a Olga Ferrari
Quedó tendida en la cama, desmayada por el puñetazo del ladrón. Éste, lo único que quería era el anillo, una joya valiosa. Se lo sacó del dedo mayor de un tirón. El gesto de Delia, aún sin sentido, fue ilustrativo del dolor. El tipo sonrió de satisfacción.
Se habían conocido unos días antes en un bar. La había seducido como a las otras. Apretó en su mano izquierda el anillo. Entendía de joyas y sabía su valor.
Cerró la puerta del departamento de Delia y se fue, raudamente, hacia el ascensor. “Habiendo escaleras, el consorcio no se responsabiliza por cualquier accidente. En caso de incendio, use la escalera”, advertía un cartelito pegado a un costado del aparato.
Llamó y el ascensor llegó enseguida, como si lo estuviera esperando. Entró y apretó el botón de la planta baja. Volvió a sonreír, con cara de triunfo. Había dado otro buen golpe.
El ascensor se movió, pero hacia arriba.
Alguien—pensó—lo había llamado desde uno de los pisos altos. Al notar que aumentaba en una inusitada velocidad, se alarmó e intentó pararlo. Los botones no respondían. De golpe vio que el anillo, que aún atesoraba apretado en su mano izquierda, voló hacia arriba. Volvió a apretar el botón PB de para bajar, desesperado. El ascensor siguió subiendo. Y no paraba en ningún piso. Se le ocurrió pensar que algo no andaba bien con la ley de gravedad.
El ladrón supo cuál era la última parada cuando vio una llamarada roja en el techo que crecía y crecía. Que inexorablemente, crecía.
Sebastían Jorgi (Lanús, Buenos Aires, 1942) Novelista, cuentista, dramaturgo, ensayista, poeta, letrista, investigador y docente. Ha ejercido el periodismo deportivo y cultural en los medios más importantes del país. En 2011 se publicaron sus cuentos completos: Por Todo el Camino.
Su obra ha sido distinguida en varias oportunidades con los premios: Eduardo Mallea (Municipalidad de Buenos Aires), PEN Club (Argentina), Villajoyosa (Alicante, España), Iberoamericano Javiera Carrera (Chile), entre otros reconocimientos.