lunes, 26 de julio de 2010

Floriano Martins, poemas.













Floriano Martins, 2010.








MANOS DE CLARICE LISPECTOR


Una última noche contigo y las palabras se fueron todas.
Tus manos siempre actuaron como un narcótico porque dejé varias veces el mundo pasar frente a mis ojos.
Lo que hacemos son anotaciones de un fuego incierto que nos guía.
Guardo tu nombre y con él me muevo de una sala a otra de un laberinto que todavía no sé si realmente se comprende su razón de ser.
Toco tu piel casi invisible y me dejo invadir por los rumores de su inquietud.
Me gusta comenzar a vivir por tu nombre.
Un día imaginé un bosque en que tus labios tradujesen todo el follaje.
No somos una fábula, somos?
Siempre pienso en ti como una infancia perdida.
Es difícil aceptar que sea la mía.
Yo te amo como un plan de fuga o fuiste exactamente la primera mujer en mi vida?
Leer es lo que toca a los ojos y todo lo que vemos se transforma en nuevo espejismo.
Tal vez las palabras se gasten menos que la realidad de sus temas.
Sin embargo no tenemos idea si lo que tocamos no es sino la palabra.
El mundo siempre se deshizo por un exceso de biblias.


MÃOS DE CLARICE LISPECTOR

Uma última noite contigo e as palavras se foram todas.
As tuas mãos sempre atuaram como um narcótico porque deixei diversas vezes o mundo passar frente a meus olhos.
O que fazemos são anotações de um incerto fogo que nos guia.
Guardo teu nome e com ele me movimento de uma sala a outra de um labirinto que ainda não sei ao certo se compreende sua razão de ser.
Toco a tua pele quase invisível e me deixo invadir pelos rumores de sua inquietude.
Gosto de começar a viver pelo teu nome.
Um dia imaginei um bosque em que os teus lábios traduzissem toda a folhagem.
Não somos uma fábula, somos?
Sempre penso em ti como uma infância perdida.
Difícil aceitar que seja a minha.
Eu te amo como um plano de fuga ou foste exatamente a primeira mulher em minha vida?
Ler é o que toca aos olhos e tudo o que vemos se transforma em nova miragem.
Talvez as palavras se gastem menos que a realidade de seus temas.
Porém não fazemos idéia se o que tocamos não é senão a palavra.
O mundo sempre se desfez por um excesso de bíblias.


MUSLOS DE ZOFIA BESZCZYŃSKA

Esta noche quebré un cuerpo.
Al volver a casa no supe donde encontrarme.
Fue cuando te vi, cruzando el horizonte que antes no estaba allí.
La noche abrió en mí un modo extraño de revelarse.
Comencé a eliminar de la memoria todo lo que no me dice respeto.
Pretendía que me besases apenas lo esencial, la reserva más íntima de todo lo que fluye.
Resumir en un beso todo ese nido de cataclismos.
Tu dulzura creó una inundación en mi ser.
No te vayas. Aun no quiero que salgas de adentro de mí.
Sólo entonces percibí que comenzaba a delirar:
La noche reconoce sus pequeñas sombras vagando por las aceras inciertas.
Con ellas disfraza la soledad con que gravita en los pomares del tiempo.
Los espejos esparcidos contemplan como danzas en una piel fina de algodón casi transparente.
Y no paré más. Nunca más.

COXAS DE ZOFIA BESZCZYŃSKA

Esta noite quebrei um corpo.
Ao voltar para casa não soube mais onde me encontrar.
Foi quando te vi, cruzando o horizonte que antes não estava ali.
A noite abriu em mim um modo estranho de se revelar.
Comecei a eliminar da memória tudo o que não me diz respeito.
Pretendia que me beijasses apenas o essencial, a reserva mais íntima de tudo o que flui.
Resumir em um beijo todo esse ninho de cataclismos.
A tua doçura criou uma inundação em meu ser.
Não te vás. Ainda não quero que saias de dentro de mim.
Só então percebi que começava a delirar:
A noite reconhece suas pequenas sombras vagando pelas calçadas incertas.
Com elas disfarça a solidão com que gravita nos pomares do tempo.
Os espelhos espalhados contemplam como danças em uma pele fina de algodão quase transparente.
E não parei mais. Nunca mais.



