Osvaldo Ballina |
BAILA, EN LA HORA SECA, A ESPALDAS DEL ABISMO
baila, en la hora seca, a espaldas del abismo,
ante la luz embrutecida, solo,
y salva la razón
el agua esparce ojos y manos, sube,
habla despierta a cielo suelto
el agua que trae más agua
arrastra lo una vez humano
LA ANGUSTIA DEL MORTAL
la angustia del mortal
late en la claridad
más rica
trabaja un parto
en bosque de alientos
entregado al día
viene
el humo olvidado del huérfano
y, apenas ángel,
el pudor de la memoria
ENTRECIERRA LOS OJOS UNA LUZ NUNCA EVADIDA
entrecierra los ojos una luz nunca evadida
concilian,
regresadas de la agonía, nuevas nutrientes
jadea
el precario estupor humano
en el dominio de lo respirante
¿penetrará la raíz?
LLÁMALO COMO QUIERAS
llámalo como quieras
arte abortado, exorcismo, sacrificio doméstico
lengua de efigies
obediente y sumiso, fuera de tu sombra,
en la colmena olvidada
fijas el ojo
mama la noche, sujeta a la matriz,
y bebes el inocuo veneno
del fuego que une
VIENTRE DEL ESPACIO SOLSTICIO
vientre del espacio solsticio
limpia el viento
anverso de claridad esperma
reverso de aire negro
limpia
sin artimañas de lo efímero
la memoria, la agonía y el destino
esparcido
sin ritual prescrito
el fuera de sí en su calma lasciva
AYUNA, EN EL RESPIRO DEL VERDOR
ayuna, en el respiro del verdor,
honda, en humanos retazos,
la mañana
aferrado a las crines de tu oráculo
¿llegas muy tarde o muy temprano?
¿a qué obedece la intrusa palabra?
en la nueva estación
¿es lo sagrado el bárbaro?
ENTRE QUIEN MIRA Y EL MOTIVO
entre quien mira y el motivo
el don
en cuerpo recibido
la alegría empuja como el hambre
LA MAÑANA AGUAMARINA
la mañana aguamarina
bebe del revés de las hojas
no es espanto despertar
cuando regresan a su destino las cosas
EL OTRO SUEÑO, POR MANO PROPIA
el otro sueño, por mano propia,
aquel con eco,
libera
más allá de su limite
nada que importa ocurre
muta
el pequeño mundo infame
en conciencia de recién nacido
NI ÚLTIMO NI PRIMER DESCENSO
ni último ni primer descenso
cuanto menos, sí, dosis contra el ajeno todo,
la ruptura consumada
al unísono con algo terrenal que resistió
y desde lo hondo, solo,
inseminó al mundo
UN DESATINO FURTIVO RODEA LA NOCHE
un desatino furtivo rodea la noche
y lava la mugre
por sueño que iguala en inocencia
sin boca, sin ojos, sin oídos
las cosas caen en su fondo
con desprecio
ante tanta desnudez el prodigioso horror
sin hoy ni mañana
de no querer más luz
HABLÓ EL PABILO EN LA OSCURIDAD
habló el pabilo en la oscuridad
la memoria se despegó del tiempo
de un solo golpe
todo fue desnudo
para uso y consumo
de un delirio difícil
ORO OLVIDADO, REHÉN DE LA MORADA
oro olvidado, rehén de la morada
fue el cebo
cristal voraz de cristal
el ángel huyó de la razón
y bendijo la lengua
festivo de verde en lluvia
el milagro habitual
lejos de la costa
Osvaldo Ballina (La Plata, 1942). Poeta y traductor. Ha publicado: El día mayor, 1971; Esta única esperanza contra todo, 1973; Aún tengo la vida, 1975; En tierra de uno, 1977; Caminante en Italia, 1979; Diario veneciano, 1982; Ceremonia diurna, 1984; La poesía no es necesaria, 1986; La vida, la más bella, 1988; Sol que ocupa el corazón, 1991; Sondas, 1992; Estamos vivos y vamos a vivir (Poemas 1971-1992), 1993; Final del estante, 1994; Verano del incurable, 1996; Confines, 1998; El viaje, 2000; Apuntes del natural, 2001; El caos luminoso, 2002; Al dios que sea (Obra poética 1971-2003), 2004.