domingo, 31 de agosto de 2014

Fernando Aínsa: PODER DEL BUITRE SOBRE SUS LENTAS ALAS



Fernando Aínsa







 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los dueños del cielo que me cubre

 

Hablaré de buitres.

Hablar de buitres desconcierta
            Ese volar sin batir las alas
            ese andar torpe sobre la tierra
            esa ave solitaria a veces tan gregaria
esa austera dignidad desmentida por su mala fama
siembran dudas sobre su destino de carroñero.

Mas creo saber de estas cosas y asumo el riesgo
Convivo con ellos en la distancia desde hace tiempo
en el aislado refugio de mi comarca.

Me digo que los buitres aunque han perdido su guerra contra el sol
y saben del final de aquellas alas derretidas del pretencioso Ícaro,
son los dueños del cielo que me cubre
                        y con eso les basta.

Peinan el silencio del aire

 

Patrullan este valle
Peinan el silencio del aire
Con vueltas en espiral
se dejan caer con elegancia innata
Abiertas sus alas desvían la horizontal
hasta el ángulo con que doblan hacia su destino.

Sorprende el estilo circular
del vuelo devastador,
            la eficacia del timón bien gobernado
lo concéntrico del objetivo en que se ciernen
            sobre su propia sombra en la tierra.

Mas en ese girar sobre ellos mismos
no hay indicio de un rumbo desvariado
            sino advertencia de vida detenida para siempre
                        allí donde se agrupan
en algún rincón de este paraje.

Proyectan así el talle cimbreante de su silueta en la ladera
cuando advierten de la muerte su marca definitiva
la inmovilidad completa y prolongada
de aquella oveja perdida del rebaño.

El poder del buitre sobre sus lentas alas

 

Como lo soñara Paul Valéry
quisiera tener el “poder del buitre sobre sus lentas alas”.
Esparcir la mirada en el paisaje
perderme río abajo
seguir su cauce
como aquellos pájaros que al huir espantados me espantan.
 

Clavar un pico en la palabra

 

Página en blanco con buitres proyectados
            trazando sombras.
Quisiera ajustar mi verbo a su vuelo rápido y preciso
remontarlo en un batir de alas
hacerlo caer luego
hacia el hueco de esta pantalla
—imposible reflejo
de ese cielo tan perfecto que nos cubre—
para clavar su pico en la palabra
hasta sangrarla y hacerla suya. 
 

La visita del buitre

 

 

Entró por mi boca
el buitre a visitarme
            y allí se quedó
Hizo en la tibia entraña nido
y de mi desazón su alimento.

Desde entonces, el buitre que me habita
            —Jonás memorioso de la ballena
            varada en la seca tierra de mi presente—
espera paciente la endoscopia que extraiga
sin sangrar en exceso
versos de sus garras
capaces de vivir por sí mismos
lejos de mí y de su mirada. 

 

La visita del buitre

 

 

Entró por mi boca
el buitre a visitarme
            y allí se quedó
Hizo en la tibia entraña nido
y de mi desazón su alimento.

Desde entonces, el buitre que me habita
            —Jonás memorioso de la ballena
            varada en la seca tierra de mi presente—
espera paciente la endoscopia que extraiga
sin sangrar en exceso
versos de sus garras
capaces de vivir por sí mismos
lejos de mí y de su mirada.


 

Si la ceniza no fuera el destino de mi final ya escrito
por haberlo así decidido
antes que mi cuerpo sea morada de gusanos
quisiera que un festín de buitres procurara.

Cuando observo sus desplazamientos
la concentración de que son capaces
ante todo signo de la muerte
silenciosos
batiendo alas en el horizonte
sueño en convocarlos desde mi inercia yacente
            llevado a la cima, cerca de su morada.

Lo sé
vendrían desde lejos
Uno de ellos indicando en qué lugar los espera
            este banquete que ninguno desdeñará
            tanta es “el hambre atroz que nunca se les apaga”.

Feliz picotear de mis entrañas inaugurando el sacrificio
Altar de la celebración
allí estarían los buitres
Mi cuerpo desgarrado
Carniceros ávidos me repartirían entre ellos
para luego volar en sus cuerpos dividida
            mi ambición de frustrado panteísta
agnóstico resignado
creyente en la sola Naturaleza.


Estar, por fin, disuelto en otras sangres

 

Estar, por fin, disuelto en otras sangres,
y decirme
me veo multiplicado desde arriba.

Asimilado,
sobrevivir en ellos
convertido en carne de su carne
ese destino de un sueño de otros
            mito del eterno retorno 
reencarnado en avergonzado poeta
empeñado en volar hacia lo alto.


Fernando AINSA, escritor y ensayista uruguayo de origen aragonés. Reside actualmente entre Zaragoza y Oliete (Teruel) consagrado a la escritura y actividades editoriales y docentes. Autor de numerosos ensayos sobre literatura y cultura de América Latina. El último es Palabras nómadas. Nueva cartografía de la pertenencia (2012). Tiene en prensa Ensayos, sobre el ensayo como género.
En 2007 publicó su primer libro de poesía, Aprendizajes tardíos, seguido de Bodas de Oro (2011) y Clima húmedo (2012). Poder del buitre (Olifante), con prólogo de Francisco Ferrer Lerín, ha sido elogiosamente recibido por la crítica.
Aínsa es Miembro Correspondiente de las Academias de Letras de Uruguay y Venezuela y fue Director Literario de Ediciones Unesco (1991–1999). Recientemente ha sido galardonado con el Premio Imán otorgado por la Asociación Aragonesa de Escritores.