Charles Bukowski |
1.-
Las cabezas de dos caballos cruzando la
meta del hipódromo de Hollywood Park simbolizan la última “agonía” de Charles
Bukowski en “El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco”
(Anagrama, Barcelona 1998), diario ilustrado por Robert Crumb en el que el
autor norteamericano sabe que va a morir, pese a que aspiraba a llegar a los 80
años. Murió a los 73, acompañado de nueve gatos cuyas siete vidas se fundieron
en la del poeta y narrador cuyo ojo cerebral detestaba la compañía de los
humanos.
El 28 de agosto de 1991, a las 23.28 horas,
Bukowski comenzó a escribir la que sería su obra póstuma, toda vez que ésta
salió publicada cuatro años después de la muerte de su autor, editada por Black
SparrowPress con el título original “The Captain Is Out to Lunch and the Sailors
HaveTaken Over the Shop”.
A una hora en que Bukowski viajaba hacia el
infierno –como a él le hubiese gustado decir-, su amigo John Martin, quien
había sido también su editor, encontró entre papeles las hojas que hoy son
motivo de estas líneas.
El 27 de febrero de 1993, a las 12.56
horas, el rabioso escritor cerró el diario y esperó la hora de la muerte. Las últimas
palabras que quedaron de su aliento fueron:
“Que te den por el culo, compañero. ¡Y
tampoco me gusta Tolstoi!”
Un poco antes había renegado de
Shakespeare.
Los belfos de aquellos caballos pudieron
haber cruzado también la meta de Oaktree o de Fairplex Park, pero Charles
Bukowski, para el gusto de algún doble que logre imitarlo, prefirió verlosen el
nombrado un poco más arriba.
2.-
¿Cuántas agonías puede vivir un hombre?
¿Cuántas uno como éste dedicado a escribir desde el desapego, desde su propia
agonía? ¿Cuántas las de un poeta que no tenía esperanzas, que respiraba para
vivir lo que no podía hacer contra el ser que llevaba incrustado en sus huesos?
Charles Bukowski fue un desesperado, un ser
agónico. Un escritor rodeado de fantasmas que sabía matar con las palabras que
publicaba. Liquidaba sus muertes con el filo de la poesía que salía de sus
intestinos, de su cerebro y de sus uñas. De las siete vidas que extraía de sus
nueve gatos y de la silenciosa presencia de su esposa, Linda, la última esposa,
la que lo vio morir.
Fanático del hipismo, este aventurero de la
vida y de la muerte no apostaba por el dinero, aunque a veces le hacía falta,
sino para no morirse en vida. Para soportar la idea de que tenía que morir,
aunque afirmaba no tenerle miedo a la señora calva que en 1994 entró a su cama
y se lo llevó.
En toda su escritura, en ésta de hoy, están
los caballos, los hipódromos, los jugadores y apostadores, los mirones, los
personajes de una novela que terminó de cuajar y que se hizo diario porque esa
era la intención, hacer un diario que terminó pareciendo una novela donde el
personaje principal es el mismo Bukoswki. Una autobiografía con todos los
destalles del espíritu de quien no ocultó nada. La honestidad de este autor
quedó plasmada en las casi doscientas páginas de este largo título que ocupa
nuestra atención de este desocupado y ocioso cronista.
Los dibujos o retratos de Robert Crumb
describen la cara marcada del autor. El rostro con las huellas de la viruela o
de los barros de la juventud. La faz de camionero rabioso. De picapedrero
polaco. De gringo con cara de buscador de pleitos.
Charles Bukoswki y sus nueve gatos.
Bukoswki y sus siete vidas. Charles Bukowski, lengua suelta de la literatura
norteamericana, aún escribe desde la lectura de quienes se acercan a sus
libros, en especial a éste, donde reposa la última parte de su cuerpo y de su
alma.
3.-
Para no perderlo de vista, para
aproximarnos a su talante, a su energía verbal, algunas reflexiones tomadas de
este diario que hunde los dedos en todas las llagas:
“Mi alma está en peligro. Siempre lo ha
estado”. (28-08-91).
“Probablemente tenga alguna enfermedad.
Saroyan perdió el culo en el hipódromo, Fante con el póquer, Dostoievski con la
ruleta. Y realmente no es cuestión de dinero, a menos que se te acabe (…) Ahora
escribo, escribo y escribo, cuanto más viejo soy más escribo, bailando con la
muerte. Buen espectáculo (…) la inmortalidad es el estúpido invento de los
vivos”. (29-0891).
“Debería hacer un gigantesco esfuerzo y
cortarme las uñas de los pies esta noche. Sí, ya sé que hay gente muriéndose de
cáncer, que hay gente durmiendo en la calle en cajas de cartón, y yo estoy aquí
parloteando sobre cortarme las uñas de los pies (…) El hecho de que esté vivo a
los 71 años de edad, y parloteando de las uñas de mis pies, es suficiente
milagro para mí”. (11-09-91).
