Juan Sánchez Peláez |
Mi animal de costumbre me observa y vigila.
Mueve su larga cola. Viene hasta mí,
a una hora imprecisa.
Me devora todos los días, a cada segundo.
Cuando voy a la oficina, me pregunta:
¿ Por qué trabajas
Justamente aquí ?
Y yo le respondo muy bajo, casi al oído:
por nada, por nada.
Y como soy supersticioso, toco madera
de repente,
para que desaparezca.
Estoy ilógicamente desamparado:
de las rodillas para arriba,
a lo largo de esta primavera que se inicia,
mi animal de costumbre me roba el sol
y la claridad fugaz de los transeúntes.
Yo nunca he sido fiel a l a luna ni a la lluvia ni a los guijarros de la playa.
Mi animal de costumbre me toma por las muñecas, me seca las lágrimas.
A una hora imprecisa
baja del cielo.
A una hora imprecisa
sorbe el humo de mi pobre sopa.
A una hora imprecisa
en que expío mi sed,
pasa con jarras de vino.
A una hora imprecisa
me matará, recogerá mis huesos.
Y ya mis huesos metidos en un gran saco, hará de mi
un pequeño barco,
una diminuta burbuja sobre la playa.
Entonces
sí
seré fiel
a la luna
la lluvia
el sol y los guijarros en la playa.
Entonces,
persistirá un extraño rumor
en torno al árbol y la víctima.
Persistirá…
barriendo para siempre
las rosas,
las hojas dúctiles
y el viento.
Juan Sánchez Peláez (Altagracia de Orituco, Estado Guarico, 1922 - Caracas, Venezuela, 2003) Poeta , docente, diplomático. Premio Nacional, 1975.