Luis Antonio de Villena |
EDUARDO
Según Baudelaire la belleza
es una mezcla impune de voluptuosidad y tristeza
melancólica: Baudelaire era romántico.
Los clásicos ven y levantan
una belleza más fría. No hielo o de hielo, cálidamente
imperturbable, lejana, aunque cerca, viva, tremante…
Recuerdo tus ojos como dos lagunas en azul,
tus labios hechos de pasta de flores,
el caballete egregio de tu nariz,
tu cuerpo alto, esbelto, que todo lo decía no diciendo apenas.
Belleza perfecta, inmóvil, inmisericorde,
belleza que yo miré infinitas veces y no alcancé y alcancé nunca.
Belleza que desee fuera del tiempo,
hermosa, tierna, gélida, caliente.
Belleza de carne, flores, gema y sacrificio.
Belleza de la belleza que hoy, viva, siempre viva,
melancólica y voluptuosamente,
me hace lagrimear como un orate…
Tú, aún tú:
Impertérrita, impertérrito.
GRITO
A veces debo ir recogiendo pedazos de mi mismo. Desconchones, grietas… Quisiera llorar, es cierto, y sé que me frena un vago pudor o algo a lo que no sería inexacto (fruto del resistir) denominar dureza… No sé sostenerme. Muy mal, con inmensa impericia compongo –creo que compongo- mis caídas, mis frecuentes desfallecimientos. ¿Son –fueron- débiles los cimientos? ¿No supe abrir la cañería del amor, que es un grifo pero precisa una fuente abundosa? No logro mantenerme. Duele esa pierna entablillada que es el alma. Ánima que grita y cree saber que no escucha nadie. ¿Es educado escuchar el dolor, atenderlo? ¿Quién no ha pensado empezar una vida nueva? ¿Una mixta ciudad mestiza y hermosa donde todo fuese distinto? En las pesadillas (si no he tomado fármacos) una mano se convierte en alimaña. Y yo estoy solo y grito, y sé que alguien debiera ayudarme, cuidar de mí, enseñarme otra vez la ruta, pasito a paso, pero ¿por qué lo harían? ¿A qué habrían de hacerlo? Frecuentemente recojo los pedazos de mi mismo e intento ensamblarlos otra vez, muy cansado, como si el pegamento –por bueno que fuese- pudiera alcanzar una solución definitiva. Lloraría, sí. Mirando la luna y los animales más tristes. ¿Qué nombre dar a los desamparados?
Luis Antonio de Villena (Madrid, España, 1951). Licenciado en Filología Románica. Realizó estudios de lenguas clásicas y orientales, pero se dedicó nada más concluir la Universidad, a la literatura y al periodismo gráfico y después al radiofónico. Además ha dirigido cursos de humanidades en universidades de verano y ha sido profesor invitado y conferenciante en distintas universidades nacionales y extranjeras.
Publicó, aún con 19 años , su primer libro de poemas, Sublime Solarium. Su obra creativa -en verso o prosa- ha sido traducida , individualmente o en antologías, a muchas lenguas, entre ellas, alemán, japonés, italiano, francés, inglés, portugués o húngaro. Ha recibido el Premio Nacional de la Crítica (1981) -poesía- el Premio Azorín de novela (1995), el Premio Internacional Ciudad de Melilla de poesía (1997), el Premio Sonrisa Vertical de narrativa erótica (1999) y el Premio Internacional de poesía Generación del 27 (2004). En octubre de 2007 recibió el II Premio Internacional de Poesía "Viaje del Parnaso". Desde noviembre de 2004 es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Lille (Francia).
Ha escrito y escribe artículos de opinión y crítica literaria en varios periódicos españoles desde 1973. Ha colaborado en numerosos programas televisivos y sobre todo radiofónicos. Actualmente colabora en El Mundo y en Radio Nacional de España. Ha hecho distintas traducciones, antologías de poesía joven, y ediciones críticas.
A pesar de sus múltiples actividades, y de su gusto por la narrativa y el ensayo, cuando le preguntan, no duda en calificarse como, básicamente, poeta.
Además, Villena es noble. Javier Marías -actual monarca del Reino de Redonda- le otorgó en 1999 el título de Duke of Malmundo.