él dice que murieron 10
—que todo anda muy bien
declara el secretario general de la OEA a CNN
y la presidenta usurpadora de Bolivia
denuncia que los cadáveres concentrados
frente a Palacio no la dejan ver televisión
el secretario general de la OEA
insiste que todo anda muy bien
y promete un memorial para los muertos
después de la convocatoria de un consejo de seguridad regional
después que los muertos abandonen el palacio
y la presidenta de Bolivia pueda ver televisión
—son los elegidos, los creados para destruir
es así en este tiempo san Rimbaud por aquí
por Colombia, por Perú y por Chile
los derechos humanos son un charco de sangre
la desesperanza el desencanto o el realismo
deciden (todas a una): "Intervendré en política."
no piensan, existen: "Me habré salvado… "
no piensan ni existen: —"¿Qué mentira debo sostener?"
tu audiencia crece La fauna es la misma
los Elegidos los Réprobos y los Redimidos
los creados para destruir son los dueños de la tierra
el mundo es su hogar y Por viles y bajos que sean,
son llamados "los hombres honestos del mundo"
¿En qué quedamos, ciudad de Londres?
veo al mundo y aparece la sala blanca del museo Lennon
la soledad del piano animando la soledad de las calles
lo íngrimo el vacío llueve empapa
ahí viene el vacío la sala toda blanca
las calles son el otro rostro de la soledad
tan solas más solas el vacío la nada
el espectáculo del horror el vino y la muerte
el vino de la lucidez y el vino del desahogo
la ciudad tranquila la ciudad inquieta
la ciudad ave espantada por La piedra del destino
espectáculo vino y horror, espectáculo y ganancias
que si a Newton lo deleitaba ocupar la primera fila del palco
la danza terrible de los ahorcados
que Él mismo perseguía a los falsificadores de monedas
y los entregaba al verdugo
¡la Reivindicación de los derechos de la mujer, satanizada!
Wollstonecraf, la acosadora de Fuseli,
en cada esquina de Londres
en cada esquina de Londres
los escándalos de Byron. El barco Bolívar
la visita de Bolívar en 1810 a la biblioteca Miranda
y el peligro de lucir una rosa roja en la solapa del traje
el encierro de 27 años de Mandela
y la estatua de Mandela frente al parlamento
¡No está mal! Y sin embargo se mueve —sí, Galileo
—¿Por qué no habría de girar?, preguntaba
bajo el tizón encendido de la Comuna de París,
el joven poeta de las tertulias incendiarias en el Sojo
—¡El mundo anda! y Assange triste,
descuartizado, clavado en la cruz, abandonado,
¡el escarmiento postmoderno sella la actualidad!
—pero no en una sola dirección
vestidos rotos del sueño, nada nuevo bajo del sol,
Lo que yo está probado, en su momento era sólo algo imaginado
en Londres el más inocente de sus cronistas,
hace más de 240 vueltas de la tierra alrededor del sol
a razón de 365 días con sus noches más cortas o más largas, la vuelta
el vocero del Dios Sol, apenas autor de las Canciones de una isla en la luna,
en el Londres de la buena carne y buena cerveza,
de los alcaldes fornidos y saludables
con medias arrolladas por encima de las rodillas,
la —¡Buena hospitalidad inglesa! ¡Ah, por entonces no escaseaba!
—sin temer de las consecuencias escribí,
orgulloso Isaías así lo dijo en la casa de Blake
—¿La firme creencia de que una cosa es así la hace así?
—Así lo piensan todos los poetas y, en eras de imaginación,
la firma persuasión movía montaña.
Sylvia en la torre de Yeats en Irlanda
escuchó una voz y vio los días por venir
—Bromeando, abrí uno de sus libros de teatro delante de Susan,
para averiguar su “mensaje”, y leí:
“Ve a buscar vino y comida para que te dé fuerza y valor,
y yo me encargaré de prepararte la casa”.
a su regreso a Londres Sylvia vivió en el piso de Yeats
la eterna en el dolor y el sufrimiento
igual y distinta distraída y sacudida
el funeral de Diana, la farándula, los periódicos
la ciudad triste la ciudad de los huérfanos de amor
La piedra del destino camino a Escocia
la ciudad tatuada la ciudad amada la ciudad odiada
la amable puerto seguro de los perseguidos
la cuidad que cierra sus puertas a los perseguidos
la de los raros como los paseantes de una mañana del domingo
¡all right poet el desfile de los hombres huecos!
y las estadísticas de las que no hablan los periódicos
las estadísticas subterráneas
el burdel de la noticia los caídos anuales
enfermedades fácilmente curables
los insomnios los drogadictos los suicidas
los muertos del trabajo y los enloquecidos por el éxito
desde que es mundo
es una mala noticia el mundo
y un deseo de partir invade
¡Londres capital del mundo!
