viernes, 6 de octubre de 2017

Czeslaw Miloz: Informe

 Czeslaw Miloz





















Oh Grandísimo en las Alturas, ha sido tu voluntad  hacer de mí un poeta
y ahora ya es tiempo de que eleve un informe.

Mi corazón reboza gratitud a pesar de que hube de  familiarizarme con
las miserias de ese oficio.

Ejerciéndolo, aprendemos demasiado acerca de la bizarra naturaleza
del hombre.

Quién, cada  hora, cada día y cada año, vive  poseído por vanas y falsas
 ilusiones.

Una vana ilusión construyendo castillos de arena, coleccionando
timbres postales, admirando su rostro en el espejo.

Otorgándose el primer lugar en el deporte, el poder,  el amor y la
 obtención  de dinero.

Todo el tiempo en la mismísima frontera, en la frágil frontera más allá
de la cual existe una provincia de balbuceos y gemidos.

Pues en cada uno de nosotros un conejo enloquecido habla tonterías y
una manada de lobos aúlla,  entonces tenemos miedo de que esto sea
oído por otros.

De las vanas y falsas ilusiones surge la poesía y la poesía confiesa
sus imperfecciones.

Aunque sólo recordando los poemas que haya escrito podrá su autor
ver la completa vergüenza en todo esto.

Y sin embargo no puede soportar la cercanía de otro poeta si sospecha
que es mejor que él y habrá de envidiarle hasta el más mínimo elogio.

Dispuesto no sólo a matarlo, sino destruirlo, borrarlo de la superficie
de la tierra.

Así sólo él habrá de permanecer, magnánimo y amable hacia sus súbditos,
quienes corren detrás de sus pequeñas y vanas y falsas ilusiones.

Entonces ¿cómo es que comienzos nacidos en tal bajeza nos guíen al
Esplendor de la palabra?

Yo he reunido libros de poetas de varios países, ahora me siento a leerlos
 y estoy asombrado.

Es dulce pensar que he acompañado una expedición, una que nunca cesa,
 a pesar del transcurso de los siglos.

Una expedición que no es la búsqueda del vellocino de oro de una forma
Perfecta. Pero, tan necesaria como el amor.

Poseído compulsivamente por el deseo, por la esencia: del roble, del pico
de la montaña, de la avispa y de la flor  de la campanilla.

Para que permanezcan y confirmen nuestro canto hímnico contra la muerte.

Y nuestro tierno pensamiento acerca de todos aquellos que vivieron,
se esforzaron, y nunca tuvieron éxito cuando debieron nombrar.

Pues existir en la tierra está más allá de todo poder para nombrar.

Fraternalmente, nos ayudamos unos a otros, olvidando nuestros agravios,
traduciéndonos  a otras lenguas, miembros, sin duda, de una tripulación
errante.


Entonces ¿cómo no estar agradecido, si tempranamente recibí el llamado
 y la contradicción incomprensible no ha disminuido mi asombro?

Cada amanecer renuncio a las dudas de la noche y le doy la bienvenida al
nuevo día de una  vana  y falsa ilusión. La más preciosa de ellas.

(Versión Vaneza Malrossa)

Czeslaw Milosz (Šeteniai, Lituania, 1911-Cracovia,2004); es nuestro poeta secular no sólo porque es coetáneo del saeculum, sino porque el sintagma "el siglo" aparece una y otra vez en su obra. Década tras década, la historia de su vida y la historia de su tiempo han caminado paralelas. Estudiante en Vilna y París durante los años veinte y miembro de la vanguardia literaria polaca en los treinta. Comprometido con la Resistencia de su país y testigo en los años cuarenta de la destrucción del ghetto de Varsovia y de la derrota que el Levantamiento infligió a los nazis, tras lo cual obtuvo el cargo de agregado de la embajada de la República Popular en Washington. Luego de su ruptura con el régimen en la década de los cincuenta, se convirtió en un intelectual exiliado en Francia.
 En los sesenta, coincidiendo con el apogeo estival de sus poderes poéticos, fue profesor de lenguas eslavas en la Universidad de California, en Berkeley En los ochenta, laureado con el premio Nobel, fue una fuerza política y moral en la Polonia de Solidaridad. Y en los noventa, un prodigio de incesante vitalidad imaginativa, una voz situada a medio camino entre los extremos de Orfeo y Tiresias. (Seamus Heaney)