Raúl Gómez Jattin (fotografía Milcíades Arévalo) |
El Dios que adora
Soy un Dios en mi pueblo y mi valle
no porque me adoren sino porque yo lo hago
porque me inclino ante quien me regala
unas granadillas o una sonrisa de su heredad.
O porque voy donde sus habitantes recios
a mendigar una moneda o una camisa y me la dan.
Porque vigilo el cielo con ojos de gavilán
y lo nombro en mis versos.
Porque soy solo.
Porque dormí siete meses en una mecedora
y cinco en las aceras de una ciudad.
Porque a la riqueza miro de perfil
mas no con odio.
Porque tengo un compadre
A quien le bauticé todos los hijos y el matrimonio.
Porque nací en mayo.
Porque mi madre me abandonó
Cuando precisamente más la necesitaba.
Porque cuando estoy enfermo
Voy al hospital de caridad.
no porque me adoren sino porque yo lo hago
porque me inclino ante quien me regala
unas granadillas o una sonrisa de su heredad.
O porque voy donde sus habitantes recios
a mendigar una moneda o una camisa y me la dan.
Porque vigilo el cielo con ojos de gavilán
y lo nombro en mis versos.
Porque soy solo.
Porque dormí siete meses en una mecedora
y cinco en las aceras de una ciudad.
Porque a la riqueza miro de perfil
mas no con odio.
Porque tengo un compadre
A quien le bauticé todos los hijos y el matrimonio.
Porque nací en mayo.
Porque mi madre me abandonó
Cuando precisamente más la necesitaba.
Porque cuando estoy enfermo
Voy al hospital de caridad.
Me defiendo
Antes de devorarle su entraña pensativa
Antes de ofenderlo de gesto y palabra
Antes de derribarlo
Valorad al loco
Su indiscutible propensión a la poesía
Su árbol que le crece por la boca
con raíces enredadas en el cielo.
El nos representa ante el mundo
con su sensibilidad dolorosa como un parto.
Antes de ofenderlo de gesto y palabra
Antes de derribarlo
Valorad al loco
Su indiscutible propensión a la poesía
Su árbol que le crece por la boca
con raíces enredadas en el cielo.
El nos representa ante el mundo
con su sensibilidad dolorosa como un parto.
Pájaro 2
En la clínica mental vivo
un pedazo de mi vida.
Allí me levanto con el sol
y entre tanto escribo
mi dolor y mi angustia.
Sin angustias ni dolores
ataraxia del espíritu
en que mi corazón
como una mariposa
brilla con la luz
y se opaca como un pájaro
al darse cuenta
de los barrotes que lo encierran.
un pedazo de mi vida.
Allí me levanto con el sol
y entre tanto escribo
mi dolor y mi angustia.
Sin angustias ni dolores
ataraxia del espíritu
en que mi corazón
como una mariposa
brilla con la luz
y se opaca como un pájaro
al darse cuenta
de los barrotes que lo encierran.
Conjuro
Los habitantes de mi aldea
dicen que soy un hombre
despreciable y peligroso
Y no andan muy equivocados
Despreciable y Peligroso
Eso ha hecho de mí la poesía y el amor
Señores habitantes
Tranquilos
que sólo a mí
suelo hacer daño
dicen que soy un hombre
despreciable y peligroso
Y no andan muy equivocados
Despreciable y Peligroso
Eso ha hecho de mí la poesía y el amor
Señores habitantes
Tranquilos
que sólo a mí
suelo hacer daño
La soledad de Gómez Jattin
No sé donde arderás ahora corazón mío
Necesito entregarte siempre como esclavo Pobre de ti
Es urgente que enfermes otra vez y otra vez
Qué voy a hacer contigo ahí desocupado
como estúpida biología Vamos deshazte
de tu pesadumbre y emprende vuelo
¿Qué te sugiere el momento? ¿Te gusta esa mirada
envejecida pero atenta de tu buena sobrina?
Ve y háblale de cuando lloró sin motivo
O cuando de la risa se orinó en los calzones
O mejor recorre el campo y siembra un árbol
suntuario O llévate cordel y navaja
y construye un barrilete y eleva con él
tu soledad hasta las nubes
No No queremos los dos amigo mío hacer nada de eso
Queremos acostarnos otra vez sobre tu vientre
Pero esos tiempos han pasado Su cuerpo y su deseo
deambulan entre cines y bares de la urbe
enfebrecidos detrás de otros cuerpos y otros deseos
Y eso está bien Es su vida sin nosotros
Tiene derecho también a un placer libre
Allí está sola la luna y no se muere Solo está el viento
Tú me tienes a mí
Y a Nuestra Señora La Soledad de Gómez Jattin
Necesito entregarte siempre como esclavo Pobre de ti
Es urgente que enfermes otra vez y otra vez
Qué voy a hacer contigo ahí desocupado
como estúpida biología Vamos deshazte
de tu pesadumbre y emprende vuelo
¿Qué te sugiere el momento? ¿Te gusta esa mirada
envejecida pero atenta de tu buena sobrina?
