Juan Carlos Miranda Ponce |
Si para extrañas visiones naciste,
vete a mirar lo invisible
vete a mirar lo invisible
John Donne
Estrella
Polar
Madre de los aguaceros
Sombras femeninas esperan la luz del día
Las olas del atardecer decrecen en su reflejo
La ciudad está destruida
Los ciclos de la rosa señalan la ruta
de cincel en la conquista de los polos inexplorados
El navegante dibuja el fin del mundo/
Viaje y enigma
Mar en estanque sagrado desnudo me entrego a tu abrazo sucesión y olvido
región de alada mirada Helena Blavatsky vidente escribe la alegoría del viento
Su rostro que asombra y delata réquiem sin máscara
canta las coordenadas secretas de la aurora
Sonríe
Déjà vu
Mi viaje no
era territorial debía convertirse en un
viaje psíquico fundirme en la luz del
primer recuerdo secretero el momento cuando por vez primera miré el mar
sumerjo mis vértebras en la arena caliente ascenderá lenta la marea fuente de deseos abadía de tempestad
Abrazo y distancia
las horas sobran misterio cifrado
del desierto/
Amianto
Madera
evanescente frágil merluza cuando la
comedia inaugura el doble viaje de ascender al mar desconocido Andrómeda
profanada constelación… domesticaste al animal en su guarida la carta del marinero llueve
sobre el arco de tu rostro en la bóveda de amianto/
Sobre la resonancia de una
segunda versión
Sostuve en
el estertor del sonido, la frecuencia y el estruendo.
Una danza que mira la nieve, hierve la sangre, una
escalera inversa bajo el agua, la puerta abierta al tímpano sordo que hunde su
esmaltada resonancia, sin palabras, la imagen ineludible de fuerzas y entrañas
marchita las cuerdas del vientre solar en su rostro cambiante.
Diagrama del
verbo sin carne, silencio de silicio en la tinta hurgada
Los colores
en las palabras me anuncian el fin
Lo
imperceptible
Escribir.
Vibrátil
a
Jacko Pastorius
Cuando la gravedad de la frecuencia sin sonido/
viaje en tus dedos/ la partitura de las ilusiones combustione el frío frenético
en tu fiebre de licores y noches sin fin/ dibujarás sobre el viento la humedad
salada/ el anhelo de cariciar los vestidos de la abuela/ el rocío en la seda de
sus plantas/ su palabra en brizna de xilófono y canto/ el vuelo de teclas sobre
tu mundo ardido/ casi desapareciendo en el lugar más aislado de los témpanos de
hielo y sangre.
Estaré en tu frente como un pequeño arpón
encendido/ soplando las llamas que danzan y retuercen el reflejo de un
espejismo retráctil/ acústico.
Cuidaré de ti/ aguardarás que el día te domestique
con sus ansias/ no habrá preguntas insomnes sobre el silencio/ acordes de la
lluvia planeando el dédalo de tu cielo/ no gritarás tu nombre sin nombre.
Levantaré tu costado para que la música se
impregne en cuerpo y estallido/ sinfonía dando oxígeno y músculos a un pulso
amenazado por una enfermedad sin rostro.
Cuando la gravedad de los signos de forma y
policromía a tus dedos/ lograrás conversar con la piel del árbol/ sanará los
huesos rotos/ nuevamente tu ojo de cíclope cantará la lágrima encendida.
Las olas
Poética en danza aerodinámica
a Virginia W.
a Virginia W.
Tres escenas
fragmentadas
1. El Faro
2. Naufragio Escarlata
3. Iridiscente
El faro
Un arco
de fuego ardía en el borde del horizonte, y a su alrededor el mar lanzaba
llamas doradas…
Desde la
arena, el cuerpo de Rhoda, gime y contorsiona lenta su acústica oquedad.
Descansa. Escucha los veleros de otras islas. La música es el paradigma del
océano en penumbras.
Toda su
piel está imantada al solar, repta, gesticula, arrastra cabeza, piernas, manos.
Sufre de ceguera, busca el faro de la incertidumbre en una danza equívoca de
provocada intemperie.
El
destiempo emerge en el espiral cósmico del caracol. Abre y cierra los ojos.
Buscará la salida a otro oleaje de espinadas efervescencias, flota su cuerpo al
borde de la playa, donde está el faro de la otra danza?
Naufragio Escarlata
El choque de las olas al romper llegaba a sordos golpes,
como maderos al caer sobre la playa…
El
cuerpo de Bernard, emerge desde la profundidad del silencioso grito, salta para
tocar el astro herido del túnel zigzagueante. Todo es vértigo y velocidad
sincronizada, sus brazos, hélices de otra maquinaria, donde la danza provoca
una extraña máscara sin gesto.
Diagonales
dentro de un cuadrante onírico, la marea violenta es el cuerpo, la sal de la
partitura combustiona los enjambres de saltos y caídas repitiéndose una y otra
vez, como fotogramas ilustrando el fin de los días
El
cuerpo del naufragio es el pájaro escarlata que no cesa de anhelar el arrecife
de la música.
