Juan Calzadilla |
33
entre el vinil y la silicona,
marcharé avaro forrado de ropas
bamboleándome como un astronauta,
calzado con zapatos de a kilo
descenderé por las dunas de vidrios rotos
y el corcho de los desiertos.
Avanzaré a buscar lo que de ningún
modo encuentro, buscaré
lo que no se me ha perdido
entre resortes cuyos espirales
a mi paso hacen befa de mis pantalones
inflados como globos por el viento.
Subiré a los altares donde
el cobre y la porcelana
al paisaje montan guardia
y en la rosa del orín
dan a beber la gota de agua
que ya no sale por los caños.
Aquí donde el fuego no anda con rodeos
y va rápidamente al grano
como la luz en la punta del rayo.
En: Oh smog, 1977
¿POR QUE TENGO QUE IR MÁS APRISA?
A través de la ventanilla del automóvil
observo yo los muros, las casas, las calles,
los árboles, los pastos, los cultivos, los baldíos
que ante mí también pasan raudos a la misma velocidad a que
yo paso, pero en dirección contraria, como si entre la naturaleza
y yo se estableciera una pugna para decidir quién se despide y
quien se queda.
¡Oh, de ningún modo pretendo ni quiero
permanecer fijo! Mi movilidad es lo que hace que viva.
Es, así pues, mi carta de triunfo.
Pero, ¿por qué tengo yo que ir más a prisa
y dar cuenta de los frutos de mi rápida incursión
por esta vida, de las ganancias y pérdidas
que en el trayecto hice?
En realidad, yo adonde quiero ir es
hasta donde mi viaje termine
No hasta donde ustedes quieren
que yo rápidamente vaya haciéndome creer
que con eso me ahorran más dolores y penas y que la partida y
el final son igualmente fatales. En realidad, como les digo, yo lo
que quiero es que me dejen llegar a donde mi meta se acabe,
tranquilo, sin que sienta pena por no haberme ocupado de hacer
el balance de ganancias y pérdidas,
subido a mí mismo, sí, Y apenas tan rápido
como me lo permitan mis cuatro extremidades.
En: Diario sin sujeto, 1999
ITACA
Es más fácil llegar para el que está dentro
que para el que viene de afuera.
No es necesario que avance andando lentamente
o a la carrera, que sepa la dirección
o que la investigue.
Ni que dé muestras de estar llegando,
liviano o exhausto, a campo traviesa,
por avenidas, bosques
o encrucijadas.
No importa el medio de transporte,
lento o acelerado,
ni la velocidad a que hace
el camino ni el paso de las horas.
Bien enterado del sitio, no necesitará cruzar
el umbral
ni abrir la puerta para informar,
como Ulises, que ha llegado.
Y para que, adentro, en el hogar, estén junto a él
convocados, al calor del fuego, unos brazos,
unos labios, unas miradas.
Bastará que sienta que está en su casa
para saber en ese mismo momento
que, sin necesidad de venir de afuera,
ya ha llegado, ya ha llegado.
En: Diario sin sujeto, 1999
IDENTIDAD DEL TIEMPO
Siempre este empeño bien arraigado en la carne
de hacernos creer que el tiempo es una forma
prostituida del
acontecer y que,
por tanto, puede hacerse
el uso que nos venga en gana de él.
Siempre la jodida noción de que el tiempo gira gris
en una órbita ociosa
y de que el presentimiento de su pérdida
es lo que se estira y encoge en uno con el peso
de un remordimiento
que nunca terminamos de soportar.
Cuando en verdad de lo que se trata
es de comprobar que uno es al tiempo
lo que el tiempo a uno
en razón de que somos la misma
vaina que él.
En: Paisaje sin lugar, 2020
EL ESPECTADOR
He aquí un individuo bien informado.
Tiene por cabeza un televisor.
En los ratos de ocio, cuando su ojo no se vierte sobre sí para
formar una pantalla virtual,
suele usarlo como asiento con el que se permite buscar sitio
entre las ideas del espectador.
