Gabriel Di Leone (Foto Martín Carlos Pagola) |
Siempre pensé en las liebres
Mi padre y dos de mis tíos les disparaban
al atardecer
junto a algunos amigos
:aire de estampidos, exclamaciones, humo;
desde la loma yo miraba
(no te acerques hasta el final, dijo mi padre).
Tío Manuel había plantado la avena
e hizo la cerca de podas de espinacruz;
las liebres iban descubriendo pequeños huecos
a medida que crecía el avenal y los hombres
elegían cuál hueco debía ser cerrado
y cuál no para que llegado el momento
frente a cada uno hubiera un tirador:
la luna, el viento, no recuerdo
qué marcaba el día de venir,
reunirse
disparar de espaldas a la loma
veinte pasos uno de otro
a contraluz a contraverde
:las liebres corrían a morir saltaban
a causa de los impactos.
Luego volvíamos caminando a la casa
bordeando los pozos de la vieja mina
(no te acerques)
las escopetas dobladas bajo el brazo
colgando las tibias ensangrentadas
presas por las patas las orejas o metidas
en una bolsa de arpillera.
Los hombres fumaban y hablaban
más alto y llegados a la casa
se demoraban a beber
sentados en el patio
un vaso de vineta;
las armas en ángulo junto
a la pared de piedra
(el viento
del atardecer
en el pelaje de las quietas
haciendo suaves hoyos)
el interior
de los cañones era
como las galerías de la mina abandonada
sólo negro silencio
:me preguntaba
si para las liebres sería
ahora
también así.
Otro epitafio para el gordo Montiel
Uno no piensa en el orgasmo mientras
tiene un infarto
:uno se ocupa en
procurar oxígeno
:está diseñado así
como aparato de vida
de modo que casi no puedo
decirte
que ojalá hayas caído
enfocando el mejor pubis
entre los médanos
de Chihuahua
que te lleves su foto
hiperrealista
clavada
en el roto corazón
:deja que otros digan
que el alma
es otra cosa.
Cayó Lerena
En el río de cerveza que
pasa por el Carlitos
el arroyo de ron del boliche
marginal, polvo y sobre
resina
el descuido de las cosas,
en la marea de caras
distraídas, caminar
de intensas muchachas
por Sarandí, mujeres,
muslos solares: exclamaciones
en el boliche polvoriento,
admiración en pleno posillo de café
:sonrisa al ángulo marrón
de su saco,
no está
falta
sin aviso no está
(en el atardecer minucioso
de las cosas
a la orilla del río de ron
en las mesas desaprensivas de Campanario
cayó a veces su sonrisa
la gracia imperceptible con que
anduvo
triste mínimo sonriente torpe)
en la marea de las cosas
su minuciosa ausencia
acumula polvo sobre la
simplicidad
conque fueron cantadas
:último bolero en Maldonado
en el pucho del siglo
-cinco quilómetros al norte
de la calle 30-
así que no está
usó de cierta
malignidad
para dejarnos a envejecer
masticar aceptaciones
:no somos ya no somos
jóvenes aquiles
:no se nos invita
a escoger entre
el heroísmo y el olvido
:aquí
los bulldozers se encargan
de la nostalgia
:no está
y
no está
simplemente somos menos
al atardecer cuando el río
de ron fluye
manso por venas
recónditas
:último bolero: Maldonado mata
y olvida.
Y qué fue del realismo socialista
a Gonzalo Fonseca
hacia Aiguá en la noche
rauda
la camioneta municipal
con los hombres del gobierno progresista
la camioneta municipal
inventa para nos con sus focos
una imagen de ruta
señalizada fosforescente
no logra con ello
librarnos del flanqueo cerril
sólido
espinas y rocas geografía
traducida en serpiente
de asfalto
sabiendo que allá
en su vallezón
Aiguá
nocturna
espera
hablamos y reímos
apoyando los gestos en el mate
Pereira dice que hame visto
por Román Guerra
hablando con Neruda
(está loco/confunde
:era Nicanor Parra
:quizá el acento sea
la explicación)
reímos
:festéjase acercarnos
a una ciudad / en su sitio / centrada
(se está en sí
y los rumbos
no la amenazan)
festéjase tal vez
-sin formulación
alejarse inversa proporcional
mente
de ciudad tanta
des
ubicada
de su plaza caída
menstruando barrios
como hijos no paridos
rumbo a Aiguá
por el túnel del tiempo
(“mire usté: allí la noche
es noche pa´ alivio
y descanso”)
Gonzalo pasa frente
a la granja donde jornaleó
cosechas de frambuesas
(memoria de pinchazos
en la yema de sus dedos
desterrados de la guitarra)
estamos en camino
sí señor
y llegaremos y los vecinos
de la comisión de cultura
alertas en cortés asedio
esperándonos
-listo
su centenario
tablero de ajedrez
diciéndose que ésta
podría ser de verdad
una partida nueva
qué te parece / díceme Pereira / y
yo no sé si pide que
adelante opinión o sigue
hablando
“del verso de Parra
que robó en Román Guerra”
no sé contesto porque no sé
un armonioso caos hacia Aiguá
hermosa la noche
ineclipsable
por vértigo de focos de iodo
:en misión oficial
los poetas
permítense
elogiar
la incertidumbre
Tristeza de esta banda
Dulce farito del Cabo de Santa María,
obelisco suplente,
¡cuántas historias alumbrarás todavía
cuando yo sólo
persista en esta líneas!