Ve y háblale de cuando lloró sin motivo
O cuando de la risa se orinó en los calzones
O mejor recorre el campo y siembra un árbol
suntuario O llévate cordel y navaja
y construye un barrilete y eleva con él
tu soledad hasta las nubes
No No queremos los dos amigo mío hacer nada de eso
Queremos acostarnos otra vez sobre tu vientre
Pero esos tiempos han pasado Su cuerpo y su deseo
deambulan entre cines y bares de la urbe
enfebrecidos detrás de otros cuerpos y otros deseos
Y eso está bien Es su vida sin nosotros
Tiene derecho también a un placer libre
Allí está sola la luna y no se muere Solo está el viento
Tú me tienes a mí
Y a Nuestra Señora La Soledad de Gómez Jattin
Príncipe del valle del Sinú
Sus sentimientos más leves que las alas de las garzas
pero fuertes como su vuelo Su virilidad la propia
de un príncipe masculino soñador y altivo Su talante
el del que no quería amar pero ama Su heredad
la tierra Los míticos cebúes blancos y rojizos
Un carruaje de madera y metal violeta oscuro
Como sus ojos Tiene la noche de Damasco en ellos
Su voz la del trueno diluida en el susurro de la brisa
Su elegancia la del caballero del desierto Sus maneras
la presencia de los antepasados orientales fumando
el hachís Batiendo el aire con las pestañas negrísimas
con un fondo morado de ojeras de adicto ancestral
Tendido sobre un cojín de seda verde pistacho
Sus alimentos las almendras Las aceitunas El arroz
La carne cruda con cebolla y trigo El pan ácimo
Las uvas pasas El ajonjolí El coco El yogur ácido
Sus colores el negro El azul y el magenta
Sus elementos el aire y la tierra Su presencia
la de un joven dios agrario alejando el mal invierno
Regalando su fuerza al débil del campo Su esencia
íntima la del adolescente eterno que habita
la ilusión del poeta y su locura de alcanzarlo
en su pleno tránsito fugaz hacia la madurez
familiar a los hábitos poco felices
Su sentido unánime el de la saeta y el corazón palpitante
de la agonía del éxtasis erótico Su placer el desbordamiento íntegro
del ser sobre mis sueños abandonados entre sus manos
Su eternidad en mí la del amor largamente deseado
en lo esencial de cada instante De cada poema
pero fuertes como su vuelo Su virilidad la propia
de un príncipe masculino soñador y altivo Su talante
el del que no quería amar pero ama Su heredad
la tierra Los míticos cebúes blancos y rojizos
Un carruaje de madera y metal violeta oscuro
Como sus ojos Tiene la noche de Damasco en ellos
Su voz la del trueno diluida en el susurro de la brisa
Su elegancia la del caballero del desierto Sus maneras
la presencia de los antepasados orientales fumando
el hachís Batiendo el aire con las pestañas negrísimas
con un fondo morado de ojeras de adicto ancestral
Tendido sobre un cojín de seda verde pistacho
Sus alimentos las almendras Las aceitunas El arroz
La carne cruda con cebolla y trigo El pan ácimo
Las uvas pasas El ajonjolí El coco El yogur ácido
Sus colores el negro El azul y el magenta
Sus elementos el aire y la tierra Su presencia
la de un joven dios agrario alejando el mal invierno
Regalando su fuerza al débil del campo Su esencia
íntima la del adolescente eterno que habita
la ilusión del poeta y su locura de alcanzarlo
en su pleno tránsito fugaz hacia la madurez
familiar a los hábitos poco felices
Su sentido unánime el de la saeta y el corazón palpitante
de la agonía del éxtasis erótico Su placer el desbordamiento íntegro
del ser sobre mis sueños abandonados entre sus manos
Su eternidad en mí la del amor largamente deseado
en lo esencial de cada instante De cada poema
Raúl Gómez Jattin (Cartagena, Colombia, 1945-1997) Ha publicado los libros de poemas: Poemas (1980), Retratos (1986), Amanecer en el valle del Sinú (1983-1986), Del Amor (1982-1987), Hijos del tiempo (1989), Esplendor de la mariposa (1993) y el volumen póstumo El libro de la locura (2000).