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jueves, 11 de julio de 2019
Edda Armas, novedad editorial, antología
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Antología,
Edda Armas,
Novedad Editorial
Jo Anne Engelbert: Esteban Moore, translations
Autumn
Upon the sudden calm
of the water
the wind plays
ancient arpeggios
Here is music
forbidden to the human voice
Spacious laments
that make the foliage quiver
Overtones
of creaking branches
and the rustle of dry leaves
Crescendo incessantly roving
the Pampa's limitless plain
Old
Bill Explains a Poem
The poet says that when he went back to visit the lake
he'd known as a child --he recalled the image
of the swans
--still elegantly swimming there--
from a new perspective
he
guessed their number
---at nine and fifty/ a mathematical operation
that did not pretend to be an exact count --of the quantity of birds
who --in the clear green water --were shaking
their
long
necks --and
flashing --the color --of their extended wings
--toward
the heavy sky...
his sole concern
he says -- was the music of the
cipher-------------"the rest just
seemed irrelevant"
W.B.Y. in
memoriam
The object in its natural state
“no ideas but in things"
William Carlos Williams
The old rails - burnished by the friction of the
wheels
of the speeding underground trains ----gleam in the
dim light
that illumines - the long tunnel
and within that straight glimmer - of metal
receding toward
the brightly lit next station -----------------
dwells the poem
to Jorge Rivelli
Jo Anne Engelbert (Kentucky,
1933) is Professor Emerita of Latin American Literature at
Montclair State University where she established the Spanish Program in
Translation and Interpretation. She has translated short stories, poems
and essays by forty Latin American writers, including Isabel Allende,
Luis Rafael Sánchez, and Ariel Dorfman Her work Return of
the River by Honduran poet Roberto Sosa won the National
Translation Award in 2003 from the American Literary Translators
Association. In addition to articles on translation pedagogy, she has published
Macedonio Fernández and the Latin American New Novel (New York
University Press, 1978) and Macedonio: Selected Writings in
Translation (Latitude Press, Texas, 1984). She has taught
literature and translation at universities in Puerto Rico and
Nicaragua. Since retirement she lives in St. Augustine, Florida and has
taught poetic translation at the University of Florida at Gainesville.
Esteban Moore (Buenos Aires, 1952)
Poet, essayist and translator. His eight books of poetry are included in
the collection Poems (1982 - 2007) (Córdoba, 2015). His essays
are collected in the volume Versiones y apropiaciones (Córdoba,
2012). His poetic translations from the English include the poetry
of Lawrence Ferlinghetti, La poesía como un arte insurgente (Córdoba,
2018). In 1990 he was invited to The Jack Kerouac School of
Disembodied Poetics, Naropa Institute, Boulder, Colorado, where he
initiated a translation project, and to Vienna, where he taught poetry and
translation at the Schüle fur Dichtung in Wien. In 2005 and
2010 he gave seminars at the Escuela de Poesía de Medellín on the poetics
of the Beats. In 2012 the University of Carabobo, Valencia, Venezuela, awarded
him the Alejo Zuloaga Order in poetry. He serves on the boards of the magazines Prometeo,
published by the
Medellín International Poetry Festival and
Poesía, University of Carabobo, Venezuela.
He has won support grants and the
Poetry Prize from the Fondo Nacional de las Artes, a public cultural
institution run by the Argentine government.
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translations
miércoles, 10 de julio de 2019
LUISA FUTORANSKY: poemas de Los Años Argentinos (1963-1972)
Luisa Futoransky |
POEMA
A veces uno se encuentra
sucio, atascado y con la vergüenza de aguantar lo que nos hicieron, lo que nos
hacen y poner la cara a lo que hacemos.
Sucede también enojarse de impotencia ante
los fracasos cotidianos y las cosas imposibles de obtener.
Sucede no poder reír en
esta ciudad triste y egoísta.
