Miguel Márquez |
El pájaro del árbol canta claro, escribe
Unos versos con ramas en el pico, nos salpica
Cada vez que raya el cielo, y a su manera
Hace lo suyo para que el mal no se lo lleve todo.
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Las aves que nos distraen cruzan el aire
Con regalos que no podemos soportar,
Crepúsculos otoñales de la infancia,
Amaneceres que no veremos jamás.
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Crudeza del rostro que de las islas viene con sal
En la memoria, con lámparas, con historias,
Barcos serios que navegan en el océano, y gentes,
Que aún se oyen, entre el ojo y la boca.
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La vida transcurre entre la casa
Y el péndulo que en suspenso mantiene
Una aproximación sin sustento,
Un laberinto sin promesas.
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El cuerpo de mi amada tiene
Todos los sustantivos del mundo: hierbabuena,
Cacao, maíz, avena, azúcar, nuez moscada,
Junto a ella, es difícil pensar en el Apocalipsis.
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La belleza es cruel
Como la venganza,
Física y química,
Siempre la exactitud.
(Textos pertenecientes a Reserva y Esplendor
gentileza de Unión Libre- Enrique Hernández D’Jesús)