Acostumbra desprenderse del aparato para colocarlo entre sus
posaderas y el suelo
siguiendo la costumbre de las aguadoras.
El cuello le sirve de enchufe: es la conexión suprema. Pero si no
fuese por el televisor no tendría cabeza más que para mostrar el
lugar de donde le fue arrancada.
Su naturaleza es el nudo firme de la información.
En: Tácticas de vigía, 1982
En: Oh smog, 1977
LA CIUDAD LE VA SORBIENDO LOS SESOS
1
Todo está dispuesto en la ciudad
para que se entienda que es uno el que está de sobra.
El orden urbano puede pasárselas sin uno.
Y he aquí lo que la ciudad argumenta¨
_Bueno ¿y qué? ¿Por qué no se muda
usted a otra parte? Es usted el que está demás.
No me eche a mí todas las culpas.
2
_Buitre infame, le grito a la ciudad, con lo cual,
creyendo exorcizarla lo que hago es conjurarla.
Y entonces ella tuerce de rumbo desde los osarios,
se devuelve y hace acto de presencia, como
si hubiese sido llamada. Ahora no para devolvernos
la calma, sino para devorarnos las entrañas.
3
No tenemos cómo echar a estos animales
que se han metido en la casa. Es difícil
si se da a entender que la casa es nuestro cuerpo
y los animales los males que se han cebado en él.
_No querrías hacerte daño cayéndoles a palos.
Al final se sabe que la tolerancia
se paga con la muerte.
En: Oh smog, 1977
VENTANA DE NEÓFITO
Estoy poniendo en limpio mi autobiografía
efectuando una especie de balance de ingresos
y egresos morales de mi necesidad expresiva.
desanudando a ésta del enrevesado
mapa de mi cobardía. Confieso que antes había ocupado mucho
tiempo en escuchar a los otros
y en sacar conclusiones serias
acerca de cosas que tenían por eje
todo lo que yo no había sido
Ahora yo sólo trato de oírme a mí mismo
ayudado por una máscara y el perverso
espejo de mi memoria.
Me defino como un sujeto elusivo y, como si fuera poco,
tan escurridizo y ajeno a todos que cuando
por fin hago acto de presencia y levanto la vista
pareciera sólo estar rozado
de lejos, ah interlocutor, por tu mirada.
Me defino como un sujeto que aparece desenfocado
en un primer plano de su ventana de neófito.
O que aún no ha entrado en el marco de ella
O que entró y nunca ha salido.
En: Principios de urbanidad, 1997
BUITRE URBANO
El problema del individuo consiste
en no poder adaptar su vida, en términos físicos,
a un espacio verificable, sino en sobrevivir de alguna manera,
incluso abriéndose paso a
dentelladas, en el que le fue escamoteado.
La ciudad, entretanto, se le aparece como ella misma.
Extraño cómplice que, no obstante, su aparente neutralidad, le
va sorbiendo y sorbiendo los sesos.
_Buitre infame, hubiera podido gritarle en plena plaza, si no
hubiese sido porque tal género de monstruo
no aparece registrado en los libros.
En: Principios de Urbanidad, 1997
Juan Calzadilla (Altagracia de Orituco, Venezuela, 1931) Poeta, artista plástico, y crítico de arte. Irrumpe en el espacio literario venezolano a mediados de 1950 Primeros poemas (1954), alcanzando con Noticias del alud (2009) —su última publicación— veinticinco poemarios. Integrante de El Techo de la Ballena, Calzadilla realizó junto a importantes figuras de las letras y del arte en Venezuela (Adriano González León, Salvador Garmendia, Jacobo Borges, Ramón Palomares, y Caupolicán Ovalles, realizó una labor que unía al mismo tiempo una iniciativa para impulsar visiones vanguardistas, enfocadas en el surrealismo, con una militancia activa y contestataria, producto de la efervescencia política y social de entonces.