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sábado, 7 de agosto de 2010
Roberto Genta Dorado, poemas.
Sin título
De la miel oscura que venden en los bares
he bebido para soñar y soñar.
Mi boca se hizo araña. Alacrán. Pez se hizo
para respirar tu olor.
La estrella lenta sangrando en tus pechos.
Pero solo fueron palabras.
Malditas palabras que rondan la calle;
el suburbio de sí mismas.
Palabras que vuelven; que nunca he llamado.
Sombra de un viento que llega desde el sueño.
La ira que no conozco.
Tu olor
llenándome la boca.
En derredor, la noche
Desviví por tu mirada.
Algo crecía y eras tú danzando en la noche,
vestida de mar, el pelo suelto y la sonrisa de niña.
Música que respira. Color que invade. Conquista.
Otras, ajenas, lejanas, mías,
han bebido de mi cuerpo el licor,
la muerte, el miedo.
Pero tú no eras ellas.
En todos los rincones,
plazas, supermercados, hoteles,
yo quería mirar por tus ojos, quererte,
que temblaras en mi mano como una mariposa.
Entonces tendí puentes;
libé el vino de las flores
y extranjero, loco, ausente,
abracé el silencio
de tu imposible cintura
de aire.
Niña en la puerta
Iría hasta tu puerta,
hasta tu puerto con niña
para que mi tristeza se conjugue.
Estoy cansado
y nadie puede descansarme,
decirme adiós,
cerrar todo para siempre
y unirse al sueño.
Al sueño en tu puerta,
esperando.
Animal con hambre frente a la noche
El otro perro
(para Paula Einöder)
Hay un perro en el poema.
Ladra escondido entre palabras.
Sobre sí gira y cae
a un pozo que no termina
no
hasta que el eco devuelve estrellas.
El golpe seco.
Un sonido
desde el fondo de la nada.
Hotel Cervantes (1987)
Quiero recordarte
en la habitación 34
velando mis borracheras
mientras la noche llovía lenta
allá en la calle.
Eras un ángel confundiendo espejos.
Sueño herido de felicidad.
Hoy
eres la mujer que llora
al borde de una cama.
Algo que
en la noche de la lluvia
se ha perdido.
5.7 en la escala de Ritcher
Ahogándote me ahogas.
En tus pechos de piedra tiemblas
mujer en réplica.
Luz marina sin la mar.
No he visto pájaros en tus calles
pero tu sexo sueñas sediento y solo.
Mujer sin manos que acaricias sombras.
Aves que no existen.
Al niño que yo era..
Bogotá, mayo 21 de 2008.
Azar
Juegas al azar con el espanto
y me buscas en la sangre de tu sangre.
Con pezones,
con música me buscas.
Con tu estrella húmeda de noche.
Con la perla que escondes en la mano.
Con olor de hembra enfurecida
avanzado en la marea de mí cuarto.
Con pezones de música te abres;
estrella encadenada.
Azar de espanto.
Animal que hueles y me hueles.
Estás buscando.
La ausente
Siempre espero a la que no regresa.
Entre libros y papeles.
En la música que perfuma el aire.
Anclado en la noche y desandando el día.
Como un insecto lento en la penumbra.
En el rincón más húmedo del mundo.
Besando palabras en el aire
y mordiendo loco el silencio.
Espero.
En espejo
La mujer parecida a ti
y ese hombre (que se me parece)
se abrazan.
Lloran.
Secan sus lágrimas y se acarician el pelo.
Se vuelven a abrazar y lloran ,
lloran.
Como nosotros.
Roberto Genta Dorado nació en la ciudad de Montevideo, República Oriental del Uruguay en el año 1957. Ha publicado varios títulos en poesía, entre los que se destacan sus últimos dos: Sangre Sucia (La Gotera) dos ediciones, y recientemente Fractal por Ático ediciones. Su poema Amecedario conoce su versión en disco compacto por la editorial Civiles Iletrados (Maldonado). Fractal fue presentado en Montevideo en el Palacio Taranco en marzo del presente año y en la librería Trilce en la ciudad de Bogotá el 28 de junio pasado.
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