Denise Levertov (1923-1997). |
Poetas
geniales, de rostros
rosados
e inspirada
formalidad-
ustedes
le han dado al mundo
algunos
bocadillos bien elegidos,
porciones
de lenguaje
presentadas
como se presentaría en el plato
un
bife de chorizo
rodeado
de una elaborada guarnición
y el
postre:
torta
de frutillas, cubierta con salsa de cerezas
flambeadas en calvados.
Adiós,
adiós,
no me importa
si
nunca vuelvo a probar sus finos platillos,
tipos
neutrales, que ven ambos lados de toda cuestión.
Tolerancia,
cuantos crímenes
se
cometen en tu nombre.
Y
ustedes, buenas mujeres que hornean bellos panes,
donantes
de sangre. Sus migas
se
me atragantan en la garganta, no deseo
ni
una gota de su sangre, bombeada
por
débiles corazones, pulsos perfectos que nunca
modifican
su ritmo: insensibles
a
las pesadillas de la realidad.
Es
la sangre de mis hermanos, de mis hermanas
la
que brota a chorros y deja de fluir
para
siempre
porque
vos elegiste creer que esto no te incumbe.
Adiós,
adiós,
sus
poemas
cierran
sus pequeñas bocas,
sus
confituras se cubren de hongos,
una
profunda grieta divide el terreno que nos separa,
y
ustedes no saludan, están mirando
hacia
otro lado.
No habremos
de encontrarnos nuevamente-
salvo
que ustedes logren saltar la grieta,
dejando
detrás
suyo los apreciados
gusanos
de su desfalleciente pasión,
sus
pálidas ironías,
sus
festivas, violentas, burlonas, mesuradas
opiniones,
sí, salten
hacia aquí, ¿des-
mesuradamente?
… entonces
como
habrán de fluir
nuestras
lágrimas fanáticas
y
mezclarse
por la alegría.
(Versión Esteban Moore)