Fernando Aínsa |
Rostro que mira y es
mirado
Sospecho que este espejo
empieza a estar cansado de reflejarme cada vez
que nos cruzamos.
No hace sino mandarme signos del presente, en
negarme el pasado,
el de aquellos días
cuando al pasar a su lado me devolvía una sonrisa
y el rictus de alegría borrado hace tantotiempo.
Este espejo ha perdido la “cuarta dimensión” de su memoria, me acecha
desde el ahora en que dialogamos,
aunque yo
—con hipócrita falsa inocencia—
pueda sospechar que mis instantes más felices ya no eran míos
cuando me ofrecía
el retrato con que siempre me ha engañado.
En su azogue amarillento, en los opacados bordes, astillado mi perfil
“rostro que mira y es mirado” se empeña en
decirme cómo soy, escamoteando lo que fui
y creía seguir siendo.
Por eso eludo el reflejo del cruel reenvío,
paso de largo,
a lo más lo miro de soslayo aunque pudiera
decirme al mirarme demacrado
“ya no estoy solo”, el otro me acompaña.
Pese a todo,
superpuesto en el tiempo
(envolviendo las pieles de cebolla
que desmenuzan el pasado)
creo volver a verte
—querida mía— “lejana como en un espejo”
(como te viera Ungaretti en su Canción)
novia feliz clavando un clavo
para colgarlo al llegar del Rastro
donde deambulamos aquel domingo
buscando comprar el futuro en sus reflejos. Y allí ha quedado.
Curioso espejo el
mío
No me engaña el
espejo, esa imagen soy yo
KonstantinKavafis
Curioso espejo el mío,
refleja diferentes recuerdos según los días
de aquello que pasó ante su bruñida superficie. Arbitrario en los
saltos al pasado,
me impone su memoria,
errática como suele ser la nuestra,
cuando irrumpe inesperado y tenso aquello que creíamos olvidado.
Elige mi espejo la mirada demacrada o las ojeras mal llevadas de una
madrugada de hace muchos años,
la mueca de aquel niño en que puedo
reconocerme sacándome la lengua
o la carantoña con la que admiraba mi jopo
engominado de adolescente engreído,
ante su ego duplicado.
Se empeña mi espejo en traerme imágenes del pasado incluso de aquello
reiterado tantas veces
y que atisbo por un momento,
desconcertanteelección
de su archivo no inventariado :
mi prima Niní de la que estuve enamorado,
mi madre pasando por delante con aire ausente, Dorita cantando “Mi
caravana”,
aquel amigo del que no recuerdo el nombre,
y tantos otros desfilando ante su marco dorado.
Curioso espejo el mío, insiste en mi pasado
no quiere verme envejecido, al anciano que acecha ahora.
Soy todo corazón
Los versos de Maiakovski
"conmigo la anatomía se ha vuelto loca soy todo corazón"
se adueñan de mí la madrugada cuando anhelante, desesperado, febril
al ritmo de un palpitar descontrolado, siento que la vida (mi vida) se
escapa sin remedio.
Mi corazón ya no se me asemeja. Es de otro,
un intruso habita bajo mis costillas,
una persona trágica en la que no puedo reconocerme, me ha usurpado los
recuerdos,
a cuya invasión llorando me niego.
Urgencias,
nunca tan bienvenidas fueran
cuando poco a poco vuelvo a respirar pausado, borrando compromisos de
mi mente
entre tubos y manómetros
que controlan tensión y pulso custodiando “con celo”
—como dijera el poeta2—
“el secreto moverse de la sangre”.
Desde entonces
consulto en permanencia el horóscopo ambiguo de mi respiración, el
metrónomo de los latidos,
percutiendo como un martillo
o la gota de un grifo mal cerrado.
Desde entonces
escucho con inquieta atención
el ritmo de este viejo
compañero
que estalló en llanto hace setenta y ocho años
al ingresar al mundo
sin habérselo pedido a nadie.
2FrantisekHalas,“Elgalloasustaalamuerte”.Cincopoetaschecos,EdicionesdelOriente
y delMediterráneo,1993.
y delMediterráneo,1993.
Fernando AINSA, escritor y ensayista uruguayo de
origen aragonés. Reside actualmente entre Zaragoza y Oliete (Teruel) consagrado
a la escritura y actividades editoriales y docentes. Autor de numerosos ensayos
sobre literatura y cultura de América Latina. El último es Palabras nómadas. Nueva cartografía de la pertenencia (2012). Tiene
en prensa Ensayos, sobre el ensayo
como género.
En 2007 publicó su primer libro de
poesía, Aprendizajes tardíos, seguido
de Bodas de Oro (2011) y Clima
húmedo (2012). Poder del buitre (Olifante),
con prólogo de Francisco Ferrer Lerín, ha sido elogiosamente recibido por la
crítica.