¡Londres capital del sueño!
pero al pero, otro pero
descubrió Thomas Moro descubrió
que la felicidad no habita en el mundo construido
reside en la aventura permanente de su posible construcción
pero la felicidad se oye cantar
en la calle esa… Esta calle de Londres
en esta ciudad en cualquier esquina
han visto a Dios en diálogo con Moisés
el de Darwin, Newton y Engels es otro deleite
otro taller, el de David Ricardo, Shakespeare y Marx
pero de este diálogo la ciencia
contraatacó la fatalidad del Apocalipsis con el verdón del edén
un siglo antes un Ángel se le presentó a Blake
y le ordenó: Desciende a la tierra
y renueva las artes en la orilla británica
evitarás así veinte años de guerra contra Francia
Ya en la tierra en las afueras de Londres
como en el centro de Londres
muy cerca del engañoso Támesis
Blake al clausurar su primer taller de poesía
muy cerca del engañoso Támesis
frente al campo de Lambeth
de espalda al mundo de sus contemporáneos
después del cruce de opiniones y experiencias
los profetas Isaías y Ezequiel delegaron en Blake
la redacción del manifiesto, el menos de los contemporáneos
Blake asegura que la salvación del hombre está en el arte
que el plomo de la guerra al chocar con un mirto imaginario
se vuelve nada ya que la imaginación
es el arte de contraatacar con lo desconocido
y el otro se mantiene enredado en la sorpresa de lo desconocido
un mirto de oro sin alma sombra de la vida
alegato de la imaginación tallado esculpido y pintado
a estas alturas no sé donde estoy
de este lado del sueño
converso una cerveza. Dylan está allí
y por la manera de anunciar el retorno del sol
por la manera de soltar los labios
—Ahí viene el sol, la Abbey Road es el dios sol
(leo la pared del baño del Lazo Martí
al más sabio de los estudiantes de bachillerato)
—Profe, Ud. sabe ayúdeme en la traducción de esta canción
un hervidero de percusión y cuerdas de metales
Londres es un sonido tan irreal como eterna y efímera
la de Eliot desaparece y refulge en el mito. ¡Mentira!
—Hay que leer a Eliot de atrás para adelante
Los, quiere decir sol, tiene la virtud del constructor
—Los está en Londres construyendo Golgonooza
pero la desnuda
mujer me llama desde la ventana
las vocales bajan por tu pecho
en un torrente de blancos desenfrenados
y representan una estación del metro
y te dije en ese instante
la más dulce metáfora del Támesis
las orillas del Támesis te vigilan
ahí viene el Támesis
por él se va al cielo
abandona todo sentimiento de culpa
Londres está en tu cuerpo,
y así dimos con un poema de Shelley
que yo comenzaba y tú completabas
dame vino. Otra vez. Nuevos hallazgos.
y el amanecer llegó tumbando todo en una línea de Dylan
repítela más lento, baja hasta el fondo
Niall McDevitt señalaba hacia la acera
—Ellos caminaban por allí
Estas son las huellas de los zapatos
de la virgen loca y el esposo infernal
y las doblaba de nuevo en el viento del verano
escondiéndolas del tropel de vehículos
hasta que nos sorprendió: —"ahí murió Blake"
la calle se metió al río y cruzó hacia el misterio
Cat pronunció un rock con las caderas —la vi
Syvia Plath pasó... Llevaba algo de prisa —Hablé con ella
yo te prometí un sueño
y tú te afincaste mucho
el sueño que no deseo que termine
el sueño que cada noche vigilo
y por los que cierro los ojos con gusto
y me entrego al sueño
esa calle de Londres estacionada en el poema de Blake
la calle esa... ¡Esta calle de Londres!
la calle secreta que da al Támesis
Trafalgar square si Ud. prefiere
la que bordea al Trafalgar square
la que huye de la que es y es otra y es la misma
la eterna y la perecedera, la clásica
la calle que al voltear se esconde en la bruma
una mujer el misterio y el rio
pero un bonito petirrojo
canta en la ventana
de tu pecho hacia abajo las arenas del desierto
blancas arenas del desierto de los astros
bello cuerpo de mujer que no fe dócil ni amable
Miguel Pérez (Cojedes, Venezuela) Escritor y bibliófilo. Ejerció la Presidencia del Instituto de Cultura del estado Cojedes (ICEC) entre 2002-2008. Actualmente dedicado a la investigación de asuntos culturales. Colaborador de las páginas de Opinión y Dominical de "Las Noticias de Cojedes". Desempeñó la coordinación editorial de la revista "Tiriguá" y la dirección de "Quemadura". UNA VEZ FRENTE AL PASO TODAS LAS VECES HACIA EL ANOCHER (2008), es su último título publicado.