SENOS DE SARA SAUDKOVA

Ella me hacía volar, con todo el cuerpo y sus innumerables sombras.
Sudaba como si fuese un secreto de sus vestidos rasgados.
Yo la reconocía en mí, la puerta indefinidamente abierta.
Una lágrima componiendo la memoria de sus jadeos.
El cuerpo con que me trazaba la alegría.
La piel realzada en el cuarto oscuro entre gemidos.
Ella un día y otro en dulce artimaña se me escondía en la mirada.
Me tocaba como si el hechizo no pretendiese nunca irse.
La noche nos desnudaba a cualquier hora.
Yo la envidiaba siempre que se iba, pero mucho más al regresar.
Cuántos de mí fueron y volvieron es cuenta que nunca hice,
tanto que disfracé su ausencia con las sombras que no partieron.


SEIOS DE SARA SAUDKOVA

Ela me fazia voar, com todo o corpo e suas inúmeras sombras.
Suava como se fosse um segredo de seus vestidos rasgados.
Eu a reconhecia em mim, a porta indefinidamente aberta.
Uma lágrima compondo a memória de seus arquejos.
O corpo com que me sublinhava a alegria.
A pele realçada no quarto escuro entre gemidos.
Ela um dia e outro em doce artimanha se escondia em meu olhar.
Tocava-me como se o feitiço não pretendesse nunca ir embora.
A noite nos despia a qualquer hora.
Eu a invejava sempre que ia, porém mais ainda ao regressar.
Quantos de mim foram e voltaram é conta que nunca fiz,
tanto que disfarcei sua ausência com as sombras que não partiram.



TALONES DE LILYMETH MENA


Supongo que el cielo no sabe nada de sí mismo.
Fuimos dando tiros a todo lo que veíamos hasta que la ignorancia se sintió reconfortada.
Vigilábamos la sordidez, la frustración, toda forma de clandestinidad de la hipocresía.
Los cuerpos se iban amontonando como siempre, en nombre del bien común.
Mis niñas sabían que la imaginación era su salvoconducto.
Buscasen la perfección, pero nunca la coherencia.
Lo que hacemos no es para ser comprendido jamás.
Conversamos sobre el peligro de que escriban cartas u esbozos de la memoria.
Que se entreguen, sean permisivas, se anulen, sufran las minucias de la perversión, se dejen devorar como platos de un suculento menú.
El mito ya fue establecido, labrado y bendecido.
Las tres tablas de la ley garantizan virtud a quien pueda pagar por ella.
Mis niñas no causan ninguna incomodidad a la historia.
Somos como una amplia filosofía de costumbres, que consuela a renegados y regenerados.
Un diccionario de vértigos anotado en la piel de sus clientes.
Hombres de letras, no se decepcionen de nosotros.
Hay demasiadas palabras en el mundo. Podemos pasar una vida entera sin reencontrarnos.


CALCANHARES DE LILYMETH MENA

Suponho que o céu não saiba nada de si mesmo.
Fomos atirando em tudo que víamos até que a ignorância se sentisse reconfortada.
Pajeávamos a sordidez, a frustração, toda forma de clandestinidade da hipocrisia.
Os corpos iam se amontoando como sempre, em nome do bem comum.
As minhas meninas sabiam que a imaginação era seu salvo-conduto.
Buscassem o requinte, porém nunca a coerência.
O que fazemos não é para ser compreendido jamais.
Conversamos sobre o perigo de que escrevam cartas ou rascunhos de memória.
Que se entreguem, sejam permissivas, se anulem, sofram as minúcias da perversão, se deixem devorar como pratos de um suculento cardápio.
O mito já foi estabelecido, lavrado e benzido.
As três tábuas da lei garantem virtude a quem possa pagar por ela.
As minhas meninas não causam desconforto algum à história.
Somos como uma ampla filosofia de costumes, que atende a renegados e regenerados.
Um dicionário de vertigens anotado na pele de seus clientes.
Homens de letras, não se decepcionem conosco.
Há palavras demais no mundo. Podemos passar uma vida inteira sem nos reencontrarmos.