Sucede el miedo de
quedarse toda la vida atornillado a la oficina.
Está
el terror de levantarse y ya no ser amado o dejar de amar.
Está
no sucumbir en el teatro y pronunciar las palabras exactas para defenderse.
Está
saber qué hacer
con tanto amor y dónde guardar tanta esperanza; pero es muy difícil con esto
intentar apenas un poema."
De Trago
fuerte (1963)
HISTORIA
DE TZIGANOS
En memoria de Itzak
Leizer, mi abuelo, porque a
los cinco años me enseñó
la historia del mundo.
Tomo
el fuerte, fino, ancestral hilo de voz
y
pese a que la palabra no es menester de mujeres,
con
el valor de la inconsciencia,
la
mano golpeando el pecho y la cabeza baja,
entro
en el sitio desconocido pero certero del misterio.
No
puedo nombrar la vedada raíz que nos sustenta
ni
la obcecada tenacidad de la luz.
Simplemente
han sido.
El
orden se respeta y las estrellas, voluntariamente,
no
cambian su lugar.
Qué
lejos la vecindad poderosa
que
permitía el rostro del milagro!
Qué
lejos el testimonio!
Con
perfidia, la niebla se arropa en nuestra nombres.
Los
ríos enmudecen.
Sólo
de ti, oh belleza del inicio
restan
algunos muros olvidados.
Alguien
llora tu ausencia
y
el secreto inefable persiste en las aguas.
Tradición
cruel, todos los infiernos de la historia
se
legan de palabra en palabra
de
sangre en sangre
de
expiación en expiación.
Espesos,
los siglos han cubierto la miel y la leche,
tanto,
que los hombres perdieron el lenguaje de los elementos.
Es
hora de limpiar nuestras arpas
y
levantar las hojas de los sauces
para
que los melismas ocupen la voz de ciertos jóvenes.
El
hálito de Lo Que Es
resucita
viejos verbos
hasta
que caen las vestiduras de la infamia.
Quién
osa medir las consecuencias del tiempo?
Quién
osa aborrecer de los justos?
La
paz, oh la paz, levanta su letargo.
Obedezco
el mandato. Ciegamente. Hablo.
De El
corazón de los lugares (1964)
VIENTO
DEL NORTE
Mariscal de los vientos
obra tuya es esta
violencia que repta
desde los poros de mi
celda hasta atravesar la corola
de las plácidas flores
oleaginosas de esta tierra de llanura.
También a tu industria se debe el
vaho nefasto
que envuelve a la ciudad
en el más cruel de los desasosiegos.
Viento del norte regente
de la demencia
que guardas en tu
memoria la crispación última
de las vírgenes
sacrificadas en el corazón del Ande
y aun paladeas con
delectación el zumo de su sangre!
Mira viento y enorgullécete del temor reverencial que
abre tu paso:
el grito nervioso de los
gallos te presiente,
las armas blancas
relumbran de gozo a tu acecho,
la luna, tu aliada,
contempla satisfecha el desvarío
y te dona sus mareas más desoladoras,
aquéllas que sólo conocen los
navegantes
expertos en el
infortunio de los naufragios.
Grave es tu magnitud,
viento, en la desgracia
y aceradas pese a su
lozanía deben ser las agallas
de todo ser vivo para
resistir la furia de tu embate.
Pero ya te vas dejando
marcado a fuego
en la frente de los
muertos
para que nunca sepan del
olvido
un tendal de derruidas
construcciones de los hombres,
de jóvenes árboles
desconocidos de su raíz
y de mujeres estacadas
que deliran en su agonía
las más salvajes y
cruentas historias de amor.
Parte ya viento del
norte
digiere con lascivia las
víctimas de tu vendimia
que este verano ha
superado en mucho
la prodigalidad de tu
esperanza.
DeBabel
Babel (1968)
PROBABLE
OLVIDO DE AL-ANDALUS
Las pequeñas historias,
lugares, rostros, olores,
se asesinan los unos a
los otros.
