Yehuda Amichai |
Sobre mi escritorio hay
una piedra con la palabra Amén
escrita sobre ella
un fragmento triangular de
piedra de una lápida de un cementerio judío
destruida hace ya muchas generaciones.
Los otros fragmentos,
centenares y más centenares,
fueron esparcidos aquí y
allá desordenadamente, un gran anhelo,
un deseo sin fin, los invade:
el nombre de pila en la
búsqueda del apellido de la familia,
la fecha de muerte que
brinde el lugar de nacimiento
del hombre muerto,
el nombre del hijo que
desea localizar el nombre del padre,
la fecha de nacimiento
que busca reunirse con el alma que desea
descansar en paz.
Y hasta tanto no se hayan
hallado una y otra
no alcanzarán el descanso
perpetuo.
Únicamente lo logra esta
piedra que descansa en calma sobre mi escritorio
y dice “Amen”.
Pero ahora con amorosa
bondad un buen hombre, un hombre triste,
limpia cada una de
las manchas de cada fragmento, los fotografía,
uno por uno,
los coloca ordenadamente
sobre el piso de un gran salón,
reconstruyendo la lápida, hace de ella nuevamente lo que fue,
pedazo a pedazo, fragmento a fragmento,
como la resurrección de
los muertos, un gran rompecabezas. Un juego de niños.
Amén. Así sea.
Versión Esteban Moore: de la versión del
hebreo al inglés de Chana Bloch.
Yehuda Amichai (Würzburg,
3 de mayo de 1924 – Jerusalén 22 de septiembre de 2000)