Ricardo E. Molinari (Buenos Aires, 1898-1996) |
Entre las ramas están gritando los cacholotes;
los árboles arañan estas secas tierras,
estos barrancones y cegados ríos,
a los que insensible llega la lumbre y desciende el aire
/sin mover una hoja.
Desde el sol del mediodía venimos renovando la sed,
y ya bebemos el agua de las cisternas con sabor a iguana,
/a encerrada. Y llegamos,
y vuelan las cotorras en lo alto de los espinillos y los talas.
¡Y fue frente a estos montes, donde a Facundo le huyeron
el alma como un pájaro que se retira sobre las hierbas!
Ha parado el viento; y recogemos unos claveles del campo
y los juntamos a una ofrenda del camino.
Acallados, quizás recen ellos; yo; con los pies, acerco
unas piedras brillantes a las flores.
Y sentimos atravesar el tiempo, los pájaros, en la largura
y claridad del cielo.
¡Barranca, Barranca Yaco!
Jesús María, Córdoba, abril de 1953.