sábado, 2 de agosto de 2014

Dionisio Ridruejo: 2 Poemas




Dionisio Ridruejo






















Una Carta

Existen estadísticas. Sabemos
cuántos  corazones humanos se paran por minuto.
Y vivimos  en paz. También al nuestro
le llegara su hora.
Pero estamos metidos en el salón de  espejos
donde el mundo se hace.
En cada espejo afirma y nos afirma
y lo afirmamos. Cuando alguno quiebra
o se desluce repentinamente,
hay un largo vacío de tiniebla
como cuando la luz se apaga en un discurso
y lo disuelve.
Ha llegado la hora y no ha llegado.
El espejo abolido abre otra galería
que da hacia lo irreal y el mundo queda
como suspenso. Pronto reanuda
su imperio. Están los otros y hasta alguno
nuevo para volvernos al oficio
que no consuela lo que pierde.
Porque quedamos empañados, vueltos,
en un vapor de niebla,
hacia la galería tan profunda como el dolor,
tan rica de fantasmas como la vida misma
ya casi por entero desovillada en nuestros pasos.
Caminando por ella,
recreando sus escenarios con relieve sordo,
se va embotando lo que fue punzante
como la sobrecarga del latido
que se abulta en la soledad del sufrimiento
y se hace ya desgana de volver al presente.
Se endulza a más dolor,
a dolor apiadado,
volviendo la cabeza con los ojos llovidos,
llevándonos a hablar con nuestros muertos.


El Miedo Americano

La noche imaginada
es porosa y con bocas
de Colt y parpadeos
de ojos tácitos. Tiene
sus casas recogidas en madera
de desierto con perro. Y hay crujidos
de arboleda  y serpiente
en un acecho negro.
¿Es verdad? ¿El cuchillo,
la bala, el puño sordo,
el grito de muchacha violada
que expira, el paseante hecho despojo
y ahorcado  con su   cinto,
los millones de manos, de pupilas,
de pasos redoblantes, de centellas
con sangre, son del  sueño?
Era día    luciente
y un tumor cerebral atado a un rifle
subió  ala torre y explotó dejando
media milla de muertos.
El motor que hace pausa y roba al niño
necesita la luz. Voy caminando
por esa esponja del terror unido
al “¡Qué más da!” que traigo
desde lejos, incrédulo.
No veo más que brazos
de árbol amigo y luz en lejanía,
y solo escucho las respiraciones
sosegadas llegando por un aire
de perfume y caricia
que sostiene las pálidas estrellas.



Dionisio Ridruejo (Burgo de Osma, Soria, 1912-Madrid, España, 1975) Poeta y cronista. Publicó en poesía: Plural y singular, 1935; Primer libro de amor,  1939; Poesía en armas,  1940; Fábula de la doncella y el río, 1943; Sonetos a la piedra, 1943; En la soledad del tiempo, 1944; Poesía en armas, 1944; Elegías (1943–1945), 1948; Hasta la fecha (Poesías completas), 1962; Cuaderno catalán,  1965; Casi en prosa,  1972; En breve, 1975.