Luis Cruz Álvarez |
“all the
christian soldiers behind to you”
(Lou Reed & La prudencia)
1501
Warsaw\Warsava\Varsovia:
“que la Gestalt, muera en todo lo
que un mendigo
Pueda comer en setenta y dos horas”.
Así fue el rumor de quinientos payasos que proclamaban
el
derrumbe del paradigma.
Las teorías volaban de un cuarto a otro, fue todo
perfectamente parametrado
para que ninguna tecla caminara por la simple voluntad
de su instinto;
Hasta que luego llegó la infamia vestida de azul,
desordenando
cada cuadrado hasta la profundidad, metiendo en la
puertas de cada
lado el libro que contenía la mecánica de las rosas.
Los sonidos venían empaquetados en sinusoides nunca
comentadas
por las ideas que al mismo tiempo venían en cápsulas
de plomo,
y así un círculo vicioso se formaba para poder dar con
un porqué
que contuviera el azul, negro y gris por explicación.
“Berlín, patio de la razón, que se sostenga las
columnas
en canicas de
vidrio mientras el mendigo busca la forma de arrimar un pedazo
de tierra en las nubes”,
se leía en alguna pared que desde lo lejos gritaba que
los municipios nunca supieron
qué hacer con ella, en tanto unos lagartos discutían
las mil y una formas de cómo
las gotas caen y se forman en demiurgos.
(De El retorno del barón von Heisen
en Tetrameron. Cuatro poetas del último día)
London
Boy conoce la realidad
He seguido con todas mis orbitas esa pequeña luz
grisácea;
a veces se desvanecía en un espacio de negrura
incomprensible,
otras reaparecía encendiendo un fuego a su alrededor.
Danzaba con seres de faunas remotas
y antidiluvianas,
ella era amable y derramaba
su anhelado destello en la boca de los minotauros.
A penetrado en la mitad de mi cerebro
y tendido un puente entre dos cortinas;
inexistentes la una para la otra.
Después de destrozar mis ilusas maquinarias,
se ha divertido creando androides en mis ojos
y sembrando árboles en mis manos.
La luz sin embargo sigue volando
con irrefutable libertad,
muchos dioses, como el gran Odin,
trataron de atraparla,
pero esta se desvanece apenas es tocada,
ella es sin duda pura entelequia.
(De Radio Futura)
Tres
estudios para la crucifixión
Sigue pasando los
dientes sobre el hierro,
raspa las costras y la
herrumbre,
deja que caiga el último
cerezo de junio,
que se claven las
espinas en tus pies,
y que grites hasta que
los dientes se revienten.
¿Por qué volteas y no
miras ese vacío?
mira el vendaje que le
hiciste
y cómo tu cuerpo se
dobla en el equilibrio de la semi rueda.
Alguien recogerá las
pequeñas hojas que se desprenden,
de tu arco, invencible
como siempre.
Tripartito es el dolor.
El
Rodaballo
Enrejado,
son mis límites al acecho.
Mis bordes definen el cuerpo,
no se expande lo que no ves,
y el ojo unido al suelo
que hasta la palabra se vuelve estrecha
Alguien sentado en la estepa,
es una prótesis de mi cuerpo:
por él canto, por él pienso,
y su mente la tengo enterrada en el fango.
Algún día, me lanzarán un guijarro,
en su caer desgarrará la noche que conozco,
y al herir mi costado,
la herida será el vacío entre la luz del sol y este
diminuto contorno,
y sabré que todo fue en vano.
Esperar y callar es lo que queda.
¿Acaso supurará la penumbra en mis vertebras?
(De Osario de criaturas perplejas)
Elsinore
2.
¿Qué le hicimos a la
juventud?
nos pasamos construyendo
barcos,
arrojando leños a la
caldera
y cuando la madre nos
esperaba con su
segundo vestido de
novia,
nosotros nos hicimos a
la mar
buscamos ciudades,
calles,
plazas,
lo que sea.
Nos ensuciamos como
corsarios
ladrones, piratas,
amantes.
nos ensuciamos con las
migajas
de las leyes de Moises,
(Pequeños recordatorios de nuestras formas reptiles)
nos permitimos encallar
en lechos,
repletos de voluptuosas
flores,
llegamos al del fin del
mundo.
Y al día siguiente:
Las constelaciones se
volvieron hogares seguros
por ahí se metió la
madurez,
con sus ríos de sangre
tibia
sus sonidos de huesos humillados,
la cama hecha y las
banderas siempre a media asta.
La madurez trajo el
sonido de la cocina
y del agua hirviendo al
calor del último témpano.
La ventana del cuarto
siempre abierta en la noche para ventilar los ojos:
La
Osa Mayor fue un recuerdo fecundo y feliz
Un estigma viviente
(De Regreso a Elsinore, inédito)
Luis
Cruz Álvarez (Lima, 1981) Ingeniero Industrial de la Universidad de Lima,
con maestría en Gestión del Conocimiento por la Universidad de León,
España. Publicó el libro coautoral Tetrameron.
