Charles Bukowski |
era muchísimo más fácil ser un genio en los años veinte, existían
sólo 3 o 4 revistas literarias y si aceptaban tu trabajo en 4 o 5
ocasiones, podrías terminar tu día en el restaurante de Gertie
posiblemente podrías compartir una copa de vino con Picasso
o quizás en su defecto con Miró.
y sí, si enviabas tus trabajos por correo con el matasellos de Paris
las posibilidades de publicarlas se multiplicaban exponencialmente
la mayoría de los escritores colocaban al final de los textos
la palabra ”París” y la fecha correspondiente.
y con el apoyo de un mecenas había más tiempo
para escribir, comer y viajar a Italia y a veces a Grecia.
era bueno ser fotografiados con otros de tu clase
era importante ser elegante, enigmático y delgado.
fotografiarse en la playa daba prestigio.
Y sí, podías cartearte con 15 o 20 de los otros
quejándote de esto o aquello.
quizás podrías recibir una carta de Ezra o de Hem; a Ezra
le gustaba dar directivas y a Hem lo entusiasmaba
ejercitar su escritura en las cartas cuando no podía
hacer lo otro.
aquellos tiempos fueron los de un gran juego romántico
llenos de furia y descubrimiento.
ahora
ahora hay tantos de nosotros, cientos de revistas literarias
cientos de editoriales, miles de títulos.
¿quién habrá de sobrevivir, salirse de todo este estiércol ?
hacer esta pregunta es casi impropio.
regreso a la lectura de los libros sobre la vida
de los muchachos y muchachas de los años veinte.
si ellos fueron la Generación Perdida, ¿a nosotros
como nos llamarán? ¿sentados aquí entre misiles
y máquinas de escribir eléctricas?
¿la Última Generación?
prefiero pertenecer a la Perdida que a la Última mientras leo
estos libros sobre ellos siento lo que es la dignidad y la generosidad
cuando leo acerca del suicidio del poeta Harry Crosby
en su cuarto de hotel con su puta eso me parece tan real
como la canilla que está goteando en este instante en el
lavamanos de mi baño.
me gusta leer sobre ellos: Joyce ciego merodeando las librerías
como una tarántula, ellos dijeron.
Dos Passos con sus recortes de las noticias y usando una cinta rosa
en su máquina de escribir.
D.H. caliente, excitado y furioso, H.D. lo suficientemente perspicaz
para firmar con sus iniciales que parecían tanto más literarias que
Hilda Doolittle.
G.B. Shaw, hace tiempo establecido como tan noble y tonto
como la realeza, sus carnes y cerebro transformándose en
mármol; un verdadero pesado.
Huxley recorriendo su cerebro con gran satisfacción, debatiendo
con Lawrence que no estaba en las tripas o los testículos,
que la gloria se hallaba en el cráneo.
y ese provinciano Sinclair Lewis apareciendo en escena.
mientras tanto
habiendo finalizado la revolución, los rusos fueron liberados
y estaban muriendo.
Gorki sin nada por lo que luchar, sentado en una habitación
Intentando hallar frases para alabar al gobierno,
muchos otros quebrados por la victoria.
ahora
ahora hay tantos de nosotros
aunque deberíamos ser agradecidos, pues si en cien años
el mundo no ha sido destruido, piensen
cuanto quedará de todo esto:
nadie capaz de fracasar o trascender —sólo
el mérito relativo, que se verá disminuido
por nuestra superioridad numérica
todos seremos fichados y catalogados
está bien…
si ustedes tienen dudas acerca de aquellos otros
tiempos dorados
existían además otras curiosas criaturas: Richard
Aldington, Teddy Dreiser, F. Scott, Hart Crane, Wybdham
Lewis, la
Editorial Black Sun.
pero para mí,
los años veinte se centraban mayormente en Hemingway
saliendo de la guerra y comenzando a tipear.
era todo tan simple, todo tan deliciosamente claro
ahora
somos tantos de nosotros.
Ernie no tenías idea de lo bueno que fue
cuatro décadas más tarde cuando te volaste la tapa de los sesos
acabando la masa cerebral en el jugo de naranjas
sin embargo
te lo reconozco
esa no fue tu mejor obra.
Versión Edmundo Kirk