traducción gladys mendía

Elder Silva, poemas.















Aspirinas



El despertar es un blister de
aspirinas.

Es el sol que enceguece
cuando te reconoces en una cama
ajena.

El despertar es tu ropa
(y la de ella)
desperdigada por la alfombra
como un ademán del último
día en esta tierra.

El despertar es el beso suave
del verano
y del “directo” de Mikel Laboa y
Luis Llach, cantando
por la autonomía de los vascos.

Esto último
nada tiene que ver con la resaca,
ni con el sexo en esta ancha cama
de la calle Cabrera,
pero hace al contexto.

No lo nieguen.


Aguas envasadas

¿Alguien sabe
cuál es la relación secreta
entre la metafísica
y el agua mineral?

¿Porqué las burbujas que suben
y suben en el envase verde
se transforman en nada?

¿La nada es una burbuja?

¿Entre la burbuja y la tarde
escapan los ojos de una mujer
amada?

O acaso las burbujas
son señales de un mundo nuevo,
de una ciudad sin nosotros.

De una ciudad imaginada
con burbujas como caricias
haciéndonos cosquillas
en el ombligo, en el pubis.

En todo caso
es bueno beber cuando se tiene sed
y que el agua mineral caiga
como una redecilla,
entre el esófago y el pecho,
donde el corazón derrama afectos.


Recuerdos de vos

No son muchos.
Destaco el helecho
que me regalaste para
mi cumpleaños
(y que en parte se lo
comieron las hormigas),
una foto en Tiatucura
entre el verde del Salsipuedes
y tus ganas de retorcerle el
cuello al mundo.
Y esas medias caladas
que te quedaban sex,
pero que arrolladitas entre
mis medias,
son poca cosa
y dan un poco de lástima.


La vida es sueño 2

Tuve dos sueños.
Uno medio cantado
donde me besaba con mi ex
bajo la frazada
y era como chupar un caramelo
el sabor en mi boca.
El otro es más raro.
y aunque no lo puedo
reconstruir del todo,
el scrip es más o menos así:
hay un patio con ropa
secándose en la cuerda,
gallinas en una jaula.
Mi hermano Beto
con un futbolista de un
cuadro de barrio,
riéndose ambos.
Y sentada en la puerta
de la casa,
mi amiga Melisa
con los pies desnudos
y el pelo muy negro
come unas naranjas en silencio.
Mastica el hollejo
con una delicia aprendida
en sus antepasados,
y escupe las semillas
como tratando de desprenderse
de una culpa personal.


Sponsor

Hasta el gordo
que trabaja en un barco
de pesca
se sienta ahora a tomar cerveza
en los mediodías
a la hora de ese sol
terrorífico,
y se reclina en una
reposera
que promociona el
verde y blanco y rojo
de Heineken.


Continuidad de un
pensamiento de Luis Chávez



No confundir poesía con
desforestación,
literatura a secas
con la poda de los mejores
álamos.

O el viejo Acasuso
que lamentaba tanto árbol caído
y el pueblo no recordaba
ni un solo verso del fulano.

No confundir un verso
con verse en letra impresa,
con salir en las últimas
páginas del diario,
después de policiales y
antes de los deportes,
ahí donde la poesía verdadera
es la que rueda
como una pelota cierta
al fondo de las redes.


