Carlos Drummond de Andrade |
Manos Tomadas
No
seré el poeta de un mundo caduco.
Tampoco
cantaré el mundo futuro.
Soy
prisionero de la vida y miro a mis compañeros.
Parecen
taciturnos pero nutren grandes esperanzas.
Entre
ellos, considero la enorme realidad.
El presente es tan grande, no nos distanciemos.
No
nos distanciemos, vayamos de la mano.
No
seré el cantor de una mujer, de una historia,
no
hablaré de suspiros al anochecer, del paisaje desde la ventana,
no
distribuiré estupefacientes ni cartas de suicida,
no
escaparé a las islas ni seré raptado por serafines.
El
tiempo es mi materia, el tiempo
presente,
los
hombres presentes, la vida presente.
Mundo Grande
No,
mi corazón no es mayor que el mundo.
Es
mucho menor.
En
él no caben ni mis dolores.
Por
eso me gusta tanto contar de mí.
Por
eso me dispongo,
por
eso me grito,
por
eso frecuento los diarios, me expongo crudamente
/en las librerías:
preciso
de todos.
Sí,
mi corazón es muy pequeño.
solo
ahora veo que en él caben los hombres.
Los
hombres están aquí afuera, están en la calle.
La
calle es enorme. Más grande, mucho más grande
/delo que yo esperaba.
Pero
tampoco en la calle caben todos los hombres.
La
calle es más pequeña que el mundo.
El
mundo es grande.
Tú
sabes cómo es de grande el mundo.
Conoces
los navíos que llevan petróleo y libros,
/carne y algodón.
Viste
los diferentes colores de los hombres,
los
diferentes dolores de los hombres,
sabes
cuán difícil es sufrir todo eso, amontonar todo eso
en
un solo pecho de hombre… sin que estalle.
Cierra
los ojos y olvida.
Escucha
el agua en los vidrios,
tan
calma. No anuncia nada.
Mientras
se escurre en las manos,
tan
calma! va inundando todo…
Renacerán
las ciudades sumergidas?
Los
hombres sumergidos —volverán?
Mi
corazón no sabe.
Estúpido,
ridículo y frágil es mi corazón.
Solo
ahora descubro
cuán
triste es ignorar ciertas cosas.
(En
la soledad del individuo
desaprendí
el lenguaje
con
que los hombres se comunican).
Otrora
escuché a los ángeles,
las
sonatas, los poemas, las confesiones patéticas.
Nunca
escuché voz de gente.
En
verdad soy muy pobre.
Otrora
viajé
por
países imaginarios, fáciles de habitar,
islas
sin problemas, no obstante exhaustivas
/y convocando al
suicidio.
Mis
amigos se fueron a las islas.
Las
islas pierden al hombre.
Sin
embargo algunos se salvaron y trajeron la noticia
de
que el mundo, el gran mundo
está
creciendo todos los días,
entre
fuego y amor.
Entonces,
mi corazón también puede crecer.
Entre
el amor y el fuego,
entre
la vida y el fuego,
mi corazón crecer diez metros y explota.
—Oh
vida futura. Nosotros te crearemos.
(versión
Gustavo Pereira-Susana da Silva)
Carlos Drummond de Andrade (Itabira, Minas
Gerais, 1902-Rio de Janeiro, 1987, Brasil)