ALVARO MIRANDA BURANELLI |
qué letra me
contiene. qué trazo da mi rasgo.
qué trozo
traza mi rostro. qué signo me signa.
qué me
emblema
casi nada soy
y soy todo lo que es dable esperar
los átomos me
conjugan. hay jugos en mí.
hay
secreciones
se dice –
sólo se dice – estoy vivo
qué es ser
vivo. qué es ser. qué es. qué
es vida –
dicen –
qué grafía me
graba. qué me retiene.
qué palabra
me para.
dónde me
detengo. qué estación abriré.
qué hoja
caerá sin que la vea.
qué pálida
forma flota en el ambiente
diciéndose
yo.
EL TALÓN DE
AQUILES
Aquiles,
sobre la arena, desafía a los mismos dioses.
“Aquí está el
cuerpo de Héctor, despedazado,
no hay en Troya guerrero que pueda conmigo.
Sano, joven, fuerte, valiente, invencible,
¿quién me enfrentará ahora?”.
En su ufana,
vana conquista, Aquiles no sabe
que la muerte
le ronda,
en su propio
talón está la emboscada,
más de mil
veces ha recorrido las arenas,
otras mil el
mar le acunó en su vaivén,
ha derramado
mucha sangre troyana
y ha
descansado sobre el lecho junto a sus compañeros
pero en la oscuridad
se teje su destino
y en la
cumbre de su soberbia y su hermosura
recibe la
fatal sentencia del dios,
el talón ya
no lo sostiene y cae vencido
acaso si
hubiera elegido otra vida
el resultado
hubiera sido el mismo
como en todos
los humanos hay un talón oculto
en el ser,
que nos espera, acechando,
para darnos
el golpe que nos acabará.
Aquiles se
arrastra por la arena
mientras
miles de ojos lo miran
ya no será el
joven sano, fuerte, valiente,
como si todos
los años que no vivirá le cayeran encima
parece un
anciano débil y moribundo
siempre es
sólo cuestión de tiempo
y hasta
nuestro sostén puede ser nuestra perdición.
FÉNIX
ahora, vuelvo
desde las cenizas
para intentar
de nuevo el vuelo,
el paisaje ha
cambiado
hay un nuevo
aeropuerto,
nuevas generaciones
con nuevos olvidos,
nuevas
marginaciones
y más vacíos
ninguna
curiosidad.
insertarme en
el acero de las vías
no es fácil,
los raíles
han sido arrasados
y nadie sabe
volver a construirlos
o no hay
interés,
ahora se
circula en una sola dirección
sin mirar
atrás
sin preguntar
el por qué de los trenes
sin conocer
sus historias
como si nunca
hubieran existido.
mientras los
trenes mueren muy lentamente
en parajes
solitarios.
la ciudad
oscurece en un temblor incesante
los cachorros
afilan sus dientes,
aquellos que
fueron los que conocí
se han
transformado en fantasmas.
cuando
pretendo volver
nadie queda
en los andenes
y ahí estoy
yo
esperando
escuchar un silbido conocido,
un murmullo
alentador,
pero sólo
queda el eco de mis pasos
en el duro
pavimento gris.
LLANURAS DE
SAL
Señora, amiga
mía, dinamita
soplo
repentino, escozor en el omóplato
cena fría,
leche de verano
los corazones
que laten inútilmente
perdidos en
Tala o cualquier desierto habitado
de los mapas
de América. Señora, tú
que nutres de
desolación
los corazones
todos, tú, vacua yunta
esqueleto
semienterrado en la arena, yesca,
armada
yararé, tú, que cruzas
los páramos,
todos, y crujes
en los
huesos, en las risas, en el asado,
en los
comensales de chaleco blanco
tú, rabiosa
Señora y nosotros, los débiles
con el alma
picada en pedacitos, servida
en blanco
plato, en saña,
se nos dio
crecer como si plantas hubiera
finas o
alegres en el jardín de un dios
del que me
hablaron, pero esos pozos
amiga mía,
ese clavileño alfiler
ésa la tu
aguja, Señora
de remendar
viditas, así partidas
así, juguetes
rotos en la juguetería suiza,
nuestras
misérrimas células, nuestras canas,
el baúl, las
piedras que se nos vienen
de adentro
hacia la boca,
la flor hacia
la que vamos, creyéndonos,
el tubo por
el que nos pasarán oxígeno
el sabor en
el paladar, la tu mueca,
vómito de
sangre y bolo alimenticio
mis
pantuflas, lo que dejó el otro
al que no
quiero resistir, amiga, tú
que
comprendes el surco que deja la sal,
las arterias
trituradas, las catorce enfermeras
de blanca
cofia y tul delante de los ojos,
nuestras
heces salpicadas, la pared
empapelada
con motivos pastoriles, tus ritos, Señora,
tus ritos y
la pobre carne, ardida, demolida.
UNA SONRISA
TAN BELLA MANCHADA DE SANGRE
vas a salir
lastimado
es imposible
no salir lastimado
tu sonrisa no
te servirá de nada
tu tono
afable cebará a las fieras
tu amabilidad
los excitará para dañarte
y si te
sientas en el lado opuesto
no creas que
será mejor
tu acritud
levantará oleadas de odio
la fuerza de
tu tono arrastrará violencia
tu severidad
despertará jaurías
súmale el
plus de la envidia
más el plus
de la mezquindad
y la
todopoderosa ignorancia
¿todavía
pretendes salir indemne?
sufres de
ilusiones inconsistentes
crees que te
amarán
amarrado a un
leño hirviente
hundido en el
hielo hasta las pestañas
estacado en
la tierra como un mojón
martirizar es
un ejercicio
dañar es una
costumbre
que la vida
está hecha para vivir
una pinta de
placer
contra quince
mil horas de dolor
en cualquier
esquina que elijas
seguro vas a
perder
no hay
vencedores
sólo pan
y circo.
ALVARO MIRANDA BURANELLI (Montevideo, Uruguay, 1948).
Ha realizado publicaciones en revistas y periódicos nacionales y extranjeros
desde 1976. Su poesía ha sido publicada y traducida al portugués, francés, inglés, italiano. Integra
diversas antologías poéticas nacionales y extranjeras. Poesía y Ensayo han sido
recogidos en Argentina, Brasil, México, Costa Rica, Estados Unidos de América,
España, Portugal, Francia, Italia, Alemania.Co-fundador de las revistas Poética
y Foro Literario. Fundador y Director de Ediciones del Mirador.Director de la
Serie de Literatura de Editorial Técnica. Profesor egresado del IPA en
Enseñanza Secundaria y Superior. Ha participado en Congresos y Seminarios en
Uruguay, Argentina, Brasil, Francia. Ha sido jurado en concursos literarios. Ha
participado en jornadas, conferencias, mesas redondas, coloquios, lecturas de
textos en el país y en el extranjero. Investigador en la Biblioteca Nacional. Crítico
literario, teatral y cinematográfico
en diversos
medios de comunicación.