Aseo personal

Mientras aprieto el sachet
del dentífrico
y estiro el gusano de la pasta de
dientes
en el cepillo rojo,
me estremecen tus pasos.
El mismo ruido en la cocina,
el agua otra vez llevándose
las migajas de la cena
de anoche (acaso la última?).

Mientras el dentrífico
se aplasta en mi boca
y me devuelve a lo que
nunca tuve,
pienso que la coartada
del silencio,
echará a perder estos gestos
cotidianos
que nos justifican
en este rescoldo del planeta.


Anunciacao

No bairro Once
O sol e uma festa
nos olhos de azogue e mel
da loira Lajal.
A luz relumbra

(acaso vai embora)

e num relance ilumina
as coisas más leves
da otra face do planeta Terra
e devagar
os apaga.


Picadilly

Bocadito de lechuga,
cerveza Schneider,
La Renga, el Ché
(en la pared de enfrente),
seven up,
seven up,
seven abajo de este mundo.
La cajera dormida,
los borrachos discutiendo
la goleada de Central.
Válgame,
válgame.
¡Un poco de pimienta
Y utopía!


Instantes de hotel

Cuelgo las medias
en el calefactor del cuarto
y así aún humeantes
dan un poco de pánico.
A la mañana ya estarán secas
y saldré con ellas
por calles de La Boca
y con ellas me sentaré
a escuchar a los mejores
poetas del continente
que prestigian este
workshop de invierno.

La poesía –no hay dudas-
mejora mucho con los pies
calientes.


Bolt, el más rápido

Usaín Bolt ganó en Beijing,
para sorpresa de todos
y angustia de los chinos,
y en Lousana también
llegó a los saltos.
Más oro, más oro,
Arriba en el podio
y flashes de Jamaica
para el mundo.

Corre como para envidiarlo
speede por las pistas de
terracota,
por las rayas blancas
del planeta
y ya van a estudiar sus
músculos en la National
Geographic.

Pero atención,
ningún complejo de
inferioridad:

“¿Bolt, acaso podrías
escribirme un poema
acerca de esta triste mañana
de setiembre
en Buenos Aires?”


Efecto de una Quilmes

Con una Quilmes
mantenida a –18 grados
en el estómago,
el amor me cae favorable,
como la Primavera
que ya estalla
en los patios de Barracas.

Unas muchachas brasileras
entran a un sex shop
(¡sorpresa en el
imaginario poético!)
y dos paraguayitos salen
de una fábrica de pastas
a repartir pedidos.
Y yo empiezo a comprender
que el efecto diurético
de la cebada patria
es el precio irrisorio
que se puede pagar,
que se debe pagar
sin dolores.

Lo demás son ademanes,
vagas señales en el
tránsito
por donde van nuestros
corazones gemelos.


La envenenada

Patas arriba
la prima hermana de Kafka
agoniza y deplora
el momento en que posó su
cáscara
sobre los restos del Neocid
que puse al lado del tomo segundo
de la poesía completa de
Drumond de Andrade
con postfacio
de Sergio Buarque de Hollanda.


Notas sobre la
duración del amor

Nuestro amor fue tan fugaz
como esos instantes en
que uno oprime el spray
del desodorante
al salir de la ducha.

Fue el señalero de un Fiat Uno
al doblar por la avenida.

Acaso una bala perdida
contra un muro
en la noche secreta
de la urbe (unánimemente)
atolondrada.


Renato Sandoval, poemas.

















