lunes, 26 de octubre de 2020

Sebastián Jorgi: Roberto Glorioso, una estilística de lo hermético


RobertoGlorioso (Azul, Buenos Aires, 1951-2018)


    Sí, después de leer y releer los poemas de Tierra no prometida de Roberto Glorioso, traté de esbozar como una definición, aunque, obvio, en la poesía nada es fijo, inamovible. Y me dije: Una estilística de lo hermético. Nada excluyente esta idea. A través de sus visiones, Glorioso se indaga y se contesta en imágenes “sin resto de dicha ”¿Escepticismo? Lo dejo ahí, para que el lector de Tierra no prometida imagine a un cazador en “pleno agobio de muerte” y presienta la “tristeza del bosque” o una estadía de “hotel vacío a la hora del amor”.

     El manejo, por así decirlo, de cromatismos e iluminaciones(¡acaso extraídas del loco Rimbaud?) oficia sustratos íntimos de un discurrir dialéctico. En una sucesión de poemas cuasi-aforísticos, el poeta cuenta el mundo donde “el hambre desboca/obradores sin pan” y donde el hombre también es víctima y victimario” como quien sutura la puerta de su celda”.

    Fuego, hogueras, incienso, celdas, guijarros, cepos, precipicios, prefiguran acumulaciones de lenguaje donde para Roberto Glorioso “ocurre el mundo”, el lugar de todos, “donde muere sin tregua lo que amamos”. ¿ Ojo nietszcheano? ¿Zaratustra nos vigila? Conjeturo. Está en íntima, acaso infranqueable verificación para nosotros del “significado” de esas extrañas aleaciones semánticas. Sí: “todo a ciegas…y nadie responda…” Es muy posible que nadie responderá, se desborda todo cauce, el hombre va sin “salvoconducto, suplicante de asilo”. ¿ Estará el extranjero de Camus esperando la condena tras el yo-poético en la tierra no prometida?

    Esa subjetividad lacerada de mundo, de época, de crucialidad, de abismos donde es imposible el salto y atreverse a atisbar precipicios.

    Así se mueve la poética de Glorioso, en el límite existencial de lo insondable de la condición humana. Me juego vislumbrar algún campo creacionista de índole huidobriano, como lúcidamente reparó Hugo Mujica en la contratapa, extrayendo estos versos de nuestro poeta: “Atardece/ como si alguien rezara/ una canción de trenes/ sin cargamento de distancias”. Bella concatenación de imágenes de ese atardecer propio de la serenidad de provincias. Un refugio espiritual para soportar cualquier “sopa de ortigas” que ornamenta la mesa como “un plato único”.

   Inconformismo y una (¿implícita?)  rebeldía refracta la poesía de Roberto Glorioso.

(Diario EL TIEMPO de AZUL, Buenos Aires,  2005)