Rompan los cerrojos, liberen la mente. Walt Whitman ha dejado Paumanok.
Está en el extranjero. Está sentado entre nosotros, en nuestra alma. Envía palomas
mensajeras y aviones de carga gigantescos. Salta a los trenes de carga
y se va rumbo a México. Está en un crucero de la P & O en San Cristóbal
y Barbados. Ha ingresado a la marina mercante. Navega
hacia Guantánamo. Arroja peces al mar en busca de ballenas.
Tiene la barba más grande y larga del mundo. Goza, florece,
da una voltereta, brilla. Hoy cumple doscientos años y le
importa un rábano. Se le metió en la cabeza Sr. Presidente incluso aunque no pueda
ahorcarlo o arañarlo o aplastarlo. Es gloriosamente espíritu, tábano, conejo
y perezoso. Cura nuestras heridas democráticas. Sabe cómo escribir la
historia desde la perspectiva de un guijarro, la mirada de soslayo de un chochín, la serpiente colgada en el árbol. Es blanco y negro y todos los tonos de gris. Es
nuestro amigo y guía y va a elegirnos cada vez que tropecemos. Volvamos
a Paumanok con lo que aprendimos estos doscientos años.
Volvamos para partir de nuevo, con Walt Whitman en nuestra mochila.
Partiendo
Walt explota al impactar con la mente. La nada se convierte en todo, el todo en nada,
se invierte la ecuación: poemas, práctica democrática, frenología, el descubrimiento
de la India. No existe un guijarro bajo el cual Walt Whitman no asome. Me enamoré
de él otra vez en la parada de descanso Walt Whitman de la autopsita de Nueva Jersey. Quise
titular un libro Gran Muñeco Inflable de Walt Whitman. Se retiró a Camden, atendió a los heridos
en Washington, recorrió todo Paumonok, Manhattam y Staten Island, a través de
Brooklyn, Queens y el Bronx. Se convirtió en nuestro primer poeta caminante americano,
y el más fotografiado de su tiempo. Me dio licencia para vagar, socializar, acercarme adonde fuera
que mi corazón quisiera y ahora que he vuelto para quedarme, me invita a ir de nuevo.
La canción hoy
Te oigo cantar. Conozco tu canción. Vadeaste
hasta un gomón, te subiste a un bote de remos. Te colgaste
de un carguero. Tenés un celular y una foto,
y un nombre y número ahí guardados. Llamarás
cuando llegues. Atravesarás el desierto. Sortearás
el muro. Le rezarás a Dios. No volverás.
(Versiones Ignacio Oliden)
Indran Amirthanayagam nació en Ceylán, Sri Lanka, 1960. Es ciudadano norteamericano y reside en ese país. Poeta, ensayista y traductor en inglés, español y francés. Redacta un blog sobre la poesía http://indranamirthanayagam.blogspot.com) que ha recibido visitas de 155 países. Ha editado cinco poemarios hasta la fecha: The Elephants of Reckoning (que recibió el premio Paterson en 1994), Hanging Loose Press, 1993; El Infierno de los Pájaros (con un prólogo de José Emilio Pacheco e ilustraciones de José Luis Cuevas, 2001), Ceylon R.I.P (International Center for Ethnic Studies, 2001); El Hombre que Recoge Nidos (con prólogos de Francisco Hernández y Eduardo Espina, e ilustraciones de Gerardo Cantú, 2005); The Splintered Face: Tsunami Poems (2008). Una edición bilingue de Ceylon R.I.P. será editado en 2010 en México. Sus ensayos han sido publicados en diversos periódicos y revistas incluyendo The Hindu (en la India), El Norte y Reforma (México), The Daily News (Sri Lanka), The New York Times (Estados Unidos). Sus traducciones de la obra del poeta mexicano Manuel Ulacia fueron incluídas en la antología Reversible Monuments: Contemporary Mexican Poetry (Copper Canyon Press, 2002). Ha recibido becas del Fondo México-Estados Unidos (para sus traducciones), the New York Foundation for the Arts y The MacDowell Colony. Sus poemas han sido incluidos en diversas antologías, entre las cuales se anotan ALOUD: Voices from the Nuyorican Poets Cafe, The Open Boat: Poems from Asian America y The United States of Poetry.