Flotando
en un bote pequeño
suavemente
sobre las aguas, nos sacudimos con cada
ola,
otra
piel que se desliza sobre el agua
colgada
del mar y el firmamento
montañas
verdes transformándose en nubes
que
pasan, se deslizan lentas
el
canal de agua salada -dos millas de largo-
chupa, se arremolina con la marea,
el
kayak se parece a la caparazón de un
grillo-
a los huevos vacíos de una
araña,
a
los filamentos secos de las algas,
a
la mudada seca piel de una víbora,
a
la espuma sobre el labio de la ola,
tiembla
sobre la membrana
remamos
hacia adelante, remamos hacia atrás,
cruzamos
en ángulo alejándonos
de
las turbulentas aguas bajas
la
montaña se desliza, la luna se desliza,
las
aguas giran juntas,
la
orilla cercana corre hacia adelante,
remos
de kayak, idénticos, rotan y brillan como alas
arrojan
espuma,
no
estamos en ningún lugar
pero
quizás aquí
cielo
y aguas cosidas juntamente
al
aullante vuelo parejo de las aves ostreras
al
deliberado batir de alas de las gaviotas
al
surgir de cabezas de los aranes desde los mundos submarinos
a
las cabezas de las focas sumergiéndose en ellos
a
las erráticas zambullidas de las golondrinas de mar
al
gorjeo y graznido y gorgoteo de los
cuervos
en
la lejana efusión de los alisos;
el
viento sopla hacia el oeste, la marea se dirige al este,
nosotros
remamos hacia el este-sudeste
el
mundo es un apurarse de alas y aguas,
laderas
arriba el glaciar de la montaña pierde
su
hielo derretido sobre la grava en un
suave y lejano rugido
que
se reúne con ese mundo de gritos y silbidos de la caleta
(todo
este reino estaba bajo extensos campos de hielo,
en
los tiempos en que mi padre conducía su cuadrilla
a
la zafra de la fresa y la mora en Puerto Orchard)
los
glaciares se desplazan y murmuran como las mareas
bajo
las persistentes corrientes cruzadas
el
tamborileo constante de las alas de los
pájaros
llenas
de propósito, intenciones,
todo
para qué
en
el golpe del remo
en
el torbellino que flota
somos
dos almas en un solo cuerpo
dos
pares de alas, nuestros remos se
balancean
allí
donde la tierra se encuentra con el agua con el cielo
allí
donde los jueces y los que hacen discursos, y las actrices y los carpinteros,
dejan
caer sus máscaras y continúan como eran,
como
petreles, gansos, aranes, gaviotas, pescadilla
cornalitos
en
el mar correntoso oscuro absorbido por la marea,
flotando
en el entramado
de
nubes, hielo, mareas, llamados
-sólo
estar aquí!
El
pequeño bote de piel.
(Versión
E.P. KirK)