Fernando Aínsa |
Los dueños del cielo que me cubre
Hablaré de buitres.
Hablar de buitres desconcierta
Ese
volar sin batir las alas
ese
andar torpe sobre la tierra
esa
ave solitaria a veces tan gregaria
esa
austera dignidad desmentida por su mala fama
siembran dudas sobre su destino de
carroñero.
Mas creo saber de estas cosas y asumo el
riesgo
Convivo con ellos en la distancia desde
hace tiempo
en el aislado refugio de mi comarca.
Me digo
que los buitres aunque han perdido su guerra contra el sol
y saben del final de aquellas alas derretidas del pretencioso Ícaro,
son los
dueños del cielo que me cubre
y con eso les basta.
Peinan el silencio del aire
Patrullan este valle
Peinan el silencio del aire
Con vueltas en espiral
se dejan
caer con elegancia innata
Abiertas sus alas desvían la horizontal
hasta el
ángulo con que doblan hacia su destino.
Sorprende el estilo circular
del vuelo devastador,
la eficacia del timón bien gobernado
lo concéntrico del objetivo en que se ciernen
sobre
su propia sombra en la tierra.
Mas en ese girar sobre ellos mismos
no hay
indicio de un rumbo desvariado
sino advertencia de vida detenida
para siempre
allí donde se agrupan
en algún rincón de este paraje.
Proyectan
así el talle cimbreante de su silueta en la ladera
cuando advierten de la muerte su marca definitiva
la inmovilidad completa y prolongada
de aquella oveja perdida del rebaño.
El poder del buitre sobre sus lentas alas
Como lo soñara Paul Valéry
quisiera tener el “poder del buitre sobre
sus lentas alas”.
Esparcir la mirada en el paisaje
perderme río abajo
seguir
su cauce
como
aquellos pájaros que al huir espantados me espantan.
Clavar un pico en la palabra
Página en blanco con buitres proyectados
trazando
sombras.
Quisiera ajustar mi verbo a su vuelo
rápido y preciso
remontarlo en un batir de alas
hacerlo
caer luego
hacia el
hueco de esta pantalla
—imposible
reflejo
de ese
cielo tan perfecto que nos cubre—
para
clavar su pico en la palabra
hasta
sangrarla y hacerla suya.
La visita del buitre
Entró por mi boca
el buitre a visitarme
y
allí se quedó
Hizo en la tibia entraña nido
y de mi
desazón su alimento.
Desde entonces, el buitre que me
habita
—Jonás
memorioso de la ballena
varada
en la seca tierra de mi presente—
espera paciente la endoscopia que
extraiga
sin sangrar
en exceso
versos de sus garras
capaces de
vivir por sí mismos
lejos de mí y
de su mirada.
La visita del buitre
Entró por mi boca
el buitre a visitarme
y
allí se quedó
Hizo en la tibia entraña nido
y de mi
desazón su alimento.
Desde entonces, el buitre que me
habita
—Jonás
memorioso de la ballena
varada
en la seca tierra de mi presente—
espera paciente la endoscopia que
extraiga
sin sangrar
en exceso
versos de sus garras
capaces de
vivir por sí mismos
Si la ceniza no fuera el destino de mi
final ya escrito
por
haberlo así decidido
antes que mi cuerpo sea morada de gusanos
quisiera que un festín de buitres
procurara.
Cuando observo sus desplazamientos
la concentración de que son capaces
ante todo signo de la muerte
silenciosos
batiendo
alas en el horizonte
sueño en convocarlos desde mi inercia yacente
llevado
a la cima, cerca de su morada.
Lo sé
vendrían
desde lejos
Uno de ellos indicando en qué lugar los
espera
este
banquete que ninguno desdeñará
tanta
es “el hambre atroz que nunca se les apaga”.
Feliz picotear de mis entrañas
inaugurando el sacrificio
Altar de la celebración
allí
estarían los buitres
Mi cuerpo desgarrado
Carniceros ávidos me repartirían entre
ellos
para luego volar en sus cuerpos dividida
mi
ambición de frustrado panteísta
agnóstico
resignado
creyente
en la sola Naturaleza.
Estar, por fin, disuelto en otras sangres
Estar, por fin, disuelto en otras
sangres,
y
decirme
me veo
multiplicado desde arriba.
Asimilado,
sobrevivir
en ellos
convertido
en carne de su carne
ese destino de un sueño de otros
mito
del eterno retorno
reencarnado
en avergonzado poeta
empeñado
en volar hacia lo alto.
Fernando AINSA, escritor y ensayista uruguayo de
origen aragonés. Reside actualmente entre Zaragoza y Oliete (Teruel) consagrado
a la escritura y actividades editoriales y docentes. Autor de numerosos ensayos
sobre literatura y cultura de América Latina. El último es Palabras nómadas. Nueva cartografía de la pertenencia (2012). Tiene
en prensa Ensayos, sobre el ensayo
como género.
En 2007 publicó su primer libro de
poesía, Aprendizajes tardíos, seguido
de Bodas de Oro (2011) y Clima
húmedo (2012). Poder del buitre (Olifante),
con prólogo de Francisco Ferrer Lerín, ha sido elogiosamente recibido por la
crítica.
Aínsa es Miembro Correspondiente
de las Academias de Letras de Uruguay y Venezuela y fue Director Literario de
Ediciones Unesco (1991–1999). Recientemente ha sido galardonado con el Premio
Imán otorgado por la
Asociación Aragonesa de Escritores.