Luis Antonio de Villena |
Conocí a Borges ya
viejo. Y quizá como otros tiendo a considerar
que el anciano de
sonrisa perpetua, aferrado a su oscuro bastón
no debió conocer la juventud. Es este Borges al que
retratamos una
tarde de 1982. El Borges
que (con su peculiar acento, su continuo
tentar la ironía)
hablaba continuamente de libros y de palabras…
Recordaba un verso
de Lucano, traducido por Juan de Jáuregui,
y lo repitió varias
veces, una mientras yo lo conducía al lavabo:
“Muere el mar y es
cristal su monumento” ¡Caramba qué verso!
volvió a reiterar el
mítico ciego, acaso para ocultar lo demasiado
humano inevitable.
Como algunos grandes conservadores tenía
muchas
proclamaciones anarquistas. Había vivido para los libros
y en los libros. Pero
¿no hubo más? ¿Quién era María, quién su
casi infinita madre,
quién aquella Estela Canto a quien dedicó
y regaló el
manuscrito minucioso de “El Aleph”? Como le hubiera
gustado decir,
Borges era muchos y todos misteriosos, como tú,
casi como
cualquiera. Pidió, otra tarde, que le leyéramos un fragmento
de un viejo cuento
suyo, que no recordaba. Lo hicimos. Y cuando
surgía la frase carismáticamente borgeana, decía: “No está
mal eso.
¿Verdad? ¡Caramba!
¿A quién se lo habré copiado yo?”. Cuando alguien
le preguntó qué
pensaba de quienes decían cosas contra él, acentuó
la peculiar sonrisa
indefinida: “¿Qué voy a pensar, ché? Bueno, que
tienen razón, ¿no?”
Recuerdo cuando, adolescente, leí el primer poema
suyo que me fascinó,
“España”. Recuerdo miles de posteriores lecturas
deslumbradas: “¿Es posible que yo, súbdito de Yakub
Almansur/
muera como tuvieron
que morir las rosas y Aristóteles?” Hizo,
con daño oculto, de
la ceguera un don y se esforzó en la humildad
de quien sabe con
sir Thomas Browne que “el olvido es insobornable.”
Su presencia
tranquilizaba, pues era igual a lo que imaginaste
y te gustaba saberlo
próximo a Quevedo o a Lugones, cuando
leía con voz exacta:
“Detrás de los mitos y las máscaras,/ el alma,
que está sola.” También ante el espejo en que no podía verse,
resignándose al
retrato: “La justa y vasta y necesaria muerte”
Adiós, Borges. Sin
usted todos seríamos, en verdad, mucho menos…
Madrid, 27 –IX-2013.
Publicó, aún con 19 años, su primer libro de poemas, Sublime Solarium. Su obra creativa -en verso o prosa- ha sido traducida, individualmente o en antologías, a muchas lenguas, entre ellas, alemán, japonés, italiano, francés, inglés, portugués o húngaro. Ha recibido el Premio Nacional de la Crítica (1981) -poesía- el Premio Azorín de novela (1995), el Premio Internacional Ciudad de Melilla de poesía (1997), el Premio Sonrisa Vertical de narrativa erótica (1999) y el Premio Internacional de poesía Generación del 27 (2004). En octubre de 2007 recibió el II Premio Internacional de Poesía “Viaje del Parnaso”. Desde noviembre de 2004 es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Lille (Francia).
Ha escrito y escribe artículos de opinión y crítica literaria en varios periódicos españoles desde 1973. Ha colaborado en numerosos programas televisivos y sobre todo radiofónicos. Actualmente colabora en El Mundo y en Radio Nacional de España. Ha hecho distintas traducciones, antologías de poesía joven, y ediciones críticas.
A pesar de sus múltiples actividades, y de su gusto por la narrativa y el ensayo, cuando le preguntan, no duda en calificarse como, básicamente, poeta.
Además, Villena es noble. Javier Marías -actual monarca del Reino de Redonda le otorgó en 1999 el título de Duke of Malmundo.