Rodeado de un círculo dorado, el
espejo mantenía la escena inmóvil, como si en su ojo fuera eterna…
La
máquina de escribir es un cuerpo destruido por el cuerpo lumínico de Neville,
las páginas recrean el autorretrato de la luz equidistante. El mar perfora la
sombra de las letras, detrás del escenario sin dimensiones habita una mujer
giganta como la ola de la danza invernal.
Ecos
diluidos en el vacío de la música. Fosforescente líquido el aguaje profundo de
la osamenta que baila en el destierro de luz y sombra, qué es el mar. Quién es
el naufragio. Cómo se puede bailar bajo el agua oscura del desierto.
Tridente
lastima la superficie dorada de la ola. Soy la ola que inunda la esfera.
Te
espero desde el humo de tu cigarro enloquecido.
Breve historia
del silencio
a E.G.
desde la infancia
La boca estaba
más roja que nunca; sobre sus labios había gotas de sangre fresca que caían…
Bram Stoker
Escribir sobre Entre la miel y la sangre, es abstraerse en un viaje donde la
substancia onírica de las letras transmuta en un cuerpo dilatado por la luz, la
invención de la ciudad, y su otro costado: la soledad, la ausencia, los
recuerdos y sobre todo el silencio como forma integral del lenguaje. Cerrar los
ojos y percibir como se dibujan los signos sobre el papel, determina la
creación de un nuevo territorio en expansión, meridianos que cruzan la
descompresión de las palabras rotas,
que se transforman, imantadas a los pasos de un tiempo que nos permite habitar
este gran escenario de la poesía y su misterio.
Aquí, los poemas se mueven como ángeles decapitados en búsqueda del
retorno al paraíso, dejar sus huellas en la Ciénega de un laberinto que es bruma y materia,
colores grises que renacen de la mente del poeta y su conjurada
esencia…nocturnidad. Si de la dualidad aceptamos la condición de reunir dos
caracteres distintos en un mismo objeto, logramos reconocer que en Entre la miel y la sangre se
encuentran juntas dos polaridades líquidas y al mismo tiempo igníferas.
Sostener un diálogo con el presente pentagrama de imágenes y entramados
sensoriales, nos brinda la sensación de desahogo. En la tierra del miedo sobrevivo, supervive el deseo por
descifrar una escritura contenida en la ceniza
silencio del recuerdo, como una caída sin vértigo el pulso de los poemas
van entre encrucijadas y malabares para el lector de mirada aguzada e
intemporal.
El faro por donde nos conduce en el río de la
poesía, no cesa de alumbrar el mundo que diseñamos como un nuevo cartograma, un
nuevo aliento para continuar y decir en
mis manos tiembla la palabra…el telón sigue cayendo en el néctar del
silencio.
Juan Carlos Miranda Ponce (Quito, Ecuador, 1975) Escritor, Artista escénico &
Gastronómico.
Estudió Ciencias del Lenguaje y
Literatura en la
Universidad Central del Ecuador. Dramaturgia en el Teatro
Experimental de Cali-Colombia con Enrique Buenaventura. Danza
contemporánea en la Compañía Nacional de
Danza. Poéticas de la Gastronomía con el maestro Terry Araujo.
Participó con sus obras performáticas en espectáculos de Varieté en arte
contemporáneo y gastronomía en varias
ciudades de Venezuela, Colombia, Ecuador, Chile, Perú, Argentina, Nicaragua,
Cuba. Premio Internacional de poesía Heraldo de Vallejo, otorgado por la
Alcaldía de Santiago de Chuco y el
Instituto nacional del libro y la lectura del Perú, 2002. Becario de
la Fundación Pablo Neruda, Santiago de Chile, Valparaíso, Isla Negra.
J. Malatesta, EM, Enrique Hernández D'Jesús, Juan Carlos Miranda Ponce, Caracas, 2015. |
Ha publicado Poemas del
No-Mundo, Editorial Regina 1999, Quito Cosmología
de la carne, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 2000. La letra con
sangre entra, Ediciones Látigo, 1era edición 2005, Quito, 2da
edición Editorial Big Sur Argentina 2009. Las cuatro estaciones del frío, Ediciones de la línea imaginaria,
2009. Quito Extraterritorios, MDE
2011, Quito Refractario en altamar
editorial Big Sur, Argentina, 2011. Antología
Seis poetas contemporáneos del Ecuador. La Habana-Cuba centro cultural Dulce María Loynaz MDC 2012. Refractario
en altamar, Premio nacional de poesía para las artes MDC, 2012 Quito. Lumínica y otros delitos, Premio de
poesía del Gobierno del consejo provincial de la provincia de Pichincha 2013.
Parte de su libro Helio ha sido
traducido al inglés, portugués, francés y alemán.