Un país
se te encima al de ayer,
un rasguño
puede escamotearte la gran cicatriz.
La palabra suele
convertirse entonces
en un vicio vergonzante
de soledad.
¡Y qué te resta
luego de tanta frágil
arrogancia!
Descubriste el vacío y
sin inmutarte
cargas el sino que te
corresponde.
Tu sitio, ya lo sabes,
partió cuando llegaste.
De Lo
regado por lo seco (1972)
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Luisa Futoransky,
Poesía
Mariano Rolando Andrade: Luisa Futoransky, El inicio de un trabajo indispensable
Mariano Rolando Andrade-Luisa Futoransky |
El objetivo declarado de este libro es simple:
iniciar la recopilación de toda la poesía escrita y publicada por Luisa
Futoransky desde su primer poemario, Trago Fuerte,
de 1963, hasta sus trabajos más recientes. La idea surgió a mediados de 2018 en
el café Le Rostand de París, nuestro lugar de encuentro desde hace unos diez
años, primero todos los jueves cuando volví a vivir a Francia entre 2009 y
2011, y luego de manera mucho más esporádica, una o dos veces por año, cuando
paso de visita por la ciudad y nos reencontramos. Fue en una de esas charlas
que tenemos sobre todo y nada, siempre con la literatura como eje, que le
propuse a Luisa dedicarme a recuperar todos sus poemarios publicados en estos
ahora más de 55 años y comenzar a armar su obra reunida, mientras ella continúa
con tranquilidad con su sana costumbre de regalarnos nuevos libros y nuevos
versos. Me pareció que había llegado el momento de arrancar con este trabajo
indispensable de reunir lo disperso acá y allá para que los textos “olvidados”
volviesen a circular. Generosa como siempre, Luisa, un poco sorprendida por el
proyecto, dio su luz verde para la aventura.
Al hablar
de la obra de una poeta de tan vasta trayectoria, a lo que debemos sumar su
carácter itinerante (más de media vida entre Japón, China, Italia, Israel y
Francia), se puede comprobar rápidamente que lo más antiguo de su producción
literaria no está al alcance de la mano —o directamente es inaccesible—, y
siempre corre el riesgo de perderse en los laberintos de la inmensa memoria de
la Biblioteca Nacional de Argentina, o alguna biblioteca privada. Los primeros
libros de Luisa simplemente no se consiguen, y por lo tanto no pueden leerse.
Imaginé que así como yo estaba interesado en leerlos, otros también querrían
hacerlo. Por eso, hay que volver a ponerlos sobre la mesa y en las librerías.
Para que
aquello que hablamos una tarde en París no quedase en palabras al viento o en
una expresión de deseos, dada la magnitud del trabajo (al menos para mí), pensé
que el mejor modo era dividir de manera cronológica las publicaciones y dedicar
un “primer tomo” a los años argentinos de Luisa, aquellos anteriores a su
partida definitiva del país a mediados de los 70 y que corresponden a su “nacimiento”
como poeta y escritora, a su juventud, a sus primeros viajes. Se encuentran así
en este volumen el ya mencionado Trago Fuerte
(1963), El corazón de los lugares (1964), Babel Babel (1968) y Lo
regado por lo seco (1972).
La
construcción de la poeta tuvo como escenario principal a Buenos Aires.
“Estábamos buscando un sentido a esa Buenos Aires que siempre se nos escapó por
la tangente. Esa Buenos Aires hirviendo de calenturas y utopías mil”, según sus
propias palabras. Pero también desde muy temprano el viaje estuvo presente como
componente esencial e indispensable de su formación literaria. Por ello no es
nada casual que su primer poemario haya sido publicado en Potosí, Bolivia, en
una de esas primeras travesías. La recuperación de este volumen, que no se
encuentra en la Biblioteca Nacional, ya justifica a mi entender el trabajo
emprendido.