De Nostos (fragmento):

Ver siempre fue el más verde anhelo y el pensamiento
el oleaje de tul entre la sombra tumultuosa.
Pero si seré ése que yo viera un día escalando los manzanos:
las manos eran peces de limón amargo y en los hombros
una joven testuz reía de sí misma señalando el horizonte.
El mozo ascendía como salmón entre las parvas
y las cigarras silbaban la canción de una fuente que se transformaba en mar.
Está bien zambullirse en el acaso, pensé
sin saber la hora en que empezaba mi serie favorita.
Pero no está bien decir que esta fruta es mía
si la rama es quebradiza y vulgar como este sueño.
*
Otro día vi las entrañas de una piedra, de excursión por un bravío roquedal.
Era como si una niña me dijese cuéntame un cuento
y yo, desarmado, implorase a Andersen ayuda peregrina.
Pero allí al fondo estaba yo acuclillado, chupando el dedo de la muerte,
mientras la savia de la piedra me circulaba en la vejiga
y una música de miel se dejaba oír en otras peñas sepulcrales.
Yo sabía que uno mismo es un misterio
y que saber demasiado no era de ningún modo conveniente.
De manera que al primer descuido de la piedra me arranqué de sus vísceras
y sin pensarlo dos veces puse pies en polvorosa.
Corrí, corrí y corrí hasta olvidarme de por qué corría.
Al primer recodo me detuve, deposité en el suelo lo que atenazaba con las manos,
y entonces me vi reptando sobre la arena, alto ya y primoroso,
con corbata y una flor sujetándome el pelo
y al parecer con un poema en los bolsillos.
Parecía un destino promisorio, qué párvulo ese Homero, y qué bandido.
Reí y reí con lágrimas de intenso placer, y las lágrimas formaron una nube
y la nube me impidió ver cómo una lagartija salía de su escondrijo,
tragaba al niño en un instante y oronda se perdía por donde vino.
No vi nada, pues.
¿Será por eso que dicen que ni el mar ni la muerte nunca lloran?


De Suzuki blues

No digas mañana
si adiós es un tiempo insomne,
la colina un alma ignota
que a duras penas
se yergue y expira,
un espolón alzado al viento
de las sombras primeras,
el río de un dios
azorado en la penumbra.
Cavo ahí
donde el aire se agosta,
el último bostezo
de una noche en cinta,
el pórtico de luz
suspendido entre la nada
y esa espuma que aprieta
al otro lado del día.
*
Compasión absoluta
al otro lado del estío;
una frente de sangre
ilumina la trocha
que hoy supura en el mar.
No temer, no
reír, no
callar el nombre constante
que ahora se desploma, recoger
con el párpado erudito
el sigilo de la hora, la caída
inconclusa de quien tanto
se escuece, no
reñir, no pacer, no
santificar al padre ni mentir,
nunca en la gloria, no
callar, no ver, ya no estar
aquí
no.
*
En el tejado el nombre
y el oro de los miserables
tan de pronto mío que ahora aúllo
de pudor y de quebranto.
La fiesta sin alcurnia
redobla en cada pecho,
nadie en la sala bailando
sin pies y en contradanza.
De los balcones un estertor
que trastabilla en la plaza,
un doble engaño:
ríe en el sol la última marmita
y a la luna señala
con doble dedo índice en la nada.
*
Apenas no
y el sentido es la luna de hiel
estampada en la orilla de otro miedo
o el mismo gesto
de alientos olvidados
que hoy se elevan
sin pasmo ni perdón.
El ciego de aquí
es el mismo sordo que antes
dirimía las leyes del hastío
y de la ira, cerca
ya la alabarda de la noche
y el celo en paz de la parda mora.
Esas manos, esas manos
serpenteantes en este pecho de plata
turban el ojo antiguo
que en ellas se pierde
cuando calla un violín.
*
Biblos (Líbano)

Doble afecto
para el que ve lo mismo:
escarpada es la planicie del ojo
donde se cuecen todos los deseos.
Ahí te vi sobre una zarza
airada entre los cedros pusilánimes
de la desidia y el error.
El valle de las sombras en vilo
y esos naranjos de tiempo
que solo sabe a sí
son una deuda de palabras,
el oro maronita
que no se entrega
ni nunca más nos salva.
Frente al mar Biblos desciende
por los ralos papiros de la hora tercia
y bate las peñas contra las olas
de un minarete sumergido.


