domingo, 7 de junio de 2020

Ricardo Daniel Piña: Rocas superpuestas y Quiero desviar la atención del centro de mí mismo







Ricardo Daniel Piña




























Rocas superpuestas

Me esfuerzo buscando rocas en esta naturaleza,
en las pendientes, la quebrada, en los senderos, los caminos…
Las transporto por la pendiente del cerro.Las subo o las bajo.
La razón que funda el comenzar el trabajo, es el lugar donde a uno lo elige la roca más grande.
La base del monolito.
Lo que llegará a ser la base del “menhir”.
El coloso que sostendrá la columna.
Coloso de Rodas es la espuma de la madrugada.
Las descubrí apoyadas en los troncos de los cebiles.
Estaban escondidas bajo el mantillo del monte,
camufladas entre los montículos de hojas secas.

Se presiente algo de magia y poderío originario en sonidos, colores,
movimientos dela pendiente.
Así debí sumarme y respetar el enojo de la piedra.
Sentirla enel tacto y en sus rugosidades.
Cómo serían los dioses del valle?Campanas en la luna…
Estaré manipulando sus hijos sus lágrimas sus escalones sus astillas.
Su saber decidir cada lado de apoyo.
Me esfuerzo al moverlas una sobre otra, de un lado a otro. Y encimándolas.
Los perfiles, con sus caras y en mi cintura pelviana y escapular.
Termino pensando, cómo serían los dioses y silencio del agua en la lluvia?
Pájaros como manchas saludan, y les hacemos un espacio en la roca.
Las rotamos sobre su eje. Las giramos sobre sí mismas.
Las apoyamos percibiendo el peso que descargan sobre la anterior.
Sentir y contener el desmoronamiento.Eso es la gravedad.

(Esta es la misión del poeta: percibir y salvar el desmoronamiento de las cosas y los sentidos.)

Contenerlo con la propia fuerza, y volver a comenzar todo, otra vez.
Levantarlas, amarrarlas y buscar el equilibrio de probar la fricción con el aire,
la justicia divina de la semilla en el viento. Y el jugo de la mano revestida de barro
y transpiración.

(…y tus manos resbalarán a cada lado de tu cuerpo que apenas me entiende, y se cifra de retiros espirituales y gestos celestiales. Coagulando eternamente en aquel abuso de infancia.
Y te alejarás cada vez más de mí, por ser un  hombre…)

El peso del lodo fundador de la creación.
Y el punto de apoyo, suele desprevenirnos, a medida que se enciman otras piedras.
Como un enunciado de poder, sorprendido en el poema de amor.

El menhir en formación se convierte en un helipuerto de grillos y escarabajos.
Nos inseminamos de materia y memoria. Como una forma de sobrevivir a los fantasmas.
Una delicada manipulación de la roca, desde la humedad en los intersticios justo por debajo
del apoyo por el que ha permanecido pegada a la tierra toda su vida.
Nos enseña la rutina de asirla sin que resbale y nos caiga encima de una pierna o un pie.
La roca es indócil como un niño salvaje. Juega a la liviandad. Se cree con alas de insecto.
Piedras de tamaños distintos, rozagantes o de facciones filosas.
Como gestos de fastidio o alegría. Sobresalen del mundo por sobre la superficie
en pendiente del cerro.
Son los testigos de todo.
Corroboran en silencio lo que presenciaron.
Suman a su peso las insatisfacciones del tiempo de intemperie.

He seleccionado las mejores.

Toda suma de rocas dice algo de inclusión, tensión y expansión.
Se va formando con la superposición y la suma, una figura antropomorfa mineral.
De vigía. Que ahora nos mira desde el bosquecillo de cebiles pequeños,
el vigilante de los días y las lluvias torrenciales.
Apenas camina un poco por el lugar, cuando nadie lo ve
y vuelve a ocupar su puesto de centinela y protector.
Y mientras tú, no tienes valor de aparecer frente a mí.
Y mirarme a los ojos para explicarme lo que sigues espejando de la crueldad
de mi comportamiento. Puedo recordar tu discurso iracundo sacudiéndome las sienes.
Puedo ver tus dedos. Tu pelo marrón rojo y amarillo.
Puedo saber tu deseo de que no debería haber sido así. 

Los nidos de lombrices, serpentinas escarbadas en su base.
Las arañitas refugiadas en los pisos de arriba.
El agua de la lluvia resbalará.
Los rumores de aves y de insectos sobrevolando.
El recuerdo  de mi viejo que me sigue por el aire
como una órbita de un planeta de polen.

Aparece siempre que me falta el momento y mira desde lejos.

