Arturo Álvarez Sosa
Antología poética
Colección “ Poetas Argentinos Contemporáneos”
Fondo Nacional de las Artes
(2006)
En la pulcra y representativa selección de antologías que integran la serie “Poetas argentinos contemporáneos”,( de ambos sexos, conviene aclarar), editadas por el Fondo Nacional de las Artes, le corresponde al poeta tucumano Arturo Álvarez Sosa el No.37, lo que permite apreciar el carácter inclusivo de este proyecto, todavía en progreso, que cubre buena parte de la geografía de nuestro país: No resulta, sin embargo, tan evidente el criterio cronológico que primó en la elección, atento a la imprecisión del término “ contemporáneo”.
Este libro, que hoy comentamos -en su parte más significativa- puede leerse como un libro de aventuras, de aventura poética, y su autor, ser considerado un poeta aventurero. A.S., nacido en 1935, se muestra deslumbrado por las revelaciones de las distintas ramas de la ciencia actual (la física, la genética, la astronomía , etc.) y por la metamorfosis que las mismas provocan en su cosmovisión. Ello lo lleva a una audaz innovación en su vocabulario al incorporar a los versos una terminología que parecía patrimonio excluyente de lenguaje científico y, en el mejor de los casos, reservado a la divulgación periodística. Esta innovación la acompaña con otra más conservadora: integra fórmulas poéticas propias de la literatura de Occidente con otra de Oriente, cual es el haiku. Todo esto confiere a sus poemas un aire diferente digno de ser tenido en cuenta, más allá de la felicidad de sus resultados. Quedaría demostrado así que no necesariamente en poesía las buenas intenciones conducen al infierno.
El cambio se insinúa tímidamente en su libro “Cuerpo del Mundo”(1979) y puede apreciarse ya en forma nítida a partir de los poemas recogidos en “Campo de Creación”(1982). Pero no se crea que estamos frente a una poesía experimental; de allí en más el camino parece no tener retorno y los resultados se consolidan a lo largo de veinte años, hasta culminar en dos libros todavía inéditos : “137” y “Virtual”-rescatados también en esta antología-con respecto a los cuales el poeta señala que intentan “consolidar ésta operación poética basada en la física cuántica”.
En el poema Ocho, de “Aguaviva” (1987), el poeta dice:
“Frontera abierta / del espaciotiempo / al calor de tus besos / y relámpagos / tus fuerzas / se unifican / insaciables / la singularidad desnuda viva.
De tanto en tanto
Los soles se derrumban
Cantan los cisnes
Sonando / como un gong / detrás del tiempo / en la gravitación /de los abrazos / con las galaxias arrulladas / juntas / en tus pechos / sin dejar salir la luz / eres un agujero negro / de caricias. // Danzando / y desnudando tu victoria / bajo tus pies descansa el universo.”
El haiku no es siempre articulado en la forma que se lo hace en “ Ocho”: también aparece inserto entre los endecasílabos mismos del poema como, por ejemplo, en Cima: Gloria de la mujer enmascarada / tu cuerpo siente lo que no se dice / cambiando de manera irreversible / Y no hay espacio / Fuera de nuestro abrazo / Somos el tiempo / Y en la cima virtual de remolinos / se despliega la flor de los delirios / la plegaria silenciosa del perfume / que arde sobre la piel con las caricias / entrando en dimensiones más profundas / ignoras tu sabor en el derrumbe / pero en la música percibes siempre / el sinsabor de las estrellas mudas.
En estos poemas lo erótico no ha sido excluido; está siempre presente como una suerte de telón de fondo que sobre el cual se proyecta, a la vez, el omnipresente proceso que rige este cambiante mundo y la vida , que no le es ajena. En las palabras liminares con que abre esta antología, Álvarez Sosa lo sintetiza así: “ una vivencia del universo, que se renueva eróticamente en el cuerpo de la mujer” y aclara poco después: “en nosotros, como en todos los mamíferos el sexo básico es femenino. En el principio todos somos hembras. Una revelación de la biología moderna que aún no ha sido asimilada por nuestra cultura.”
Hegel se sorprendería al descubrir cuanta actualidad conservan las palabras de Hamlet: “Hay algo más en el cielo y en la tierra, Horacio, de lo que ha soñado tu filosofía!”. Sólo la ciencia y la poesía pueden dar respuesta a los nuevos enigmas, allí donde parece no alcanzar la mirada miope -o soberbia- de los filósofos.
Desde la contratapa de la antología Daniel Lagmanovich señala, en el mismo sentido, que “ que esta poesía ha salido a la busca de un saber alternativo, un nuevo humanismo del conocimiento científico; una tentativa de síntesis, a través de la poesía, de lo que anda dolorosamente separado y dividido”, que nos asegurará, empero, que las rosas seguirán teniendo espinas.Los dos últimos versos de “ Virtual” -que lo son, a la vez, de la antología - contienen una afirmación inquietante, que supone también una advertencia:
“ya dependemos tanto de las máquinas
que apagarlas sería suicidarnos.”
Carlos Spinedi, Buenos Aires.