John Ashbery |
1. Amor
Una
vez, dejé que un muchacho me la chupara.
No
me involucré demasiado en la experiencia.
Ahora,
años después, pienso en eso
Sin
emoción. No ha regresado el deseo,
Ni
ha habido interrupciones. Probablemente, si las circunstancias fueran propicias
Podría
pasar nuevamente, pero no sé,
Simplemente
tengo otras cosas en que pensar
Cosas
más importantes. ¿Quién se acuesta con
Lo
que no es importante? Los sentimientos son importantes.
Casi
siempre pienso en sentimientos, ellos colman mi vida
Como
el viento, como las nubes abigarradas
En
un cielo nublado, nube sobre nube.
Arbustos
anónimos atravesando un campo
Que
no drenó el año pasado
Y
que aún no ha conseguido drenarse
Como
olas al final de un lago,
Cada
una con un pequeño suspiro,
¿Crees
realmente que esto es lo que el día puro
Con
su luz permanente intenta?
Hay
tantos trabajos distintos:
Es
suficiente con elegir uno, o parte de uno.
Los
días serán tristes en cualquier sitio, siguiendo su propósito.
Uno
debe tener en mente una cosa.
No
es necesario saber qué es eso.
Todas
las cosas son palpables, pero no cognoscibles.
El
día frita, con su amable conciencia,
Sombras,
rizos, maleza, autos viejos.
La
conciencia es para ti como lo conocido
Lo
desconocido se vuelve conocido
Las
cosas familiares parecen alejarse.
2. Coraje
En
camisa a cuadros
Prepararse
para salir de este modo:
Una
mañana intrascendente
No
muy lejos de mi hogar (hogar
Es
un modesto apartamento de un solo cuarto,
Manejado
por y propiedad del municipio),
Los
típicos escombros del día
Menos
de los que pensaba al principio
Huelen
a aguas servidas,
A
zanjas, a pozos.
Todo
regresa nuevamente
A
tiempo para el torque de la nochecita:
Todo
lo que pudimos haber hecho,
Todo
lo que de hecho hicimos.
Porros
como rascacielos contra la bóveda azul del cielo:
¿Dónde
culmina? ¿Qué es eso? ¿Quiénes son esas personas?
¿Soy
yo o un árbol parlante?
3. Amo
el mar
No
hay otra promesa que mucha
Intimidad
al camino de encuentro con la tierra amarillenta.
Esta
parte no es muy concurrida
Por
alguna razón: las casas necesitan arreglos,
Los
autos en los patios son muy nuevos.
Las
laderas cercadas sueñan y son olvidadizas.
Son
retazos alegres y cálidos
En
medio de árboles innominados.
Mi
sueño se vuelve obtuso:
Cuando
desperté esta mañana lo primero que noté
Fue
que no estabas ahí, entonces regresé
Lentamente
al sueño otra vez:
Esos
trenes, personas, playas, bicicleteadas
Son
dichosas porque su variedad
Si
bien agoniza sigue allí fuera, en algún lugar,
En
el patio de al lado, quizá.
La
enredadera cubre una pared entera.
Se
hace la noche
Para
mis banales razonamientos sobre lo que corresponde pensar.
Podríamos dormir juntos nuevamente pero eso no nos
Recompensaría
por los peligrosos sueños del mar,
Todo
aquello estrellándose, aquella ceguera, aquella sangre
Un
día igual al otro cerca del mar
Aunque
persiste, como la ceguera del mediodía.
Traducción:
Fabián Muniz
Fabián Muniz
(Montevideo, 1988) es profesor de literatura en Educación Secundaria y
periodista
cultural en el semanario Brecha. Ha colaborado, entre otros medios,
en la Revista de Ensayos “Prohibido Pensar”, cuyo responsable es el filósofo
Sandino Núñez, y en los sitios web Proyecto Fósforo y Club de Catadores.
Cuentos suyos han sido incluidos en varias antologías, tanto en Uruguay como en
Argentina. Actualmente se dedica a la escritura ensayística, especializándose
en crítica literaria y crítica cultural.