“saca tu cuerpo viejo, viejo mío,
saca tu cuerpo de la muerte”
Jaime Sabines
I
Si ese aroma a pinares llegare de esta infancia si anduviese el recuerdo más cauto de puntillas como si la memoria no caducara como si la huesa silencio sin entrañas como si tendría cenizas y sentidos / salvada así la contradicción
de hallar a mi padre sin su enjutez enferma sin su osario un padre mío atesorado en el tiempo común de nosotros / Rota ya la flagrante infancia y rotos ya sus albores / padre padre en la redundancia mejor de su regreso
Parece ser que sólo el verso regresa versura sólo a él la inmovilidad de lo hecho / una vana constatación / si los pinos y toda su fragancia / claro que sí:
allá mi padre padreando en su arboladura pinar
A este lado del muro el jueguito escandido del poema.
II
“La muerte es el comienzo de una guerra donde jamás otro hombre podrá ver mi esqueleto.”
Héctor Viel Temperley
¿Cuál es la infancia mejor? ¿Do la hallares, palafrenero? ¿Aqueste mar es tu mar de marear / tu aguja? ¿Luce así el tiempo tan campante sin su niño?
Los huesitos paternales: ¿dónde fueron a heder?
¿O es sólo tuyo el pater canto al pie de la muralla, Don Jorge?
¿Debiere volver a tu villa de Paredes de Navas tras tu muro en Castilla tan castellana?
¿Funge mi padre guerrero encastillado / me obligas /?
Un tiempo el suyo sin su adarga sin su albarda sin su fasto / apenas
te concedo el ronroneo de un tango sin quebrar aprisa la madrugada
Los albores no es recordarse al gallo pues su alba labor va puerta al puerto
proa a su triste edificio de su fugaz Montevideo ya ni cruel
¿Y si suda mi padre su sudario?
III
Una pequeña gota de ese mar río marrón que entorna mi conciencia
muy fina a su intangibilidad porque la gota de agua escasa ya es idea
Una traza sin huella casi osada de sí / entrada en los años desde su nacencia quebrada / Una minúscula canción engotada nocturna aún sin componer
si fuere certero una gota gárgola que suministra la muerte
Porque no fueras a creer que cualquier dribiling elude la insistencia de su porfía funesta / es decir sin temor a descubrir su desembocadura sin mayores mohines que sólo pueden empeorar las cosas
Uno puede pasársela mejor agotado en su luz reflejada mejor en términos comparativos / no creas / Que de vivir bajo la pendencia de un cabello
tu gota mi gota la gota / incluso / que vertiera mi padre (y que aún fulge en sus ojos ya no vistos entre nuestros pinos) trocarían en espadas, Damocles.
Gerardo Ciancio (Montevideo,1962). Poeta, crítico, ensayista y docente. Ha publicado los libros de ensayo La crítica literaria integral (1998); La ciudad inventada (1998); Entretextos (1999); La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. De Mario Benedetti a Maldoror: miradas sobre la prensa cultural (2007, junto a Jorge Olivera); Soñar la palabra. La canción de Mario: Benedetti musicalizado (2012); las antologías Nada es igual después de la poesía: cincuenta poetas uruguayos del medio siglo (1955-2005) (2005); El amplio jardín. Poesía joven de Uruguay y Colombia (2006); y Los hijos del fuego: novísima poesía uruguaya (2010, junto a Ariel Silva); los libros de poesía Arquitrabe (2010); Cieno (2011); Haikus de Kiushu (2017); Los ojos críos (2021) y Linaje (2021).