Enfermo
y en casa, esta noche, estoy solo. Siempre supe que lo estaba. Conocía la
soledad y sé que le debo óptimos momentos y la mejor (acaso la única) pureza.
Pero la soledad es distinta a estar solo. Y yo lo estoy, nuevamente. Y leo
sobre el Imperio bizantino, mientras intento –solo- que baje la fiebre. ¿Qué
mejor tarea para un viejo que aprender de Bizancio y la fascinante historia de
la emperatriz (“basilissa”) Irene, la ateniense, restauradora del culto a las
imágenes? Tuve amigos, conocidos, colegas, algunas personas que me quisieron
mucho, y a quienes quizá correspondí con egoísmo, porque fui egoísta. Ahora
casi todos han muerto, y si llamase a alguno de los restantes (digo, es un
decir) se sorprenderían al oír mi voz, y como yo –quizá me ocurriera al revés
lo mismo- sólo sabría decir gratas, vanas y alentadoras palabras desde lejos,
desde muy lejos. La vida es eso, caminos y caminos que te alejan…Los
afortunados se engañan –y no es pequeño premio- pero es máscara a secas… “Homo
viator”. Claro, caminante es el hombre. ¡Qué dulce que alguien lo dijera
antaño! Pero ¿por qué? ¿Y hacia dónde? Estar solo acentúa los murmullos de la
noche. No el sonido del silencio, no. La vaciedad nocturna, que la púrpura de
Bizancio ilumina apenas. Podría morir esta noche, y siento que sería apenas un
corto paso más allá. Estoy en la cama y entresueño mi cadáver, pero los
fármacos (dosis muy altas de paracetamol) están bajando la fiebre.
Porfirogénetas bajo la cúpula de la Santa Sabiduría. Como al remoto rey de Persia, la
“proskynesis” –prosternación- ante el trono entre el canto de los ángeles y las
voces eunucas. Llamar al teléfono ¿quién vendría? ¿Otro médico de urgencia?
¿Una dama nocturna en pro de catequesis? No. Tampoco sexo. No puedo ahora. Casi
voló de mi cabeza. Sólo un bello recuerdo de perfiles bellos, lejos, también
muy lejos. Como mamá. Como la bondadosa y remota tía Amelia. Como los veranos
que amé (hace mucho), como el fuego que todo era o parecía. Nada queda o nada
es lo mismo. Será hermoso descansar, me digo. ¿Equivocado? Muchas veces, pero
no tiene arreglo. Te equivocas tú –es verdad- y también se equivocan tu azar,
tu suerte, tu carácter, tu vida. ¿Cómo rehacerlo? No hay vuelta. Recuerdo al
poeta gordo y retórico: ¿Para qué habré venido? Es un verso suyo. Casi estoy
seguro. Puedo apagar la luz y es posible que duerma. Con menos fiebre serán las hipnóticos más efectivos. Estaré
mejor mañana, igual de solo. Querida y cruel Irene, que por poder dejaste ciego
a tu solo hijo. ¿La vida? Es tan mutante, tan insegura, inestable y frágil.
Divina Theotokos, en la que no creo. La vida es asimismo dura, cruel,
innecesaria, áspera. Espléndida y sanguinaria, como ella. ¿Relámpago? Algo más
enjundioso. La inmensa puerta de Calké, en Constantinopla, rara y soberbia
entrada a un gran palacio, riesgo todo y dorados mosaicos. Pero nada cierto.
Difícil llegar. Difícil marcharse.
Madrid, 10-
Septiembre- 2006.
Luis Antonio de Villena ( Madrid, España, 1951) Poeta, ensayista, crítico,
narrador. Licenciado en Filología Románica. Realizó estudios de lenguas
clásicas y orientales, pero se dedicó nada más concluir la Universidad, a la
literatura y al periodismo gráfico y después al radiofónico. Además ha dirigido
cursos de humanidades en universidades de verano y ha sido profesor invitado y
conferenciante en distintas universidades nacionales y extranjeras.
Ha sido traducido a muchas lenguas, entre ellas, alemán, japonés, italiano, francés, inglés, portugués o húngaro. Ha recibido el Premio Nacional de la Crítica (1981) -poesía- el Premio Azorín de novela (1995), el Premio Internacional Ciudad de Melilla de poesía (1997), el Premio Sonrisa Vertical de narrativa erótica (1999) y el Premio Internacional de poesía Generación del 27 (2004). En octubre de 2007 recibió el II Premio Internacional de Poesía "Viaje del Parnaso". Desde noviembre de 2004 es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Lille (Francia).
Ha escrito y escribe artículos de opinión y crítica literaria en varios periódicos españoles desde 1973. Ha colaborado en numerosos programas televisivos y sobre todo radiofónicos. Actualmente colabora en El Mundo y en Radio Nacional de España. Ha hecho distintas traducciones, antologías de poesía joven, y ediciones críticas.
Ha sido traducido a muchas lenguas, entre ellas, alemán, japonés, italiano, francés, inglés, portugués o húngaro. Ha recibido el Premio Nacional de la Crítica (1981) -poesía- el Premio Azorín de novela (1995), el Premio Internacional Ciudad de Melilla de poesía (1997), el Premio Sonrisa Vertical de narrativa erótica (1999) y el Premio Internacional de poesía Generación del 27 (2004). En octubre de 2007 recibió el II Premio Internacional de Poesía "Viaje del Parnaso". Desde noviembre de 2004 es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Lille (Francia).
Ha escrito y escribe artículos de opinión y crítica literaria en varios periódicos españoles desde 1973. Ha colaborado en numerosos programas televisivos y sobre todo radiofónicos. Actualmente colabora en El Mundo y en Radio Nacional de España. Ha hecho distintas traducciones, antologías de poesía joven, y ediciones críticas.