Haroldo Conti
y aunque la línea está cortada señalando
el fin yo sólo digo adiós
hasta que nos veamos de nuevo
Bob Dylan
repara viejo Dylan
mira otra vez
no es, Bob, un sudaca viajando
en Greyhound
:es Conti en ONDA
por la Banda Oriental
muy al sur de tu viento
de respuestas
embalado en una tu balada
y en ONDA el Conti
siempre
venía
a visitar nuestro costado
hermanaba amigaba el Conti
tanto de amor mirando hermanaba
que manaba
el paisaje de su adentro
poblado de nosotros
nunca dijo adiós
:no le gustaba decir adiós
decía
algo como hasta luego
dijo hasta luego
pero no ha aparecido
cántate una, Bob,
de galgos y buses plateados
nocturnas navajas
en gargantas de ciudades
soñolientas
una que diga como el Conti
hasta luego repite
por favor
aquello de
vernos de nuevo
Cierta narrativa panfletaria
(endecapanfleto del 11/11/11)
A Horacio Verzi,
que nos ha endilgado
El infinito es sólo una forma de hablar
ves el ángulo saliente de la cubierta
de hormigón del campus
sobre la pared de ladrillo visto
suspendido
exento
ves el cielo entre uno y otro
el ladrillo terrestre milenario
babilónico
el hormigón proclama
modernidad
modelado esgrimiendo
el desvelo de algún arquitecto
sepultado en silencio
puesto que las grandes
letras de acero cromo
gritan Domingo Burgueño Miguel
:el nombre de un hombre
que destelló su vida
de espaldas a sutilezas tales
el ángulo del campus
visto desde el salón de clase
vacío ahora
con el caos de los
bancos cuando se van
los muchachos
un ventanal cubierto por pesadas cortinas
(una medio caída te permite ver
el ángulo del campus y algunas ramas
de la cryptomeria septuagenaria
que dialoga con él pero arrimada
al liceo también septuagenario)
silencio con traqueteos
de limpiadoras por los pasillos
sucesor del silencio
donde has dicho
hace unos momentos
es bueno reflexionar
sobre la libertad y la justicia
por ejemplo
hablando de antígona o de jesús
antígona e ismena y la libertad
y la justicia o el hijo pródigo
y su hermano mayor
y la libertad y la justicia
¿pueden relacionarse
de algún modo?
¿para qué
puede servir
relacionarlos?
no lo sabes
ni el ángulo del campus
con su hormigón volado
ni la criptomeria sumando horizontes
durante siete décadas
ni este silencio
residual
pero
de algún modo todo contiene
y de algún modo todo consiste
en la importancia
la gran
importancia
de que los muchachos lo piensen
independientemente de los nombres
en acero cromo
que vayan quedando
sobre las edificaciones
Gesta de cantar
(Uno siempre está solo y el heroísmo
es una cuenta
que otros sacan)
pero mi ritmo es la milonga dice el tipo
y eso que bailoteó años
de bitles y rolins y sicstinvarios
la diferencia entre atado y suelto
dice el tipo
es infinita te lo digo
yo que estuve atado con alambres
más dice
suelto suelto nunca anduve
a no ser cuando era niño
pero muy niño
(la milonga es un cielo accesible
: busca una simple escalera
de octosílabos)
dice
el tipo
de vez en cuando el diablo
deja el mundo en manos de dios
entonces ocurren las revoluciones
(cosas así y dale con la milonga
le compadezco: pienso
“con el cantar se consuela”)
Gabriel Di Leone (Minas, Lavalleja, 1951- Maldonado, 2021) Poeta, narrador y profesor de Literatura, Residió en Maldonado desde 1982.
Su obra poética comprende La edad de la indecencia (civiles iletrados, 2018), Incendio Intencional (Mención de Honor poesía inédita IMM 1996, civiles iletrados, 1997) y 27 de Möebius y la Capitana (Mención de Honor poesía édita MEC 1995, Eladio Linacero Editor, 1994).
En 2014 publicó El Rescate de la Bataraza, “relato infantil galponero para mayores”, y en 2015 Pa’ Voltear al Gigante, relato breve, en ambos casos para la editorial Trópico Sur Editor. Participó como antologador y antologado en La Ballena de Papel – Antología de Poesía de Maldonado 1985-2017 (civiles iletrados, 2017).
Fue prisionero político de la dictadura uruguaya entre 1976 y 1982. La experiencia está recogida en los volúmenes colectivos Escritos de la Cárcel (1985) y Trincheras de papel: dictadura y literatura carcelaria en Uruguay (de Alfredo Alzugarat , 2007).
Entre 2005 y 2015 fue Director de Patrimonio de la Intendencia de Maldonado.