Cuatro poetas del último día (2003), y luego los libros Lumen. Trilogía del Espíritu (2007), Radio Futura, dentro de la Colección “Piedra y
Sangre” (2008) y el poemario objeto Osario
de Criaturas Perplejas (2014). Poemas suyos aparecen en la recopilación Versolibrismo, poesía y arte contemporáneos (2013)
en el número 12 de Fórnix (2013), en
la muestra poética Cuatro Poetas Peruanos
(2013) y Plexo-Perú (2014). Ha
incursionando en relatos coautorales de
ciencia ficción presentados en el Programa Radial Rutas de Letras (2013).
Sobre la poesía de Luis Cruz Álvarez:
Al iniciarse, la temática de su obra giró en gran
medida en el desarrollo lírico de dos temas, la Historia europea del
siglo XX (especialmente la
Guerra Fría) y el misticismo cristiano y precristiano, en los
que predominaba la ironía y una visión descreída de la Historia oficial, temas
que fusionó bajo los acordes de un sountrack
con hits del New Wave y del rock
inglés de los ochenta y noventa. Dicho sountrack
aún continúa sonando pero, en la actualidad, su poesía ha dado un vuelco
temático interesante, pasando a una búsqueda introspectiva que le ha valido el
alcanzar algunas de sus composiciones más logradas.
Mario Pera: Mirando sobre el heno. Muestra de poesía peruana reciente
Pesa. Pesa bastante y suele abrumar a no pocos el
saber que, de algún modo, eres heredero de las palabras de algunas de las más
grandes figuras de la poesía en lengua hispana. Tener entre esos “ascendientes
poéticos” a escritores de la talla de Eguren, Westphalen, Adán, Moro, Churata,
Eielson, Varela, Hinostroza, Cisneros o Watanabe, quienes conforman un
concierto bien afinado de voces, es una piedra muy pesada en el bagaje de
cualquier poeta. Y no hablo aquí de Vallejo por un olvido involuntario, sino
porque, por el altísimo nivel de su poesía, considero que este ha pasado a
formar parte de la tradición poética mundial, y no sólo de la peruana. Todos
estos poetas mencionados, y varios más, han elevado una valla tan inexpugnable
como espléndida para quienes apuestan en estos días por escribir poesía en el
Perú y publicarla. Siempre con la intención de estar a la altura de una de las
tradiciones líricas más sólidas e importantes en el siglo XX, como lo es la
peruana.
Sin embargo, llegados al nuevo siglo
y luego de un par de décadas en las que hubo un ensimismamiento de la poesía
peruana contemporánea (creo producto del conflicto social interno y de la
política represiva que gobernó el país en esos años), han saltado a la arena
nuevos autores quienes se encuentran en la ardua tarea de redefinir y
configurar un norte para la poesía escrita en un país que, valgan verdades,
poco o nada valora y aprecia la trascendental función que para su cultura,
identidad y desarrollo ostenta la poesía. Estos noveles poetas, quienes
iniciaron su obra en los primeros años de la década del 2000, y otros a partir
de la década del 2010, continúan en un caso condensando su propuesta y, en
otro, en plena indagación y estructuración de un proyecto poético personal.
Es en este panorama, quizá no tan
alentador, que han surgido las voces de poetas los que no tienen nada en común
pero que, de tenerlo, ese único punto es, a mi juicio, la responsabilidad y
voluntad férrea con la que abordan su labor creativa para acercarse (o
alejarse) del hecho poético y transitar por el centro y los límites, nunca bien
definidos, de la poesía.
En Mirando sobre el heno. Muestra
de poesía peruana reciente, mi intención es el
ofrecer una mirada a la poesía de autores peruanos nuevos, cuyo trabajo me
parece atendible y serio. Poetas a los que de manera arbitraria califico como
“jóvenes”, pese a que para muchos, sea por edad o por los méritos logrados por
su obra, ya no lo son. Como bien sabemos el criterio de juventud siempre tendrá
sus reparos, más aún en la poesía que es un terreno en el que aquel es un
concepto aleatorio, siendo que esta vez me decidí por fijar el límite de
selección para poetas que a la fecha (diciembre de 2014) han cumplido, máximo,
los 35 años de edad.
Se trata de poetas que han iniciado
su camino con la venida del nuevo siglo y quienes han nacido en distintas zonas
geográficas del país, por lo que proceden de entornos sociales y culturales
disímiles entre sí. Doce poetas peruanos, ocho de la capital y cuatro de
provincia, repitiendo estos mismos números en cuanto a género. Lo que espero
proporcione una visión general, jamás total, de lo que los poetas recientes
vienen creando por este lado del mundo.
Por supuesto, la presente muestra en
ningún momento pretende ser restrictiva o excluyente, y menos aún del tipo
canónico, pues ello sería un completo absurdo y, más, una necedad. Mi propósito
se centra aquí en dar a conocer parte de la obra lírica de jóvenes poetas
nacidos en Perú que, en mi criterio, merecen ser leídos con atención.