José Emilio Tallarico |
ELOGIO DE LA EMOCIÓN TARDÍA
De mi helenismo tardío de cincuentón acorralado
poco puede esperarse.
Los nombres que Homero prodigó
para la permanencia y la metáfora,
reniegan de mi oficio.
Troya, Hades, Ítaca: cielos ahora indiferentes
a los designios del amor.
Cada generación se prueba túnicas, reescribe diálogos,
poco puede esperarse.
Los nombres que Homero prodigó
para la permanencia y la metáfora,
reniegan de mi oficio.
Troya, Hades, Ítaca: cielos ahora indiferentes
a los designios del amor.
Cada generación se prueba túnicas, reescribe diálogos,
se despacha con fárragos de citas y alusiones,
conmocionada ante esa enorme, inextinguible ceniza.
(Yo soy un impostor que gime por Ariadna,
un pálido convidado de piedra.)
conmocionada ante esa enorme, inextinguible ceniza.
(Yo soy un impostor que gime por Ariadna,
un pálido convidado de piedra.)
PERSPECTIVA
Entre la predicción y el relato
se yergue una mujer de sal.
Seremos perpetuos satélites
de su ojo imantado.
INSTANTÁNEA
Tengo la almohada vigilada
por algunos ríos, una cosecha
de arena vaticina, al fondo,
el inventario de mis huesos.
¿Importa el cerco de la materia,
el fetichismo de afanes con la patria,
la lejanía de lo que no abunda
por desaveniencia o ausencia estelar,
como esas sombras de las que no me percaté
cuando volvía del pasado?
¿Importa el ruego que quedó insonoro
en mi casita de pétalos azules?
No tengo frío, no conozco su empeño zumbador.
Si hay algo que me corresponde, venga.
José Emilio Tallarico (Buenos Aires, 1950). Su obra poética comprende: Huésped y testigo, 1986; Siglonía, 1988; Ese espacio que tiembla, 1993; El arreo y la fuga, 2000; En consecuencia, 2005; Andariveles, 2006 y Creés mirar lejos y otros poemas, 2011. Entre 2002 y 2004 coordinó junto a los poetas Gerardo Lewin y Alejandro Méndez Casariego el ciclo de poesía y entrevistas El Orate y la Musa. Publicó artículos y poemas en varias revistas literarias del país. Fue traducido parcialmente al portugués, catalán, italiano, francés y neerlandés.