viernes, 11 de febrero de 2022

Gabriel Di Leone: Poemas

 

Gabriel Di Leone (Foto Martín Carlos Pagola)
















Siempre pensé en las liebres


Mi padre y dos de mis tíos les disparaban 
al atardecer
junto a algunos amigos
:aire de estampidos, exclamaciones, humo; 
desde la loma yo miraba
(no te acerques hasta el final, dijo mi padre).

Tío Manuel había plantado la avena
e hizo la cerca de podas de espinacruz;
las liebres iban descubriendo pequeños huecos 
a medida que crecía el avenal y los hombres 
elegían cuál hueco debía ser cerrado
y cuál no para que llegado el momento 
frente a cada uno hubiera un tirador:

la luna, el viento, no recuerdo 
qué marcaba el día de venir, 
reunirse
disparar de espaldas a la loma 
veinte pasos uno de otro
a contraluz a contraverde
:las liebres corrían a morir saltaban 
a causa de los impactos.
Luego volvíamos caminando a la casa 
bordeando los pozos de la vieja mina 
(no te acerques)
las escopetas dobladas bajo el brazo
colgando las tibias ensangrentadas 
presas por las patas las orejas o metidas 
en una bolsa de arpillera.

Los hombres fumaban y hablaban 
más alto y llegados a la casa
se demoraban a beber 
sentados en el patio 
un vaso de vineta;
las armas en ángulo junto 
a la pared de piedra

(el viento  
del atardecer
en el pelaje de las quietas 
haciendo suaves hoyos)  
el interior
de los cañones era
como las galerías de la mina abandonada 
sólo negro silencio

:me preguntaba
si para las liebres sería 
ahora
también así.


Otro epitafio para el gordo Montiel

Uno no piensa en el orgasmo mientras 
tiene un infarto
:uno se ocupa en 
procurar oxígeno
:está diseñado así 
como aparato de vida

de modo que casi no puedo 
decirte
que ojalá hayas caído 
enfocando el mejor pubis 
entre los médanos
de Chihuahua
que te lleves su foto 
hiperrealista 
clavada
en el roto corazón
:deja que otros digan 
que el alma
es otra cosa.


Cayó Lerena

En el río de cerveza que
pasa por el Carlitos
el arroyo de ron del boliche
marginal, polvo y sobre
resina
el descuido de las cosas,

en la marea de caras
distraídas, caminar
de intensas muchachas
por Sarandí, mujeres,
muslos solares: exclamaciones
en el boliche polvoriento,
admiración en pleno posillo de café
:sonrisa al ángulo marrón
de su saco,

no está
falta
sin aviso no está

(en el atardecer minucioso
de las cosas
a la orilla del río de ron
en las mesas desaprensivas de Campanario
cayó a veces su sonrisa
la gracia imperceptible con que
anduvo
triste mínimo sonriente torpe)

en la marea de las cosas
su minuciosa ausencia
acumula polvo sobre la
simplicidad
conque fueron cantadas

:último bolero en Maldonado
en el pucho del siglo
-cinco quilómetros al norte
de la calle 30-
así que no está
usó de cierta
malignidad
para dejarnos a envejecer
masticar aceptaciones
:no somos ya no somos
jóvenes aquiles
:no se nos invita
a escoger entre
el heroísmo y el olvido
:aquí
los bulldozers se encargan
de la nostalgia

:no está
y
   no está
simplemente somos menos
al atardecer cuando el río
de ron fluye
manso por venas
recónditas
:último bolero: Maldonado mata
y olvida.


Y qué fue del realismo socialista

                                                a Gonzalo Fonseca


hacia Aiguá en la noche
rauda
la camioneta municipal
con los hombres del gobierno progresista

la camioneta municipal
inventa para nos con sus focos
una imagen de ruta
señalizada fosforescente

no logra con ello
librarnos del flanqueo cerril
sólido
espinas y rocas geografía
traducida en serpiente
de asfalto

sabiendo que allá
en su vallezón
Aiguá
nocturna
espera
hablamos y reímos
apoyando los gestos en el mate
Pereira dice que hame visto
por Román Guerra
hablando con Neruda
(está loco/confunde
:era Nicanor Parra
:quizá el acento sea
la explicación)

reímos
:festéjase acercarnos
a una ciudad / en su sitio / centrada
(se está en sí
y los rumbos
no la amenazan)

festéjase tal vez
-sin formulación
alejarse inversa proporcional
mente
de ciudad tanta
des
ubicada
de su plaza caída
menstruando barrios
como hijos no paridos

rumbo a Aiguá
por el túnel del tiempo
(“mire usté: allí la noche
es noche pa´ alivio
y descanso”)

Gonzalo pasa frente
a la granja donde jornaleó
cosechas de frambuesas
(memoria de pinchazos
en la yema de sus dedos
desterrados de la guitarra)
estamos en camino
sí señor

y llegaremos y los vecinos
de la comisión de cultura
alertas en cortés asedio
esperándonos
-listo
su centenario
tablero de ajedrez
diciéndose que ésta
podría ser de verdad
una partida nueva

qué te parece / díceme Pereira / y
yo no sé si pide que
adelante opinión o sigue
hablando
“del verso de Parra
que robó en Román Guerra”
no sé contesto porque no sé

un armonioso caos hacia Aiguá
hermosa la noche
ineclipsable
por vértigo de focos de iodo
:en misión oficial
los poetas
permítense
elogiar
la incertidumbre


