Edmond Jabés |
Exterior es el límite. Interior, lo ilimitado.
Para preparar mejor al hombre a morir del hombre, ¿creó Dios el tiempo?
Para dejar a Dios el tiempo de morir de Dios, ¿concibió la eternidad el hombre?
El instante muerde en la duración, nunca sobre la eternidad, que es duración incontrolable.
¿Y si el ayer –oh noche clavada, todo mi pasado- se rehusara a abdicar?
No hay palabra que no esté, desde ya, envuelta de porvenir.
El dolor, la desgracia, acceden, ellos también, a la mañana.
Uno se pregunta en la noche; pero movida por una comprensible necesidad de mirar y,
para nosotros, de mirarnos en ella, la pregunta está siempre vuelta hacia la luz.
La luz de la pregunta nunca es sino la pregunta a la luz.
Hay que haber llorado mucho para apreciar una sonrisa: arco-labios. Arco-iris.
-No puedo conocer a otro sino a través de mí. ¿Pero quién soy?
-¿El fuego conoce el fuego?
-¿El bosque conoce el bosque?
Es a la madera que consume que el fuego le debe el ser fuego; como el bosque,
al fuego que lo reduce a las cenizas, le debe el haber dejado de ser un bosque.
Edmond Jabés: (El Cairo, Egipto, 1912- Paris, Francia, 1991). Poeta de formación y lengua francesa.