De 24 x 1

I

Dios es una mónada que engendra una mónada, y refleja en sí mismo una sola llama de amor

Entonces el punto
la escueta cava del encanto
el norte imbuido en su propia especie
a tientas en el umbral de la razón no concebida
el murmullo de las manos replegadas contra la mente
un escozor en una palma y un orificio en la otra
por donde se cuelan todos los talentos
el munífico saber de los más débiles
crepitando azules entre las llamas del despojo
a ciencia cierta o desierta
la voz en su ola de aliento y deseo
como la afrenta en su día más plano
o la desidia empozada sobre la cuesta no vista y sin palabras.
Es causa numeral de los entornos, una duda supina, una garra
de luz catatónica y el suplicio de mil enjambres en flor. Cifra, folio
en su tinta y garrapata del adiós que solo sabe de albricias. Una fusa
en extinción o un nuevo par que ahora clama sin desdoro.
Si solo fue sin apenas ver lo que nunca estuvo, un puñal
en la frente, un atado de espadas, un manojo de sombras escindido
entre las matas, nubes de añil y de centeno entre tanto barullo y esperpento.
Del dos y del uno tan solo el tercer amante yace inerte
en la esfera aparcada junto al cauce de la gloria. Añejo
el placer ajeno que en bocanadas se desgrana a su antojo, antro
de cera esculpida en el panal de luz que entonces
se hizo y ahora se apacienta entre los dedos.
Sin par o sin non, aupado en la certeza de lo que está fuera de sospecha,
un manubrio de espejos bajo la selva contrita que se refleja en el relente.
Único entre ninguno, total bajo la nada, en sí mismo brasa,
holgura, parquedad, errancia en los cañaverales, sola sospecha
de mareas tremebundas y rostros que se arrastran por las sendas
de ausentes asteroides, aros de tul, confetis en llamas, una sola
esperanza para tanto revuelo y extravío. Sabio el placer
de brillar en suspenso como ninguno, la noche de puertas entreabiertas
y el ojo avizor afilándose las pupilas: más terciar en la pareja
ensimismada, reclusa como el número que la expone o apenas sencilla
o dupla por diversa a cambio de nada.
Una en sí misma la imagen que imagina sueños y ansias, siempre certera,
febril o pusilánime, un florete de idas sin tropiezos, un traspié
florido entre estrellas sin firmamento.
Qué rayo aquel de subsuelos trinitarios, una lonja de amor
que a dentelladas
poco a poco se aviesa.



Esteban Moore, Renato Sandoval, Medellín, 2010.



Renato Sandoval Bacigalupo (Lima, 1957). Ha estudiado Lingüística y Literaturas Hispánicas en la Pontificia Universidad Católica del Perú y seguido estudios doctorales en Filología Románica en la Universidad de Helsinki de Finlandia. Ha publicado, en poesía, Singladuras, Pértigas, Luces de talud, Nostos, El revés y la fuga, Suzuki Blues y 24 x 1. Poemas suyos han sido traducidos al francés, alemán, italiano, danés y finlandés. En ensayo, El centinela de fuego, libro dedicado al poeta simbolista José María Eguren, y Ptyx: Eielson en el caracol. En el campo de la traducción, son conocidas, entre otras, sus versiones de Pavese, Quasimodo, Tabucchi, Arnaut Daniel, Tieck, Rilke, Kafka, Södergran, Ågren, Haavikko, Saarikoski, Dinesen, Boberg, Drummond de Andrade, Sylvia Plath, así como un par de piezas de teatro escritas en francés por César Vallejo y una antología de cuentos de Quebec (Canadá) bajo el título La mano de dios. En 1988 obtuvo el primer premio de “El cuento de las mil palabras”, del semanario Caretas. Dirige la editorial Nido de Cuervos y las revistas Evohé y Fórnix. En la Pontificia Universidad Católica del Perú dicta, alternadamente, Literatura Alemana, Literatura Nórdica y Literatura Francesa Medieval.