Alfredo Veiravé |
POEMA CON COLOR LOCAL
“Pinta tu aldea y serás universal”
Tolstoi (citado de oído)
Vivo en el Chaco en la ciudad de Resistencia y conozco
el quebracho, el algodonal y el viento norte
en las siestas del verano
sus templos sacramentales y las lluvias interminables
no obstante eso ojeo la enciclopedia que en fascículos
llega a los kioscos
y leo sobre “La infancia de la humanidad”
“La estructura de las máquinas”
Soy de la primera generación de Tarzán y el
Tit-Bits fui sobrino del Capitán y ahijado de Fantomas
Y no veré seguramente
la colonización del planeta Marte
no obstante eso miro los lapachos florecidos
con cierta nostalgia becqueriana
ESPECIES VEGETALES
La palmera pindó es una envidiable introvertida
como un ejecutante de jazz que improvisa sus temas bajo el vuelo
de los loros,
el jacarandá en cambio es un árbol femenino
sin inhibiciones y más bien con un orgullo legitimo por su belleza;
el palo borracho aún pálido y anémico por el problema de sus
glándulas
jamás puede disimular ese complejo de su apariencia que lo hace
desconfiar de todas las conversaciones en las cuales cree
oír alusiones a sus formas.
Solamente el gomero, suave y refinado, silencioso y y seguro de sí
Mismo
Cultiva el arte de la percepción frente a los más severos críticos
Y con buenos modales en las fiestas mundanas
Sonríe para adentro sabiéndose dueño de unmsecreto poderoso.
LOS RELOJES INTERNOS
En Munich han descubierto que las aves en sus largas
migraciones a través de los continentes,
tienen clara c conciencia del día y las distancias, y que ese ritmo
(llamado “circadiano”)
es habilitado por relojes internos que funcionan según la luz.
Me detendría un poco en otras explicaciones científicas:
en la glándula pineal —lo dicen ellos— hay un reloj central
conectado con el ojo que funciona como un fotómetro, y que
las glándulas de las hormonas producen melatonina que
a su vez sirve para sincronizar los diversos relojes internos de las aves.
No aclaran todavía cómo estos mecanismos fracasan totalmente
cuando las aves emigran por la fuerza hacia el destierro.
Alfredo Veiravé (Gualeguay, Entre Ríos, 1928- Resistencia, Chaco, 1991) Poeta, ensayista y docente universitario. Publicó: El alba, el río y tu presencia ( 1951); Después del alba el ángel (1955); El ángel y las redes (1960); Destrucciones y un jardín de la memoria (1965); Puntos luminosos (1970); El imperio milenario (1973); La máquina del tiempo (1976); Historia natural (1980); Radar en la tormenta (1985); Laboratorio central (1990).En 1968 asistió al Iowa International Writing Program, Universidad de Iowa, Iowa EEUU). Esta experiencia, según el propio Veiravé, fue fundamental para su propia escritura, pues en aquel ámbito tomó contacto con otros poetas y poéticas; con una nueva sensibilidad y concepción de la belleza que se estaba expandiendo en el mundo. Desde entonces dedicó sus esfuerzos, sin renegar de la emoción, a combatir el espíritu provinciano de la poesía argentina y a diluir la retórica de origen español. Actitud que lo transformó en uno de los grandes renovadores de la poesía argentina.