“No hay que lamentarse por la muerte, como
no hay que lamentarse por una flor que crece. Lo terrible no es la muerte, sino
las vidas que la gente vive o no vive hasta su muerte (…) el dolor no crea la
escritura; la crea un escritor”. (12-09-91).
“Los poetas, los novelistas, los
cuentistas…una pandilla de farsantes. La escritura tiene algo que atrae a los
farsantes (…) Me enteré de que encontraron a mi primera mujer muerta en la
India, y que nadie de su familia quiso hacerse cargo del cadáver. Pobre chica.
Tenía un defecto en el cuello, no podía girarlo. Aparte de eso, era
perfectamente hermosa. Se divorció de mí, e hizo bien. Yo no era lo bastante
bueno ni lo bastante grande como para poder salvarla”. (13-09-91).
“El mundo puede vivir mucho mejor sin
escritura que sin fontanería (…). “Lo que mató a los dinosaurios fue que se
comieron todo lo que había a su alrededor y luego tuvieron que comerse los unos
a los otros, y al final sólo quedó uno, y ese hijo de puta se murió de hambre”.
(26-09-91).
“Sé que voy a morirme pronto, y es algo que
me parece muy extraño. Soy egoísta, me gustaría seguir con el culo aquí,
escribiendo palabras (…) Lo más extraño, para mí, es mirar los zapatos de la
gente después de que se muere. Es la cosa más triste que hay (…) Prefiero
pensar en la muerte que en escritores. Mucho más agradable”. (30-09-91).
“Debería estar muerto. Y lo voy a estar. No
es tan grave cuando lo piensas”. (09-10-91)
“Estúpidos egos perdidos. Yo soy uno de
ésos. Sólo que para mí es un pasatiempo (…) Yo también estoy enfermo, de alguna
manera. No me enfrento a la realidad. Pero ¿quién demonios quiere hacerlo?”.
(14-10-91).
“No podía pasarme la vida tirándome por
precipicios. Quizá después de un descanso pudiera lanzarme al abismo otra vez.
Quizá”. (22-10-91).
“El mundo entero es un saco de mierda que
se está rompiendo por las costuras. Yo no lo puedo salvar. Pero he recibido
muchas cartas de gente que afirma que mi escritura le ha salvado el pellejo.
Pero yo no la escribí para eso, la escribí para salvar mi propio pellejo”.
(03-11-91).
“Uno de mis gatos había regado de semen mi
máquina. Tuve que llevarla al taller”. (22-11-91).
“El principal problema, para los filósofos,
es que deben humanizar su lenguaje, hacerlo más accesible, porque entonces los
pensamientos se iluminan mejor, se hacen todavía más interesantes. Creo que
están aprendiendo que es así. La sencillez es la clave (…) Hemingway nunca se
reía. Alguien que escribe de pie a las 6 de la mañana no puede tener sentido
del humor. Quiere derrotar algo”. (09-12-91).
“Bueno, me muevo entre la novela y el poema
y el hipódromo y sigo vivo” (18-01-92).
4.-
La muestra anterior creo que es suficiente
para sabernos al lado de una contradicción, pero solvente, coherente. Toda
contradicción es así: el ser humano se contradice para poder ser. De lo
contrario albergaría –como ocurre con los déspotas- la idea de ser Dios. Y
Bukowski fue un humano que se agregó demasiado a esa condición, a la de ser
hombre.
Su obra es una suerte de desaguadero por
donde corren todos los desperdicios de la humanidad. Por eso su lectura se hace
imprescindible.
Nos hacemos más humanos al leerlo.
Casi nunca los caballos llegan a la meta
cabeza a cabeza.
ALBERTO HERNÁNDEZ Poeta, narrador y periodista. Egresado del Pedagógico de Maracay. Estudios de postgrado en la Universidad Simón Bolívar en Literatura Latinoamericana. Fundador de la revista literaria Umbra, es colaborador de revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Su obra literaria ha sido reconocida en importantes concursos nacionales. En el año 2000 recibió el Premio “Juan Beroes” por toda su obra literaria, otorgado por el Círculo de Escritores de Venezuela. Ha representado a su país en diferentes eventos literarios: Universidad de San Diego, California, Estados Unidos, y Universidad de Pamplona, Colombia. Encuentro para la presentación de una antología de su poesía, publicada en México, Cancún, por la Editorial Presagios. Miembro del consejo editorial de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo. Ha publicado ensayos y textos poéticos en las revistas Turia de España (Aragón), números 81-82; en Il foglio volante de Italia, Nº 4, abril 2007; Piedra de molino, Arcos de la Frontera, España, primavera de 2007, entre otras. En Venezuela, en la Revista Nacional de Cultura, Imagen, Solar, Poda, et al.
Parte de su obra ha sido traducida al inglés, al italiano, al portugués y al árabe. En 2012 recibió de manos de las autoridades rectorales la máxima condecoración de la Universidad de Carabobo, la Orden “Alejo Zuloaga”, en el marco del X Encuentro Internacional de Poesía de la UC.