03.04.2020 // 06.04.2020
Calle España Salta- Rescate epidemiológico


Quiero desviar la atención del centro de mí mismo.

Las inquietudes de trabajo con la palabra.
Las apetencias poéticas.
Y el experimento con mis necesidades actorales.
Por eso ahora, busco aquellas imágenes de estrellas negras en la oscuridad cerrada,
de la quebrada salteña, que se iba abriendo al atravesarla a las 11 de la noche, al volver de Colomé.

Dani, Vero, Salo y yo

Bajando de la Cuesta del Obispo en una alfombra tejida de asfalto y ripio violeta serpenteante
de 4 metros y medio de ancho y colgada en 3700 metros de altura sobre el nivel del mar.

Bajábamos en la Cangoo y Salo nos contaba la historia de alguien
que en el medio de esa eternidad densa, negra y azul explotada de estrellas,
presenció un encuentro del 3er tipo.
Eran dos tipos grandes.
Estaban a unos 200 metros, cuando los divisó.
Uno estaba de cuclillas como buscando algo en el piso
yal lado el otro estaba parado, de espaldas. Ese individuo, se dio vuelta y lo miró
y le dijo algo a la distancia, y él entendió que debía irse de ahí...
Recuerdo las palabras de Salo.
Recuerdo la lejanía y el vacío.
Y no puedo evitar que me baje un dolor caliente por el estómago.
Darme vuelta en el auto y alcanzar a verlo a Salo en la oscuridad
con sus ojos brillando por los reflejos de la ruta y los pocos autos
que nos cruzaban despacito en subida a 20 km x hora.

Hicimos silencio hasta Cachi. Nos dormíamos en esos instantes.

Teníamos soroche. (Falta de oxígeno en la sangre, producto de la altura.)
Yo quería permanecer atento. Acompañando a Verónica que manejaba la Cangoo.
El sueño era lapidario. Era como una nube de arena en los ojos.
Y pesada como una tonelada de oro en el desierto.
Tenía que sostener la mirada en el haz de luz por el infinito perfecto,
sin límites ni casas ni precipicios ni ranchos ni cabras ni perros
ni nada que tuviese el valor de recordar la intemperie.
Iba imaginando y viendo colores y formas en la sangre agolpada en los ojos,
jugueteando con el poco oxígeno de la altura que nos quedaba en la cabina.
Sólo densidad acaramelada acariciándonos
por fuera,
en el frío del parabrisas,
debajo de las ruedas
y  con el ruido de alguna piedra suelta en la cinta transportadora negra que venía desde el cielo.

Supe que mi alma estaba vacía.
Tuve miedo.
Y adiviné miedos de los otros, en el auto.
Sus huecos en el alma, eran como el mío.
Supe que el camino era vacío.
Nada de nada en el devenir.
El ahora era una luz delante y oscuridad.
Nada en el hueco del corazón.
Nada de Nada en la ilusión de bajar al valle.
Hacía frío.
Nada en los cambios de la luz. Los baldíos  en el desierto de Salta.
El vacío en los bordes del alma. El auto bajando por la vía láctea.
Piedras en el hueco de la boca. El sueño como una aparición, acariciándonos.
El cosmos y esos seres del más allá.
Nada era para siempre.
Todo vacío en nuestros corazones.

Sábado 14 de marzo de 2020,
Estudio España 2558- Pandemia City.
(Un recuerdo del 2018)

Ricardo Daniel Piña ( Ciudad de Buenos Aires, 1962) Poeta y escritor. Ha publicado: La
Bicicleta (2010), Sentimiento Bielsa (2005) también publicado por Yiyi Jambo de Paraguay, Ortega No Se Va (2009) publicado también en La Propia Cartonera de Uruguay (2010). Y Sufrimientos de Actualidad y Ejercicios de Belleza (2009) en Ñasaindy, la editorial cartonera de la provincia de Formosa. Luces y sombras para Sofía (2012), fue editado en Julieta Cartonera, de Toulouse, Francia. Ortega No Se Va, Pekerman Saborizado y Sentimiento Bielsa están editados en la cartonera Niña bonita de Zaragoza, España, por David Giménez.
Integró la antología de poesía joven argentina, Poesía En La Fisura, de Ediciones del Dock. (1995), antologada por Daniel Freidemberg. Vive en Vaqueros, Provincia de Salta, donde integra la Fundación Cultural Cebil, con su proyecto de residencia de artistas y espacio poético en el monte.  Dirige la editorial “La Juana Cartonera”, en Salta.  Dicta clínicas de experimentación y producción de poesía, como también, talleres de autoedición.