Tristeza de esta banda


                                                 Dulce farito del Cabo de Santa María, 
                                                 obelisco suplente, 
                                                 ¡cuántas historias alumbrarás todavía 
                                                  cuando yo sólo
                                                  persista en esta líneas! 
                                                                                         Haroldo Conti

                                                  y aunque la línea está cortada señalando 
                                                  el fin yo sólo digo adiós 
                                                  hasta que nos veamos de nuevo
                                                                                          Bob Dylan

repara viejo Dylan 
mira otra vez
no es, Bob, un sudaca viajando 
en Greyhound
:es Conti en ONDA 
por la Banda Oriental
muy al sur de tu viento 
de respuestas

embalado en una tu balada 
y en ONDA el Conti 
siempre
venía
a visitar nuestro costado 
hermanaba amigaba el Conti
tanto de amor mirando hermanaba 
que manaba
el paisaje de su adentro 
poblado de nosotros

nunca dijo adiós
:no le gustaba decir adiós 
decía
algo como hasta luego

dijo hasta luego
pero no ha aparecido

cántate una, Bob,
de galgos y buses plateados 
nocturnas navajas
en gargantas de ciudades 
soñolientas
una que diga como el Conti 
hasta luego repite
por favor  
aquello de 
vernos de nuevo


Cierta narrativa panfletaria

                                                        (endecapanfleto del 11/11/11)

                                                         A Horacio Verzi, 
                                                         que nos ha endilgado 
                                                         El infinito es sólo una forma de hablar


ves el ángulo saliente de la cubierta 
de hormigón del campus
sobre la pared de ladrillo visto 
suspendido
exento
ves el cielo entre uno y otro

el ladrillo terrestre milenario 
babilónico
el hormigón proclama 
modernidad

modelado esgrimiendo
el desvelo de algún arquitecto 
sepultado en silencio
puesto que las grandes 
letras de acero cromo
gritan Domingo Burgueño Miguel
:el nombre de un hombre 
que destelló su vida
de espaldas a sutilezas tales

el ángulo del campus
visto desde el salón de clase 
vacío ahora
con el caos de los 
bancos cuando se van 
los muchachos
un ventanal cubierto por pesadas cortinas 
(una medio caída te permite ver
el ángulo del campus y algunas ramas 
de la cryptomeria septuagenaria
que dialoga con él pero arrimada 
al liceo también septuagenario)

silencio con traqueteos
de limpiadoras por los pasillos 
sucesor del silencio
donde has dicho 
hace unos momentos 
es bueno reflexionar
sobre la libertad y la justicia 
por ejemplo
hablando de antígona o de jesús 
antígona e ismena y la libertad
y la justicia o el hijo pródigo 
y su  hermano mayor
y la  libertad y la justicia
¿pueden relacionarse 
de algún modo?
¿para qué 
puede servir 
relacionarlos?

no lo sabes
ni el ángulo del campus 
con su hormigón volado
ni la criptomeria sumando horizontes 
durante siete décadas
ni este silencio 
residual

pero
de algún modo todo contiene 
y de algún modo todo consiste 
en la importancia
la gran 
importancia
de que los muchachos lo piensen 
independientemente de los nombres 
en acero cromo
que vayan quedando 
sobre las edificaciones



Gesta de cantar


                                                     (Uno siempre está solo y el heroísmo
                                                       es una cuenta 
                                                       que otros sacan)


pero mi ritmo es la milonga dice el tipo 
y eso que bailoteó años
de bitles y rolins y sicstinvarios

la diferencia entre atado y suelto 
dice el tipo
es infinita te lo digo
yo que estuve atado con alambres 
más dice
suelto suelto nunca anduve 
a no ser cuando era niño 
pero muy niño

(la milonga es un cielo accesible
: busca una simple escalera 
de octosílabos)
dice 
el tipo
de vez en cuando el diablo
deja el mundo en manos de dios 
entonces ocurren las revoluciones

(cosas así y dale con la milonga 
le compadezco: pienso
“con el cantar se consuela”)



Gabriel Di Leone  (Minas, Lavalleja, 1951- Maldonado,  2021)  Poeta, narrador y profesor de Literatura, Residió en Maldonado desde 1982. 
Su obra poética comprende La edad de la indecencia (civiles iletrados, 2018), Incendio Intencional (Mención de Honor poesía inédita IMM 1996, civiles iletrados, 1997) y    27 de Möebius y la Capitana (Mención de Honor poesía édita MEC 1995, Eladio Linacero Editor, 1994).
En 2014 publicó El Rescate de la Bataraza, “relato infantil galponero para mayores”, y en 2015 Pa’ Voltear al Gigante, relato breve, en ambos casos para la editorial Trópico Sur Editor. Participó como antologador y antologado en La Ballena de Papel – Antología de Poesía de Maldonado 1985-2017 (civiles iletrados, 2017). 
Fue prisionero político de la dictadura uruguaya entre 1976 y 1982. La experiencia está recogida en los volúmenes colectivos Escritos de la Cárcel (1985) y Trincheras de papel: dictadura y literatura carcelaria en Uruguay (de Alfredo Alzugarat , 2007).
Entre 2005 y 2015 fue Director de Patrimonio de la Intendencia de Maldonado.