viernes, 12 de agosto de 2016

Pere Gimferrer: Poemas




Pere Gimferrer





















La muerte en Beverly Hills


En las cabinas telefónicas
hay misteriosas inscripciones dibujadas con lápiz de labios.
Son las últimas palabras de las dulces muchachas rubias
que con el escote ensangrentado se refugian allí para morir.
Última noche bajo el pálido neón, último día bajo el sol
         alucinante,
calles recién regadas con magnolias, faros amarillentos de
         los coches patrulla en el amanecer.
Te esperaré a la una y media, cuando salgas del cine — y a
         esta hora está muerta en el Depósito aquella cuyo cuerpo
         era un ramo de orquídeas.
Herida en los tiroteos nocturnos, acorralada en las esquinas
         por los reflectores, abofeteada en los night-clubs,
mi verdadero y dulce amor llora en mis brazos.
Una última claridad, la más delgada y nítida,
parece deslizarse de los locales cerrados:
esta luz que detiene a los transeúntes
y les habla suavemente de su infancia.
Músicas de otro tiempo, canción al compás de cuyas viejas
         notas conocimos una noche a Ava Gardner,
muchacha envuelta en un impermeable claro que besamos
         una vez en el ascensor, a oscuras entre dos pisos, y
         tenía los ojos muy azules, y hablaba siempre en voz
         muy baja —se llamaba Nelly.
Cierra los ojos y escucha el canto de las sirenas en la noche
         plateada de anuncios luminosos.
La noche tiene cálidas avenidas azules.
Sombras abrazan sombras en piscinas y bares.
En el oscuro cielo combatían los astros
cuando murió de amor,
                                              y era como si oliera muy despacio
                                                   un perfume.



Canción para Billie Holiday


Y  la muerte
                        nadie la oía
pero hablaba muy cerca del micrófono

Con careta antigás daba un beso a los niños

Lady Day las gaviotas heridas vuelven a la luz del puerto
Extraña fruta en el aire el crepúsculo se ausenta
Con una espada con un guante con una bola de cristal
la pecera magnética la cueva del pasado el submarino bajo
       las mareas que fulgen
Lady Day cuánto amor en una juventud cuántos errores
       cuántas tardes hablando qué deseo qué eléctricos jazmines
cuántos cow-boys muertos como trovadores la sonrisa en los
       labios que se tiñen de sangre
los gritos en las calles las manifestaciones disueltas bajo el
        arco voltaico del poniente y los lóbregos edificios irreales
Lady Day el amor como una libélula
cazador de libélulas
Lady Day qué despacio nos viene la experiencia todo cobra
        un sentido se ordena como el paisaje en los ojos cuando
        recién  despiertos corremos las persianas
o intentamos ordenar las palabras de un
                                                            poema
                                                                         Lady Day
Animales heridos en el bosque nuestros ojos qué piden qué desean
qué desea esta voz en el viento de otoño un lebrel o su presa
        disueltos en la fría oscuridad del tiempo
escamoteados  como naipes de una baraja los años de nuestra juventud
Con dos vueltas de llave cerraron la cocina
No nos dan mermelada ni pastel de cereza
ni el amor ni la muerte extraña fruta que deja un sabor ácido


Pere Gimferrer (Barcelona, España, 1945) Poeta, ensayista y  editor.