lunes, 18 de enero de 2016

María Casiraghi: Poemas


María Casiraghi

















VACA DE MATADERO

No me llamen sagrada
vaca de matadero
diosa de la india.

No espíen mi diario íntimo
el de la niñez
el del candado de plata y hojas rosadas.

No me saquen del mar
dejen mi cuerpo ardiendo
entre aguas vivas.

No me juzguen
si olvido a todos cuando viajo.

No me digan puta.

No me escriban cartas de amor
si no conocen mi primera lluvia
la de atrás del muro
la del vecino que nunca me amó.

Ni me llamen mala madre
mala esposa

mala vaca.


No se rían si bailo sordomuda.


BALANCE

Nace el ala
antes que el pájaro
el envión
se acomoda en el aire
y allí se alza
milenario
el torpe vuelo de la vaca.

Todos fuimos
en las rocas
un camino.

Y no decíamos nada.

Suplicábamos un cuerpo inmaterial
para traspasar los muros
los secretos
las estrellas.

En las catacumbas
huele todavía
esa pluma errante
que dejamos ir
equivocados.

La humanidad
entera
se está mirando en el espejo
y diluvia
en las ventanas de las casas
y gimen aterrados
en los hospitales
los recién nacidos.

Agachados
a la lluvia
imploramos un mago

que nos meta de nuevo en el sombrero.


LAVANDERA

Abrí el bolso de viaje de mi hijo
saqué su ropa
y toda esa casa volvió de golpe
a impregnar el aire de la mía.

Olí las mañanas entre los pinos
y las tardes en caminos ignotos de la sierra
y también los libros
los viejos estantes sin leer
y las camas tendidas para nadie en el invierno.

Pero en la ropa estaba también la mugre
las puertas envenenadas
y las fichas del juego quemándose en la chimenea.

De su saquito azul
me vino el canto del benteveo
y la persiana negra
el mármol de la montaña
y la fresca inocencia de la luna.
Olí las noches sorteando víboras en las espinas del parque
y vos y yo que éramos alguien
aún sabiendo que la luna marchitaba
nos abrazábamos
y decíamos que sí
ante ese brillo blanco de la despedida.

Ahora mi hijo
recién llegado
me cuenta lo vivido
y se niega
a recordar mis recuerdos.

Y me habla de esa casa como si yo fuese ciega.

Entonces
arrojo en el lavarropas
todo lo que trajo.
Él presiona el botón
y juntos nos sentamos
a mirar
cómo dan vueltas
entre la espuma
los espíritus.

Y se lava el sepulcro
y se blanquea la tarde
y mientras él juega con su caballito de madera
yo tiendo en la soga
la ropa limpia
inodora
y el sol incendia
por fin
el patio de esta nueva casa.

SOLITARIO
                                                           
Hay un extraño placer en estar solo
solo
sin siquiera un animal
nada más que hojas
 balanceándose
en la ventana
y unas pocas flores abriéndose
 en los canteros de la casa
o estar quieto
un día entero
en un cuarto sin luz
entre el humo desquiciado de la tarde
y una historia propia
una larga travesía hacia atrás
en una cama de cenizas.

Y cruzar la ciudad desierta
cuando todos están muertos
detenerse sin cautela en medio de la calle
y desafiar al vacío.

Es extraño el placer del desterrado voluntario
empujado a ser su propio dios
y su propia pregunta.

Todo solitario
navega dentro de una botella
con un solo mensaje

no me salven
de mí
no me salven.


CONFESIÓN

Hoy decidí entregar mi secreto al mundo
es un secreto antiguo

soy un alga
soy verde y espanto a los niños
floto gelatinosa
y me burlo de la fauna de mi hábitat
se matan entre ellos
los peces comiendo peces
no los juzgo
no soy quién
yo
que
me venden por nada
hombres y mujeres se embellecen de mí
para comerse después unos a otros
peces y hombres

Y yo
que por ser alga
tengo adentro el mar
me alimento
de la risa de los niños zambulléndose en el agua
de sus altos barriletes sin escoltas
de la belleza
finita
de sus madres.

Yo
que siendo tan imperfecta
siempre estoy desnuda.


ENAMORADOS

Sabes,
a veces
la velocidad nos tumba,
vuelve la lámpara a la cama,
alumbra los gestos
los despliega
y la erupción
irrumpe
y baja  la lava por los cuerpos,
dilatada.

Es tiempo,
-alguien susurra-
tiempo que llega
y flota,
detrás de la marea,
contra toda solidez.

La ciencia no sabe cómo.

No hay quien pueda meter el amor en un frasco
y germinarlo como a una plantita desolada
nace increado
y nos instaura
un incómodo deseo
de permanecer
por siglos
en estado de coma.

Cuando sucede
sólo los caballos lo ven venir
y lo anuncian
huyendo en estampida.

Tu,
que no eres caballo
deja nomás que te cabalguen

a nadie le hace daño
destrozarse
debajo de las patas del amor

AMBIVALENCIA

                                   a Adriana Mancini

Siempre he tenido dos casas
la que habito
y la que hubiese amado

viviendas
deshaciéndose
a cada paso que doy.

Cuando me fui
era mi choza de los conejos
choza de vidrio y sal
cuando volví
era la casa de la historia
una morada de música 
cajita triste
que no canta.

Mi casa siempre se bifurca
cuando llueve

una sola gota
y acuesta
el ángel
su pelo estéril.

¿y la otra?
La de sombra
es una casa vacía
que no se vende

casa de sombra
en la pared.

Todos los muebles falleciendo en su penumbra.

Quizás no exista una casa.

Sólo
habitar donde no estamos.

Ladrillos para encerrar lo que se aleja

                                                      ventanas

                                                                       para salir a buscarlo.


María Casiraghi, Buenos Aires, 1977. Poeta, narradora y periodista. Autora de los poemarios: Escamas del Silencio (2004), Turbanidad (2008), Décima Luna (2011), Loba de Mar (2013) y Albanegra (2015), todos  de Editorial Alción. Integró La Erótica del relato (Adriana Hidalgo, 2009), antología de escritores de la nueva literatura argentina, y publicó Nomadía, relatos breves, (Monte Ávila, Venezuela, 2010). Como periodista, es autora de Retratos, Patagonia Sur, y Santa Cruz, Patagonia Argentina. (G.A.C, 2000)