“Luisa
Futoransky, es una muchacha argentina, de extraordinaria sensibilidad lírica.
Voluntariosa, no sabe de imposibles. En el último tiempo ha viajado por gran
parte de Suramérica, conociendo gentes y tierras, saturándose de sueños y de
paisajes. Vibrante antena para recoger lo que hay de natural y propio en el ser
americano o para grabar en el alma los espléndidos paisajes de la montaña y del
valle, nos dará, en lo futuro, obra sazonada de su experiencia estética y
humana, como ahora, a su paso por Potosí, nos dejó para su aparecimiento, este
ramillete de poemas, miel y sal de su espíritu luminoso”, dice la corta
presentación de Armando Alba, el director de la colección de la editorial
boliviana donde aparecieron sus primeros versos, escritos en Buenos Aires entre
1960 y 1961.
La profecía
de Alba sobre la joven poeta prometedora se cumplió. En la temprana Futoransky
está ya la Futoransky que conocemos hoy en día. Pero también está una
Futoransky desconocida, una Futoransky más cruda y más emocional, más desnuda
tal vez, como lo muestran los versos de Trago Fuerte en los que canta al amor y sus
dolores:
“me conozco en la fuerza de su mano
y la textura de la mía hasta encontrar la noche
en la gravedad de su olor
en el ruido de su paso
en las horas detenidas en la cama de viernes a
domingo
en el cuidado de cuidarlo y de cuidarme
en lo que nos hace falta
en esto que tenemos
amo
y él dice lo mismo”
Una
Futoransky que también nos deja ver sus influencias, sus lecturas de aquel
entonces, como en ese “Nuevo barco ebrio” rimbaldiano de Babel
Babel:
“Bajel, cuando llegue la mañana
serás alguien experto ya en la desolación de los
naufragios
y la tierra habrá bebido tu inocencia:
la playa donde arribes te tiene reservado
el más cruel de los desiertos
y el más infernal de los silencios;
no vuelvas tu cabeza
porque es en vano que pretendas ayudar
al que a sus espaldas ya emprendió la estéril
travesía.”
O los
poemas con la mente en T.S.Eliot, la presencia temprana ya de temas universales
vinculados con las sagradas escrituras como Jonás, o los mitos griegos como los
de Ulises y Eurídice, la primera experiencia en Israel contada en “Amanecer en
Hebrón” de Lo regado por lo seco (1972):
“It’s
dangerous for you, me dijeron los militares que me vieron derivar a
las 7 p.m. con mi gitanerío a cuestas, pueblo abajo en Hebrón”.
“El poema
hay que irlo a buscar”, suele decir Luisa. Y vaya si lo ha estado haciendo
desde ya hace más de 50 años, con una exquisita erudición y su infatigable
carácter de exploradora de la palabra. En Futoransky se condensa lo más
argentino de la lengua española y lo más universal de las tradiciones
literarias, una suerte de Arca de Noé de nuestra poesía, un delicado ejercicio
de equilibrista entre lo arltiano y lo borgeano.
En
estos primeros poemarios —“mi catedral de ruinas”, como los define— vemos
también un componente esencial de toda su obra: la música, algo que viene con ella desde los tiempos del
Conservatorio Municipal de Buenos Aires con Cátulo Castillo como profesor, así
como de su pasión por la ópera. Junto a esa melodía,
a veces explícita y otra secreta, que articula sus poemas, se despliegan
diferentes registros lingüísticos, que van del hablar de los arrabales y su
Santos Lugares natal a un lenguaje más lírico y
elaborado, y que provocan en el lector una sensación simultánea de intimidad y
extrañeza. Su
permanente andar
por latitudes y decorados lejanos le ha permitido encontrar los pasadizos para
decirnos aquello que se encuentra en lugares a los cuales no podemos acceder
desde la prisa y la ceguera.
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